Chula Barmaid, al servicio de la coctelería: «Soy una actriz escondida dentro de la barra»

Fuente: El Planeta Urbano ~ Luego de trabajar en los bares más sofisticados de Buenos Aires, viajó a San Pablo (Brasil) para descubrir su lugar en mundo. Allí, fue reconocida como la bartender del año, un título que defiende con mucho amor, trabajo y dedicación.

    Anfitriona fascinante, inquieta y talentosa, Cynthia Soledad Zamora, más conocida como Chula Barmaid, se autodefine como artista que abre bares para humanos. Esta cordobesa de 35 años que brilló en las mejores barras de Buenos Aires –Harrison y Uptown, entre otras–, y con su ciclo itinerante «A qué sabe el arte»–convertido en serie de YouTube– fue reconocida en San Pablo (Brasil), donde reside desde 2018, como Bartender del año por la prestigiosa revista «Veja São Paulo Comer & Beber».

    Pude visitar los bares paulistas que abrió: Bar dos Arcos, ubicado en el subsuelo del bello Teatro Municipal, con una ambientación increíble, alta coctelería y exquisita cocina, y el más reciente Cineclube Cortina, un centro cultural que incluye sala de cine, shows y fiestas, en un espacio informal con gran gastronomía donde la carta viene en un VHS.

    En ambos lugares se ve la huella de Chula, su creatividad de alto vuelo, cartas de coctelería conceptuales con sabores muy originales, foco en los productos locales y su impronta artística. Y me di el gusto de charlar con ella, claro.

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    Chula fue reconocida en San Pablo (Brasil) como Bartender del año por la prestigiosa revista «Veja São Paulo Comer & Beber».

    Leí por ahí que te enamoraste de San Pablo, ¿por qué?

    -No se. Facundo, quien me trajo la primera vez, me dijo si yo creía en el amor a primera vista y le dije que no, y me dijo “eso te va a pasar con esta ciudad”. Uno acostumbrado a Buenos Aires donde tenés todo organizadito y San Pablo que no entendés nada, cuando empezás a agarrar el ritmo y la entendés, y la diversidad que tiene es como una ciudad sin fin de cosas para hacer, de cultura, de bares, de comidas, y cuando la descubrí, me empecé a enamorar y cuando vi cómo era el brasilero en sí dentro de la hospitalidad que tiene, me gustó mucho mucho.

    Es de otro nivel el servicio en la gastronomía de San Pablo.

    – ¿Viste? Sí, yo creo que está muy enfocado. También tiene una controversia, eh, porque cuando empezás a trabajar con ellos te das cuenta de que tienen esa parte servicial, y acá entra lo cultural, que es porque ellos fueron los últimos en toda Latinoamérica de liberarse de la esclavitud, entonces hay una cosa que es servicio pero que pasa a ser servicial.

    Trato de ayudar a los chicos en las capacitaciones, que sepan que también pueden decir que no. O sea, lo ideal es un punto de equilibrio entre lo que es el servicio porteño y el paulista. Son teorías que fui sacando con el tiempo pero bueno, no dejan de ser hospitalarios como en la amistad, en cualquier ámbito de la vida, no sólo en lo profesional.

    ¿Cómo te sentiste con el premio Bartender del año?

    -Uy, me dio unos nervios al principio, pánico escénico (risas). Yo me había ido a Ecuador después de tres años de haber estado en Arcos (Bar dos Arcos), que fue el gran amor de mi vida de los bares. La vuelta después de la pandemia no me había pegado muy bien, al volver todo muy de golpe, así que me fui para Ecuador, donde tengo unos amigos que tienen un hostel en la montaña, a abrir un bar allá, y el análisis era mirar desde lejos São Paulo y entender si me gustaba o no.

    Yo tenía un proyecto cerrado así que iba a volver pero sabiendo que si no me gustaba, tenía Ecuador. Y cuando llego a São Paulo, no alcanzo a llegar que me llama Saulo, uno de los chicos que escribe para la Veja, me cuenta sobre el premio. Le dije que me daba un poco de cosa porque soy argentina, no soy brasilera, y me explica que a ellos les había hecho muy bien lo que yo había aportado acá.

