Trufas argentinas: los secretos del «diamante negro» de la gastronomía

Fuente: Big Bang ~ Son un manjar carísimo que condimenta los platos de la alta cocina internacional. Se sirven en los mejores restaurantes del mundo y apenas un pequeño frasquito (para usarlas en casa, con unos fideos, por ejemplo) cuesta más de mil pesos.

Pero ahora un grupo de emprendedores argentinos «plantó» 50 hectáreas de árboles que permiten su crecimiento en el suelo de la Provincia de Buenos Aires.

Conocé todos los detalles sobre cómo se cosecha y produce este hongo negro con un gusto tan particular.

Gastronómicos en alerta: “meal sharing” advierten por riesgos y “competencia desleal”

Fuente: Clarín ~ Llega a Buenos Aires una app ofrecerá “comida casera” hecha por vecinos y se abre otra polémica legal. Funciona como Rappi y Glovo, pero quien vende los platos no es un restaurante, sino gente que cocina en su propio hogar.

En el uso, la plataforma se parece a Rappi, Glovo o Pedidos Ya, dado que permite encargar comida desde el móvil en segundos. La gran diferencia es que los platos a la venta no son hechos por restaurantes o rotiserías, sino por cocineros profesionales o aficionados en sus propias casas. Funcionará, así, como un “Mercado Libre” de la «comida casera» donde gente común podrá ofertar lo que mejor sabe cocinar para que quienes viven cerca -en un radio de hasta 4 kilómetros- lo encarguen o lo pasen a buscar.

La propuesta llega con el nombre de Pinny, una inversión inicial de US$ 100 mil y un agresivo plan de expansión. Según contaron a Clarín, desde abril, la app -disponible para iOS y Android- ya tuvo pruebas en las que 800 personas ofrecieron su comida casera y se entregaron unos 3 mil pedidos.

Pero el primer lanzamiento oficial será recién el próximo jueves, en La Plata, con 200 “chefs”. En Capital proyectan lanzar el servicio el 5 de septiembre, con 800 cocineros y 500 repartidores ya registrados. Al Conurbano prevén llegar a fines de ese mes, con 900 “chefs”. Y, antes de fin de año, a Córdoba, Mendoza, Rosario y Santa Fe. “Del otro lado no hay una empresa, sino alguien que quiere que su comida te vuelva loco”, remarcan sobre los que cocinan.

“Todo empezó en octubre. Estaba solo, cocinando, y pensé que me encantaría compartir lo que estaba haciendo con alguien. Se me ocurrió así armar la app y me sorprendió la cantidad de gente que nos dijo en las redes sociales que la usaría. En especial, personas que quedaron fuera del mercado laboral y están ansiosos por emprender. Así que dejé todo, armé un equipo, creamos la plataforma, la pusimos a prueba, la perfeccionamos y ya tenemos todo listo para arrancar”, contó a Clarín Martín Pérez, el argentino que fundó Pinny y se presenta como su CEO.

El sistema admite que cada chef pueda publicar hasta 22 platos a la vez, al precio que desee. Y la plataforma se quedará con el 12,5% de cada venta. Así y todo, según Pérez, se verán precios más bajos que los del delivery común, y más variedad. “Hay muchas opciones sanas y ricas a un promedio de $ 180 a $ 200 por plato, frente a los $ 220 del delivery tradicional, y con mucho mayor calidad porque los chefs preparan la comida con productos frescos y en el momento”, dijo.

Esta semana, por ejemplo, se ofrecían en la app rolls de sushi de 8 piezas a $ 150, platos de tallarines a la bolognesa por $ 190 y porciones de tapa de asado tiernizada a $ 250, con costos de envío de entre $ 50 y $ 100.

Ahora bien, la pregunta que surge es si puede ser confiable comer lo que un vecino desconocido cocina en su casa. Y si algo así puede ser legal. Más aún cuando la app, en su “letra chica”, aclara que será sólo un mero “intermediario” y postula que cada “chef” será el único responsable de cumplir con todas las normas bromatológicas e impositivas vigentes.

Además, la empresa no verificará que los cocineros tengan todo eso en regla para admitirlos en la aplicación. «Pinny no es responsable de la sanidad o seguridad de los establecimientos en donde se preparan los platos y no verifica el cumplimiento de las leyes y normas legales aplicables a su preparación y habilitación», explican sus términos y condiciones.

“No nos corresponde inspeccionar a los chefs. Habrá un moderador para chequear qué se ofrece y cómo se publica. Y la gente podrá leer opiniones de los otros clientes”, aseguró Pérez.

Por esto, desde el sector gastronómico tradicional ya denuncian que esta app permitiría el avance de una competencia “informal” y “desleal”, y piden al Estado que no permita su avance (leer más abajo).

¿Qué requisitos debería cumplir alguien hoy para vender comida desde su propia casa “en blanco” a través de la aplicación? En lo fiscal, al menos estar inscripto en el Monotributo como prestador de servicios o vendedor de bienes, y también en Ingresos Brutos, para luego emitir ticket o factura por cada venta, explicó a Clarín José Luis Ceteri, experto en temas tributarios. «Para quien se inicia, existe la opción del Monotributo social. Y para quien vive y trabaja en Capital, también hay un régimen simplificado de Ingresos Brutos», detalló.

