Cerveza con agua de mar y palitos de sushi comestibles: nace la ecogastronomía

Fuente: La Nación ~ Primero fueron los sorbetes de plástico y la prohibición de ofrecerlos en tragos y bebidas en toda la ciudad. Al mismo tiempo, varios chefs, entre ellos Francis Malman, Fernando Trocca, Narda Lepes y Mauro Colagreco, anunciaron que retiraban de sus cartas el salmón, por razones ambientales. Y mientras tanto, gracias a iniciativas como la de «la loca del taper», la mujer que va a la heladería con su propio envase para luchar contra el plástico, algunos locales de comida empezaron a premiar o a hacer descuento a quienes lleguen con sus propios contenedores o bolsas. Vasos de café comestibles, agua mineralizada en el propio local y hasta cerveza hecha con agua de mar. Y la lista sigue. No hay dudas de que la gastronomía está en proceso de reinventar sus procesos en pos de la sustentabilidad.

Cerveza de agua de mar

Los clientes se sorprenden. La miran con desconfianza y hasta creen que van a encontrar un dejo salado en esa bebida ambarina. Pero no. Atlántica, la primera cerveza en lata que lanzó Antares no tiene sabor a mar, aunque está elaborada con agua extraída de Punta Mogotes, muy cerca del Faro. «Es una cerveza liviana y cristalina. El agua utilizada proviene de la costa de Mar del Plata, está filtrada y tratada por ósmosis inversa, separando la sal y otras impurezas. El mensaje que queremos dar con este lanzamiento es que debemos usar racionalmente el agua», explica Pablo Rodríguez, uno de los socios fundadores de Antares. A la hora de envasar esta cerveza, que desde ahora pasa a formar parte de la línea estable de la cervecería, se optó por latas de aluminio, también por una razón ambiental. «El aluminio es 100% reciclable, y es un proceso menos dificultoso que el reciclado del vidrio. Además, al ser más liviano, al transportarlo produce menor huella ecológica», agrega Rodríguez.

Algo similar ocurrió en la cervecería cordobesa Peñón del Águila. «A la hora de elegir el envase decantamos por utilizar latas en lugar de botellas, y la principal causa fue la conveniencia ambiental respecto al vidrio, ya que genera menor huella de carbono, menor impacto ambiental. El aluminio es 100% reciclable a diferencia del vidrio, ocupa menos espacio, es más liviano, y más fácil de reciclar y de comprimir», dijo Marcelo Roggio, beer master de Peñón del Águila.

Tazas y palitos de sushi comestibles

La aerolínea de bandera de Nueva Zelanda, Air New Zealand, incorporó hace un mes tazas de comestibles con el objetivo de reducir el uso único de productos plásticos en su servicio en aire y tierra. Después de disfrutar de un café en vuelo, los pasajeros pueden comerse su taza. Se trata de la primera aerolínea en hacerlo, aunque no la última. Y el impacto, no es menor. En la actualidad la compañía sirve más de ocho millones de tazas de café al año. Aunque actualmente los productos utilizados a bordo son compostables, la meta final es erradicar todo tipo de desechos resultantes de los vuelos.

Algo parecido ocurre en Nemuri, un clásico de Belgrano. Allí, los comensales no solo comen el ceviche y el sushi. También los palitos. El local se sumó a la movida que atrae a cada vez más amantes del sushi: los palitos sustentables, biodegradables y. comestibles. Se llaman Ecosticks.

«Este año se talarán 20 millones de árboles para hacer 80 millones de palitos de sushi. Un día recordaremos este siglo como el más inconsciente en la historia de la humanidad. Trabajamos para dejar atrás el uso del plástico y la tala indiscriminada de árboles», explica la página de esta firma certificada como empresa B. Tan rápido se degradan estos palitos, que después de comer el sushi, los comensales se los comen.

Fayer, agua minealizada in situ

Fayer es un restaurante de cocina moderna israelí en Palermo. Su chef, Mariano Muñoz, propone platos de autor sin pretensiones religiosas donde convergen productos y materia prima de la más alta calidad, como la carne de pastura y orgánica, pesca del día, embutidos artesanales y vegetales de estación de productores locales.

Siempre por la línea de la gastronomía sustentable, Fayer dio hace pocos días un paso más allá: se comprometió a reducir el impacto y la huella de carbono del agua envasada y transportada hasta la mesa de sus comensales. Por eso recientemente incorporaron «agua local».

«Se utiliza el agua de red y se mineraliza a través de varios filtros. El resultado es agua potable con o sin gas. Antes llegaba un transporte con cajones de agua que ocupaba espacio, tiempo y finalmente contaminación porque el agua venía embotellada en recipientes de plástico y vidrio», explican.

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