24 Abr, 2024
 

Escenarios de la vida porteña: recorrido por los mejores cafés de Buenos Aires

Fuente: Para Buenos Aires ~ Con cristaleras modernistas o viejas mesas de madera; los Bares Notables imperdibles de la ciudad.

Según afirman, Buenos Aires es la Viena de Latinoamérica en lo que respecta a la cultura cafetera. Los vecinos de la Ciudad atestan sus cafés y bares con cualquier excusa: para leer el periódico, para estudiar apuntes o para mantener sus conversaciones. Para preservar la cultura cafetera, el gobierno de la ciudad creó la categoría de los Bares Notables, locales protegidos que forman parte del patrimonio cultural de la capital. Más de 90 figuran actualmente en la lista, que va creciendo año tras año. Al pensar en un bar notable se vendrá a la cabeza un café con sillas tapizadas en rojo, mesas de buena madera y espejos a los que les falta el azogue, un viejo local que en su día fue sede de tertulias de escritores y gentes ilustres —tan a menudo hombres— de siglos pasados. En efecto, Buenos Aires cuenta con bastantes cafés de este tipo en su lista. El Tortoni es el más célebre: el pasado octubre cumplió 160 años y sigue tan concurrido como siempre, pero muchos otros no tienen ese aire tan de alto copete y aun así pertenecen de pleno derecho al patrimonio de la ciudad, pues la vida barrial ha ido tomando forma en torno a ellos. La historia de Buenos Aires se encuentra en estos locales notables, y engrosar la prestigiosa lista es un honor para el café, pero también una gran responsabilidad.

El recorrido empieza por el Tortoni, el santuario ineludible para quien pisa por primera vez Buenos Aires, con su techo de vidrieras decimonónicas, su sala de billares y su hilera de columnas de mármol. A la entrada, aparte de la consabida fila de visitantes que esperan su turno para acceder al café, nos encontramos con una escultura policromada de Eduardo Noé dedicada al letrista de tango Horacio Ferrer. Este gusto por honrar a figuras clave de las artes y el deporte mediante esculturas hiperrealistas es común en Buenos Aires, como veremos una vez dentro del Tortoni, pues en una de sus mesas se encuentran, en animada tertulia suspendida en el tiempo, Borges (algo desmejorado), Carlos Gardel y Alfonsina Storni. Borges y Storni eran asiduos de la tertulia que montó el pintor Benito Quinquela Martín en la bodega del café —lo que hoy es la sala de espectáculos— en 1926. De aquellas décadas quedaron decenas de versos acerca del célebre café, y entre los más conocidos están los del escritor Baldomero Fernández Moreno, que escribió sobre una servilleta su soneto Viejo Café Tortoni: “A pesar de la lluvia yo he salido / a tomar un café. Estoy sentado / bajo el toldo tirante y empapado / de este viejo Tortoni conocido”.

Seguimos sobre la avenida de Mayo. A pocas cuadras del Tortoni se encuentra la confitería London City, un santuario para los que veneran a Julio Cortázar, pues era su café favorito. La primera escena de su novela Los premiostranscurre precisamente en el London, llamado así, a secas, por el escritor. A pesar de los conflictos políticos con el Reino Unido, la tradicional anglofilia porteña está presente en la fachada del café inaugurado en 1954, no solo porque lleve el nombre de la capital británica, sino por la tipografía de su rótulo y el color verde caza de su fachada.

Hoteles con solera
Otra cafetería notable situada también en los alrededores de la plaza de Mayo, donde se encuentran la Casa Rosada y la catedral neoclásica, es La Puerto Rico. Famosa por la calidad de sus dulces, tras tomarse un café con tres medialunas no hay que perderse la cercana Manzana de las Luces (Perú, 272), una esquina que reúne las construcciones más antiguas de la ciudad; entre ellas, la iglesia jesuita de San Ignacio, de 1722, y también el prestigioso Colegio Nacional de Buenos Aires, el instituto público de secundaria del que han salido y siguen saliendo las grandes figuras de la cultura argentina. A la vuelta del colegio luce orgullosa su antigüedad la Librería de Ávila, fundada en 1785 y en la que tantas veces se han detenido a curiosear entre sus estantes los protagonistas de la historia de Argentina.

Más refinamiento: junto al celebérrimo teatro Colón no podía faltar un bar notable. Lo hay, se llama Petit Colón y es perfecto para ir a merendar antes de una función de ópera o un concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. El Petit Colón está decorado como se espera de él: con sillas Thonet, lámparas de araña y elementos dorados. Su público matutino se compone principalmente de abogados, ya que los tribunales están a pocos metros. Por la tarde acuden los melómanos. Pero para encontrar el ambiente más sofisticado mientras se toma el té hay que entrar en los cafés notables que se encuentran en algunos hoteles con solera de la ciudad como el Savoy, el Castelar o el Alvear Palace,inaugurado en 1932. La decoración de boiserie y el edificio del hotel en sí son un clásico de la tendencia parisiense tan fácilmente hallable en el barrio de Recoleta. Luis XIV se sentiría muy bien en esta confitería, en la que exigen vestimenta semielegante y donde han tomado algún cóctel sentados en sus sillas aterciopeladas personajes de la talla de Sharon Stone, Catherine Deneuve o Arthur Miller.

Sin salir del barrio de Recoleta, y esta vez junto al cementerio de igual nombre, tenemos la cafetería La Biela. Espaciosa e informal, su extenso menú ofrece todas las especialidades farináceas de Buenos Aires, incluidos esos adictivos sándwiches de pan de miga con pavo y palmitos. Si echamos un vistazo a nuestro alrededor, nos llevaremos una sorpresa: esos dos hombres sentados en una de sus mesas, comentando libros y charlando, son nada menos que Borges y Bioy Casares, de nuevo en versión hiperrealista: el autor de El Aleph, con sus consabidos ojos entrecerrados y su bastón, y Adolfo Bioy, con su pinta eterna de galán. Por supuesto, hay una silla libre en su mesa para que todos nos hagamos la foto de rigor con ellos.