Pero, además, según la normativa vigente, el lugar donde se cocina debería tener una habilitación municipal que permita producir alimentos para vender. Es decir, conseguir un permiso como el que podría tener un restaurante o una rotisería, algo que en muchas jurisdicciones no está contemplado, por motivos sanitarios, para el caso de una vivienda familiar.

En el área de Bromatología de La Plata, por ejemplo, explicaron que las ventas por Internet necesitan regularse porque hoy, en casos como el de Pinny, les “resulta dificultoso intervenir”, al no tener “el lugar de producción de los alimentos para saber su procedencia”. “No tenemos jurisdicción sobre estas apps. Por eso, hay que modernizar la legislación”, agregaron en el gobierno bonaerense.

En la Ciudad, la Agencia Gubernamental de Control (AGC) fue más tajante. Tomas Schonamsgruber, director general de Higiene y Seguridad Alimentaria, dijo a Clarín que “nadie puede producir alimentos para la venta sin la habilitación correspondiente”, y que “no es posible habilitar una vivienda familiar con tal fin”, según lo previsto en el Código de Habilitaciones porteño.

En Pinny, responden a eso que el Código Alimentario Argentino sí prevé la modalidad, en sus artículos 151, 151 bis y 152. Pero en la AGC igual advierten que “quienes elaboren alimentos serán inspeccionados y, si no tienen habilitación, serán clausurados”.

«Apelamos a la responsabilidad de los ciudadanos, comprar alimentos en un lugar sin ningún tipo de control puede ser muy riesgoso para la salud«, añadió el funcionario de la AGC, organismo donde se dicta el curso de Buenas prácticas de Manipulación de Alimentos que es obligatorio para cualquier persona que trabaja en el rubro como elaborador o expendedor.

Dentro de la app, de cada chef se pueden leer opiniones y ver en qué lugar cocina.

Mientras tanto, en lo que hace a los derechos de los consumidores, el formato también presenta algunos puntos controvertidos. Jorge Surin, abogado especialista en esa temática, señaló por ejemplo que, en las condiciones del servicio, la plataforma deslinda su responsabilidad ante eventuales incumplimientos del chef.

Pero, en realidad, según el experto, y de acuerdo con las normas vigentes, «eso no la exime de su obligación frente al usuario que efectúa un pedido«. Por ejemplo, dijo, en el caso de que el precio publicitado no se cumpla o si la información brindada al usuario no resultó clara, detallada y veraz.

¿Prohibir o regular?

La experiencia indica que el choque con ciertas normas en materia impositiva, de protección del consumidor y de controles no suele impedir el lanzamiento ni la masificación de este tipo de plataformas. No lo hizo con CookApp, que ofrece desde hace varios años ir a comer a “restaurantes a puertas cerradas” pese a las quejas y denuncias del sector gastronómico tradicional. Tampoco el no encajar totalmente en las normas actuales fue una traba para que Uber y Airbnb se integraran a la vida cotidiana de millones de argentinos.

«El de Pinny es un formato del que no se encuentran experiencias muy exitosas en Europa, Estados Unidos y América Latina, pero sí en La India y en países del sudeste asiático«, explicó Marcela Basch, experta en consumo colaborativo y autora del blog El Plan C.

«Es un caso típico de economía de plataformas, donde una empresa empieza a intermediar entre privados y eso resulta disruptivo para el mercado y las regulaciones -analizó-. Esto, al igual que Uber, Airbnb y CookApp, traerá problemas regulatorios básicamente en dos líneas. Una es cómo puede el Estado proteger a los ciudadanos, más aun al tratarse de alimentos, y quién se hace responsable si algo sale mal. La otra línea es cómo cobrarle impuestos a esta actividad económica, que pasará a competir con otras que van a reclamar igualdad de condiciones.»

Lo que suele pasar en casos como este, según Basch, es que, si sólo se pretende aplicarle al nuevo fenómeno el marco legal anterior, para que compita «en igualdad de condiciones», este tipo de propuestas alternativas «avanzarán igual, en la informalidad total«. «Por eso, la tendencia que se está viendo cada vez más en el mundo es a que se creen regulaciones específicas para las plataformas. Esquemas que, sin los mismos requisitos de la modalidad tradicional, permitan que los clientes corran menos riesgos, y que el Estado pueda recaudar”, cerró.

«Voy a usar la app para tener un ingreso extra trabajando desde casa, sin jefes ni horarios»

Tarta integral de quínoa con vegetales, muffins salados, hamburguesas de lentejas con arroz yamaní y quínoa con espinaca, siempre con ingredientes de estación. También, cuando haga frío, habrá canelones de verdura y ricota, guiso de lentejas y un tradicional locro.

Estos son algunos de los platos que Andrea Capristo, una chef de 28 años, planea cocinar en su casa de La Plata y poner a la venta a través de la app Pinny. Según promete, a «precios accesibles«.

La joven, que vive con sus padres y hermanas, dice haber heredado de sus abuelos la pasión por la comida casera. Ya de chica, vendía tortas en la escuela y, cuando terminó, estudió gastronomía, para luego trabajar en varios restaurantes.

Ahora se dedica a cocinar para los eventos de un espacio cultural de su ciudad, da clases de cocina para grandes y chicos. Y la novedad: se prepara para empezar a vender comida casera a través de Pinny, plataforma que conoció por medio de una publicidad en Instagram.

