Villa Urquiza: se lanzaron a un negocio desconocido con el que facturan millones

Fuente: La Nación ~ Emiliano Escudero e Ignacio Oporto se reinventaron durante la pandemia y consiguieron vender cuatro franquicias

«La única manera que teníamos para sobrevivir era laburando», dice Ignacio Oporto. En 2015, cuando él y su pareja Emiliano Escudero decidieron incursionar en el rubro de la gastronomía, jamás imaginaron que se iban a enfrentar a una pandemia que iba a obligarlos a repensar el negocio que les tomó años diseñar. En los meses de la cuarentena estricta, Usina Cafetera reinventó su modelo de negocio y logró vender cuatro franquicias que le dieron visibilidad a la marca.

En marzo de 2015, cuando los emprendedores decidieron abrir el primer local en Villa Urquiza, lo único que sabían era que tenían que pensar en la marca, los productos y la locación. Eran los pilares fundamentales para que la cafetería que divagaba en la cabeza de los fundadores tuviera el impacto que habían soñado, incluso, antes de fundarla entre las cuatro paredes de estilo francés que le dan al barrio un aire europeo.

La imagen que querían proyectar, poco a poco, fue adquiriendo identidad en el barrio entre los adultos mayores que se acercaban a pasar las tardes y la ansiedad de los jóvenes por un lugar de esparcimiento. «Las abuelas fueron un gran motor de crecimiento, pero podés encontrarte con gente joven y copada», relata Oporto.

Antes de que se decretara la pandemia, la cafetería trabajaba con una sede principal y una franquicia en San Isidro. «Este año fue de mucha incertidumbre, hicimos una apertura en abril y hubo que reajustar todo el trabajo. Ha sido un sube y baja», narra.

El negocio reporta una facturación cercana a los $5,3 millones mensuales. «En los meses que duró la cuarentena fuimos viendo las propuestas que teníamos de negocios para tener nuestra marca», expresa.

A partir de estas ofertas decidieron habilitar más franquicias y hoy ya tienen cuatro, con una en el corazón de Palermo Hollywood. A las de Villa Urquiza se suman San Isidro, Recoleta, Belgrano y Palermo. Según indica el empresario, las franquicias de la cafetería tienen un valor de US$80.000. Pagar este precio equivale a tener un porcentaje por los derechos y uso de la marca en el lugar donde se va a explotar el negocio.

«A la cafetería de San Isidro le fue relativamente bien en este tiempo, considerando la situación del país en esas condiciones. Con el transcurrir de los meses se fue generando el crecimiento y las otras franquicias se animaron a poder abrir», asegura el emprendedor.

«El objetivo de poner franquicias era darle visibilidad al negocio y a la marca. Era la manera de poder crecer dentro de Buenos Aires y alrededores. Esto nos daba la posibilidad de expandirnos, y nosotros ya teníamos el know how», resalta y agrega que aunque a principio estaban reacios a crear una franquicia, a partir de esta decisión, la cafetería creció de manera exponencial.

En estos meses, muchos emprendimientos debieron reinventar su modelo de negocio, incluso, hubo quienes cambiaron el rubro al que se dedicaban. Además, la tecnologización jugó un papel importante en este tiempo. «A la semana, cuando entendimos que era un rubro exceptuado de la cuarentena buscamos hacer contratos con las empresas de delivery. En el lapso de una semana abrimos a partir de esta decisión que no habíamos tomado antes, y pudimos seguir», indica.

La entrega de cafés y pastelería a domicilio sirvió para impulsar el negocio en la pospandemia. Ahora, los emprendedores entienden que, para poder crecer primero deben atender la demanda que ya se genera. «No queremos tener cafeterías en todo Buenos Aires; queremos acompañar al emprendedor a tener la suya», sintetiza.

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