Tango y fútbol
Cambiemos de barrio y vayamos a Almagro, donde Gardel emitió sus primeros gorgoritos en público. El tango está presente en el bar notable 12 de Octubre,también conocido como El Boliche de Roberto, cuya fachada fue decorada por el pintor Crespi con un mural que retrata a Gardel y a Osvaldo Pugliese junto a una pareja en pleno baile agarrado. El fútbol, otra pasión porteña, se deja ver en El Banderín (Billinghurst, esquina a Guardia Vieja), que también integra la lista de los bares notables por su extravagancia decorativa, con cientos de banderines de equipos de fútbol en sus paredes.

Pero el verdadero deber moral una vez en Almagro es tomar algo en la confitería Las Violetas. Si ya quedamos boquiabiertos ante las vidrieras cenitales del Tortoni, aún más estupefactos quedaremos ante las vidrieras modernistas que adornan las paredes de este enorme café en la esquina de la avenida de Rivadavia y la calle de Medrano. La lista de quienes lo frecuentaron es larguísima, y entre ellos destaca el escritor Ricardo Piglia (fallecido en 2017), que vivió enfrente durante un tiempo, en el hotel Almagro: “Por supuesto hay que tener un bar tranquilo y bien iluminado cerca si uno vive en una pieza de hotel”, escribió Piglia, y por suerte Las Violetas cumplía los requisitos.

Como no podía ser de otra forma, en la siempre bulliciosa avenida Corrientes también hay bares notables. Para consolarnos de la reciente desaparición del legendario La Giralda, con sus camareros vejetes y su escaparate con objetos de chamarilero, aún nos queda la confitería El Gato Negro, que en su planta baja exhibe su amplio catálogo de especias y tés a granel en venta y en la de arriba sirve menús a mediodía.

En la cercana avenida de Callao tenemos un excelente ejemplo de un café notable que se ha reinventado para no morir: Los Galgos. Sus nuevos dueños han renovado su carta y ahora sirven hasta ají de gallina, pero también cócteles y vermús. Sus buenos productos, interiorismo y música ambiente consiguen que continúe plagado de parroquianos a todas horas.

Uno de los barrios más visitados de Buenos Aires es San Telmo, así que sus cafés notables apenas necesitan publicidad, pues a ellos entran a diario centenares de personas que se dejan caer por la zona en busca de altas dosis de pintoresquismo. El Bar Sur es perfecto para tango y nocturnidad, el Plaza Dorrego es famoso entre otras cosas por su suelo plagado de cáscaras de cacahuete y el Bar Federal destaca por sus picadas, que son el equivalente a las tapas porteñas: una colección de platitos de chacinas, quesos y encurtidos varios.

Por su parte, en el barrio de Palermo, el más extenso de la ciudad, otro bar notable se ha convertido en punto de encuentro de narradores y poetas porteños (algunos presumen de tener allí instalada su oficina): el Varela Varelita. El escritor Héctor Libertella (1945-2006) era uno de ellos y aún cuelgan fotos suyas en las paredes. Hoy lo es César Aira, entre otros muchos. Cuando anochece y toca encender la luz eléctrica, sus fluorescentes de techo lo convierten en una enorme vitrina en la que se exhibe gente de todo tipo. En su interior, los dos televisores que funcionan en silencio no opacan las conversaciones de los parroquianos o habitués, como los llaman allí, ni tampoco sus partidas de ajedrez, con tablero y fichas proporcionados por el café. Los sándwiches de lomo de ternera o de milanesa, con mil complementos a elegir, son los más solicitados y se pueden pedir hasta bien entrada la madrugada, para no olvidar que estamos en la siempre despierta Buenos Aires.

En el barrio de Chacarita, no lejos del cementerio donde están enterrados los más grandes del tango —Homero Manzi, Alfredo le Pera, Osvaldo Pugliese y Gardel, entre otros—, no hay que perderse el Bar Palacio, que además alberga el Museo Fotográfico Simik, lleno de cachivaches relacionados con el arte de retratar.

Entre libros
Y en una ciudad con tantísimas librerías, el sueño de combinar la compra de libros con un café mientras los hojeamos es fácil. En Palermo se encuentran dos librerías-café en las que pasar horas: Libros del Pasaje, cuyo café con luz natural y suelo ajedrezado es de los más silenciosos de la ciudad, y su competencia en belleza y confort: el café de la librería Eterna Cadencia, situada en una casona enorme en Palermo Hollywood, que así se llama por las empresas audiovisuales que se instalaron en sus calles hace unos años.

Si no tenemos a mano un café notable, no hay que descartar acudir a una de las cadenas locales de cafeterías, donde el dulce de leche brilla como producto rey. Las dos más implantadas son Havanna, orgullosa de sus alfajores de renombre, y el Café Martínez, fundado por el emigrante asturiano Atilano Martínez en 1933. El Tostado Café Club es una de las incorporaciones más recientes a la escena cafetera de Buenos Aires. Su misión autoimpuesta es reivindicar el tostado porteño, el sándwich mixto de pan de molde a la plancha, uno de los más solicitados por toda la ciudad. En Tostado Café Club, además, han urdido otras especialidades, como el de lomito ahumado con cebolla y puerro. NR

50 años de trabajo: se jubiló el mozo más histórico del bar más histórico

Fuente: Los Andes ~ Luego de medio siglo en el Jockey Club, se pasó a la clase pasiva. Amado por los habitués, cuenta vivencias de bandejas y cafés.

El jueves de la semana pasada, a las 15.30, Miguel Ángel Morilla (65) se sacó el delantal de mozo del bar Jockey Club por última vez. Un rato antes había servido su último café. Luego saludó a los clientes y abrazó uno por uno a sus compañeros de trabajo. Al día siguiente, le llegaba la jubilación.

Miguel, “o Miguelito” trabajó 50 años en el mismo bar. “Esta es mi familia -dice ya en calidad de cliente sentado en una mesa que atendió miles de veces-; la familia Alonso, que ya va por la cuarta generación con este bar, es mi familia”.

Luego de medio siglo de manera consecutiva y en el mismo edificio, Miguel se convirtió en más que un mozo de bar; la gente lo saluda cuando entra y él responde con la misma amabilidad que cuando usaba el delantal negro con tiras blancas.

