Fuente: Total Medios – Café Martínez celebra a los amantes del café conmemorando sus 90 años de existencia. Bajo el claim: “Somos creadores de Cafennials desde hace 90 años” busca honrar a los amantes de esta bebida, redefiniendo y celebrando la identidad de los Cafennials.
Este concepto, acuñado por la compañía, abarca a una comunidad diversa y transgeneracional unida por su pasión por el café. Se trata de aquellos que amalgaman lo mejor del presente con la riqueza de las tradiciones, creando un espacio donde el café, más que una bebida, es un punto de encuentro, una experiencia compartida y un símbolo de conexión emocional.
«Desde Café Martínez, hemos forjado el término Cafennials con la visión de fomentar la unión y la comunidad a lo largo de nuestra historia, respetando las tradiciones y manteniéndonos en constante innovación en el universo del café», mencionó Bárbara Federico, Gerente de Marketing de Café Martínez.
La marca planea una serie de actividades durante noviembre y diciembre. Los locales de Café Martínez presentarán propuestas especiales para cafennials, mientras que en las redes sociales los usuarios podrán encontrarse con gifs y contenido interactivo, como por ejemplo: test para identificar a los verdaderos Cafennials, retratos Cafennials, entre otras cosas. El mes de diciembre llevará la campaña a otro nivel con el lanzamiento del «Menú Verano 2023/24” en donde encontrarán productos y propuestas para los cafennials, al tiempo que lanzarán una línea de merchandising exclusiva, confeccionada para conmemorar este año tan especial para la marca.
Con «Somos Cafennials», Café Martínez reafirma su compromiso con la tradición, la innovación y la creación de comunidades, consolidándose como la cadena de cafeterías líder en el país.
Fuente: ámbito – La jornada contará con la participación de seis aficionados y cocineros que elaborarán media tonelada de ribs ahumadas pintadas con salsa de barbacoa. Conocé más.
El primer Campeonato Federal del Ahumado se realizará en la Costanera Norte, CABA, el próximo viernes8 de diciembre. Abierto para todo público, desde las 12 del mediodía hasta las 23, el evento gastronómico único espera una afluencia de más de 700 personas y un consumo de media tonelada de carne. Conocé más.
Ribs al Río y BA Capital Gastronómica invitan a disfrutar de la primera edición de un campeonato muy especial, en el que cada interesado podrá votar y elegir al mejor ahumador del país.
Desde las 6, los seis chefs y aficionados se presentarán para realizar las mejores Baby Back Ribsahumadas con salsa barbacoa. De esta manera, las carnes recibirán el tiempo necesario para realzar su sabor. Informate más
Si bien todos recibirán el mismo corte del frigorífico Corral 23, los competidores se podrán destacar en la técnica de ahumado que utilicen, como también en la preparación de la salsa, ya que cada uno podrá llevar su propio rub (mezcla de especias molidas para marinar).
Es una gran oportunidad para conocer a cocineros talentosos y disfrutar de la carne al aire libre, al estilo de las mejores barbecues texanas.
Primer Campeonato Federal de Ahumado: precios y cómo comprar la entrada
Las entradas cuestan $8.000 y se adquieren a través de la plataforma de eventos Passline. Incluye una bebida, gaseosa o cerveza, con una porción de papas fritas. Los cupos son limitados, tanto que en la primera fecha ya se encuentran agotadas.
Con la entrada también se podrán recorrer los seis puestos y probar tres costillas en cada uno.
Los turnos son de dos horas para que todos puedan disfrutar de la comida y de charlas con expertos.
Premios y jurado gastronómico
El final de fiesta será con dos premiaciones: la que elija el jurado de reconocidos gastronómicos, el “Ahumador de la Academia”; y el preferido de todas las personas que asistan, que se llevará el premio al “Mejor Ahumador argentino 2023”.
El jurado está conformado por la periodista Cecilia Boullosa, el influencer Guido Moze, el crítico gastronómico Leandro Volpe y la influencer gastronómica Rocío Strat.
Fuente: Clarín Gourmet – Está hecho con carne de cerdo, carne vacuna y picante que le da color y sabor. Es exquisito cortado finito sobre la mozzarella caliente pero también en picadas.
Tiene nombre que suena italiano, pero el verdadero origen del pepperoni es estadounidense. El embutido fue popularizado por su uso en las pizzas como la estilo New York, esas enormes porciones, finas con borde infladito, cubiertas por varias rodajas de salame colorado con sabor ahumado y un toque picante.
Se trata de un embutido seco que pasa por procesos como amasado, ahumado, fermentado y madurado cuya elaboración lleva aproximadamente unas tres semanas. Es mucho más sabroso que los salames tradicionales ya que lleva una mezcla de especias que es la que le otorga su color característico, más parecido a un chorizo colorado que a un salame picado fino.
Su popularidad cuando se habla de toppings de pizza es enorme. Pero, todavía no es tan frecuente conseguirlo en fiambrerías o casas de delicatessen. Descubrí el potencial que tiene este salame que le hace sombra a la longaniza y que despliega todos sus encantos cortado bien finito sobre la mozzarella caliente.
Qué es el pepperoni y cómo está hecho
El pepperoni es un salame y el salame es un embutido seco. “Los salames se elaboran con una combinación de la grasa del tocino y carne magra”, cuenta César Sagario, técnico en alimentos, maestro charcutero y socio de Corte Charcutería y aclara que el proceso continúa con la fermentación y el curado.
“Una vez elegida la proporción de carne y grasa, se amasa junto con sal y especias y en la etapa inicial de fermentación se ahuma”, explica el experto. El contacto con el humo debe ser en ese momento exacto ya que el humo debe penetrar en el salame antes de que éste se seque.Pepperoni fresco. Foto: Shutterstock
Luego de la fermentación viene el proceso de secado: “Esto facilita la conservación a temperatura ambiente”, señala Sagario e indica que el último paso es la maduración que intensificará el sabor.
Consultado sobre las características especiales del pepperoncino, Sagario destaca cinco puntos.
El grano: se refiere a lo que comúnmente llamamos “picado grueso o fino”. La longaniza o el cantimpalo son gruesos, de 5 mm para arriba mientras que el pepperoni es de picado fino. Es decir, la grasa no debe medir más de 3 mm.
La proporción de carne y grasa: Debe contener un 25% de materia grasa y un 75% de carne.
La carne: Lleva una mezcla de cerdo y vaca.
El pepperoni tiene sabor ahumado y un poquito picantón. Foto: Unsplash
Las especias: Lleva una combinación de especias particular en la que se destaca un alto contenido de alguna variedad de ají o peperoncino. Tiene un sabor levemente anisado, muy típico de los embutidos italianos, y es ligeramente picante.
