Fuente: La Capital ~ Bares y restaurantes tuvieron su primer fin de semana tras la reapertura y los resultados fueron positivos pero discretos. Los rosarinos van retomando de a poco el hábito de la gastronomía y en Pichincha se notó más fuerte el viernes, con muchos jóvenes acercándose a las cervecerías, mientras que en la avenida Pellegrini el movimiento fue más moderado y fue el mismo rubro el que trabajó mejor.
En Pichincha hicieron un balance positivo. Los locales se fueron incorporando de a poco y ya abrió sus puertas el 70 por ciento. «Al margen de las limitaciones propias de los protocolos de seguridad, que son entendibles y apoyamos, celebramos el hecho de poder trabajar y que los mozos puedan volver a la propina, que el barrio recupere su alegría y las calles estén un poco más seguras», indicó Reinaldo Bacigalupo, titular de Mercado Pichincha.
En cuanto a los rubros, las cervecerías fueron las que mejor se desempeñaron. «Tienen un público más joven, al que no le molesta tomar algo afuera a pesar de las temperaturas, que ya son frías», consideró.
El nivel de ocupación fue de aproximadamente el 20 por ciento en restaurantes y el 40 por ciento en birrerías.
Hubo inspecciones de la Secretaría de Control, Bromatologia y el Ministerio de Trabajo. «Las áreas se mostraron muy conformes con el uso del protocolo y los clientes, si bien molestó un poco el requisito de dejar los datos, también supieron entender», apuntó.
En tanto, en Pellegrini la ocupación también estuvo entre el 30 y el 40 por ciento. «Fue un fin de semana tranquilo, la gente empieza a volver a salir poco a poco», calificó Alejandro Pastore, presidente de Paseo Pellegrini. Al igual que en Pichincha, funcionaron mejor las birrerías. «Mientras más joven es el segmento de público al que apunta el servicio, mejor funciona», comentó.
Lo cierto es que en el paseo gastronómico tienen expectativas y quieren ver cómo avanza la flexibilización, ya que aún falta medir el impacto de la reincorporación de la actividad judicial y el incremento del horario del comercio, que desde mañana abrirá a partir de las 11. «Uno espera que esto vaya mejorando», consideró Pastore.
Futuro
En cuanto al futuro, Bacigalupo dijo que esperan tres meses muy duros «donde se va a ver lo peor de esta crisis». «Lamentablemente para muchos, abrir es solo el último intento antes de cerrar definitivamente. Para ser rentables, los restaurantes necesitan al menos operar un turno completo los viernes y sábados, y esto por las restricciones se vuelve imposible», alertó.
Por eso, el empresario de Pichincha cree que todo va a depender «de cuánto tiempo se estire la ayuda del Estado, de las negociaciones con los alquileres y de gestionar de la manera más eficiente posible esta transición hacia octubre, donde esperamos que con el clima y un mayor grado de relajamiento de medidas, se pueda estar más cerca de llegar a puntos de equilibrio o recuperar rentabilidad».
Por su parte, Pastore dijo que aguardan definiciones concretas del Estado sobre los ATP, el programa de Nación que cubre el 50 por ciento de los sueldos de los empleados. «Tienen que seguir, porque más allá de que levantamos la cuarentena y estamos en etapa de distanciamiento, las consecuencias económicas de la pandemia son todavía durísimas», aclaró.
El referente de Pellegrini contó que hoy están intentando mantener los negocios abiertos y reincorporar parcialmente al plantel de acuerdo a la necesidad y la demanda, pero están «lejos del estado ideal. Estamos arrancando, y lento. Pero es positivo, porque como veníamos íbamos al cierre masivo», admitió.
Ahora, todo dependerá de cómo reaccione la demanda. «Va a depender mucho de cómo siga el poder adquisitivo de la gente y de cómo le brindemos garantías de seguridad e higiene, que hoy son claves. Hoy la gente está valorando ese proceso. Es un balance optimista, pero lejos de la posición que necesita el sector», cerró el gastronómico.