“La anécdota más dulce que tengo es que acá mismo conocí a mi esposa; hace 46 años. Ella estaba hablando por teléfono en la puerta del bar; pasé varias veces, nos mirábamos y ahí me acerqué. Vi que estaba todo bien, la invité a salir y casi nada: nos casamos, tuvimos cinco hijos y 7 nietos. ¡Y todavía seguimos, después de 46 años, casados!”.

Con los quince recién cumplidos, en 1969, Miguel empezó a trabajar en el Jockey Club. “Mi papá fue el primer mozo de este local y me hizo entrar junto con mi hermano. No imaginaba, por aquellos años, que este iba a ser el único trabajo de mi vida. Pero estoy orgulloso de haberlo hecho”, cuenta y mira la estatua de cerámica de su padre que la familia Alonso hizo hacer y exhibe en el local.

La vida entera

En su mirada de mozo, Miguel traza un recorrido por los últimos 50 años del país. “Gracias a Dios, nunca me faltó para darle educación y comida a mis hijos. En lo que a mí respecta, las épocas más jodidas fueron entre 1975 y 1990, épocas  en las que estuvimos más apretados por la situación que se vivió en el país durante esos 15 años”.

A medida en que Miguel hace memoria, los habitués del Jockey Club que entran se van a la mesa y lo saludan.

“La gente ha sido muy buena conmigo; con los clientes tenía una relación de respeto mezclada con la cordialidad que aparece con tantos años en el mismo lugar”.

Dada la cercanía del Jockey con la Legislatura, el ahora ex mozo conoció a varios políticos y periodistas que, sobre todo de mañana, iban a “por el cafecito en el Jockey” a buscar alguna información que no salía de la sala de prensa de la Legislatura.

“Claro, tengo muy buena relación con Rodolfo Lafalla que, dicho sea de paso, el miércoles de la semana pasada lo atendí por última vez. Siempre fue muy correcto conmigo. También el ex gobernador Roberto Iglesias era de venir: siempre un hombre muy correcto”.

En cuanto a los hombres de prensa que más recuerda, Miguel no duda: “Ricardo Funez, Marcelo Arce y Juan Carlos Albornoz eran de venir todos los días”.

Nueva vida

“No creo que me pase eso de extrañar el trabajo. Ya tenía ganas de estar más en mi casa. Ayer llevé a uno de mis nietos a la escuela, por ejemplo”.

El entusiasmo es propio de quien está seguro de que ya hizo lo que había que hacer. Y que lo hizo bien.

“No soy muy cafetero, pero claro que voy a volver de vez en cuando acá. Si esta es mi casa”.

En plan de extrañar tampoco duda: “Las propinas, eso voy a extrañar”, ríe con cara de mozo retirado, sin bandeja, sin delantal. Pero completo y feliz.
Secretos para ser un gran mozo por medio siglo 

El café Jockey Club es el más antiguo del microcentro de Mendoza.

En 2009 la esquina fue bautizada  “Pedro Alonso” por el municipio de Capital en honor al iniciador del bar. La iniciativa fue del por entonces intendente Víctor Fayad.

Miguel, el mozo más veterano dice que hay pocos secretos para atender con una bandeja, pero “hay que hacerlos bien.

1- Ser respetuoso con el cliente.

2- Si el cliente es conocido, saberle llevar todas sus mañas (cómo prefiere el café, por ejemplo).

3- Atender con prestancia y ser agradable.

4- Ser profesional. 

Lanzaron una guía Nacional de buenas prácticas para bares y pubs

Fuente: Clarín ~ Buscan prevenir y reducir el desperdicio de alimentos. En Argentina se estima que se desechan 16 millones de toneladas de alimentos por año.

La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable presentó el manual “Bares y pubs sustentables”, una guía nacional de buenas prácticas ambientales enmarcada en una política para la prevención y reducción del desperdicio de alimentos.

La publicación promueve, a nivel nacional, la adopción de criterios de sustentables en el sector y busca difundir prácticas y recomendaciones basadas en el respeto hacia el ambiente. Y toma ejemplos de prácticas que se implementaron en la Ciudad de Buenos Aires.

El lanzamiento (se hizo en el Bar Temple considerado modelo en su política de reciclaje) contó con la participación del secretario de Ambiente, Sergio Bergman quien sostuvo que la guía es «la expresión de los objetivos del desarrollo sustentable de la agenda 2030 aplicados a la gastronomía y al concepto de cambio cultural y de hábitos». El funcionario explicó que el manual apunta a la gestión de residuos, la energía, el agua y la contaminación sonora.

«Se trata de ir hacia un entorno donde dejamos de tirar comida y la llevamos con nosotros luego se consumir en un bar o pub o restaurante para asumir que ser sustentables es un desafío de todos», destacó.

En este sentido, hay que tener cuenta que un tercio de la comida destinada al consumo humano se desperdicia o pierde anualmente, según estimaciones. En nuestro país, por ejemplo, se desechan 16 millones de toneladas de alimentos por año y se calcula que una persona tira 38 kilos de comida por año.

El manual aborda las principales temáticas ambientales que corresponden al sector de bares y pubs, aportando pautas y consejos de fácil aplicación a cuestiones tales como residuos, energía, agua y ruido, entre otros. Su implementación debe ser entendida en su integralidad, siendo necesario el compromiso de llevar adelante un proceso de mejora continua en su aplicación.

Como acción complementaria, la Secretaría de Ambiente nacional presentó una propuesta orientada al concepto de desperdicios alimentarios: las cajas para alimentos (CPA), pensadas para que los comensales de los comercios gastronómicos puedan llevarse lo que no fue consumido, valorizándolo y evitando que se transformen en residuo.

En nuestro país, las iniciativas para la prevención y reducción del desperdicio de alimentos se insertan dentro de los cien objetivos de gobierno; específicamente en el eje IV, Desarrollo Humano Sustentable. Además, la guía apunta a contribuir con los objetivos 11 (ciudades sustentables) y 12 (producción y consumo responsable) de la Agenda 2030 de la ONU.

Presentan un manual para bares sustentables

Fuente: BAE Negocios ~ Apuntan a mejorar la competitividad y rentabilidad a través de prácticas amigables con el medioambiente

El manual de Bares y Pubs Sustentables, una guía de buenas prácticas ambientales pensada para ese sector gastronómico de todo el país, será presentado mañana en Puerto Madero por la Secretaría de Ambiente. La cartera ambiental informó a través de un comunicado que la presentación estará a cargo del rabino Sergio Bergman y tendrá lugar a las 17 en Temple Bar Puerto Madero.