    Así que fue una mezcla de emoción y felicidad, me hicieron sentir muy bien en casa, lloré mucho la verdad, un reconocimiento fuera de tu país, como que pega mucho más fuerte.

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    «Cuando empezás a trabajar en Brasil, te das cuenta de que tienen esa parte servicial, y acá entra lo cultural, que es porque ellos fueron los últimos en toda Latinoamérica de liberarse de la esclavitud, entonces hay una cosa que es servicio pero que pasa a ser servicial.»

    Fue por tu trabajo en Cineclube Cortina.

    -Sí, inclusive el bar ganó como Bar Revelación. Fue un proyecto que encajó muy bien con lo que yo venía haciendo porque nos centramos ciento por ciento en el cine con cocteles basados en historias, en escenas de películas.

    El proyecto tenía tres meses, fue como un premio de bienvenida, como un “prestá atención que capaz realmente es el lugar en el mundo”. Eso no quiere decir que me voy a quedar quieta, pero sí como una base. Y el reconocimiento más grande que tuve en la carrera fue este.

    ¿Ahí empezaste a sentir que San Pablo es tu ciudad en el mundo?

    -Con todo lo que pasó y con el amor de la gente. El haber pasado la pandemia acá también. Hacía un año que vivía acá cuando arrancó la pandemia, la verdad que estaba laburando tanto que no me había enfocado mucho en amistades.

    Cuando llega la pandemia fue armar amistades pero un nivel medio familia porque ellos sabían que yo estaba sola, entonces, fue como un cariño y un amor que tuve con esa gente, porque la pandemia tuvo momentos tranquilos pero también desesperantes. Así que fue como todo el conjunto, cuando volví me tocó el corazón, es acá y siento que hay mucho para hacer.

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    «En Buenos Aires, hice la tecnicatura de teatro, iluminación, escenografía, lo que abarca el 360 del teatro. Me encanta, soy una actriz escondida dentro de la barra, te lo confieso.»

    Conocí Bar dos Arcos, es un lugar espectacular que además se siente una onda muy especial.

    – ¡Ay, sí! Vos sabés que con Facundo, el creador del lugar, siempre hablamos: ellos tienen un chiste que se terminó transformando en una comunicación de Instagram, que habla de los fantasmas. Viste que existe esa cosa de los fantasmas en los teatros, pero realmente siempre nos pasaron cosas allá, no de ver pero una cuestión más energética.

    Por ejemplo, hubo una persona que trabajaba en la empresa en un puesto alto, que no tenía un trato muy bonito con el equipo, que cada vez que hacía un brindis antes de comenzar, se cortaba el agua o la luz, y nos cagábamos de risa, decíamos “estamos realmente protegidos”. Y es un bar que yo creo que tiene esa energía de un montón de almas muy bonitas, muy artística, zarpadamente.

    Siempre tuviste esa cosa teatral, ¿estudiaste artes escénicas, no?

    – Vos sabés que mi mamá me mandó a hacer teatro cuando era chica, tendría 6 o 7 años, porque no me relacionaba con la gente, no hablaba. Y eso me ayudó a quebrar esa vergüenza. Desde ahí, lo estudié siempre, en mi ciudad, Villa María, y después cuando fui a Buenos Aires estudié con Subiela. Hice la tecnicatura de teatro, iluminación, escenografía, lo que abarca el 360 del teatro. Me encanta, soy una actriz escondida dentro de la barra, te lo confieso.

    Es que sos un personaje detrás de la barra, y tanto en Bar dos Arcos como en Cineclube Cortina plasmaste esa pasión que tenés por el arte.

    -Siempre lo quise hacer y lo fomenté, pero Facundo de Arcos fue la primera persona que me lo dejó plasmar al ciento por ciento. Él además es curador artístico entonces me permitió hacer la creación de la carta y él la fue curando.