El calibre: En criollo, el diámetro del salame. La feta es más chica que dla de un salame normal o una longaniza razón por la cual entran más rodajitas por porción de pizza. El calibre del pepperoni es entre 4,5 cm. y 5 cm mientras que la longaniza es entre 5 cm y 5,5 cm.
Cómo conservar el pepperoni para que dure más tiempo
Pizza de pepperoni, el salame que cautiva paladares alrededor del mundo. Foto: Unsplash
El pepperoni, una vez madurado, dura en óptimo estado de 2 a 3 meses. A veces pasa que queda un salame colgado por alguna parte de la cocina y se seca.
“Que esté seco no significa que esté malo. Lo que sucedió es que perdió agua y se concentran los sabores, pero también la sal”, detalla Sagario quien produce pepperoni para grandes cadenas de pizzerías como Kentucky, Sbarro, Hell´s pizza, Mi Gusto y a Togni´s Pizza les elabora uno especial cocreado con la marca.
Lo ideal, como en todos los embutidos, es comprarlos envasados al vacío. Proceso que alarga la vida útil, pudiendo disfrutar del embutido fresco, a los 6 o 9 meses de envasado.El pepperoni surgió en los Estados Unidos.
Llama la atención el precio, que es más caro que un salame tradicional. La razón es simple: “Después del proceso de producción se obtiene una merma del 30% del producto final. Aparte, se consume mucha energía eléctrica en sus pasos y por último, el pepperoni demora 20 días en estar listo”, explica Sagario.
Sobre la pizza, sea cual sea su estilo, tiene el éxito garantizado. Pero también queda excelente dentro de un calzone o como relleno de empanadas. Y, teniendo en cuenta que no deja de ser un salame, puede formar parte de una picada.
Dónde comprar pepperoni
Togni´s pizza: Blanco Encalada 1665, Belgrano. Pepperoni con receta de la casa $ 8.950 la unidad.
Sello de oro: General Garzón 6809, Mataderos. Pepperoni: $5.590 por kg.
Francoparma: Cnel. Díaz 1817, Palermo, y sucursales. Pepperoni x 100 grs feteado, $ 2350.
Fuente: Eduardo Barrilaro, gerente de Ceta Hospitalidad en Ceta Capital Humano – Se acerca la temporada alta en el sector hotelero y gastronómico de Argentina y las expectativas de crecimiento en cuanto a demanda de personal temporario apuntan a crecer 10% respecto al año pasado por la intensificación del movimiento turístico. Buenos aires cautiva cada vez más por los recitales y el entretenimiento que ofrece, mientras que plazas como Mendoza, Córdoba, Salta y Río Negro (Bariloche) serán las estrellas de la temporada.
De acuerdo a cifras proporcionadas por la Encuesta de Ocupación Hotelera del Indec, en junio 2023 se estimaron 3,4 millones de pernoctaciones en establecimientos hoteleros y parahoteleros, lo que implicó un aumento de 17% respecto al mismo mes del año anterior. CABA fue la localidad más visitada y luego la siguieron San Carlos de Bariloche, Salta, Mendoza y Mar del Plata.
Eduardo Barrilaro, gerente de Ceta Hospitalidad en Ceta Capital Humano
El sector de hotelería, gastronomía y entretenimiento se ha venido ajustando a las fluctuaciones en la demanda mediante la implementación de herramientas como el «pre-viaje» y la alineación de los servicios con las tendencias de consumo actuales. El personal eventual es un gran aliado para cubrir demandas específicas en el sector. Hay muy buenos profesionales que se forman en las diferentes ramas de dicha industria siendo Argentina una gran vidriera para el exterior.
En lo que a entretenimiento y gastronomía se refiere, fin de año está cada vez más cerca junto al boom de las fiestas y eventos empresariales, que requerirán indudablemente también de personal calificado. ¿Cómo se prepara este sector para atender esta demanda en el actual contexto económico y político? ¿Qué herramientas tiene a su alcance para mejorar su oferta de servicio?
Incorporar talento y seguir formándolo. Para sumar personal calificado se pueden establecer alianzas estratégicas con instituciones educativas que profesionalicen la tarea de formación. Además del estudio, la actitud, vocación y compromiso resultan competencias fundamentales a ser evaluadas entre los candidatos.
Preservar empleados temporales. Evidentemente se trata de un aspecto clave en esa época del año, se aborda mediante la atención a factores como un entorno laboral y una duración de contrato apetecible. También son importantes los programas con un enfoque personalizado de inducción y entrenamiento para garantizar una adaptación fluida a las responsabilidades laborales.
La formación de mandos medios en estrategias de comunicación post pandemia, con el fin de mejorar la retención del personal y mantener una operación eficiente durante la temporada alta son también valiosas. Con estas perspectivas en mente, el sector se prepara para una temporada desafiante y fundamentalmente prometedora.
Comunicación efectiva con el equipo. La comunicación efectiva con los empleados ha emergido como un elemento esencial para mitigar la alta rotación y las ausencias imprevistas, lo que requiere una comprensión profunda de las motivaciones y expectativas de la fuerza laboral actual.
Flexibilidad. La capacidad de adaptarse a la demanda en un contexto de alta incertidumbre y múltiples imprevistos en cuanto a presupuestos de RRHH es la solución que brindamos desde Grupo Ceta para liberar a las organizaciones de tareas estresantes y que puedan ocuparse del core de su negocio.
Considerando lo que viene para la industria hotelera y gastronómica en el país, podemos concluir que la capacidad de adaptación y la agilidad son y cada vez serán habilidades más cruciales para abordar los desafíos del mercado con soluciones efectivas y rápidas. Así lo entendemos desde Grupo Ceta, lo que nos lleva a brindar un entorno propicio para el crecimiento profesional y la innovación, permitiendo que talentos con distintos perfiles y empresas del sector hotelero de Argentina se mantengan a la vanguardia y puedan sobresalir en un mercado cada vez más competitivo y exigente.
Con máxima convocatoria, la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (FEHGRA) renovó parte de su Comité Ejecutivo y Consejo Directivo, en el marco de la 233º Reunión de Consejo Directivo y Asamblea General Ordinaria, organizada en la Tigre, Provincia de Buenos Aires.
