Las ventajas de instalar un local gastronómico en una esquina

Fuente: La Nación ~ Son espacios que se integran con el exterior y que, con un buen diseño, no pasan desapercibidos ante los ojos de los comensales; la tendencia es complementarlos con una propuesta similar enfrente; los casos

Los locales ubicados en esquinas, cuando aciertan con su propuesta, pueden convertirse en espacios de referencia. Esto pasó con el primer local de la cervecería Growlers, en la esquina de Pasaje Cabrera y Gurruchaga, en Palermo. El ambiente distendido en el que la vereda se mezcla con el local, fue clave para que este espacio se volviera un clásico entre los amantes de la cerveza artesanal. Hoy, además de contar con varios locales en diferentes barrios, Growlers suma potencia a su primera ubicación con la apertura de un nuevo local frente al primero, en una casona de 1950. Martín Casanova, uno de los socios de la marca, cuenta que en el caso de la primera esquina, el local llegó luego de una búsqueda en la que, además de la zona, prestaron especial atención a la posibilidad de integrar el local a la calle y favorecer la circulación de los clientes. El socio de Growlers explica que en el rubro gastronómico las esquinas tienen menor aprovechamiento de los metros cuadrados utilizados, ya que la ochava complejiza la optimización de metros en el lay out de obra. Al mismo tiempo, la orientación de la esquina las divide en dos tipos: de frente al tránsito, con una mejor visibilidad de marca, o a espaldas del tránsito, más escondida. «La apuesta de nuestra primera esquina fue arriesgada, ya que estaba a espaldas del tránsito, pero estábamos convencidos de que gracias a su factor diferencial llamaría lo suficiente la atención», dice.

Al momento de abordar la segunda esquina, , fue clave contar con un exceso de demanda. A partir de ahí, el desafío fue armar una propuesta que permitiera una simetría complementaria en la que cada esquina tuviera su peculiaridad. Duplicar esquinas permite jugar y ampliar la propuesta. Otro bar que emprendió este camino es Desarmadero. El primer local, en Gorriti y Lavalleja. En su fachada destaca la obra «El viejo del Desarmadero», diseñada por el artista Alfredo Segatori. La reciente apertura de Desarmadero Session, en la esquina de enfrente, propone un diálogo y complementa a la perfección al primer espacio. Carolina Ochoa, socia propietaria de ambos locales cuenta que la decisión de ubicar el bar en una esquina se dio de manera muy orgánica, ya que se trata de un lugar de encuentro, de confluencia y de unión. Desarmadero Session comparte el espíritu artístico y la ambientación de estilo relajado del primer local. En el frente destaca un deslumbrante mural del reconocido artista Martín Ron, quien pintó a «La Vieja del Desarmadero», como un modo de jugar desde el arte con su vecino de enfrente. «Las dos esquinas son, en realidad, una sola. Cuando abrió Desarmadero Session enfrente del local original la gente entendió eso instantáneamente. Vienen muchos clientes que piden comida en uno de los dos bares pero la quieren acompañar con una cerveza que está en la carta del otro. Y simplemente cruzan la calle y la van a buscar.

Para quienes saben cómo aprovecharlas al máximo, las esquinas pueden ser una opción ideal. Ubicada en la unión entre Quesada y Arribeños, en Núñez, Solomía nació en el 2004 como una de las primeras parrillas de la zona. Tomás Caruso, dueño de Solomía y La Brasería, dos locales diferentes ubicados uno enfrente del otro, cuenta que cuando busca un local, siempre intenta que sea en una esquina, y tiene en cuenta el sentido del tránsito para potenciar el crecimiento. En el caso de La Brasería, surgió la oportunidad de adquirirlo cuando Solomía llevaba ya más de diez años en el barrio. «Nos pareció que más que una competencia, podrían ser aliados y potenciarse mutuamente. Y así fue», dice. Caruso destaca la iluminación natural que entra por tres caras, es decir, las dos calles y la ochava. Además, explica que es clave intentar armar el espacio para que tenga dos entradas: la principal por la ochava, y la de proveedores y empleados por uno de los dos costados.

Darío Muhafara, dueño de Green Bamboo, cuenta que en los últimos años han trabajado en diversas modificaciones en el local para hacerlo más atractivo de día con el ingreso de luz natural. Entre las novedades, menciona, por ejemplo, el lucky cat, en 2017 como parte de una intervención del frente, o el armado de una nueva vereda el verano pasado. «Las ventajas de los locales en esquinas son claras: tienen mayor visibilidad y la posibilidad de armar una vereda amplia. El desafío pasa por estar obligado, en general, a mostrar mucho más que en un lugar que se proyecta hacia adentro y no tiene mucho frente», analiza el dueño de Green Bamboo.

En el caso de primeros locales, la ubicación en esquinas puede ser un gran apoyo para realzar la marca. El primer local de Izakaya de Sushi Pop, en la esquina de Soler y Fitz Roy, es un claro reflejo de la identidad distendida que propone: un espacio ideal para divertirse, relajarse, probar diferentes platos y compartir una salida especial con amigos. Pablo Trogliero a cargo del marketing de Izakaya cuenta que encontrar esta esquina en una zona tan concurrida de Palermo les dio la ventaja de una mayor exposición frente a los caminantes y automovilistas que circulan por la zona. Al mismo tiempo, señala que el local cuenta con grandes ventanales que aportan mucha visibilidad, algo que ayuda a entender a primera vista de qué se trata la experiencia. El arquitecto Santiago Robin, de OON Architecture afirma que la esquina tiene características urbanas particulares entre las que destaca su carácter articulador, naturalmente convocante. El estudio tuvo a cargo el local de Buller en Villa Crespo, en Aguirre y Acevedo. Allí, la cervecería ubicada en Recoleta, apostó a un local con cerca de 200 m2. Con respecto a la ubicación, el arquitecto señala que casi todo son ventajas: las esquinas tienen mucha potencia comercial y por su condición geométrica resultan en muchos metros lineales de frente en proporción a su superficie, lo que se traduce en una comunicación fluida con el espacio publico y el usuario. «Una de las premisas en Buller es suavizar las transiciones, que la urbanidad se viva dentro y el «sentir» de la marca afuera», finaliza.

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