Confitería del Molino: las aspas originales volvieron a girar después de 60 años

Fuente: La Nación ~ Luego de más de 60 años, esta semana volvieron a girar las históricas aspas de la Confitería Del Molino, iluminadas de rojo. Además, quienes transiten por la esquina de Avenida Rivadavia y Callao notarán la fachada en todo su esplendor. Fue restaurada, iluminada y se quitaron los andamios que afeaban el inmueble e impedían el paso por la vereda.

La terraza aún no puede ser visitada, pero se eliminaron las filtraciones de la cubierta para que sea abierta al público en el transcurso de este año. En total se invirtieron casi 100 millones de pesos en la puesta en valor de todo el edificio desde el 2018 hasta ahora.

El Gobierno porteño se encargó del exterior de la construcción y, de su interior, la Comisión Bicameral Administradora del Edificio Del Molino, conformada por la Cámara de Diputados y Senadores. Esta Comisión puso en valor la Confitería, el Salón de Baile, las escaleras, y se consolidó la estructura y el subsuelo, inundado durante décadas. «Son casi unos 100 millones de pesos que se invirtieron hasta el momento en toda la construcción», informó a LA NACION una fuente del Palacio Legislativo, al tiempo que adelantó que están preparando las licitaciones restantes, con lo cual no tienen aún un valor estimado del presupuesto futuro.San Isidro: las casonas y quintas centenarias que salieron a la venta durante la pandemia

El notorio cambio de aspecto del edificio frente al Congreso tuvo gran repercusión entre los vecinos de Balvanera y en redes sociales. «Todavía no puedo creerlo. Durante muchos años pensé que iba a terminar demolido», dijo Adrián Penza, en la cuenta de Instagram de Del Molino.

«Lo que acaban de contemplar mis ojos me dejan sin palabras. Me acerqué y no puedo hacer más que emocionarme. Hasta se me plantó un lagrimón», dijo Martín Hernández, otro usuario de esa red.

Lo que hoy se mueven son las aspas originales de 1916, cuando el arquitecto Francesco Gianotti inauguró el edificio considerado un ícono del Art Noveau mundial. Simbolizaban la producción de trigo con el cual dos inmigrantes italianos, Cayetano Brenna y Constantino Rossi, elaboraban panificados en el subsuelo de la confitería a principios del siglo XX.

Sin embargo, durante años se vieron inmovilizadas. Del Molino estuvo en ruinas y vandalizado desde su cierre en 1997 hasta el 2018 cuando comenzó su salvataje gracias a un trabajo integral conjunto del Gobierno Nacional y de la ciudad de Buenos Aires. En el 2014 lo expropiaron y ahora está bajo la órbita de la Cámara de Diputados.

Luis Gorodner, de la empresa Progorod S.A, una de las encargadas de la envolvente del inmueble explicó que «el paso del tiempo y la falta de uso de las aspas provocaron corrosión perforante. El sistema estaba obsoleto e inoperante». Hacer que girasen demandó cinco meses. Se puso en valor el motor, el sistema de traslación de poleas y se tornearon piezas degradadas imposibles de reponer en la plaza. De todos modos aún están en período de prueba y a veces se las puede ver funcionando, y otras no. Lo mismo sucede con la fachada, cada tanto iluminada.

Guillermo García, del Plan Rector de Intervenciones Edilicias, explicó que la recuperación de Del Molino se hace a partir de fotografías, videos y datos hallados por el equipo de restauradores, pero también brindados por la gente que sigue los avances de la obra. «Para las aspas nos basamos en un video de un noticiero que se pasaba en el cine a mediados de los 60 y que las mostraba funcionando mientras que en la confitería se veía a la gente comprando el célebre panettone».

Esas imágenes mostraban también que el edificio tenía una aguja de zinc de pararrayos. Durante años estuvo por desprenderse y caer. Hoy fue reemplazada por otra nueva, aunque ya no cumple esa función ya que el pararrayos del Palacio Legislativo de enfrente es más alto, agregó Gorodner.

También concluyó la instalación de cuatro leones alados de 200 kilos cada uno en la cúpula, una construcción hecha a partir de una serie de platos de hormigón, una modernidad para cuando se levantó el inmueble que fuera el más alto de Buenos Aires por ese entonces.

Por su parte el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana porteño informó que para la fachada se utilizó un delicado método de nebulización que logra una limpieza más profunda sin dañar la estructura. Se obtuvo un aspecto símil piedra prácticamente igual al original. Los trabajos se realizaron con operarios ubicados en bandejas sostenidas por 1800 metros de andamios sobre los dos cuerpos del edificio, que tiene un total de 7500 metros cuadrados cubiertos.

El desmantelamiento de los caños empezó el 5 de diciembre y concluyó hace pocos días. Fueron colocados en el 2017 pero antes, durante dos décadas, el edificio estuvo tapado por una lona negra, rota y agujereada. Se desprendían constantemente vitrales y mampostería que caía sobre la vereda, tal como informó LA NACION en 2015, cuando los vecinos denunciaron los peligros de transitar por el lugar.

Una terraza histórica

Si bien la azotea fue reparada para evitar filtraciones, aún restan algunos detalles y estiman que a mediados de este año podría estar abierta al público para ser utilizada como rooftop de los clientes de la confitería cuyo uso será concesionado a privados.

Fuentes de Diputados revelaron que «visitaron el bar algunos interesados, desde empresarios gastronómicos de los Bares Notables porteños, hasta grupos inversores chinos y una cadena internacional». De todos modos, debido a la situación económica actual, con poca gente circulando en la calle por la pandemia, aún no se decidieron a apostar por este nuevo emprendimiento, agregaron.

En cuanto al dinero que hace falta a futuro para terminar la puesta en valor del edificio, serán cifras superiores a las de la primera etapa, estimaron. «Hay tres ascensores de hierro antiguos por reparar, también hay que instalar un grupo electrógeno y crear una rampa para discapacitados», dijeron.

Mañana comienza la recuperación de la marquesina exterior. Es toda la estructura metálica de 55 metros de largo que conforma un alero con vitrales en la planta baja. Esas tareas estarán a cargo de la empresa Astilleros Río Santiago. Las letras blancas que dicen Confitería Del Molino ya lucen como antes. Respecto de la estatua desaparecida que estaba en el interior del balcón, en la ochava, García explicó que buscan información y fotos sobre esa obra. Tal vez sea replicada.

La mayor parte de la pared exterior está terminada pero aún falta reparar el sector de planta baja. Allí se observa un cerco y una tapia para protección de la gente que camina por la vereda. Trabajan sobre la bovedilla del edificio que da sobre Rivadavia 1815, que es el más antiguo ya que Gianotti le anexó otro nuevo, mucho más moderno y de hormigón armado, que es el cuerpo que da sobre Callao. Para reparar la bovedilla se trabajará con perfiles de hierro y ladrillos, tal como se hace con las casas de campo.

Por Del Molino pasaron importantes personajes de la vida política y artística nacional e internacional. Desde presidentes, hasta el poeta Oliverio Girondo, pasando por Carlos Gardel y la cantante Madonna. Hoy, gracias a la puesta en marcha de su restauración es posible volver a imaginar esas historias.

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