El Comité Ejecutivo quedó conformado de la siguiente manera:
Presidente: Fernando Desbots (Córdoba)
Vicepresidente 1: Rafael Miranda (CABA)
Vicepresidente 2: Claudio Aguilar (La Plata)
Vicepresidente 3: Rodrigo Verde (Santa Fe)
Vicepresidente 4: Florencia Landivar (Las Termas de Río Hondo)
Secretario: José Luis Recchia (Tierra del Fuego)
Tesorero: Raúl F. Roitman (Mendoza)
Prosecretaria: Verónica Sánchez (CABA)
Protesorera: Belén García Bertone (Bariloche)
Secretaria de Actas: Fabiana Sadir (Jujuy)
Coordinadores Regionales:
CABA: Camilo Suárez
Centro: Pablo Ortíz
CUYO: Cecilia Rojas
NEA: Leandro Lapiduz
NOA: Raúl Kotler
Patagonia: Georgina Frutos
Provincia de Buenos Aires: Juan Ignacio Serra
Revisores De Cuentas:
Titulares: Daniel Suffredini (Mar del Plata), Marcelo Barsuglia (Paraná), Juan Chibán (Salta)
Suplentes: Matías Barone (La Plata) y Antonio Roqueta (Comodoro Rivadavia)
Fuente: La Nación – Fernando Ortiz es un horticultor de la zona de Colonia Santa Rosa, Salta, donde cultiva diferentes variedades de ajíes que terminan en salsas picantes que comercializa en todo el país
A Fernando Ortiz, una semilla lo ayudó a crear su propio cultivo: de eso nació un producto a granel y, finalmente,una marca que se volvió insignia entre los amantes del picante y que popularizan hasta los famosos. Cada vez que viajaba al exterior, el horticultor de Colonia Santa Rosa, Salta, recorría los supermercados para hacerse de un particular souvenirque logró producir él mismo en la finca que le dejó su padre.
Entre 2016 y 2017, el productor comenzó a producir 2000 plantines de ajíes y hoy ese número está en aproximadamente 110.000. “Comencé a recolectar semillas y cuando tomé la conducción de la finca que era de mi papá José Ortiz, después de que falleció, empecé a plantar y a cultivar. Cada vez que salía de viaje a Centroamérica, Brasil, México o Estados Unidos, me traía botellitas como souvenirs. Recorría todos los supermercados y me encantaba cuando los veía en las góndolas, así me traía varios frascos, aunque tenía problemas con la Aduana”, recordó. La inversión original en los almácigos y su producción fue de US$100. Por año, el negocio factura alrededor US$12.000.
El producto final tiene una particularidad, ya que no es la tradicional salsa picante que llega a la Argentina desde el exterior. En este caso, los mezcla con frutas tropicales porque asegura que “quedan más ricas”.
“Son frutas que también cultivamos nosotros. Una de las características que tenemos es que somos productores de toda nuestra materia prima. Salvo el jalapeño en aceite oliva, no hacemos aceite de oliva, pero lo que es el núcleo del producto es todo nuestro. Vamos desde la semillita del maracuyá hasta el frasco del habanero con maracuyá, el producto final. Es decir, hacemos todo desde el plantín del pimiento morrón”, dimensionó. Su emprendimiento, Don Cirilo, provee también las hortalizas a los mercados concentradores, como el Mercado Central, Córdoba, Mendoza, Rosario, y demás. “Con eso, separamos una parte y elaboramos parte de los productos finales”, completó.
Ale Sergi mientras probaba el nuevo producto estrella
Ortiz también es el proveedor de las salsas que se usan en el ciclo de famoso “Terapia picante”. Por caso, el sábado pasado se presentó un nuevo ítem: “La Alesérgica”, un producto que Alejandro Sergi, vocalista de Miranda se atrevió a probar, y que es de puros habaneros. Las salsas las han probado Charlotte Caniggia, Yanina Latorre, El Polaco y Martín Bossi.
La pasión que tiene por la gastronomía lo llevó a crear nuevas salsas. “El desarrollo de productos nace porque a mí me gusta mucho la cocina y veía que en el país no había líneas de desarrollo de salsas picantes ni de productos picantes en fresco. Después, traté de vincularlo con lo que a mí me gusta mucho hacer, que es la cocina y empecé a preparar mi propia salsa. Empecé a desarrollar el primer producto que fue el jalapeño en oliva. Fue un golazo. Ahí empezamos con otras salsas. Siempre buscamos que los sabores sean puro”, recordó.
Después, continuó con la línea de salsas tropicales. Por caso, sacó una de mango, una fruta de la región, con ají habanero. “Hemos hecho de morrón, que es un producto que se hace en la zona con ají habanero; es el ají kitucho. Uno de los últimos desarrollos de salsa es la berrinche, que es con maracuyá y ají habanero. Y así fuimos buscándole la vuelta a todos los productos que tenemos y cultivamos nosotros”, dijo. Las mezclas también incluyen a la papaya y el habanero. Cada una de las salsas tienen nombres alusivos que hablan del origen del producto.
Los ajíes que produce su finca
La idea de hacer invernaderos picantes, afirmó, es para ir buscando sabores con productos que sean familiares al paladar de los argentinos. “Fuimos buscando sabores con productos que nosotros hacemos, por ejemplo, jamás podría hacer una salsa con jalapeño y salsa mora. No está en el ámbito que nosotros producimos. Tratamos de hacer todo con productos nuestros para hacer una salsa tropical”, comentó. En la finca también hace bananas y plátanos.
“Los cultivos tropicales los hacemos porque estamos en la zona núcleo tropical, es una zona reservada. La hortaliza la producimos en contraestacióncuando todo el resto está dejando de producir por cuestiones de climas, que comienzan los fríos. Empezamos con los fríos que hay en el resto del país. Pero hay que bancarse el verano”, acotó.
“En el verano tenemos temperaturas muy altas que prácticamente te impiden producir.Las plantas no se adaptan a 47° y con la sequía que hubo es muy complicado. En algunos sectores se trabaja con el sistema de riego, pero no alcanza”, ejemplificó. Hay mucha tecnología para el desarrollo de las semillas, invernadero y fertirrigación.
El horticultor comenzó con 2000 plantines
Las variedades de ajíes que siembra Ortiz en su finca son habaneros, jalapeños, locoto, mira cielo, camino real, malagueta o kitucho.Hoy lo que más planta es jalapeño y habanero. “Las plantamos para hacer la materia prima de nuestros dos productos principales. De todos nuestros productos hay siete que son hechos en base con esas dos variedades [habanero y jalapeño], con distintas combinaciones con frutas, aceite de oliva o salmuera”, señaló.
En esa zona de Salta no hay más nadie que haga ajíes. A nivel nacional, la producción se está volviendo cada vez más expansiva, por la influencia de la gastronomía asiática y centroamericana. “Hace unos cuatro años que el ají comenzó a ponerse de moda. Nosotros fuimos los pioneros y somos los únicos en el país que producimos nuestra propia materia prima”, expresó.
