Fuente: La Nación ~ Curry, leche de coco, zanahoria, trigo y naranja. Con esos ingredientes se elabora una sopa que tiene lo necesario para consolidarse como un producto premium. Con una inversión de 200.000 dólares, Green Seed se convirtió en la primera empresa en comercializar sopas líquidas embotelladas que comenzaron a venderse en mayo pasado.
«Las sopas están vinculadas a un producto convencional, y nosotros queríamos un producto gourmet para el mercado. Propusimos un producto muy vanguardista tanto en su composición y como en su forma», explicó a LA NACION Raúl Cheyllada, quien está al frente de la compañía, una pyme frutícola.
La primera línea de sopas naturales salió al mercado con ocho sabores (kale, calabaza, tomate, nabo, remolacha, lenteja, zanahoria y arvejas) y cada blend tiene más de 30 ingredientes, entre los que se encuentran masala, jengibre, miel, alga nori, cúrcuma, lentejas ahumadas, salsa de soja, cebada perlada, sésamo y humo líquido.
Cheyllada admitió que el desafío era darle al producto una textura adecuada para que no fuera un caldo, no quedara líquido y que se pudiera tomar como sopa. En esta primera etapa producen entre 15.000 y 20.000 unidades de sopas mensuales. Las sopas se venden en botellas de vidrio de medio litro y en cada botella hay dos porciones.
Las sopas embotelladas es uno de los productos que comercializa Green Seed, una empresa familiar que tiene 50 hectáreas en San Pedro, que se inició en 2014 como un emprendimiento frutihortícola y donde actualmente trabajan 14 personas.
Desde un principio, la compañía se propuso cultivar productos diferenciados y no convencionales, como coliflor graffitti, colifro romanesco, melón harper, kale, radiccio, coles de Bruselas, echalote, espárragos morados, cerezas y arándanos.
«Con mi mujer queríamos ser contributivos para que la sociedad pueda encontrar en una empresa como la nuestra una alternativa de alimentación sana y saludable de diferenciación vanguardista. Tenemos que pensar en alimentar con más calidad y no con más cantidad», sostuvo Cheyllada.
El negocio está dividido en dos partes, la producción en fresco y otra parte industrial, para sumarle valor agregado en origen. «Maximizamos esa capacidad productiva dando valor agregado. Queremos cambiarle la matriz a las producciones, por ejemplo, el alcaucil se come el 20% y se tira el 80%. Tenemos el concepto de que la sustentabilidad se hace sin desperdicio», explicó el emprendedor.
En este sentido, contó, por ejemplo, que con el alcaucil producen una pasta y que elaboran cáscara de sandía en almíbar, además de usar su pulpa para blends de las sopas. Entre los productos de valor agregado también se encuentran corazones de alcaucil en conserva y batata y zanahoria en almíbar.
El emprendimiento proyecta incursionar en una línea de mieles con pimienta, jengibre, cítricos, café, romero y canela. «Son mieles infusionadas principalmente para cocinar», dijo.
Además, tienen en vistas producir cosmética verde sobre la base de alcaucil y realizar un hepatoprotector.
Actualmente los productos de la empresa tiene presencia en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Neuquén y en Colombia y México. Está buscando exportar a más países de América Latina, Estados Unidos y China.