«Me registre como chef y empecé a subir fotos de mis platos -cuenta-. Desde el principio, me gustó porque podés manejar tus horarios, algo fundamental para mí porque hago un montón de actividades y me permite organizarme. Además, me gusta porque yo elijo la mercadería, las verduras, y decido lo que quiero comprar». «Mi idea es usar la aplicación para obtener un ingreso extra, con la ventaja de poder trabajar desde casa y sin jefes», cerró.

Gastronómicos en alerta: advierten por riesgos y “competencia desleal”

La llegada de la app que ofrecerá delivery de “comida casera” tiene en alerta al sector gastronómico, porque creen el formato facilitaría la venta informal de comida, sin pagar impuestos y sin garantías de que sea segura.

“Nos causa gran preocupación”, dijeron a Clarín en la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de Argentina (Fehgra). Es porque, dijeron, implica “mucho más que una competencia desleal”, debido a que, si no se respetan las normas de la actividad gastronómica, “está en riesgo la seguridad pública”.

Se refieren a las que regulan, por caso, las condiciones de salubridad e higiene y las técnicas de cocción, manipulación y envasado de los alimentos. También, a la obligación de los elaboradores de tener libreta sanitaria y de hacer el curso de manipulación de alimentos. “Esperamos que las autoridades competentes actúen para garantizar las condiciones sanitarias con el objeto de evitar riesgos a la salud pública”, dijo Paulo lunzevich, vicepresidente de Fehgra.

“Estamos preocupados con el anuncio, no sólo por el perjuicio comercial que podría generarnos, sino porque está en juego lo sanitario. Nadie va a controlar la procedencia, el tratamento y el traslado de los alimentos que se vendan a través de esa aplicación”, coincidió Carlos Leuzzi, dueño de complejos gastronómicos en La Plata y presidente de «Pulpa», la cámara que nuclea a los empresarios del rubro de la capital provincial.

«En cualquier domicilio los costos son mucho menores que en nuestros locales. Así que, claramente, nos va a perjudicar», añadió Marcelo Fernández, propietario de varios locales de venta de comida y de cervecerías en La Plata. Mientras que Gonzalo Benavides, chef y empresario gastronómico platense, consideró que, aunque para el cliente pueda ser interesante conseguir productos baratos, «es riesgoso para la salud y desleal hacia los comercios».

Por su parte, Dante Camaño, titular del sindicato gastronómico de la Ciudad de Buenos Aires, advirtió a Clarín que su gremio se va a “oponer fuertemente” a la app, si ven que empieza a usarse para “competir deslealmente” con los locales que emplean a sus afiliados.

“Si alguien quiere vender comida en su casa, nos parece muy bien, pero que pague impuestos y se someta a los controles bromatológicos. Las reglas deben ser las mismas para todo el mundo”, sentenció.

Los precios de alquileres de locales se ubican en el nivel más bajo de la última década

Fuente: BAE ~ Los dueños de los inmuebles ceden para mantener los espacios ocupados La crisis del consumo se palpa en cada una de las arterias comerciales de la Ciudad de Buenos Aires.

A los propietarios de los locales se les hace cada vez más complicado mantener su establecimiento activo sin ceder rentabilidad.Por eso no extraña que el valor del alquiler se encuentre en el nivel más bajo de la última década y acercándose velozmente a lo registrado en el fatídico 2001.

Un informe de la consultora Colliers indica que en el primer semestre del año el precio promedio se situó en los US$38,06 por metros cuadrado, es decir, US$5,16 por debajo de lo registrado a fi n del año pasado, un descenso del 11,93% durante el semestre y 14,15% con respecto al mismo período de 2018.“Hay que esperar hasta después de las elecciones para ver como sigue todo.

La clave es que haya una reactivación del consumo, si no va a ser complicado”, le explica a BAE Negocios Marcelo Zuliani, Director Comercial de Colliers.De todas formas, el ejecutivo indicó que algunas zonas como la peatonal Florida están mostrando alguna recuperación, sobre todo, con la mayor cantidad de turistas extranjeros que están llegando luego de la devaluación.

Allí se pasó, en pocos meses, de un nivel de vacancia del 9% al 4,8 por ciento.Incluso, algunos locales emblemáticos que se habían desocupado pudieron encontrar inquilino rápidamente. Por caso, el inmueble que por años operó la cadena Burger King en la esquina de Florida y Corrientes ahora es ocupado por la librería Levalle. En la vereda de enfrente, en el lugar en donde funcionó por años una tradicional casa de deportes ahora habrá una tienda de la marca de indumentaria femenina Portsaid.

Justamente es Florida la que registra los valores de renta más elevados, con un promedio de casi US$47 por metro cuadrado. En la peatonal se encuentra un rango de precios alto, que va desde los US$36 a los US$70. En la década del ‘90 el precio de alquiler allí llegó a alcanzar los US$120.A tono con lo que ocurrió históricamente en la avenida Santa Fe, los locales situados cerca de la avenida Callao cotizaron por debajo de los ubicados en las cercanías de la avenida Pueyrredón.

En sintonía con el aumento de la vacancia, los valores de los inmuebles dispuestos en Santa Fe y Callao disminuyeron, mientras que los correspondientes a las propiedades emplazadas en Santa Fe y Pueyrredón se incrementaron levemente.