    Con él aprendí la creación de una carta colocando toda la parte artística, que tenía más cosas de lo que yo imaginaba: el marketing, la comunicación, me hizo trabajar con escenógrafos, con iluminadores, fue el mayor aprendizaje.

    Ahora en Cortina estamos por cambiar la carta, entonces desaparecen todos los cocteles y arranca una historia nueva para contar que dura más o menos seis meses. Eso pasa siempre: creás una carta, te enamorás de los cocteles y después los dejás ir; medio lo que uno practica que debería hacer con el amor y no le sale (risas).

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    «Extraño mucho la calidad estética que se trabaja en Buenos Aires en los restoranes y en los bares, por ejemplo lo que hace Eme Carranza, no existe acá. Ellos no lo explotan porque su foco está en el producto y en el servicio.»

    ¿Qué extrañás de Buenos Aires en lo profesional y qué diferencias notás con San Pablo?

    -Extraño mucho la calidad estética que se trabaja en Buenos Aires en los restoranes y en los bares, por ejemplo lo que hace Eme Carranza, no existe acá. Ellos no lo explotan porque su foco está en el producto y en el servicio.

    En Buenos Aires vos entrás a Niño Gordo donde la comida es increíble, el servicio también y la estética te rompe la cabeza.

    La otra cosa que más extraño es la fiesta que tenemos los argentinos en los bares, eso no existe bajo ningún punto de vista en São Paulo. Yo trato de hacerlo con mi equipo pero tengo que remarla.

    Es verdad, en la Argentina siempre surgen brindis en las barras, los bartenders a lo mejor te vieron un par de veces y ya te reciben como a un amigo.

    – Los argentinos realmente tenemos una cosa festiva y alegre en el alma, y eso llevado a los bares y el brindis como vos decís, tal vez, no sos amiga de la persona pero todo el mundo te invita a brindar, eso lo extraño con todo mi corazón.

    Y eso que los brasileros son cálidos pero ponen más distancia con el cliente ¿no?

    Claro. No les quita la calidez porque te hacen sentir bien y en casa pero está todo ese respeto hospitalario, hay una distancia con el cliente.

    ¿Qué tendencias ves que se vienen en la coctelería global?

    -Me pone muy feliz que el mundo cambió la mirada y está prestando atención a Latinoamérica. Si bien eso viene pasando hace un tiempo, ahora está tomando otra fuerza. Lo latino, más allá de la tierra, los sabores, la fruta y las técnicas, es el quiebre de la estructura.

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    «El latinoamericano siempre se las ingenió con poco y creo que ese el boom que está abriendo la puerta a que la gente pueda abrir un bar con muy poca plata y con muchas ganas y conocimiento.»

    El latinoamericano siempre se las ingenió con poco y creo que ese el boom que está abriendo la puerta a que la gente pueda abrir un bar con muy poca plata y con muchas ganas y conocimiento. No está mal que existan los otros bares pero podemos crear con poca plata y ser completamente respetados, o sea, el sabor no viene desde lo económico o por servirlo en una copa increíble. Me parece que es eso lo que se viene, lo cual me llena de orgullo. Beber bien en todas partes con poca plata me parece que es un poco el futuro.

    ¿Cuáles son tus próximos planes?

    -Inauguré una empresa de consultorías y la verdad que hasta mitad de año tenemos unas trece casas que estamos trabajando, entre algunas que ya existían, donde le colocamos coctelería, y casas nuevas como Cortina que es mi lugar fijo, el único donde la gente me encuentra en la barra.

    En los demás lugares entra Soledad (mi segundo nombre) que es la consultoría. Ese mismo proyecto está siendo acompañado por unas marcas y se está transformando en una escuela gratuita para capacitar a la gente que no puede pagar un curso de coctelería. La verdad que muy contenta, en algún punto es una forma de agradecer y retribuir todo lo que pude aprender acá con ellos en la parte humana.

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