Según indicó el Gobierno porteño, el objetivo del manual es «Impulsarla puesta en práctica de una gestión sustentable en bares y pubs de la Ciudad de Buenos Aires, promoviendo un cambio cultural, incorporando buenas prácticas ambientales para que el desarrollo de actividad» Y agregó que la guía «adopta acciones ágiles y de concreta aplicación que inclusive podrían generar una mejora en la competitividad y rentabilidad«.

El documento afirma que en la Ciudad de Buenos Aires se producen diariamente 6.700 toneladas de residuos y hace hinchapié en la separación de residuos reciclables, orgánicos para realizar compost, el manejo del aceite que puede ser utilizado para biocombustibles, como también buenas prácticas para la disminución de ruidos, energía, agua y consumo.

Se derritió el polo: los bares que le huyeron a Palermo

Como un vaso de cerveza olvidado bajo la canilla de expendio, Palermo se desbordó y salpicó barrios aledaños. Chacarita y Villa Crespo, poco a poco, se convierten en opciones cada vez más atractivas para la salida nocturna.

No es solo un fenómeno relacionado con la saturación del gran polo gastronómico porteño: también cimientan la mudanza las obvias razones económicas, la llegada de consumidores más conscientes con nuevas exigencias, y la corriente de orgullo barrial que recorre muchas mentes jóvenes.

«Es una decisión estética que acompaña una transformación positiva de la ciudad», señala Julián Díaz, quien abriendo 878 (Thames 878) en Villa Crespo en 2004 fue pionero de este éxodo y, hace poco más de un año, sumó la llegada de La Fuerza (Av.Dorrego 1409) a Chacarita.

Para él, el espíritu de este arraigo barrial se une «a la oposición a la vidriera y a lo excluyente» pero también a reclamar una identidad mediante una «lógica que mezcla lo antiguo con lo contemporáneo».

Así, La Fuerza se ancla en una esquina de vieja escuela, con el vermut de producción propia como eje y una cocina honesta de clásicos porteños contundentes.

«Hay mucha gente que quiere un lugar con onda y divertido, pero también tranquilo, con espacio para estacionar y accesible por transporte público», agrega Martín Auzmendi, socio de Díaz en La Fuerza junto a Martín Camps y Sebastián Zuccardi. «Hay un desafío de la gastronomía de ser más democrática y lograr que la gente no tenga que moverse tanto».

Chacarita clásica y moderna
Y Juan Manuel Boetti Bidegain, de Sede Whisky (Guevara 421), coincide. «Los espacios demasiado pensados desde la coctelería implican todo un plan: cómo te arreglás, a qué hora vas, qué haces antes. Nosotros preferimos algo más casual».

Es natural, entonces que la base de su proyecto parta de bajar al whisky de los altares sagrados: Boetti Bidegaín buscó la colaboración de Red de Mujeres para desatar el lazo tradicional entre whisky y hombres adultos, y quiso que Sede tuviera «la energía inmigrante de los clubes sociales pero sirviendo un buen producto».

De esta manera, en su carta conviven la fainá y las milanesas con whiskies como el Loch Lomond Reserve, el Scapa -originario de las islas Orcadas- o el Caol Ila de la costa escocesa.

La misma vibración donde el pasado le guiña a un público renovado se despliega en Almacén Comunal (Guevara 405), que a metros de Sede Whisky ofrece aperitivos, raciones para picar -provoleta, tortilla de papas, hongos en bruschetta- y un burrito de pastrón que es el orgullo de la casa.

«La palabra ‘almacén’ es de época y de barrio. Agarramos una cultura anterior, la de sentarte a tomar algo pero también poder llevarte algo a tu casa» explica Matías Roitman, su propietario. Así, en Almacén Comunal se venden varias de las materias primas utilizadas en los platos: condimentos, salsa, pasta italiana y panes de Salvaje Bakery. Y algunos de los productos llegaron allí por sugerencia directa del público.

«Vienen con ideas, hay un ida y vuelta que está bueno. Apuntamos a estar en contacto con los vecino y sentimos mucho agradecimiento de parte de ellos», explica Roitman dando cuerpo a una idea que sobrevuela tanto a Almacén Comunal como a Sede Whisky: el habitué de bar puede ya no ser un señor que se sienta a tomar un cortado, pero su esencia sobrevive.

Hawai en Villa Crespo
Así, a la llegada el año pasado de Kinky Bar se le sumó poco después el bar de vinos por copa Vico y, hace apenas semanas, el espacio de coctelería tiki Oh’NoLulu! (Aráoz 1019).

Basado en los jugos y las pulpas de fruta fresca, los almíbares saborizados y la presentación colorida, este estilo acompaña en Oh’NoLulu! al pupu platter como propuesta gastronómica: una bandeja de appetizers basados en frutos de mar típica de la cocina hawaiana.

«Tratamos de estar en lugares que no estén demasiado desarrollados, y aunque en Villa Crespo ya hay lugares de referentes, nos parecía una zona adecuada», explica Luis Morandi, propietario del bar y también de Gran Bar Danzón, Sucre y Basa que siguen la misma directiva geográfica: el primero está en San Nicolás, el segundo en Belgrano y el tercero en Retiro. «Buscamos lugares que no sean tan obvios» subraya.

El tesoro oculto de la Confitería del Molino: así restauran los 40 vitrales que hay en el edificio

Fuente: Clarín ~  Están en distintos niveles del inmueble y son exponentes del arte del vitraux en la Ciudad. También renovarán la cúpula. Video y galería de fotos.

A lo lejos se oyen las bombas de estruendo de una protesta sobre la Plaza del Congreso. Pero Mariela no se inquieta. En medio del salón de azulejos blancos, pone masilla con un cepillo de dientes sobre las uniones de un vitral de más de un siglo. A su lado, Julieta forma una pintura gris con una espátula fina. Con mucha paciencia, carga un pincel y lo pasa por un vidrio del tamaño de un celular.