En los principales corredores comerciales porteños hay algo más de 11.150 metros cuadrados.En el primer semestre la tasa de vacancia general fue del 2,44%, con un leve descenso de 0,07 puntos porcentuales con respecto al cierre del 2018. Esto demuestra que los dueños de los inmuebles han tenido que bajar sus precios para mantenerlos ocupados.

La particularidad la ofrece la zona de Acoyte y Rivadavia: allí no hay locales disponibles desde el segundo semestre del 2017.Rotación de marcas El 63% de los locales que están ocupados está distribuido entre marcas de ropa y accesorios de moda (48,6%) y compañías de gastronomía (14,56%), en su gran mayoría franquicias de cafeterías y heladerías.La tasa de rotación se situó en 5,99%, una disminución de 3,26 puntos porcentuales con respecto al semestre anterior.

La mayor variación de ocupantes estuvo en la peatonal Florida, con una tasa de rotación del 13,43%, con cambios entre marcas de los mismos rubros.

Florida y Santa Fe y Callao tuvieron las tasas de vacancia más elevadas

Las marcas de ropa y accesorios de moda ocupan casi la mitad de los locales

Los gastronómicos eligieron a su Reina de la Hospitalidad 2019

Fuente: HotelNews ~ Daniela Acuña Medina de 22 años, bachiller en economía y finanza, recepcionista del restaurante La Bisteca de Puerto Madero, fue electa Reina de la Hospitalidad 2019, en el transcurso de una cena show en Tango Porteño.

Daniela fue aclamada por las personalidades que asistieron al evento, en su 16ª edición, a días de conmemorarse el Día del Trabajador Gastronómico.

Dante Camaño, titular de Patrocinadores del Turismo y los gastronómicos de la capital federal, se refirió a la fiesta que todos los años reúne a empresarios y trabajadores exhortando a no bajar los brazos ante la situación social, “por que los trabajadores nunca nos rendimos, señaló.

En su discurso cálido y por momentos emotivo, que despertó la atención de los asistentes, agradeció al personal gastronómico que trabajaba en el lugar, a las postulantes al cetro, donde mencionó qué significa la hospitalidad, reconoció la tarea de los dirigentes y trabajadores que preparan la gran fiesta de los gastronómicos en La Rural (el próximo sábado), pidiendo terminar con “tanta grieta , tanta estupidez.

La AHT estuvo representada por su presidente, Roberto Amengual, el dirigente Javier Vigliero, el director ejecutivo de la entidad, Mariano Barbeito, el director de desarrollo de filiales, Franco Di Pasquo y el asesor laboral, Nicolás Prieto.

Apericena: el rito italiano que llega para reanimar el negocio gastronómico

Fuente: La Nación ~ La bebida elaborada a base de manzanas quiere dejar atrás su imagen asociada a producto poco sofisticado y repetirel camino que recorrió la cerveza; alertan que la falta de adecuación del código alimentario puede frenar la expansión

El desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena parecen instituciones nacidas con el mundo, pero son, en realidad, inventos de la cultura creados a la medida de las circunstancias de la época. De acuerdo con el libro Cuatro comidas (Planeta), en el que el periodista Nicolás Artusi reconstruye la historia de los rituales alimentarios más populares, el desayuno fue impulsado por los monjes medievales que rompían el ayuno luego de la misa -de ahí su nombre- ; el té de la tarde fue idea de una duquesa aburrida en su castillo, y el brunch, una iniciativa de religiosos londinenses que a principios del siglo XX salían hambrientos del servicio extendido del sábado a la mañana. Con ese marco es más fácil entender que en Buenos Aires haya aparecido este año un nuevo momento gastronómico, que se explica en parte por un contexto de bolsillos flacos y búsqueda de espacios para el encuentro de profesionales solitarios: la apericena.

La apericena surgió en Italia como una variante del tradicional ritual del aperitivo que antecede a la última comida del día. «La fórmula es bastante simple», explica a LA NACION el chef italiano Pietro Sorba. «Pagás el aperitivo y tenés derecho a servirte todas las veces que quieras de un buffet de platitos chicos que pueden tener una variedad muy amplia: ensalada de pasta, cuadraditos de polenta, de focaccia, verduras grilladas, buñuelos, papas fritas». Sorba asocia el surgimiento de la apericena, hace 10 o 15 años, a un momento de crisis en el país europeo y el consecuente achicamiento de los gastos de los italianos. «Muchas personas preferían ir al bar, tomar uno o dos tragos y comer algo por alrededor de 10 euros y no sentarse a cenar en un restaurante y gastar 30 o 40», explica.

En rigor, el concepto de la apericena no desembarcó en Buenos Aires, sino que emergió desde el corazón de ese barrio del que desde hace algunos años emergen la mayoría de las novedades: Palermo. Más puntualmente, de la esquina de Russel y Thames, donde se instaló en marzo Duca Caffè & Apericena. Este bar, propiedad de Felipe Zuluaga y un grupo de socios que también es dueño de Parque Bar, tomó el concepto del país mediterráneo y lo adaptó al público local.

«Queríamos el concepto de aperitivos con comida, pero a nuestra manera, y entonces nos fuimos por el lado de tapeo italiano: sin un buffet, con un local más gourmet y acompañado de la cafetería de especialidad, que también es nuestro fuerte», explica Zuluaga. Asumiendo que el concepto de buffet sería muy difícil de replicar, en Duca diseñaron una carta con tapas frías y calientes en la que se pueden elegir tres opciones -empanada de goulash, focaccia con burrata, croquetas de espinaca, tortilla con chutney- por $220 y sumarles un aperitivo o cerveza por $100.