Los fabricantes, normalmente, compran la materia prima, pero en su caso hace el trazado de toda la cadena productiva. “El producto va a tener mucho crecimiento y difusión.Lo que nos pasó, de algún modo, que ya son más consumidores de ají, es que no hay grandes desarrollos de productos de calidad. Vienen importados de Estados Unidos, de México. La idea nuestra es hacer un producto de calidad. Si nos acompañan las condiciones del país y podemos llegar a tener alguna línea de crédito, para hacer lo mismo que se hace en Estados Unidos”, se esperanzó.
La finca provee productos a los mercados de todo el país
El acceso al crédito para las empresas pymes en la Argentina en el último tiempo, aseguró, se ha vuelto “imposible”. “Le dan crédito al que tiene plata, no al que no tiene plata. Las condiciones que piden los bancos, son condiciones a las que ninguna empresa que esté desarrollándose podría acceder, lamentablemente”, resumió.
Fuente: Clarín Gourmet by @laflordebarracas – Fundado en 1906, La Flor de Barracas cerró durante la pandemia y volvió con novedades. Gastronomía porteña a toda hora y espacio para shows y proyección de películas.
La esquina de Suárez y Arcamendia parece una postal del pasado. Allí, se encuentra el histórico barLa Flor de Barracas que con sus casi 120 años de historia le regaló una gran noticia al barrio: su reapertura -con su identidad intacta- tras tres años cerrado.
“No se puede no respetar tanta historia. De ninguna manera podíamos cambiarle el nombre al bar ni cambiar nada de lo que fuera de la esencia del lugar”, dice Hernán Greco, nuevo responsable de continuar con la tradición de este bar notable junto a Agustina Díaz. Conservando ese espíritu, recuperaron cada una de las sillas, las mesas y hasta una vieja pizarra de menú que indica 1906 como año de apertura.
La flor de Barracas es un bar histórico con alma y cocina de bodegón. También, lugar de encuentro de vecinos, sala de ajedrez y otros juegos como dados y naipes, y, como yapa, inaugura Don Narciso Club, un espacio con shows en vivo para disfrutar tomando un vinito con algún entremés.
La historia de la Flor de Barracas
“La Flor… nació en 1906 y hasta la pandemia se mantuvo abierta. Al principio fue un restaurante, después una fonda española atendida por sus dueñas que llegaron a Argentina huyendo de la guerra civil española”, explica Agustina Díaz.Soda en sifón, en La Flor de Barracas .Foto: Ariel Grinberg
Con los años y bajo otra gestión, el nombre del local cambió. Lo llamaron “La puñalada”. “Eran tiempos en donde las cosas se resolvían de otra manera, circulaban las piñas por acá y así lo nombraron”, comenta Agustina. Luego tuvo sucesivos dueños y recuperó su nombre.
“Cuando llegó la pandemia La Flor cerró sus puertas. Los dueños que tuvieron en la última etapa hicieron un trabajo en conjunto con una escuela y muchas actividades culturales aparte del servicio normal de comidas”, señala Hernán.Salón principal de La Flor de Barracas. Foto: Ariel Grinberg
Por eso cuando la Flor de Barracas cerró fue una revolución en el barrio. “Todos preguntaban cuándo volverían a abrir”, dice Agustina y agrega que durante un tiempo hubo un intento de sacar adelante al negocio por medio de una cooperativa, pero se terminó disolviendo.
“Y, ahora llegamos nosotros tratándo de resignificar el espacio. De darle valor y restaurar y recuperar todo sin cambiar su esencia”, dice Agustina con entusiasmo en su rostro.
Cómo es actualmente La flor de Barracas
Una esquina, amplia, con baldosas antiguas, mesas y sillas que acompañan. Una gran barra de madera maciza, mostradores antiguos y un muestrario de botellas de licor y ginebra. Ventanas fileteadas, antiguas botellas de refresco Neuss que ofician de floreros y música de tango de fondo.
“Nosotros creemos que en el sur se cuecen las habas entonces a partir de ese simple posicionamiento hasta ético, elaboramos la carta gastronómica, la oferta cultural y la idea musical”, explica Hernán y continúa: “Una de las primeras cosas que resolvimos cuando entramos fue quitar una televisión que había en el salón. Porque nosotros creemos que el bar tiene que volver a ser lugar de encuentro”.
Este acto motivó a que los sábados se realizará un taller gratuito de ajedrez, que comenzará en poco tiempo.
“En esta esquina vive el mismo espíritu que hay en cualquier esquina de cualquier sur, de cualquier ciudad de este mundo y eso es lo que hizo Pino Solanas maravillosamente en la película Sur. En homenaje a todo eso, intentamos reproducirlo en el bodegón”, declara Hernán.
El patio es como el de las abuelas, en el medio de la propiedad. Se puede ver parte de la cocina y se respira un clima de relax. Cuenta Agustina que es el lugar preferido por los obreros de la zona, que copan este espacio en su hora de almuerzo. En pocos días, se podrá disfrutar sándwiches, fiambres y, como no podía ser de otra manera, una buena cerveza.
La novedad se encuentra detrás de la gran puerta plegadiza de madera -que fue traída por los Cantini de una escuela-. Allí se encuentra Don Narciso Club (entrada por Arcamendia 780), un lugar para disfrutar conciertos, pequeños shows y proyección de películas. El 2 y 9 de diciembre inaugura las tablas Ariel Prat con su show «Pratanguero». Las puertas se abren a las 21 y el show comineza a las 22. La mesa de noche de La Flor de Barracas. Foto: Ariel Grinberg
Ofrecerán para quién quiera «picar algo» un menú de tapeo con buñuelos de acelga ($ 2.500), ravioles fritos (de borraja, pavita y nuez, $ 3.500), mozzarelitas con fileto y aceitunas negras ($ 3.000) y tablita de quesos ($ 4.000). Cabe aclarar que el salón estará abierto con el menú nocturno habitual.
Qué comer en La Flor de Barracas
Pastas caseras de La Flor de Barracas. Foto: Ariel Grinberg
Abre bien temprano, a las 7 de la mañana para que los padres que llevan a sus hijos al colegio puedan tomarse un cafecito antes de ir a sus trabajos. Eso sí, “acá vendemos café con leche, nada de flat white”, dice entre risas Hernán.