La sala del taller de vitrales de la Confitería del Molino es una burbuja ajena al calor de la calle, al apuro de los transeúntes y al ardor de quienes protestan. Allí se restaura parte de los vitrales que hay en el edificio y lo que manda es el detalle, la delicadeza, la precisión. Un trabajo de hormiga pero de dimensiones titánicas: relevar 1.200 metros cuadrados de vitrales, ficharlos y devolverles la vida.

En enero se desmontaron los paños de la marquesina y, hace dos semanas, los tres vitrales de una de las paredes de la confitería, del lado de la escalera, en la planta baja. Son los primeros en pasar por la restauración, en el marco de la recuperación de esta joya del Art Nouveau que permanece hace 22 años cerrada.

Los restauradores no tuvieron vacaciones: este verano se organizaron en talleres de vitrales, maderas y restauración edilicia, se instalaron en distintos sectores del edificio y ahora planean mudarse al cuarto piso. Todos juntos integran un gran equipo abocado únicamente a recuperar el inmueble. Para eso, a su expertise individual le suman el asesoramiento externo de diferentes especialistas.

Así restauran otro de los secretos ocultos de la Confitería del Molino: los 40 vitrales.

Así restauran otro de los secretos ocultos de la Confitería del Molino: los 40 vitrales.

“La Confitería del Molino es una de las muestras del arte del vitral más ricas de la Ciudad. Los vidrios tienen mucho detalle y cuentan una historia”, destaca Paula Farina Ruiz, miembro del equipo de vitralistas de la Cámara de Diputados y restauradora de parte de la Casa Rosada y de las cúpulas del Congreso y el Círculo Militar. En el Molino es asesora externa y coordina el taller de vitrales conformado por Victoria Campos, Julieta Paradela y Mariela Andreassi.

Las cifras le dan la razón a Paula: hay 1.215 paños de vitral en la Confitería, que pueden medir desde 20 por 40 centímetros hasta casi 1,70 metro por 80 centímetros. Esos paños pueden conformar un vitral entero o sólo parte de uno. En total hay 40 vitrales en el edificio: dos horizontales en el techo, 19 verticales, 18 luminarias y la marquesina exterior, que lleva nada menos que 575 paños. Muchos vitrales cuentan una historia: incluyen escenas de Don Quijote, que sin embargo no tiene vínculo con el nombre del lugar.

Así restauran otro de los secretos ocultos de la Confitería del Molino: los 40 vitrales. 
Foto: David Fernández

Así restauran otro de los secretos ocultos de la Confitería del Molino: los 40 vitrales. Foto: David Fernández

El origen exacto de estos vidrios está en investigación, pero sí se sabe que Francisco Gianotti, el arquitecto que diseñó el edificio, encargaba trabajos a su hermano Juan Bautista, pintor y diseñador que se había especializado en Bruselas y había instalado una empresa en Buenos Aires. Es por eso que Paula cree que hay altas chances de que Juan Bautista haya traído también vidrios para los vitrales desde Bélgica o incluso desde Francia, donde esta técnica medieval tuvo amplio desarrollo.

“El edificio es tan grande que por momentos asusta, con todo lo que hay para hacer. Por eso Paula siempre nos inculca que este trabajo se hace paso a paso, con tranquilidad, pensando en cada cosa”, detalla Julieta. El proceso es largo y complejo. Después de sacar los vitrales, las restauradoras vuelcan el diseño en programas como AutoCAD o Photoshop. Allí registran qué piezas están rotas, cuáles están limpias y cuáles faltan, cuánto miden y si el cordón de plomo que las une está en buen estado o se rompió.

Así restauran otro de los secretos ocultos de la Confitería del Molino: los 40 vitrales.

Para limpiar estos vidrios no siempre hace falta desmontarlos. Pero en muchos casos sí, especialmente si hay suciedad excesiva o hay que renovar la masilla porque se resecó. Esa masilla es la que termina de darle rigidez al paño, ya que se coloca entre medio de los cordones de plomo que mantienen unidas las piezas del vitral.

La mayoría de los vitrales están en muy buen estado: se preservaron los originales en un 90%. “Eso se debe a que se encuentran en lugares de difícil acceso, lo que los protegió del desgaste”, precisa Farina Ruiz. En los pocos casos en que hay piezas rotas, estas se pegan con un adhesivo llamado resina epoxídica, que tiene la virtud de poder ser removida sin afectar el vidrio.

Todos estos pasos quedan debidamente documentados, por si en un futuro hay una nueva intervención. Hasta ahí llega lo técnico. Después queda lo otro: lo que significan los vitrales en la Confitería, y esta última en la memoria emotiva de los porteños.

“En los noventa venía mucho acá con mi mamá. Recuerdo haber visto estos vitrales y nunca me hubiera imaginado que hoy estaría restaurándolos. Es una oportunidad fabulosa”, resalta Mariela, sin dejar de remasillar.
“Hay gente que me cuenta que vino acá con su familia, o festejó sus 15 años, o vino en la panza de su mamá -completa Julieta-. Estar ahora trabajando acá es respetar esa historia, y también empezar a formar parte de ella”. Una historia que, esperan sus restauradores, se extienda al menos 100 años más.

Restauran los 40 vitrales del interior de la Confitería del Molino.

Restauran los 40 vitrales del interior de la Confitería del Molino.

Otros trabajos

Uno de los puntos de la Confitería sobre los que más se trabaja es el salón Rivadavia, anexo al gran salón de fiestas del primer piso. Es que allí hay que hacer de todo: faltan las luminarias originales, se perdieron paneles de falsa madera, se ensuciaron los dorados del cielorraso y muchos detalles se rompieron o directamente desaparecieron. Además, las molduras están empastadas y perdieron definición, por todas las capas de pintura aplicadas a lo largo de décadas.

La solución para este último caso fue tan pequeña como un bisturí: con esa herramienta el equipo técnico comenzó a decapar la pintura. Asesorados por la restauradora Isabel Contreras, sus miembros también recuperan los muros y el cielorraso, preparan superficies y hacen pruebas de limpieza sobre los dorados.