Si bien Duca es el bar emblemático de la apericena en Buenos Aires, no es el único. La chef Julieta Oriolo ha explorado el concepto en su café palermitano La Alacena, y el bar Tito Livio, ubicado en Colegiales, organiza periódicamente noches de música y apericena. También en Belgrano un bar en pleno proceso de creación -y aún sin nombre- apostará a este formato.

La apericena tiene cierta familiaridad con el high tea (un té tardío que no es ninguna novedad: en el café Las Violetas se sirve desde 1884), el teanner (equivalente vespertino del brunch, mezcla de las palabras tea y dinner) e incluso con «la once» chilena, que si bien con el tiempo derivó en un concepto bastante similar a una merienda tradicional, en sus inicios contenía un componente etílico. Es que una de las características de estas comidas híbridas, ubicadas en ese tiempo vacante entre una comida canónica y la otra, es justamente la posibilidad de mezclar infusiones y bebidas alcohólicas, dulce y salado.

¿Cuáles son las condiciones que propiciaron la emergencia de la apericena en Buenos Aires? Artusi adhiere a la teoría económica de Sorba -el plan de «picar» algo en vez de cenar afuera se ajusta mejor al bolsillo de muchos consumidores-, pero agrega un elemento más. «Es una parada posterior al trabajo y previa al hogar que remite a la idea de lo que los sociólogos llamaron el ‘tercer lugar’ -dice-, muy característico de esta época: un espacio que no es ni el trabajo ni la casa, pero a diferencia del ‘no lugar’ de los 90 o 2000 es un sitio donde uno establece lazos de pertenencia». Esto explica también, de algún modo, el éxito de las cafeterías: es el formato gastronómico ideal para los trabajadores portátiles, los freelancers que hacen de esos lugares su oficina y su lugar de reunión.

Para Artusi, es probable que luego de haber plantado bandera en los barrios más vanguardistas la apericena se popularice en la ciudad, y enumera tres argumentos. «Primero, por el antecedente exitoso del brunch, que hace 11 años había que explicar qué era y hoy es muy común. Por otro lado, porque responde a esta necesidad de mantener una costumbre muy arraigada en la clase media de salir a comer afuera en un contexto de práctica imposibilidad para hacerlo, y tercero, porque el porteño disfruta mucho de sentirse cosmopolita e integrado a los hábitos de las grandes ciudades».

Para Sorba es incluso raro que no se haya implementado antes. El chef italiano considera que la traba puede ser que los empresarios argentinos no logran entender del todo la fórmula o le tienen temor al consumo excesivo si es que replican el modelo puro y apuestan al buffet. «Además, la costumbre en la Argentina no es acompañar la coctelería con platitos, aunque sí existió en un momento la tradición de vermut -apunta-. Los empresarios deben pensar: si me funciona así, ¿por qué debería implementarlo? Pero es una forma de verlo. Creo que si uno suma una oferta de comida de este tipo vende también más bebidas».

Sea como fuere, la apericena ya está entre nosotros y apuesta a sumarse a la lista de ofertas gastronómicas que cubren casi por completo las 24 horas del día si se consideran desayuno, almuerzo, brunch, merienda, apericena, cena y «bajón», ese momento de voracidad posfiesta que suele estar mejor saciado por las cadenas de fast food. Y aunque la emergencia de esta nueva forma huela a extravagancia y posmodernismo, puede decirse que no hace más que continuar el hilo de la historia: ofrecer un ritual alimentario ajustado a las circunstancias de la época.

Por la crisis crece la movida gastronómica «low cost»

Fuente: Ambito ~  Sus precios son hasta tres veces más económicos que en los locales clásicos. La clave: son recintos pequeños, sin comedor, no tienen servicio de delivery propio y es mercadería congelada.

Empanadas por $20, medialunas por $8, una grande de mozzarella $80 y sandwiches de miga por $21. Estos precios no están desactualizados, son los nuevos valores que manejan los locales de comida “low cost” que se reproducen rápidamente por la Capital y el Gran Buenos Aires e irrumpen en el mundo gastronómico.

Como consecuencia de la crisis económica y los altos niveles inflacionarios, estos tipos de comercio vieron una oportunidad: salir al mercado con precios altamente competitivos y atraer a un público que ya no puede acceder al “gustito del delivery”.

“Nosotros abastecíamos a las panaderías de los supermercados, pero los plazos de pago son a 60 ó 90 días, por lo que no contábamos con fondos con liquidez en el día a día, por eso decidimos salir al mercado con clientes directos y con locales propios”, explicó Fernando Arosio, jefe de franquicias y expansión de Costumbres Argentinas.

La cadena que comenzó a operar en 2014 con 3 locales propios, creció a pasos agigantados, casi al ritmo de la inflación. A principios de año contaba con 49 sucursales, hoy ese número ascendió a 56 y prevén llegar a fin de año a 70 locales en Capital Federal.

Otro de los nuevos jugadores que irrumpe con precios hasta tres veces más económicos que cualquiera de sus competidores es la cadena Tomasso. La pizza de mozzarella cuesta $80 y cada empanada se vende a $20. “Tengo tres locales, en Palermo y Caballito. Empecé con la cadena hace 2 años y medio y abrí el último de mis locales hace apenas tres meses”, sostuvo Lucas Pehua, dueño de la franquicia, quien asegura que el negocio es muy rentable.