La carta muestra para desayunos y meriendas, medialunas ($ 400), tostado de jamón y queso (media porción $ 1.800, porción entera $ 3.600), tostadas con huevos revueltos ($ 2.200) y promos que incluyen infusiones desde los $ 900 hasta los ($ 4.500)
Para almuerzos, los infaltables buñuelos de acelga o tortilla de papas ($ 2.000 cada opción), grandes milanesas a caballo o napolitanas ( $ 5.500), escalope con guarnición ($ 4.200) o pastas caseras cintas al huevo (desde $ 3.800), canelones ( $ 4.200) o empanadas ($ 800).Menú del día de La Flor de Barracas. Foto: Ariel Grinberg
El menú del día se va adaptando al clima y al momento. Con los días de calor, el hit es la lengua a la vinagreta con una ensalada rusa. Cuesta $ 4.500 e incluye bebida.
Los postres son los típicos de todo bodegón: flan ($ 1.000), vigilante o Martín Fierro ($ 2.000 cada uno), budín de pan ($ 1.500), duraznos o frutillas con crema ($ 1.800) y postre helado ($ 2.000)
“A la noche, como toda flor, nos embellecemos y nos ponemos lindos. Nos vestimos de noche”, bromea Hernán haciendo alusión a que las mesas del mediodía tienen individuales de papel, pero por las noches se destacan los manteles blancos impolutos.
Viernes y sábados, en horario de cena, se puede pedir la Flor de milanga ($ 8.000) que lleva fileto, mozzarela, panceta, arvejas, morrones y 2 huevos fritos. Servida con papas fritas, como todas las milanesas que ofrecen. También hay selección de pastas como malfatti con salsa ($ 5.000) y tabla de quesos y fiambres ($ 5.000).
Para el final dulce, flan con crema o dulce de leche ($ 2.000), mousse de chocolate ($ 2.500) o frutillas/duraznos con crema ($ 2.000).Budín de pan con crema. Foto: Ariel Grinberg
Hay un proyecto para abrir los domingos al mediodía, “Un mediodía familiar. Como hacía mi abuela que en su patio de Mataderos ponía el mejor mantel almidonado: eso quiero hacer” agrega Hernán. Si todo sale bien y concretan los domingos familiares, esperan cerrar las nochecitas con un vermú, tipo 19 horas.
La Flor de Barracas. Av. Suárez y Arcamendia, Barracas. Abre de lunes a jueves de 7 a 18 (o eventualmente hasta las 19). Viernes y sábados, de 7 a 2 am. Domingo, por ahora, cerrado. Instagram: @laflordebarracas
Fuente: Planeta Urbano – La famosa guía francesa de hotelería y gastronomía llegó a la Argentina y anunció los primeros reconocimientos a restaurantes de Buenos Aires y Mendoza. En esta nota, el abecé de los premios más codiciados, sus misteriosos inspectores, la selección local y las controversias que se vienen.
El anuncio de la llegada de la reconocida Guía Michelin a la Argentina, convirtiéndonos en el primer país del Cono Sur en tenerla y el segundo en Latinoamérica (también desembarcó en México hace poco), aunque bien recibida por parte del establishment gastronómico, no estuvo exenta de polémica e interrogantes en torno a su funcionamiento.
Creada por los hermanos Édouard y André Michelin en 1920, es una de las más antiguas guías europeas de hoteles y restaurantes. Su sistema de calificaciones funciona a través de inspectores que concurren a los establecimientos de forma anónima y que pagan ellos mismos las comidas, con criterios evaluativos que son de conocimiento público y determinan los motivos por los que se conceden, mantienen o retiran anualmente sus codiciadas estrellas.
LOS INSPECTORES
En la jerarquía Michelin, las tres estrellas indican una cocina excepcional que justifica de por sí el viaje (recordemos que Michelin es una empresa de neumáticos y que desde sus comienzos se vinculó la creación de la guía con el negocio automotor); dos estrellas señalan calidad de primera clase en su tipo de cocina, y una estrella designa un restaurante muy bueno en su categoría.
Un comité de jueces, cuyos nombres tampoco son revelados, fija los parámetros evaluativos, entre los cuales están la selección de los productos, la creatividad, el dominio del punto de cocción y de los sabores, la relación calidad/precio y la regularidad, además de la calidad del servicio y la ambientación.
Luego hay una tropa de inspectores que realizará el trabajo epicúreo más arduo, viajar a los distintos puntos del globo para comer en los lugares nominados y testear que cumplan con los estándares para cada punto en la categoría a la que aspiran. Se calcula que un inspector puede llegar a viajar hasta 250 veces al año, visita más de 800 establecimientos y escribe cerca de 1.100 informes.
Como se evidencia a simple vista, son demasiadas visitas e informes para una sola persona, hete aquí uno de los puntos más discutidos en cuanto a su metodología; una cuenta sencilla supone un mínimo de cien informes por mes.
Pascal Remy, autor de L’inspecteur se met à table (El inspector se sienta a la mesa), un libro donde narra su experiencia trabajando para Michelin, asegura que para la elaboración de la edición 2003 de la guía solo trabajaron cinco inspectores. Según Remy, que fue despedido por romper el acuerdo de confidencialidad y perdió una demanda contra la empresa, los trabajadores sobrepasados no podían evaluar los diez mil restaurantes sujetos a revisión y por eso no se realizaban las visitas anuales, como indica el manual de marca, sino, en algunos casos, cada tres años.
La concesión, mantenimiento o retirada de galardones también es motivo de controversia tanto entre los críticos gastronómicos y hoteleros como entre el público en general, y el libro de Remy apunta directamente a lo que muchos vienen sospechando desde hace décadas: algunos restaurantes de primer nivel son considerados intocables y nunca perderán sus estrellas, sin importar la calidad de su cocina o servicio.
Al año siguiente del escándalo con Remy, una nota del sitio Mashed, “La verdad no dicha de la Guía Michelin” (2018), aseguraba que un tercio de los restaurantes de tres estrellas Michelin ya no cumplía los criterios. Aunque Michelin impugnó la mayoría de las afirmaciones, según Wine Spectator, el daño ya estaba hecho.
POLVO DE ESTRELLAS
Aplicar para ser considerados para el galardón, tanto como mantener las estrellas, representa una apuesta grande para los chefs profesionales y sus staffs en cocinas de alta gama. Como es de suponer, obtener las estrellas no solo implica ganar prestigio, reconocimiento de los pares y mayor atención del público, sino también poder elevar el ticket; se calcula que en promedio representa un aumento de entre 20 y 25 por ciento.