Otra área en la que se avanza es la famosa cúpula en aguja de la Confitería: destinarán $ 10,6 millones en limpiarla, conservarla y protegerla, además de iluminarla para destacar sus detalles. No será una tarea fácil: hay que retirar los elementos que no sean originales, recuperar las terminaciones, reponer los ornamentos perdidos y tratar los que sí hay. Esta semana se publicó el llamado a licitación para la realización de la obra, que durará siete meses. Será fruto de un convenio entre la Comisión Bicameral Administradora del Edificio del Molino, que coordina todos los trabajos, y el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, en el marco del programa de recuperación de fachadas que lleva adelante este último.

Los otros pliegos sobre los que se trabaja son los de la concesión de la confitería. Es que, según la ley que aprobó la expropiación del inmueble en 2014, habrá una en la planta baja y el subsuelo. Del dinero que aporte ese permiso saldrá parte del presupuesto para solventar el mantenimiento y la gestión del edificio.

A su vez, se están recableando las bocas de iluminación de la planta baja y el primer piso para que vuelvan a funcionar. También se retiraron las partes sueltas de las fachadas y la vegetación que las había invadido. Y profesionales de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata evalúan la estabilidad del edificio para diseñar el proyecto de refuerzo de su estructura.

Fotos históricas, confitería del Molino. Ahora quieren devolverle el brillo de otros tiempos.

Fotos históricas, confitería del Molino. Ahora quieren devolverle el brillo de otros tiempos.

La Comisión Administradora del Edificio está presidida por el diputado Daniel Filmus e integrada por otros diputados y legisladores. Se creó en julio del año pasado, luego de que se transfiriera el inmueble al Congreso de la Nación.

Santiago Elkin, el nuevo bartender estrella

Fuente: La Prensa ~ El bartender de ‘Docks Bar’ se consagró como el ganador de la edición argentina del ‘Bacardí Legacy Cocktail Competition 2019’ gracias a su creación “Fuego”. En mayo viajará a Amsterdam para competir en la final mundial.
Santiago Elkin, bartender de ‘Docks Bar’, se consagró como el ganador de la edición argentina del  ‘Bacardí Legacy Cocktail Competition 2019’  gracias a su creación “Fuego”, luego de competir con Gabriela Nevada, de ‘SHOUT Brasas & Drinks’, y Pablo Pestinante, de Ceviche (Rosario), por un lugar en la final mundial que se disputará en mayo en la ciudad de Amsterdam.
Los tres bartenders finalistas presentaron sus tragos, contaron su historia y demostraron su destreza frente al prestigioso jurado intregrado por María Barrutia, directora del Centro Argentino de Vinos y Espirituosas (CAVE); Inés de los Santos, bartender, dueña de ‘Julep, tragos ricos’ y creadora de las bebidas Isla; Renato “Tato” Giovannoni, bartender, consultor en coctelería y dueño de Florería Atlántico Bar -local que se encuentra entre los 50 mejores bares del mundo-; y Gustavo Vocke, brand ambassador de Grupo Cepas. El evento se llevó a acabo en Usina del Arte y contó con más de 150 invitados.
Todas las presentaciones tenían la combinación perfecta entre ingredientes perdurables a través del tiempo y la autenticidad de su autor, utilizando como base Bacardí Carta Oro, Bacardí Carta Blanca o Bacardí 8 años, simples y fáciles de replicar.

Esta edición atravesó un reñido período de promoción, en donde cada uno de los semifinalistas incluyó su cóctel en la carta del bar en el que trabajan y en otro bares, educó a su staff en su elaboración y realizaron originales acciones en sus redes sociales para conquistar al público y convertirse en los favoritos del concurso. Así, Santiago logró destacarse con su profesionalismo y buscó demostrar que la pasión que lleva dentro nunca se apagará. “Fuego es algo que está en el interior de cada persona que ama su profesión. Quería crear un cóctel que rompiera con el concepto clásico y se destaque por su corazón y su poder”, aseguró el ganador.

En tanto, Nevada fue la primera bartender mujer en llegar a la final de Bacardi Legacy Global Cocktail Competition con su cóctel «Reverdecer»,  cuyos ingredientes son Bacardí 8 años, almíbar de Martini Prosecco,  jugo de limón, jugo de pepino y un poco de absenta.

Pastinante, el respresentante de Rosario, fue otro de los finalistas con su creación a la que denominó «Raíces», que lleva Bacardi 8 años, jugo de lima, jugo de naranja, un bitter de café y almíbar de maní tostado.

“El Bacardí Legacy es la oportunidad perfecta para celebrar y demostrar la calidad de las barras de Argentina. Este año recibimos gran cantidad de recetas del interior del país, lo que significa un enorme orgullo para la marca al descubrir nuevas propuestas y saber que los bartenders se animan a ampliar sus horizontes. Será un honor para nosotros que Santiago Elkin nos represente en la final mundial y que ‘Fuego’ se convierta en un nuevo legado de Bacardí”, aseguró Vocke.

El municipio quiere menos gente consumiendo afuera de los bares de Pichincha

Fuente: IProfesional ~ Se busca reducir los ruidos que molestan a los vecinos, quienes llevaron su reclamo a Fein. Los empresarios del rubro, reticentes a la propuesta

El municipio propondrá a los dueños de bares y cervecerías de Pichincha que limiten al mínimo posible la cantidad de clientes que consumen bebidas y comida en las calles, en la puerta de sus locales. De esta forma, el Ejecutivo busca reducir los ruidos molestos que padecen los vecinos de la zona, quienes el jueves llevaron esa queja a la propia intendenta Mónica Fein. Los empresarios del rubro se mostraron reticentes a implementar esta restricción.

El planteo fue formulado por el secretario de Control y Convivencia Ciudadana, Guillermo Turrin. «Vamos a tratar de consensuar con los empresarios que haya la menor cantidad de gente posible en las calles ya que el ruido que molesta a los vecinos no se genera adentro, donde por lo general tienen tratamiento acústico», comentó.

En declaraciones a La Ocho, el funcionario aclaró que en la actualidad ninguna norma impide que los clientes consuman en mesas, sillas y hasta parados, afuera de los bares como ocurre en muchas cuadras de Pichincha.

Al no existir por ahora esa prohibición, el municipio apuesta a consensuar con los empresarios del barrio una serie de medidas que reduzcan la conflictividad en el corto plazo.

