Puso una pastelería de lujo en Belgrano y factura 8 millones de pesos

Fuente: La Nación ~ De familia pastelera, Juliana Herrera Dappe tiene 38 años, es tucumana, chef y es dueña de Mada Pattiserie, una pastelería de lujo que llegó al corazón de Belgrano en diciembre del 2015. Acá te contamos la historia de esta marca que ofrece opciones para los amantes del dulce: tortas, mini cakes, cookies, budines y alfajores, entre muchas otras cosas que se exhiben tentadoras en la vitrina del local.

Tradición y vocación

Si bien se formó en el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía) y trabajó en varios restaurantes y hoteles, como el Sofitel Arroyo y el restó de la Sociedad de Arquitectos, a Juliana la vocación por crear su propio espacio gastronómico le llegó gracias a una larga tradición familiar en el mundo de la pastelería, que fue iniciada por su bisabuela francesa. Gracias a ella es que sintió la necesidad de crear delicadas piezas de pastelería que fueran una fiesta no solo para el paladar, sino también para los ojos. «En Mada busqué ofrecer productos distintos, además de los clásicos que no pueden faltar. Por eso contamos con alrededor de 25 tipos de tortas que vienen tanto en formato grande como en su versión individual o mini cake» cuenta orgullosa Juliana, que pensó para su negocio en una modalidad que es típica en París y no tan común en la Argentina, la de las patisseries take away, en la que los clientes pueden desde comprar unos macarons o una torta para una cena o un cumpleaños, hasta contratar una mesa dulce para un evento especial.

Formarse para los negocios

Para hacer su negocio rentable, y antes de tirarse a la pileta del emprendedorismo, Juliana decidió sumar a su currículum la carrera de Administración de empresas de la Universidad del CEMA, porque consideró que era fundamental no solo saber de gastronomía, sino también de impuestos y contabilidad. «El proyecto lo fui construyendo con el tiempo. Primero analicé la posibilidad de abrir un local, viendo zonas posibles dónde ubicarme. Después definí bien el negocio y los productos que iba ofrecer, que fue lo más fácil porque ya lo venía trabajando a puertas cerradas. También pensé el nombre y a partir de ahí construí la marca, con todo lo que eso implica, desde el significado hasta el cumplimiento de todas las reglas del marketing, incluyendo el logo, la imagen y el packaging. No obstante, encontrar local perfecto fue sin duda lo que más tiempo me llevó, con toda la maratón que viví desde el día que lo conseguí hasta el día de la apertura. En el local estaba poniendo todo lo que siempre soñé y necesitaba sentir que tenía mucho de mí.»

El espíritu emprendedor

Cuando le preguntamos a Juliana cómo fue que decidió lanzarse a emprender, no duda: «Sentí que era el momento, y que tenía que animarme, porque el instante ideal para emprender no existe. Eso nace de uno, y hay que estar seguro de lo que se quiere hacer y ponerle mucha pasión» dice, al tiempo que añade que lo más desafiante como emprendedor es que tener estar todo el tiempo «atento a los cambios y a resolver problemas», algo que ella jamás descuida, porque está constantemente prestándole atención al mercado, a las tendencias, a las necesidades de los clientes y a las oportunidades para seguir creciendo. Para eso, dice, lo importante es «administrar bien, no perder el foco, tener un buen equipo y saber delegar», algo que fue aprendiendo con el tiempo y que sumó al empuje que la caracteriza, el mismo que en el año 2002 la impulsó a viajar a Buenos Aires para arrancar sus estudios de gastronomía en IAG y que la ayudó a comenzar su camino emprendedor, una idea que siempre estuvo presente en su vida, cuando ya de chiquita soñaba con tener «una casa de té». Es que la historia de amor de Juliana con lo dulce se retrotrae a su más tierna infancia, cuando cocinaba tortas y preparaba toda clase de recetas dulces de su mamá y de cuanto programa de tele se le cruzara. algo que está reflejado en el slogan de Mada Patisserie «AMAMOS LO DULCE», y que apela al mismísimo corazón de su creadora.

EN NÚMEROS

  • $600.000 fue la inversión inicial que hizo Juliana en el 2015 para la apertura del local.
  • $8.000.000 es la facturación anual aproximada, aunque todos los años reinvierte un porcentaje en la compra de maquinarias, utensilios y moldes, además de en el aumento de la producción.
  • Tiene 3 empleados, además de un community manager, una fotógrafa y un contador que trabajan para ella.
  • $960 sale la docena de macarons.
  • $1850 salen las tortas grandes.
  • Entre esde $260 y $330 cuestan las mini cakes.

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