Una de las claves para ofrecer productos de calidad pero con precios muy competitivos es en principio contar con locales pequeños, sin comedores, con pocos empleados y sin delivery propio. “Nosotros no trabajamos con ninguna aplicación ni contamos con envío propio, pero sí llegan las motos de Glovo y Rappi a buscar los pedidos”, agregó Pehua.

Al clásico Costumbres Argentinas se sumó hace algunos meses la cadena “Al Paso”, que vende comida rápida que va desde hamburguesas hasta sandwiches. “Los locales grandes cuentan con una facturación por mes de $1,8 millones. Mientras que los comercios “Al Paso” cuentan con una facturación que va entre los $800 millones y $1,5 millones por mes con una rentabilidad neta en ambos casos de entre el 12% y 13%”, detalló Arosio. Los nombres de las cadenas se reproducen semana a semana y aparecen nuevos jugadores que ven con entusiasmo el negocio. “La empanaderia” y “Empanadas Brozziano”, entre otras, ofrecen el mismo tipo de producto. Una amplia variedad de gustos a un precio que oscila entre los $19 y $20 la unidad y medialunas de grasa y manteca a $8 cada una. En todos los casos se trata de mercadería congelada que se prepara según la demanda. “La clave del éxito es ofrecer productos de calidad a precios muy accesibles. Todos los estratos sociales nos eligen, todos los productos superan la expectativa del consumidor. Eso lo logramos con una fuerte inversión inicial de la empresa en maquinaria”, concluyó Arosio.

Innovación: cómo el Starbucks del vino está democratizando la experiencia gourmet

Fuente: La Nación ~  Lejos de Napa Valley, la cadena de restaurantes Cooper’s Hawk, nacida en el medio oeste de Estados Unidos, está convirtiendo a una multitud de personas en enófilas cada año

El consumo de vino en los Estados Unidos -que llegó a su pico a mediados de la década del 2000, cuando marcas baratas, como Yellow Tail, aparecieron en las góndolas- casi se ha estancado en los últimos años, según un informe del Silicon Valley Bank en enero. La generación de los babyboomers, que eran los más bebedores de vino, están tomando menos al envejecer, mientras que los millennials prefieren la cerveza artesanal, los cócteles y el cannabis. Pero lo que el informe citó como problema clave de la industria específicamente «es la falta de estrategias innovadoras alternativas para llegar directo a los consumidores más allá de los modelos de salas y clubes de degustación».

Frente a este pronóstico sombrío, hay una empresa que resiste. Cooper’s Hawk, con sede en Orland Park, Illinois, ha sido la pionera en desarrollar un innovador modelo de negocios para acercar nuevos consumidores al mundo del vino. La compañía vendió 750.000 cajas de vino el año pasado, y llegó calladamente a figurar entre las 30 bodegas principales de Estados Unidos. Opera 34 restaurantes en el medio oeste, Florida y la costa este, y cuenta con 375.000 miembros de su club del vino.

Tuvo ingresos por US$282 millones en 2018 y ganancias de casi US$10 millones. Hace unas semanas, el fondo de inversiones Ares Management, con sede en California, compró una participación minoritaria que se valúa en más de US$700 millones.

Cooper’s Hawk ha tenido éxito en gran medida al producir vino accesible a consumidores no iniciados. Tradicionalmente, las bodegas tienen salas de cata, en las que la gente paga para probar vinos. La expectativa es que compren unas cuantas botellas. Los fans pueden comprar suscripciones y se envían cajas directamente a sus hogares en forma mensual o trimestral.

Cooper’s Hawk facilita esta experiencia en un ambiente más familiar de un restaurante, muy lejos de Napa Valley, la capital del vino en Estados Unidos. «La principal diferencia -dice Mike Veseth, profesor de Economía Política y autor del sitio Wine Economist– es que se trata de un modelo integrado; producen el vino y lo venden directo a los consumidores a través de la cadena de restaurantes». El especialista asegura que su propuesta es eficiente y replicable. «No hay nada como esto a su escala», dice Veseth.

Muchas hectáreas de colinas cubiertas de vides no eran lo que tenía en mente el fundador y CEO Tim McEnery cuando comenzó a pensar en Cooper’s Hawk en 2001. Su idea era crear un centro de cata de vino que operara como un pub cervecero: produciría vino en el lugar y lo serviría con un menú completo. Aunque las uvas vinieran de la zona vitivinícola de California, el vino se haría en el lugar.

McEnery dice que los «restaurantes de vino» parecían una idea simple. Pero al investigar en internet no encontró un solo ejemplo, por lo que reunió US$1,3 millones de amigos y familiares y obtuvo un préstamo para pequeñas empresas de US$1 millón.

McEnery, de 43 años, que había comenzado a trabajar lavando platos en un club de golf a los 11 años y fue administrador de un restaurante con poco más de 20 años, comenzó a educarse en lo básico de la producción de vino. Abrió su primer negocio a una hora del centro de Chicago en un suburbio llamado Orland Park y experimentó con vinos de la zona. Embotelló su primer viognier en 2005. No fue un proceso fácil. «Pedí el equipo y no entendía cómo hacer funcionar las bombas», recuerda. Su objetivo con la primera partida de vino era «no arruinarlo». Al año había aprendido a producir sus propias partidas de chardonnay, cabernet y syrah.

