Fuente: ámbito – Con precios que parten de los $4.400 por vaso, los estilos suaves como Golden, Blonde y Pilsen recuperan protagonismo ante el retroceso de las variedades más caras y lupuladas. Qué pasa con los bares, los consumidores y la presión impositiva según algunos referentes del sector.
El consumo de cerveza artesanal enfrenta una etapa de reacomodamiento en la Argentina. Luego de años de crecimiento impulsado por la innovación, la cultura «lupulera» y la proliferación de bares especializados, los problemas económicos, el cambio en los hábitos de consumo y la presión impositiva delinean un escenario más austero, donde las cervezas clásicas y de bajo costo vuelven a ocupar el centro de la escena.
El estilo más consumido actualmente es el IPA que proviene de Indian Pale Ale, tiene sus orígenes en la Inglaterra del siglo XVIII. Se dice que su nombre proviene de su popularidad entre los soldados y colonos ingleses en la India, quienes apreciaban su sabor peculiar y su capacidad para resistir extensos viajes por mar sin resultar afectadas, se caracterizan por su alto contenido de lúpulo, lo que genera un amargor distintivo y un aroma floral intenso. Informate más
«Las cervezas más lupuladas tienen más sabor, más aroma y son más complejas», explicó Martín Boan, primer sommelier de cerveza del país y director del Centro de Cata de Cerveza. Dueño de Bierlife, un restaurante cervecero con 40 canillas en San Telmo, Boan aclaró que este gusto por el amargor también tiene raíces culturales. «En Argentina nos gusta el amargor», aseguró.
Pero la elección no está guiada solo por el paladar. La retracción del consumo también modificó las preferencias. «Notamos una baja general. La gente cuida más su consumo si maneja, la juventud toma menos alcohol y quienes consumen eligen mejor», señaló Boan.
Por su parte, Eduardo Page, de la cervecería Hormiga Negra, fue más contundente: «La caída ronda el 30% si cotejamos los últimos 18 meses. En bares, el caudal de clientes bajó y también creció el interés por otras bebidas como gin tonic, tragos o fernet».
Este nuevo escenario impactó en la producción. Las cervezas más costosas, complejas o de nicho se vieron más afectadas. «Los cerveceros que hacían esas variedades están elaborando en menor cantidad y con menos cuerpo para no encarecer el producto», explicó Boan.
Page coincidió: «La gente aún no conoce los estilos más complejos. Este es el primer año en el que la Blonde empieza a liderar las ventas».

Las cervezas artesanales rubias entre las preferidas por quienes disfrutan de esta bebida
Desde Jabalina, Rulo Bustillo trazó un panorama similar. «Los estilos que más vendemos son American IPA, Blonde y Hazy IPA. También repuntó la Martelli Pilsen Argenta, una pilsen muy suave», indicó.
A nivel general, observó un repunte del consumo entre septiembre y enero, pero una merma sostenida desde febrero. «En nuestro caso, los estilos de mucha tomabilidad ayudan a captar público que antes elegía industrial».
Las que ganaron terreno y canales de venta
Las cervezas suaves, rubias y de bajo amargor volvieron a ganar terreno. «Son las más consumidas. Las lupuladas tienen su público, pero se producen menos», apuntó Boan. Page agregó que «los estilos clásicos vuelven a tener preponderancia, empujados por el menor costo y el fin del auge artesanal». El resultado es una oferta cada vez más orientada a cervezas ligeras, accesibles y conocidas.
El público también se diversificó. «Hay gente para todo. El consumidor argentino es muy lupulero, pero muchos que tomaban cervezas industriales vuelven a sorprenderse con las independientes», aseguró Bustillo. En ese marco, estilos como Golden, Blonde o Lager Rubia siguen firmes como opción de entrada. Además, la tendencia a la «cerveza de ocasión» crece: menos consumo, pero mejor elegido.
En cuanto a los canales de venta, los bares siguen siendo el principal espacio. Page estimó que el 95% de sus ventas se realiza en barril. «Los growlers (botella retornable, que pueden ser de cerámica, vidrio, plástico, PET, o acero inoxidable, con tapas a presión o roscadas) desaparecieron un poco y en supermercados hay poca presencia. Se vende mucho en bares o en tiendas especializadas», aportó Boan.
En Jabalina, el 80% de la comercialización es a través de barriles para bares, mientras que el resto se canaliza mediante latas de 473 ml en vinotecas o locales gastronómicos.
«Los que menos sufrieron la baja del consumo son quienes apostaron a la venta en lata para grandes tiendas y distribuidores», destacó Page.
Ese cambio de formato, junto con una estrategia de volumen, permitió sostener ventas en un mercado cada vez más selectivo.
Cuidar el bolsillo
El precio también es un factor clave. «Hoy podríamos decir que el promedio en un bar está entre $4.500 y $4.700 por vaso», indicó Boan.
Bustillo fue un poco más amplio: «Depende la zona, pero las clásicas rondan los $4.400 y las lupuladas pueden alcanzar los $5.800». En Hormiga Negra, el precio por medio litro oscila entre $5.300 y $6.600.

La mayoría del consumo de cervezas artesanales se realiza en los bares o pub
La economía familiar también define la elección. «Muchos consumidores optan por cervezas más suaves y baratas, no solo por gusto sino por necesidad», explicó Page. «Y eso también obliga a los productores a ajustar recetas, rebajar graduación alcohólica o reformular insumos sin perder calidad.»
El escenario económico, el incremento de costos y la competencia con bebidas industrializadas generan tensiones. Según Bustillo, «la cerveza artesanal representa solo el 3% del mercado, pero paga un impuesto interno del 8,9% que no es recaudatorio. Si se bajara, la gastronomía podría facturar más, ya que hoy el 70% u 80% de los pagos se hacen en blanco».
En ese marco, los productores están manteniendo reuniones con ministerios para plantear una rebaja impositiva que estimule el sector. «El vino no paga impuesto interno. Pedimos lo mismo para la cerveza artesanal», subrayó Bustillo.
Para el sector, esta medida podría tener un impacto directo sobre la facturación de los bares y la competitividad de los productos independientes.
Institucional
La Cámara Argentina de Cerveceros Artesanales Argentinos (CCAA) representa al sector y canaliza parte de estas demandas. Para Boan, las iniciativas colectivas son claves para defender la producción independiente y regional. Bustillo afirmó: «Hay mucho esfuerzo detrás de cada pinta que llega al mostrador».
Pese a las dificultades, el sector conserva dinamismo. «El mercado es muy dinámico. Hay marcas que desaparecen y otras que emergen. Las cervezas lupuladas llegaron para quedarse», opinó Page.
Boan coincidió: «El público está más exigente, pero también más curioso. Valora la calidad».
«A pesar de la baja, hay una comunidad muy fiel, con cultura cervecera, que busca experiencias nuevas, maridajes, rotaciones de estilos. La cerveza artesanal sigue teniendo un público entusiasta y activo», remarcó Bustillo.
La cerveza artesanal en Argentina atraviesa un momento de ajustes. Las rubias clásicas vuelven a marcar tendencia, los bares se sostienen como punto de encuentro y los productores buscan nuevas formas de sostenerse sin resignar identidad ni sabor. La batalla por el paladar y el precio está lejos de terminar.