La presión que conlleva el proceso es muy alta, y hay chefs renombrados que tomaron la decisión de renunciar a sus estrellas y retirarse de la competencia para no sumarse exigencia, por estar agotados o para dedicar tiempo a sus familias. Es el caso de Sébastien Bras, hijo del legendario chef francés Michel Bras, al frente del prestigioso Le Suquet; también del británico Marco Pierre White, que devolvió las tres estrellas que obtuvo en la década del 90, y de Magnus Nilsson, un chef sueco reconocido por colocar a la cocina nórdica en el mapa culinario mundial, que se dio el lujo de cerrar su restaurante Fäviken con las tres insignias.
En el ámbito local, Francis Mallmann fue de los últimos en pronunciarse sobre la pérdida de lustre de estos premios, citando una nota del New York Times titulada “Las estrellas Michelin traen prestigio, pero a un costo”, donde explica que la competencia con los World’s 50 Best Restaurants (premio al que Mallmann también renunció) y otras entidades ha obligado a Michelin a buscar agresivamente nuevas formas de generar ingresos, ampliando su alcance geográfico. Mallmann denuncia que la Argentina pagó para sumarse a la guía y anticipó que si recibiera alguna estrella por sus locales en Mendoza o Buenos Aires no las aceptaría.
LA ARGENTINA Y LOS DESAFÍOS DEL SIGLO XXI
La semana pasada se reveló el misterio con el anuncio de la selección nacional, que incluye un restaurante con dos estrellas (Aramburu), seis restaurantes con una estrella (Don Julio y Trescha, de Buenos Aires, y los mendocinos Zonda Cocina de Paisaje, Casa Vigil, Brindillas y Azafrán) y siete establecimientos Bib Gourmand, que distingue una cocina de calidad a precios moderados (Bis Bistro, Reliquia, Anafe, Mengano, República del Fuego, Caseros y La Alacena Trattoria), además de menciones especiales, siete galardonados con la Estrella Verde Michelin por su compromiso con la sustentabilidad y 57 restaurantes recomendados, de los cuales 42 son de Buenos Aires y 15 de Mendoza.
Mientras que es indudable que localmente la llegada de la guía beneficiará al turismo interno y externo y traerá publicidad a la cocina local en el mundo, en las redes sociales surgen preguntas por cómo afectará los precios locales. También se apunta que son contadas con los dedos de una mano las mujeres y diversidades galardonadas con estrellas y se señala que la Guía tardó 94 años en darle una estrella a una mujer afroamericana.
Bombón de aloe vera de Aramburu, único restaurante con dos estrellas (foto: Eugenio Mazzinghi)
Ante una guía que pareciera, todavía, tener nociones un poco anticuadas a la hora de juzgar y premiar, quizás haya llegado el momento de actualizar criterios. ¿La guía deberá evolucionar para reconquistar los corazones de críticos, chefs y público? La polémica está servida, y la Argentina ya se sienta a la mesa.
Fuente: TN – Tres Monos figura en los rankings de los mejores bares del planeta y abrió una escuela en la exVilla 31 para formar a vecinos en el oficio y que puedan trabajar en gastronomía o mejorar sus propios emprendimientos.
“Yo soy oriundo del barrio de Pompeya y arranqué atrás de una barra por necesidad, en un momento complicado para la familia. Por eso me siento identificado con los pibes y las pibas que vienen al curso”. El que habla con TN de lo alto de su metro noventa y “a los tumbos” es Sebastián Atienza, uno de los principales bartenders de la escena porteña. Es el dueño de Tres Monos, premiado hace poco con el 11° puesto mundial en la lista del 50 Best Bars y el 21° en el ranking Top 500 Bars,donde obtuvo además una mención especial como “Mejor bar de Argentina”.
Pero no estamos en la esquina de Thames y Guatmela, en Palermo, donde está el local de Atienza, sino en la “sucursal” de su escuela de coctelería que abrió en octubre en el barrio Mugica, (exVilla 31), en la ciudad de Buenos Aires. Hace ya dos años que el bartender, otros integrantes de su equipo y amigos como Fede Cuco,dan clases gratis para la Escuela de Gastronomía que creó el Centro de Desarrollo Emprendedor y Laboral del GCBA y que funciona en el comedor de Tapia.
Sebastián Atienza, durante una clase en la escuela de coctelería que abrió en el Barrio Mugica. (Foto: TN/Nicolás González).
A Atienza le gusta hacer las cosas a fondo. Por eso, para facilitar el proceso, y blindarse ante cualquier cambio político, decidió alquilar un local al lado del comedor. A la fachada la pintaron con graffitis como su bar de Palermo, pero aún hay un cartel y un mosaico de Namuncurá que recuerdan que hasta hace poco allí funcionaba el bar “El Ceferino”. Ya terminaron de renovar el primer piso, donde dan clases de coctelería, mientras que en la planta baja siguen las obras para armar una cocina donde dictarán clases el equipo del restaurante Niño Gordo.
“Una de las patas de Tres Monos es la capacitación. Tenemos una escuela en Palermo y se abrió la posibilidad de venir al Barrio Mugica a poder formar gente del barrio justo cuando estaba terminando la pandemia”, explicó Atienza a TN. Primero fueron capacitaciones breves y luego crearon un curso más formal por el que ya pasaron entre 60 y 80 personas.
Las clases son tan teóricas como prácticas. Detrás de una serie de mesas altas como si fueran barras, los alumnos tienen a disposición el kit indispensable del bartender: cocteleras, vasos mezcladores, cucharas, jigger (medidor), morteros y coladores.
“¿Quién me puede decir qué es un bitter?”, pregunta Fede Cuco, a cargo del aula ese día. Durante la clase, prepararon una serie de tragos clásicos como el mojito, el Negroni o el daiquirí (”el trago que me pagó el alquiler desde que empecé en la profesión”, se rió Cuco).
Se habló de la temperatura del trago, de cómo elegir las hojas de menta o revolver el hielo, se pasaron tips como cortar “moneditas” de cáscara de naranja para ponerle al vaso y ahorrar en fruta. Con una sonrisa en la cara, Atienza mostró como servir un Negroni alejando el mezclador del vaso del cliente imaginario, con la precisión de quien repitió el gesto millones de veces. “Lo levantan lo más que puedan, para que la gente diga ‘oooh’”. Un truco tan básico como infalible, parte del ABC de los magos de las barras.
“Se nos ocurrió la idea de instalarnos en el barrio para poder darle más continuidad al trabajo que venimos haciendo, estar más cerca de los vecinos y poder generar más volumen de alumnos que puedan terminar trabajando en distintos lugares gastronómicos, en bares de amigos, nuestros bares”, explicó Atienza.
El curso en su formato actual dura un mes, son 10 clases, con 10 alumnos por cursada, con el objetivo de encontrar una salida laboral. Los alumnos son seleccionados mediante entrevistas, para asegurarse de que tengan un proyecto, que no se trate de “aprender cómo hacerse tragos en casa”.