«En los próximos días los vamos a convocar a dialogar como hicimos con los vecinos para tratar de buscar un equilibrio entre el fomento a la actividad económica, la diversión de los jóvenes y el derecho de los vecinos a descansar», anticipó Turrin.

El titular de la Secretaría de Control y Convivencia resaltó que ya en las últimas semanas «se dispuso un refuerzo en los operativos de control en las manzanas de Pichincha que tienen fuerte actividad gastronómica».

Según Turrin, los operativos se realizan «de lunes a lunes por la noche, ya que hay movimiento de clientes prácticamente todos los días» con unos diez agentes por jornada.

Consultado sobre esta sugerencia de la Intendencia, el presidente de la Asociación Mercado Pichincha, Reinaldo Bacigalupo, confió que ya tuvieron » varias reuniones con la Municipalidad. Compartimos muchas preocupaciones de los vecinos como el tránsito y los cuidacoches».

Luego advirtió que «hay problemas que son puntuales de cada negocio, algunos están desbordados, pero son casos aislados. Estamos de acuerdo en tener todo ordenado, de hecho en el último mes se notaron muchos más controles de la GUM y otras dependencias, y eso nos beneficia a todos».

Para Bacigalupo, «es una tendencia mundial que la gente salga a tomar una cerveza afuera. Tampoco creemos que se los deba encerrar cuando lo más lindo de Rosario son sus calles, sus veredas, sus árboles».

El empresario remarcó que «se puede estar en la calle permitiendo el paso, el metro y medio para los peatones; tampoco podemos evitar que se converse en la calle tomando algo. Es complicado, pero hay que buscarle una solución».

Y recalcó que en el sector son 42 bares y cervecerías que emplean «de manera directa a dos mil personas y otras mil de manera indirecta, en un contexto económico muy complicado para toda la región» con recesión, caída de empleo, inflación y tarifazos.

Al estilo Havanna, los dueños de La Boston proyectan abrir locales fuera de Mar del Plata

Fuente: IProfesional ~ La tradicional confitería nacida en el principal balneario del país tendrá sucursales en Capital Federal, en otras ciudades del interior y en el exterior

Luego de un período de incertidumbre en el cual hasta se llegó a informar sobre el cierre de las operaciones, los actuales dueños de La Boston pondrán en marcha un plan de expansión de la tradicional confitería nacida en Mar del Plata.

Fundada en 1958, tenía tres sucursales en esa ciudad de las cuales, tras una serie de conflictos gremiales, subsiste una sola ubicada en la Avenida Constitución al 4.900, donde también se encuentra la fábrica de sus conocidos alfajores y medialunas.

El objetivo del grupo empresario que controla La Boston es llevar la marca y sus productos a otras ciudades del país manteniendo en Mar del Plata la sucursal de Constitución y la planta.

Se trata de una estrategia que, de alguna forma, replica las llevadas a cabo por otras marcas tradicionales también nacidas en Mar del Plata como Havanna, Antares y Luciano´s.  En los tres casos, apostaron a expandir su modelo de negocios aprovechando la calidad de sus productos y el reconocimiento que fueron logrando las marca por parte de quienes visitan el balneario durante la temporada de verano.

En cuanto a La Boston, sus propietarios, dos empresarios hermanos marplatenses, tienen ya diseñada una estrategia comercial que incluye abrir locales en otras zonas de la Argentina y que se iniciará en la Ciudad de Buenos Aires a partir del primer trimestre del año. En una segunda etapa, se acelerará el proceso a partir del modelo de franquicias y con la inauguración de sucursales de La Boston en otros países de la región.

El proyecto se llevará a cabo de manera simultánea a la reestructuración financiera y societaria que los dueños de la confitería vienen encarando desde que se hicieron cargo de la sociedad, en noviembre del 2016.

En ese momento, una sociedad integrada por los hermanos Lotero, también fundadores de la cadena de panaderías y chocolaterías Xocolata, y un empresario austríaco compraron la empresa Tecomar, razón social bajo la cual opera la confitería.

El objetivo inicial era precisamente el mismo que ahora comenzarán a poner en marcha, si bien en ese primer momento también apuntaban a llevar a 10 los locales marplatenses de La Boston.

Sin embargo, el plan sufrió varios contratiempos, más que nada vinculados con la oposición del gremio al cambio de formato de negocios, lo cual derivó en la toma de casi todos locales por parte de sus empleados y en la suspensión de la estrategia comercial.

De hecho, por estos días culminó el conflicto en la sucursal de La Boston ubicada en la playa Varese, tras haberse acordado el cambio de marca y el desembarco de la confitería La Fonte D´Oro tras 200 días de ocupación por parte del personal que se desempeñaba en ese local de la Avenida Peralta Ramos frente al mar.

“Fueron momentos complicados que nos llevaron a cambiar nuestras prioridades para poder resolver la situación con los gremios y postergar los planes de negocios”, admite Juan Manuel Lotero ante iProfesional.

El empresario asegura que la situación derivó en el proceso concursal que fue aceptado por la justicia local hace seis meses y que en la actualidad atraviesa por la etapa de verificación de las deudas.

Pero aclara que la sociedad siguió operando. “Nunca pensamos en cerrar, al punto que hasta ahora seguimos fabricando y entregando la mercadería en un formato de reventa a balnearios, confiterías, hoteles, cafeterías que demandaban nuestros productos”, agrega.

A su vez, la tienda de Constitución continuó abierta con personal que no adhirió a las tomas de locales impulsadas por el gremio de los pasteleros y gastronómicos de Mar del Plata.

Según Lotero, el escenario actual les permite pensar en reflotar la expansión de La Boston con la apertura de sucursales en la Capital Federal antes de abril próximo.

“Estamos encaminados en abrir locales fuera de Mar del Plata porque sabemos que tanto la marca como sus productos son atractivos y muy requeridos”, asegura Lotero para quien “la gente quiere ir a La Boston a comprar sus medialunas y alfajores también otros sitios y no solamente en Mar del Plata, al estilo de lo que pasa con Havanna, por ejemplo”.

En este sentido, el empresario aclara que el plan también sufrió demoras por el cambio de contexto de país ya que el fuerte endeudamiento de la sociedad se vio afectado por la suba de las tasas de interés y la retracción por parte de los bancos de otorgar créditos a largo plazo y con intereses razonables.

