Las mesas volvieron a la vereda y los gastronómicos advierten que ya no tienen margen para cerrar

Fuente: Clarín ~ Hay expectativa sobre las próximas definiciones del gobierno porteño y sobre qué pasará en los próximos fines de semana

La semana empieza pero los gastronómicos no tienen reglas claras respecto a cómo organizarla. ¿Será una semana con trabajo de lunes a domingo? ¿No habrá servicio durante el fin de semana? El sábado y el domingo, ¿volverá el delivery y la modalidad para llevar?, ¿la atención será exclusiva en la calle?, ¿o adentro y afuera?

Este lunes en la Ciudad de Buenos Aires los bares y restaurantes volvieron a una etapa previa a las restricciones que hubo durante este fin de semana, cuando la atención fue solo en modo delivery o retiro en el local.

Desde este lunes y hasta el viernes, la realidad será la misma que rigió del 7 al 11 de junio, cuando los bares y restaurantes permanecieron abiertos hasta las 19, dando servicio en la vereda, patios o terrazas. Pero después del viernes, cuando venza el Decreto de Necesidad y Urgencia N° 334/21 todo, otra vez, será incertidumbre.

«No hay previsión. Pero esto es así desde que empezó la cuarentena. En marzo, iban a ser 15 días, después otros 15 y otros 15, y así estuvimos seis meses con los salones cerrados. Después nos permitieron abrir, después solo hasta las 23, después hasta las 20, después hasta las 19 y solo afuera. Después, de un día para el otro, nos dijeron: ‘no pueden abrir más, solo delivery y take away'», enumera Gabriel Pérez. Junto a su padre y su hermano administran el tradicional café “Esquina Homero Manzi”, en el cruce de las avenidas San Juan y Boedo.

Esquina Homero Manzi. El café es un icono de Boedo y de la Ciudad de Buenos Aires. Por el coronavirus y la cuarentena enfrenta su mayor crisis. Foto: Rafael Mario Quinteros

Esquina Homero Manzi. El café es un icono de Boedo y de la Ciudad de Buenos Aires. Por el coronavirus y la cuarentena enfrenta su mayor crisis. Foto: Rafael Mario Quinteros

La familia Pérez también gestiona otros tres espacios gastronómicos. Los cuatro locales están en una situación económica desesperante. «No podés decirle a los empleados cuántos días van a trabajar o no podés decidir cuánta mercadería comprar. Hoy cualquier alimento, un poco de carne, sale caro. Los precios se dispararon. Si compro, ¿y la mercadería me queda ahí?», pregunta, sin esperar una respuesta. En su cabeza las preguntas se acumulan.

«Quince días atrás, estábamos mirando opciones para calefaccionar las mesas en la calle. Hoy no sabemos qué hacer. Si invertimos y no lo podemos usar porque solo autorizan el delivery y take away, tomamos una mala decisión. Y si no invertimos y después lo único que se autoriza es la atención al aire libre, tomamos una mala decisión. No sabemos dónde estamos parados y es muy difícil».

Pérez critica que el Estado no se ponga en el lugar del trabajador y de la PyME. No admite que las decisiones se tomen y comuniquen a último momento. «La primera vez, allá por marzo 2020, capaz hasta lo podría aceptar. Pero después siguieron igual», dice. «Estar de este lado del mostrador es muy difícil. Estamos cansados. Nosotros acatamos y al mismo tiempo vemos que se juega al fútbol o que se estaba por organizarla Copa América. Entonces pensás ‘¿Cómo es?’ ‘Yo no puedo y ¿otros sí?’ Si no es, que no sea para todos».

Por el regreso a las restricciones duras, este fin de semana bares y restaurantes no pudieron atender en veredas ni espacios abiertos. Foto: Fernando de la Orden

Por el regreso a las restricciones duras, este fin de semana bares y restaurantes no pudieron atender en veredas ni espacios abiertos. Foto: Fernando de la Orden

Agustín Latorre, dueño de los restaurantes Osaka de Palermo y de Puerto Madero, compró mercadería para atender bajo este escenario: desde este lunes y hasta el viernes sus restaurantes estarán abiertos al mediodía, con atención al aire libre, y el fin de semana habrá solo delivery.

«En caso de que haya una apertura mayor, veremos cómo los proveedores nos ayudarán abasteciéndonos y si hay más cierres, será pérdida total. Lamentablemente así nos tiene este Gobierno, cortando clavos», dice.

Como el resto de los gastronómicos, no es la primera vez que debe rehacer en el momento, afrontando perjuicios económicos altos. Le había ocurrido también en septiembre cuando el Gobierno de la Ciudad había autorizado la atención en veredas, patios y terrazas pero luego Nación no habilitó ese tipo de atención.

Protesta de gastronómicos en Plaza Cortázar. Foto: Fernando de la Orden

Protesta de gastronómicos en Plaza Cortázar. Foto: Fernando de la Orden

«Mamarracho es la única palabra que se me ocurre para definir esto. No pueden habilitar la apertura y después forzarnos al cierre. Ignoran la cantidad de protocolos, capacitaciones, pedidos a proveedores y logística invertida», había dicho en ese momento a Clarín y hoy sus palabras conservan el mismo cansancio y enojo. Parte de ese hartazgo se manifestó el sábado, en la concentración que hicieron empresarios del sector en Plaza Serrano. La manifestación con pasacalles y mesas al aire libre buscó visibilizar la grave crisis que atraviesa el rubro y pedir cambios en las restricciones.

Hubo tres pedidos principales: que los clientes puedan permanecer hasta las 24, que se habiliten los salones internos con una capacidad del 30% del público y que se regule una ley de emergencia gastronómica con ayudas concretas y profundas para el sector.

«La ‘manifestación de ayer estuvo bien», evalúa Latorre y sigue: «Creo que no es suficiente pero tuvo el impacto en los medios que se buscaba. Dudo mucho que les haya movido un pelo a los políticos, por eso la considero insuficiente».

En la concentración también hubo una advertencia expresada en pasacalles -Los restaurantes no contagian. Yo no acato- y por algunos integrantes de la protesta -Si el próximo fin de semana siguen las restricciones, vamos a abrir igual-. El cumplimiento o la violación del decreto presidencial es otro tema del que se debate dentro de los distintos movimientos de gastronómicos y en los grupos de WhatsApp: «Se habla, pero luego cada uno hace lo que le parece mejor -dice Latorre y sigue- Esto es la ley de la selva, sálvese quien pueda, y cada uno hace lo que le parece mejor para subsistir, y al no haber ayuda suficiente, todo es válido».

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