“Ahora con las redes hay mucho estrellato en la profesión, pero eso es algo más profundo, más tangible. Me recuerda a mis inicios”, se sinceró Atienza en diálogo con TN, cuando por necesidad económica dejó la carrera de Medicina (un mandato familiar) por la gastronomía. Fue cafetero, cadete administrativo… empezó de abajo e hizo de todo.
“La idea del proyecto es formar vecinos para que puedan trabajar en gastronomía o mejorar sus propios proyectos en el barrio, poder generarle otra realidad a las personas. Que encuentren algo que los enamore, que los apasione, me parece que eso es lo más lindo”, dijo el bartender.
El curso también busca paliar al déficit de personal que hay en la gastronomía. “Para nosotros es un trabajo de sostenibilidad humana, donde tratamos de encontrar personas que tengan necesidades, formarlas y darles trabajo. Estamos aportando ahí nuestro granito de arena para que siga creciendo la gente del barrio y seguir vinculando la gente del barrio con el resto de la ciudad”, sostuvo.
De los alumnos que egresaron, algunos ya pasaron a formar parte del staff de Tres Monos y de la UAT, el otro bar de Atienza. “Algunos pudieron salir del barrio, otros mejorar su situación acá”, dijo.
En el curso y luego en los bares, no solo se aprende de tragos, sino de vínculos: “Trabajamos mucho las habilidades blandas de ellos, cómo relacionarse con personas de fuera del barrio, romper con determinados esquemas e ideas que tiene la gente en cuanto a la gente que vive acá en el barrio”.
Con los alumnos, Atienza comparte su larga experiencia, adquirida en las barras de lugares como Spell Café, Million, Florería Atlántico de Tato Giovannoni, donde fue jefe de barra durante cuatro años, o de sus años como embajador de marcas de licores que lo llevaron a recorrer el mundo.
El curso se da en el marco de la Escuela de Gastronomía que el Gobierno de la Ciudad abrió en la ex Villa 31 (Foto: TN/Nicolás González).
También trata de inculcarles su visión de qué es ser un buen bartender: “Te tiene que enamorar la hospitalidad, eso para mí es fundamental más allá de la calidad que tengas para hacer cócteles. Lo importante es preocuparte por la persona que viene a verte, recibir bien a la gente, hacerle pasar un momento diferente, una experiencia inolvidable. Esa es la parte más importante de nuestro trabajo”.
La historia de Tres Monos, el bar que abrió meses antes de la pandemia, sobrevivió y se volvió uno de los mejores de Argentina
Podría haber sido el peor timing de la historia, pero a Atienza y sus socios Charly Aguinsky y Gustavo Vocke la apuesta les salió bien. Abrieron Tres Monos ocho meses antes de la pandemia. Sin embargo, no solo sobrevivieron al parate que supuso la cuarentena, sino que salieron fortalecidos.
Atienza había dejado de trabajar en Florería Atlántico dos años antes, cansado de la presión que significaba la barra. Recorría el mundo y daba masterclass como embajador de una reconocida marca de aperitivos. Pero se dio cuenta de que extrañaba estar detrás de una barra, el contacto con la gente, el ambiente.
Como “no había ningún bar que le llamara la atención en ese momento en Buenos Aires”, no le quedó otra que crear el suyo. “Había speakeasies por todos lados, bares ocultos y demás. Pero la realidad es que no era mi estilo”, explicó sobre los orígenes del bar.
Al viajar por el mundo, se percató de que había un nicho aún sin explotar en la ciudad, el de los “pequeños bar de bartenders”. “Tomé la decisión de armar un concepto muy genuino, muy orgánico, muy humilde también”, explicó. Le contó del proyecto a su amigo Charly Aguinsky, que se prendió enseguida.
Sebastián Atienza y Charly Aguinsky celebran el premio a la hospitalidad y el 11° lugar en el ranking del 50 Best Bars, en Singapur. (Foto: Instagram/@cocktaylcharly).
Con poca inversión -unos 20.000 dólares que salieron de sus ahorros-, buscaron un local en una esquina a la que le dieron una estética algo punk rock y urbana, llena de graffitis. Consiguieron alquilar también el PH de arriba y abrieron el Estudio, para dar clases a profesionales y consumidores. Fue entonces cuando se sumó Vocke. También ofrecen servicios de consultoría para otros bares.
¿Por qué ese nombre? “Porque es un concepto de hospitalidad y de trabajo entre los grandes maestros de la coctelería. Dicen que en la barra ‘hay que ser como los tres mono sabios: no hay que ver, no hay que decir, no hay que escuchar nada’. Eso tiene que ver con un concepto de hospitalidad, de recibir a alguien y realmente no ponerte vos en el lugar de estrella.Simplemente, ocuparte de esa persona”.
La pandemia no los agarró totalmente desprevenidos. Los socios ya venían trabajando en el concepto de tragos embotellados, y de hecho ya tenían un stock de botellas. “Entonces se nos nos hizo muy fácil empezar a la semana a hacer botellitas, subirlo a Instagram y empezar a vender, vender y vender. Eso nos sostuvo durante toda la pandemia junto con las clases online”, explicó Atienzo.
El bar Tres Monos es conducido por el carismático trío que forman Sebastián Atienza, Charly Aguinsky y Gustavo Vocke. (Foto: gentileza Tres Monos).
Ya en el 2020, y aún en pandemia, entraron en el ranking del 50 Best Bars (85°), al que treparon como monitos a un árbol, hasta llegar al undécimo puesto y obtener el “Premio Michter’s Art of Hospitality” en 2023. “Es hermoso ser reconocidos por gente de la industria porque para eso trabajamos y para eso nos esforzamos. Nos impusla y nos da más ganas de seguir haciendo nuevos proyectos, como el de la escuela del Barrio Mugica”, dijo Atienza.
Sobre los premios 50 Best, el bartender quiso recalcar que “más que un premio a los mejores bares, es un premio los bares más influyentes, los más representativos, los que realmente hacen la diferencia en nuestra industria y que marcan un poco la tendencia, qué es lo que va a venir”. Y continuó: “No es un premio de arquitectura, no es un premio al lugar más caro del mundo, sino que es un premio a los bares que son referentes, a los bares que los otros bares miran”.
El efecto de los premios igual se hizo sentir, y en Tres Monos cada vez más los días de semana se parecen a los findes, a tal punto que tuvieron que ampliar el local y anexar un garaje lindante. “La Argentina es un país muy complejo a nivel negocio y este tipo de reconocimiento nosayuda a lograr estabilidad, a poder saber que vamos a tener otro año bueno de trabajo, que podemos seguir invirtiendo y capacitando a nuestro personal”.