“Cuando asumimos, en noviembre del 2016, quisimos aprovechar la temporada de verano y buscamos trabajar con varios bancos para apalancar nuestros planes. Pero el escenario cambió y se nos armaron cuellos de botella que nos obligaron a establecer otras prioridades”, argumenta Lotero.

Y si bien, la situación actual de la economía argentina no es diferente a la de esos tiempos, el empresario asegura que en estos momentos no tienen temor por los niveles de recesión o la fuerte retracción que se verifica en el consumo interno.

“Creemos que es tiempo de crecer, de salir afuera de Mar del Plata para luego volver a entrar, pero con un formato más moderno y como corresponde para una marca tradicional y de fuerte afinidad con los consumidores de todo el país”, sostiene.

También destaca que la devaluación puede ser un impulsor de la expansión de La Boston en el exterior. “Es favorable para salir hacia mercados en el extranjero como lo están haciendo otras empresas”, argumenta Lotero.

“Lo concreto es que nunca quisimos apagar la marca y que vamos a retomar los planes para que mantenga su tradición y su afinidad con los clientes, creciendo de una forma prolija y ordenada”, añade uno de los nuevos dueños de la confitería fundada en 1958 en un local de Buenos Aires entre Belgrano y Moreno por dos socios, Fernando Alvarez y Miguel Potrone.

Sus medialunas fueron ganando adeptos y en 1997 comenzó la expansión de la confitería con la apertura de dos locales en la zona de la costa desde Playa Varese y Cabo Corrientes hasta Playa Grande.

Luego se construyó la nueva planta elaboradora de productos de pastelería, sandwichería y cátering, con un importante local de venta al público y cafetería en la Avenida Constitución. Y en noviembre del 2001 llegó al Shopping “Paseo Diagonal” mientras que a finales del 2006 se instaló un nuevo local en el shopping Los Gallegos.

Llega el vino tirado: la copa viene de la canilla

Fuente: La Nación ~ El local, ubicado en la arteria mendocina Arístides Villanueva, es claramente una cervecería. Acá lo que más salen son IPAS, además de otras clásicas birras. De modo que cuando veo las canillas asomando en la barra, no sé si se trata de una cerveza especial, tipo bearly wine. Le consulto a la moza. Ella responde:

-Es vino: Sauvignon blanc, Malbec, el otro no me acuerdo qué es.

El blanco está delicioso. Y, en efecto, es vino tirado. Una innovación que genera grandes expectativas. Y el responsable detrás de estos primeros barriles de vino pinchado pensados para las cervecerías, los bares y las parrillas es un audaz enólogo mendocino. Lucas Niven explica de qué va la cosa: «a mi lo que me interesa es que la gente pueda pedir un vino por copa y que el precio sea competitivo como puede serlo una cerveza», dice.

Desde que salió la resolución del Instituto Nacional de Vitivinicultura para habilitar el despacho de vinos en keg -barriles de aluminio- en octubre pasado, muchos pensaron que ahí comenzaba un nuevo round para que el vino luche en los bares. Niven estaba entre los primeros. De hecho, fue uno de los que impulsó la movida.

Más rápido que perezoso, desde diciembre, en que instaló su primera canilla de sus Pala Corazón, viene apostando fuerte por colarlos en bares cerveceros, pero también restaurantes y parrillas. A la fecha, vende vino tirado en media docena de lugares del Oeste: principalmente en Mendoza, donde Mundo Chori, Barhijo -el bar donde tomamos el Sauvignon blanc-, Junglar, Beerling ya lo ofrecen, hasta Villa Mercedes, con canillas en Mapa restaurante y Puesto Cervecero.

Números tirados

A diferencia de la birra, el vino no tiene desperdicio en barril, porque la canilla no pierde volumen en espuma ni por presión; asimismo, al trabajar con un gas inerte, sea carbónico o nitrógeno, el barril siempre queda cubierto de oxidaciones y el vino se conserva a la perfección.

La encargada del bar cervecero Barijho, Emilia, se muestra entusiasmada: «la gente lo pide y tenés mesas donde salen un par de chopps y también algunas copas de vino». Además, reconoce que desde su punto de vista, es rentable. Esa es la parte que Niven tiene más afilada, ya que «por cada barril de 30 litros, usás 29,5 litros de vino, es decir,
sin desperdicios. Te rinde unas 180 copas, que el bar vende con una rentabilidad que quiere».

Mientras que un dispenser para pinchar botellas de vino cuesta unos 180 mil pesos en su versión nacional, que deben amortizarse con botellas de 750 cm3, el sistema de keg ronda los 18 mil pesos, incluidas las canillas instaladas, y se amortiza de una vez con los 30 litros primeros litros, según Niven.

Pero él no es el único que está en este recorrido. Otros enólogos y bodegas de renombre exploran la vertiente tanto para vinos como para espumosos, donde el gas ya es parte del asunto. Sin ir más lejos, Santa Julia ya vende en Estados Unidos y tiene todo encaminado para salir con dos vinos en el mercado doméstico en los próximos meses. ¿Cuáles? Chenin Dulce Natural y Tintillo, primero para el área de Mendoza.

Otros estudian el asunto con una mezcla de recelo y fascinación. El punto débil, sostiene David Bonomi, enólogo de Bodega Norton, «es la cercanía del embotelladora al punto de venta: traer de vuelta los barriles vacíos desde Buenos Aires es costo muerto difícil de afrontar. Lo estudiamos pero todavía no lo vemos», dice.

En el mundo, según datos del Observatorio Vitivinícola, el vino tirado funciona bien. Con números de Nielsen, afirman que en Estados Unidos representa un negocio de 330 millones de dólares con un crecimiento de 37% interanual.

Entretanto, en un año en que el consumo de vinos perforó el piso de los 20 litros per cápita -el más bajo de la historia desde que se tiene registro- la canilla parece una solución para llevar el vino a las mesas de los nuevos consumidores. La hipótesis es tentadora: si un bebedor de cervezas explora sabores en los bares, el principal atractivo del boom cervecero, descubrir los del vino no está lejos.

«Eso es lo que yo veo», dice Niven. Y cierra, «con el vino tirado gana el restaurante, gana la industria y gana el consumidor».

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