A solo 15 minutos de San Fernando. Nace un nuevo polo gourmet en el delta, con bares, restaurantes, cabañas y un lodge

Fuente: La Nación ~ Se destaca por su amplia variedad de propuestas gastronómicas y por contar también con opciones de hospedaje.

“En menos de quince minutos llegamos”, anticipa Pedro, el conductor del “Taxi lancha” que sale del muelle público de San Fernando llamado La guardería de Poseidón, sobre el río Luján. Luego de pasar por el Club San Fernando y el concurrido Canal de Vinculación, aparece al fin el arroyo Pajarito. “Disfruten del día. Me llaman cuando quieran regresar”, saluda el hombre y se dirige al muelle en busca de otro grupo.

El Pajarito, en zona de fondeo, se transformó en una parada perfecta para quienes buscan distenderse y pasar un día en contacto con la naturaleza cerca de la ciudad. Su ubicación es estratégica: está situado a pocos minutos de la estación fluvial de Tigre y de las guarderías náuticas de San Fernando y se destaca por su amplia variedad de propuestas gastronómicas: parrillas tradicionales, una pizzería con mucha onda, bar de coctelería con música en vivo, hasta un pintoresco bistró con platos caseros. Además, una tienda diseño y exclusivas cabañas o lodges (con playa privada) para hospedarse. Tras la pandemia muchos descubrieron su encanto y los locales aseguran que la próxima temporada de verano será un éxito.

Río, bar y bistró especializado en picadas de mar y ceviches, con propuesta de coctelería
Río, bar y bistró especializado en picadas de mar y ceviches, con propuesta de coctelería JULIAN BONGIOVANNI

Es la una del mediodía y el deck del rústico restaurante El Camoatí está repleto de amigos, familias y habitués bajo la sombra de los cipreses. “Cuando nos instalamos, en 1992, en uno de los árboles encontramos un nido de camoatí que nos inspiró para el nombre. En el lote no había nada, era todo muy agreste. Con los años, se fue formando un lindo polo gastronómico con opciones para todos los gustos y edades. Cada propuesta tiene su encanto”, afirma Bertha Prado, quien junto a su marido Federico Ferrari y su hijo Lorenzo comandan el clásico restaurante. La especialidad de la casa es la carne: tira de asado, entraña y ojo de bife. Federico, al frente de los fuegos, asegura que la parrilla es como “un club”. “Nos conocemos entre todos desde hace años. Cuando los veo bajar de la lancha ya sé qué les tengo que preparar”, cuenta.

Martín y Florencia todos los fines de semana salen a navegar con su lancha privada por el Canal del Este de Tigre y suelen tener una parada gastronómica. “Es un ambiente súper familiar y tradicional”, dicen. A su lado, en otra de las mesas al sol, se encuentra un grupo de cuatro amigas. “Para mí el río es especial. Vengo todos los fines de semana. Me gusta la conexión con la naturaleza, acá se respira otro aire”, suma Karina.

El nuevo polo está a solo 15 minutos en lancha desde San Fernando
El nuevo polo está a solo 15 minutos en lancha desde San Fernando JULIAN BONGIOVANNI

Allí también se encuentra Río, bar y bistró especializado en picadas de mar, ceviches, pastas caseras y ensaladas. Verónica Tufarolo, quien practica vela, abrió este emprendimiento con mucho estilo. “Con mi familia somos del agua de toda la vida. Me da mucha satisfacción trabajar acá, es como un lugar de veraneo. Los clientes siempre me dicen que se sienten de vacaciones”, relata, mientras recorre el salón ambientado como un parador playero: hay una cómoda hamaca paraguaya, sombrillas y plantas nativas. Al ser pet friendly, muchos habitués van con sus mascotas. Como el diseñador de moda César Jurisich, quien suele ubicarse en su mesa predilecta frente al agua con su perrita Marlene.

“Todos los fines de semana cuando salimos a navegar el punto de encuentro es acá. Me fascina la tranquilidad, el hecho de sentirte en un lugar que parece tu casa. Todo es muy ameno. Venir a la tarde a ver el atardecer me parece un plan ideal”, asegura Jurisich con una copa de vino en mano. En la llamada “golden hour” (cuando cae el sol), los aperitivos y tragos de autor suelen ser la estrella. Pican en punta la caipiroska y el Woodstock con torrontés, maracuyá, spritz, almíbar de jengibre y lima. Por las noches el ambiente es más romántico, con velas y guirnaldas de lucecitas. “Hay días que sorprendemos con DJs o bandas en vivo. En temporada de verano esto explota, pero en invierno también tenemos nuestra clientela”, reconoce Verónica.