Para el segundo año, McEnery estaba haciendo su propio vino en su propia bodega, ofreciendo alrededor de 11 variedades diferentes en la sala de cata de Cooper’s Hawk y en el menú en la sala con capacidad para 297 comensales.

En una oportunidad, tuvo que ponerse ropa impermeable para arreglar una máquina llena de vino. Al sumergirse en la mezcla, llegó un visitante inesperado. Era uno de los inversores en los restaurantes. El inversor, nada perturbado, le hizo una pregunta: «¿Alguna vez se le ocurrió que puede tener una idea innovadora?».

El inversor le pidió a McEnery: «¿Por qué no se va a casa y se sirve un vaso de vino y piensa si quiere tener un restaurante o le gustaría explorar la posibilidad de agrandar esto?».

McEnery abrió un segundo establecimiento en la cercana ciudad Burr Ridge, Illinois, menos de dos años después, y un tercero en Wheeling, Illinois, menos de un año después de aquello. Con el tiempo, McEnery renunció a producir el vino y contrató a un experto para desarrollar la colección de Cooper’s Hawk. Trasladó la operación de embotellado a instalaciones de 11.600 metros cuadrados y vendió una porción de la compañía a un accionista de capitales privados, aunque retuvo el control.

Aunque los restaurantes siguen aportando alrededor del 70% de los ingresos de la compañía (lo que incluye la venta de vino en el lugar), el negocio del vino, dice McEnery, está creciendo. En los últimos años forjó asociaciones con bodegas como Coppola y organizaciones como la Asociación de Actores de Cine para producir botellas que pueden venderse hasta por US$70. Más de 375.000 suscriptores pagan entre US$18 y US$38 por mes por el envío de una o dos botellas a sus hogares o las pueden retirar en el establecimiento más cercano de Cooper’s Hawk, que es por lo que optan el 99% de los miembros.

Cree que la gente está más interesada en el vino si se le da un ambiente agradable en el que conocerlo y que por demasiado tiempo se ha considerado que el vino es una bebida que requiere un paladar refinado y mucho dinero. Las botellas de US$30 de Cooper’s Hawk se ubican entre el mercado masivo y opciones más caras, y su sabor encaja en este terreno: el chardonnay tiene sabor a tanino, el pinot es ácido y ninguno tiene un retrosabor desagradable. Se podría decir que Cooper’s Hawk está haciendo por el vino lo que hizo Starbucks por el café gourmet: bajar la barrera al ingreso para los novatos manteniendo la concentración en la estética y la experiencia.

Según Veseth, de Wine Economist, esto beneficia a todo el sector. La gente «descubre cómo es ir a una sala de cata de vino y no necesita ir a la región viñatera. Está al lado del centro comercial local», dice. «Proyectos como este hacen crecer el mercado».

Antes de fin de año, Cooper’s Hawk planea abrir su primer restaurante en una gran ciudad: Chicago. Tendrá tres pisos, lugar para más de 400 comensales y su ubicación será en el concurrido barrio West Loop. Para McEnery, esta avanzada, que apuntará a enófilos, demostrará si el negocio puede trascender los suburbios. Imagina que Cooper’s Hawk puede convertirse en una marca de estilo de vida, incorporando ofertas como viajes y otros alimentos. McEnery incluso sueña con algún día incluso espera inaugurar un Cooper’s Hawk en pleno Napa Valley, California.

El juez que suspendió las apps de delivery: “No es empleo”

Fuente AND ~ Se trata del magistrado Roberto Gallardo, quien las comparó con un taller textil clandestino. Fue en respuesta a Rodríguez Larreta, quien aseguró que se trata de una medida “política” y “dan mucho trabajo”.

El juez porteño Roberto Gallardo, quien suspendió por “razones de seguridad” la actividad en la Ciudad Autónoma de las apps de delivery Glovo, Rappi y Pedidos Ya, ratificó su postura: “No generan empleo, generan ocupación, un ingreso, pero bajo una relación abusiva e ilegal”.

Su defensa fue a partir de las declaraciones del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien cuestionó la medida y la calificó “de política”, al tiempo que aseguró que dichas apps “dan mucho trabajo”.

“Rige una medida cautelar que prohíbe el funcionamiento de estas empresas en estas condiciones, porque no se adecúan al marco legal vigente. Estas firmas que vinieron no quieren ajustarse a lo que la ley dice, quieren un marco específico, que es que cada uno se arregle como pueda”, replicó el magistrado en declaraciones a TN.

El fallo de Gallardo fue a partir del incumplimiento de una medida cautelar de la Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios que solicitó la regularización del servicio de mensajería.

Según el juez, las empresas de delivery incumplieron la resolución de la Cámara de Apelaciones del último 10 de julio al no presentar una lista completa de su personal y la constancia de haberles entregado los dispositivos de seguridad vial exigidos por la ley: un casco, material para ser identificados en la oscuridad, libreta sanitaria y que la mochila no vaya pegada al hombro.

“Las empresas no quieren acatar la ley. No es empleo, genera ocupación, genera un ingreso, pero es bajo una relación abusiva e ilegal. Un taller clandestino textil también genera un ingreso, le pagan a la gente, pero con ese criterio yo diría: ‘No se puede clausurar un taller clandestino’”, replicó con dureza Gallardo a los dichos de Rodríguez Larreta.