Tres Monos obtuvo grandes premios que lo colocan entre los principales bares del mundo. (Foto: Instagram/@3monos).
Para ampararse ante posibles dificultades y abaratar costos, Atienza y sus socios también trabajan desde el principio en la producción de destilados y licores propios, una tendencia que se observa en distintas partes del mundo pero que en la Argentina obedece también a una necesidad: permite evitarcomprar botellas del exterior y ofrecer “productos artesanales y de calidad”.
También hacen foco en el uso de productos frescos de estación (qué son más económicos). “Eso hace que el negocio sea sano y funcione. Cambiamos la carta cada cuatro meses para darle una propuesta nueva a la gente que viene siempre pero también por razones de sostenibilidad”, explicó. Aunque hay cocteles que siempre quedan en la carta, como el Milkicilin, el trago emblemático de la casa. Se trata de un mix entre el famoso Penicillin y el Milk punch, con whisky, jengibre, miel y limón que ofrece un balance perfecto entre lo especiado, lo cítrico y lo ahumado.
Entre los primeros 50 del ranking de 50 Best había tres bares argentinos. Además de Tres Monos están Cochinchina, el proyecto de Inés de los Santos, en el 26° lugar; y Florería Atlántico en el 30.
Para Atienza esto no es ninguna sorpresa. “Viajó mucho por trabajo a las grandes ciudades del mundo y creo que la Argentina es punta de lanza en todo lo que tiene que ver con la gastronomía. Acá los bares y restaurantes tienen un nivel increíble. Tenemos una propuesta y un talento atrás de las barras y en las cocinas que no tienen nada que envidiar a ninguna ciudad del mundo. También una mezcla de cosas latinas y europeas que no se da en otros lugares. Pero a diferencia de Londres, Nueva York, Madrid o Tokio, la Argentina está muy lejos de todo y cuesta que la gente venga y pueda ver eso”, opinó.
Fuente: Perefil – Luego de un intenso debate entre el oficialismo y la oposición, el Concejo Deliberante reguló la implementación de las estructuras que se impusieron en la pandemia y nunca se fueron.
Después de varias polémicas entre el oficialismo y la oposición, el Concejo Deliberante de Mar del Plata votó por mayoría la ordenanza que establece el5 de abril como plazo límitepara que los comerciantes gastronómicos adecúen los diseños de los decks de sus locales, para que puedan mantenerlos en funcionamiento.
La normativa estableció las medidas, los tipos de materiales y colores que los comerciantes deberán implementar si quieren seguir ampliando el «territorio» de su locales y ofrecer un espacio al aire libre sobre las veredas y también sobre la calle, en ambos casos, espacios de uso público.
Surgida en tiempos de pandemia, la implementación de estas estructuras “temporales” permitieron que muchos bares y restaurantes sobrevivieran a las restricciones sanitarias. Esta alternativa brindó a los locales gastronómicos la ampliación su capacidad al aire libre y garantizó el distanciamiento social establecido por entonces. Una vez superada la fase crítica del COVID-19, muchas personas seguían eligiendo estos espacios por sobre el interior de los restaurantes, fundamentalmente en primavera y verano.
En la ciudad de Mar del Plata, como en muchas otras, esta posibilidad llevó a que los comerciantes improvisaran espacios según la demanda, invadiendo espacios, bloqueando estacionamientos y generando mayores niveles de suciedad, lo que generó cierta indignación de los vecinos.
El Concejo Deliberante fue el ámbito donde se reiteraron las mismas críticas y discrepancias sobre la implementación y regulación, y se libró una «batalla política» sobre el futuro de los decks.
Sin embargo, y tras un arduo debate, se logró la aprobación de una norma con el plazo máximo que tendrán los locales para adecuar sus estructuras a lo que fija la ordenanza.
El concejal de bloque de Juntos por el Cambio, Fernando Muro, resaltó los beneficios que los decks trajeron al sector, “generando empleo y siendo bien aceptados tanto por los residentes como por los turistas”. Para Muro, los decks “son una política de gestión exitosa que llegó para quedarse”.
Desde el bloque de Unión por la Patria criticaban la ejecución. Sostenían que si había un plazo concreto para los establecimientos gastronómicos, también debería haberlo para que el municipio responda a los planes de obra presentados.
Normativa por un lado, realidad por otro
«Después de numerosas reuniones llegamos a una conclusión definitiva, que se solicitó unos meses más para poder ponerlos en valor, ya que hay una falta de materiales y de capital en algunos sentidos para realizar la inversión», expresó el vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica, Hernán Szkrohal, que dialogó con LU9 Radio Mar del Plata.
También destacó la inversión que significa para los comerciantes en términos económicos y la falta de mano de obra para poder realizar las colocaciones una vez adquirido el producto: “Hay dificultades a la hora de encarar la construcción y de invertir en algo así».
La estructura según la ordenanza
Con la intención de garantizar la seguridad y la estética de estas estructuras, el Concejo Deliberante aprobó que los decks pueden tener un ancho máximo de 2.5 metros en calzadas de 11 metros donde no circulen colectivos, y hasta 2 metros en aquellos donde sí transita el transporte públio . En las calles de 9 metros de ancho, el ancho permitido de los decks no deberá superar los 2 metros.
Los tres colores que permiten para las estructuras son blanco, negro o gris. El material deberá ser de hierro estructural galvanizado o metalizado. Además, los comerciantes, según establece la normativa vigente, podrán incorporar elementos verticales decorativos que sean compatibles con las condiciones climáticas de exteriores.
Aquellos comerciantes que, por ruido o por cuestiones de seguridad, prefieran adecuar un cerramiento lateral a estas estructuras tendrán permitido hacerlo a través de vidrio laminado o blindex transparente que no supere los 180 centímetros.
El piso de los decks deberá ser en madera natural. Además, se exige contar con una tapa de al menos 40 centímetros que pueda levantarse desde el cordón para facilitar la limpieza y el escurrimiento del agua por las cunetas.
En cuanto al techado, los comerciantes tendrán tres opciones de diseño: toldos a dos aguas o con una pendiente a la calle, estructura con parante central o estructura con parantes en perímetro. Los comerciantes podrán elegir entre los materiales aprobados, los toldos, lonas o media sombras de calidad; así como también chapa de policarbonato transparente con cielorraso de lona o similar. También se permite el uso de pérgolas de madera.
Los comerciantes gastronómicos tendrán hasta el 11 de diciembre para presentar sus proyectos de readecuación y el Ejecutivo tendrá un plazo de 60 días hábiles para dar respuesta.