Vista aérea de Arroyo Pajarito
Vista aérea de Arroyo PajaritoJULIAN BONGIOVANNI

Al lado, hay otro de los pioneros: la pizzería El Pajarito. “Al mediodía el ambiente es más familiar. Mientras que por la tarde llegan muchos jóvenes y amigos. Hay varios que salen a navegar y terminan su día comiendo acá. Ya teníamos nuestra clientela, pero después de la pandemia se empezó a llenar cada vez más”, reconoce Luz Remy, mientras le alcanza a una mesa la especialidad de la casa: pizza de rúcula, tomates secos, queso brie y jamón crudo. Paz, de 35 años, es de San Isidro y cuenta que descubrió el sitio hace cinco años. Desde entonces es fanática. “Cuando salgo a navegar almuerzo acá y después sigo viaje. Me siento en casa. Ayer vine a la noche y es espectacular. Está todo iluminado con lucecitas y se arma una re linda movida”.

Casi al fondo del arroyo se encuentra otra parrilla: El Tornado, nombre inspirado en un muelle. “El Pajarito se convirtió en un polo gastronómico importante, todos lo conocen. Me gusta mucho la buena onda que se genera entre los clientes”, opina Daiana Errandonea, detrás del emprendimiento familiar, y recomienda probar la entraña con papas fritas y los panqueques con dulce de leche. Pegado está El chiringuito Delta, una tienda con prendas y artículos de decoración que pronto cumplirá un año. Allí, se pueden encontrar velas, lámparas de mimbre, sahumerios, productos ecológicos y hasta bijoux.

En alza

Otro emprendedor que apostó a la zona es el arquitecto Germán Vigil. Junto a su mujer, Carla van Praet, crearon el exclusivo Lodge Isla Verde, sobre el arroyo Urión (a cinco minutos de Pajarito). “Después de la pandemia mucha gente lo descubrió y se construyeron varios emprendimientos nuevos. Estimo que va a ser una buena temporada, ya hay varias consultas para el verano”, dice Vigil. Cada una de sus pintorescas cabañas cuentan con muelle y playa privada.

Deck con vista al rio en Arroyo Pajarito, un polo que pronto sumará un nuevo paseo con diferentes propuestas gastronóicas
Deck con vista al rio en Arroyo Pajarito, un polo que pronto sumará un nuevo paseo con diferentes propuestas gastronóicas JULIAN BONGIOVANNI

Pajarito no para de crecer. En donde antiguamente funcionaba la icónica hostería y restaurante Don Gobbi (con más de medio siglo de historia), desembarcará un exclusivo complejo con variedad de propuestas gastronómicas y de recreación. Bernardo Harte, uno de los socios detrás del proyecto, comenta que el paseo incluirá piletas, camastros, decks de madera, cascadas, barras de cócteles en el agua, restaurantes, cabañas y glamping. “La idea es que sea casi como un club de playa. Una especie de parque temático para que la gente viva el Delta. La propuesta turística será autosustentable y cuidará el medioambiente. Habrá un sector de apicultura, cultivos hidropónicos y huertas orgánicas, entre otras sorpresas”, revela. Su flamante apertura está prevista para el 2023.

Además, para los fanáticos de la aventura hay tours guiados para conocer los secretos del Delta. La isleña Gabriela de Bianchetti, de 59 años, organiza paseos en lancha para mujeres y asegura que “en los últimos meses crecieron las consultas para salidas de amigas”. En su embarcación (con capacidad entre cinco a seis personas) arma interesantes recorridos que incluyen desde picadas hasta meditaciones con tambor. Los días de luna llena salen a navegar por el Pajarito y luego, en grupo, van a cenar a la pizzería. “Pensé que llevándolas a conocer y recorrer la primera sección del Delta y ver el atardecer se iban a llevar una energía de río muy poderosa. El encanto del arroyo es la cercanía al continente , en un ratito estás en tierra firme y viceversa. Es un placer”, cuenta.

Verónica, de @entremuelles, conoció el Delta de pequeña remando en kayak y, enseguida, se enamoró de sus casitas históricas y muelles. Los sábados guía caminatas en grupo por senderos encantados y talleres de cestería en la isla. “Del Delta me apasiona su naturaleza, el río y el monte”, confiesa. El regreso, otra vez de mano de Pedro, es tan breve como la ida. Mientras amarra la lancha, el atardecer se ve a lo lejos.

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