¿Un sabor puede tener derecho de autor?

Fuente: Clarín ~ La Justicia europea acaba de determinar que los alimentos no están alcanzados por el copyright. Fue en la pelea judicial entre dos fabricantes de queso.

El plagio es un tema universal. En la música, el cine, la literatura y hasta en la cocina. Pero un fallo judicial parece cerrar, al menos en este último caso, la discusión: según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), el sabor de un alimento no tiene copyright.

La sentencia del tribunal de Luxemburgo se conoció este martes y resuelve una disputa cuya historia comienza en 2007, cuando un comerciante holandés de verduras creó el “Heksenkaas”, un queso para untar a base de crema y hierbas. Pero luego cedió los derechos sobre el producto a una compañía llamada Levola.

Levola consideró que el queso era una obra protegida por los derechos de autor y llevó a la Justicia de Holanda a su competidora Smilde, que desde 2014 producía el queso “Witte Wievenkaas” para una cadena de supermercados.

“Levola afirma que el sabor del ‘Heksenkaas’ es una obra protegida por el derecho de autor y que el sabor del ‘Witte Wievenkaas’ es una reproducción”, explicó el TJUE sobre los motivos de la demanda, que tras distintas instancias llegó a la máxima autoridad judicial europea. Sin embargo, los jueces fallaron en contra de Levola ya que, estimaron, en la legislación europea una obra debe ser identificable “con suficiente precisión y objetividad” y, en el caso de un alimento, “no es posible” esa identificación. Según el fallo, a diferencia de una película o de un libro, la identificación del sabor “se basa esencialmente en sensaciones y experiencias gustativas, que son subjetivas y variables”.

“El tribunal dice que lo que parece aplicarse a mirar y ver no se aplica a probar y oler”, se lamentó Michel Wildenborg, ejecutivo de Levola. Por ahora no tienen más opciones legales salvo que, establece el fallo, en el futuro la tecnología llegue tan lejos como para determinar los gustos objetivamente.

Y es que, aquí, está el punto central del debate: ¿qué constituye el sabor de un alimento? “No es sólo el gusto: intervienen muchas cuestiones organolépticas, el olfato, la vista… Y es como una lupa: a medida que más te acercas y ves más fino, notás más diferencias”, afirma Gabriel Famá, presidente de la Asociación Fabricantes Artesanales de Helados y Afines (AFADHYA), y entrenado por su oficio en esto de crear sabores. Para él, es imposible patentar un sabor: “Si se lo das a probar a 10 personas, las 10 te van a decir que encuentran notas distintas”.

Laura Rolón es licenciada en alimentos y trabajó siete años en el área de lácteos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Conoce bien el paño del queso y coincide con los argumentos de la Justicia europea: “Por ahí la técnica de producción de un queso pueda tener copyright, pero no el sabor porque en él intervienen muchos factores que no se pueden controlar del todo, como la materia prima, las bacterias que están en la planta, cuestiones de maduración”.

“En este caso podríamos decir ‘¿Quién se ha robado mi queso??”, bromea la periodista gastronómica María De Michelis, en referencia al popular libro de management. “Pero nadie te lo robó: te robo tu idea, tu sabor… pero eso no se puede regular”, aclara. Para ella, no hay copyright posible por ahora sobre un alimento o un plato, “pero debería haber cierta cuestión ética o apelar a la propia creatividad. Una cuestión es inspirarte y otra es el copy paste”.

Del lado de los cocineros, también hay coincidencia. «No existe el derecho de autor sobre los sabores, es ridículo decir que alguien es el dueño de una combinación gustativa. Puede ser el creador, pero no el dueño», sentencia Pedro Bargero, chef ejecutivo de Chila. “Cada cocinero tiene su forma distinta de hacer las cosas y el sabor de cada uno es personal. Cada chef tiene su distinción y cuando sobresale, es su sabor”, acuerda Maximiliano Matsumoto, chef de Aldo’s.

Quizás la cuestión, en este asunto, no pase por lo legal sino por la experiencia. Porque, como concluye Famá, “lo importante no es crearlo, sino hacerlo bien”.

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