A lo que agregó: “Las personas trabajan en términos informales, precarizados, nadie tiene un control. Pedí que me entreguen la lista del personal afectado y no la tengo, tampoco la tiene el gobierno de la Ciudad, entonces no se puede controlar absolutamente nada”. (ANDigital)

Rabieta inauguró su planta y arribó a los supermercados

Fuente: Pulso Cervecero ~ la planta de Rabieta en Pilar demandó una inversión inicial de US$ 5 millones y está equipada para envasar hasta 120.000 litros mensuales. Las variedades que están embotellando y distribuyendo a los supermercados del país son Irish Red Ale, IPA, Golden, Red Honey y Wee Heavy.

os socios de Rabieta son: Gustavo Schickendantz, ex vicepresidente de Marketing e Innovación en Heineken Global, Miguel de Achával, Gerente Comercial y Marketing del Hipódromo de Palermo; Tomás Fellner, ex director de Trade Marketing en Quilmes; Rubén Diciero, maestro cervecero y ex gerente industrial en Quilmes; Guido Muhr, ex gerente de planta en Cervecería Boliviana Nacional; y Sebastián Mackinnon, Managing Director en Diageo Guinness para América Latina.

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“Habiéndose puesto ya en marcha la producción en Pilar estaremos inaugurando para la primavera y en el mismo predio, un lugar para pasar el día con amigos y en familia, en un espacio cálido, relajado, rodeado de verde, con el espíritu Rabieta y también ofrecerles a los visitantes, la posibilidad de recorrer el polo cervecero y observar el proceso de fabricación. Apostamos desde el comienzo a desarrollar un producto y una marca que -aún en esta coyuntura y contra viento y marea- nos permita cumplir el sueño de producir cerveza craft de óptima calidad”, subraya Miguel de Achával.

“En línea con las pymes, Rabieta se plantea a sí misma como una pyme más: que quiere ser pujante, que le importa que el país salga adelante. Así es como, basados en una propuesta de calidad: importamos las mejores máquinas para producir y romper el molde, y que la cerveza craft pueda viajar, salir del país y representarnos. Ojalá alguna vez podamos compartir el container con otras craft para llevar cerveza argentina a todo el mundo”, agrega Schickendantz.

Provoleta Crispy de McDonalds: entrevista al chef que ideó la hamburguesa más argentina

Fuente: La Voz ~ Ariel Gravano es el chef ejecutivo de McDonalds para toda Latinoamérica. Este laureado cocinero lidera desde hace un año y medio el equipo de “Menu Innovation” en Arcos Dorados, la compañía licenciataria de la cadena en Argentina.

Y, con su último lanzamiento, le hace honor al cargo. La flamante Provoleta Crispy es novedosa en varios sentidos para la popular hamburguesería.

Por un lado, incluye ingredientes inéditos dentro del menú de McDonalds como rúcula y queso provoleta, y por primera vez usan pan ciabatta en lugar del habitual brioche. Lleva, por supuesto, dos medallones de carne de 110 gramos cada uno.

La hamburguesa forma parte de la línea Signature Collection, es decir, los productos de espíritu gourmet de la marca.

Se trata de una hamburguesa desarrollada íntegramente en Argentina por la compañía, que sólo se vende aquí y en Uruguay.

En muchos lugares del mundo, McDonalds tiene hamburguesas exclusivas según la región (McFish en Brasil, Mc Raclette en Suiza, por ejemplo).

El lanzamiento que presentaron la semana pasada en Córdoba es el producto más «local» de la famosa cadena de comida rápida en su historia en el país.

«Nosotros desde el equipo de menú corporativo tratamos de buscar todo lo que son las tendencias y esto de trabajar con quesos naturales es muy importante en una hamburguesa. Un queso natural, que lo podemos hacer a la plancha, hay que buscar qué tipo de perfil es. En Argentina obviamente que la provoleta perfuma superbien y por eso la usamos en una combinación ideal italiano-argentina. Quizás en otro país podríamos usar parmesano, o el coalho en Brasil», ejemplifica.

La rúcula es un ingrediente que está muy presente en el consumo de los argentinos, con una verdadera explosión en los últimos años. Esta es la primera vez que McDonalds la incluye dentro de sus sándwiches.

«Nosotros tenemos que estar siempre atentos a la tendencia y encontrar el momento justo. Cuando recién se empezó a comer rúcula, si nosotros la usábamos quizás hubiera habido mucha gente que no la iba a conocer”, explica Gravano.

“Hoy creo que es un producto que alcanza a todos nuestros clientes y que es verdad que ya se estaba pidiendo hacía bastante. Obviamente que no queremos cualquier tipo de rúcula: trabajamos con una de calidad, bien picante para que se sienta en el sándwich, y eso con nuestros proveedores es un trabajo muy largo, no es tan sencillo».

Lo gourmet, en alza

La línea Signature Collection representa el 10 por ciento de todos los productos vendidos por McDonalds, y está en ascenso. Los combos tienen un costo mayor, pero su público los está adoptando. “El cliente que busca este tipo de productos tiene entre 18 a 34 años, y lo definiría como aspiracional. Buscamos a ese público curioso de nuevos sabores y con calidad», grafica Gravano.

Sin embargo, Provoleta Crispy ha impactado en su público en general. «Desde que la lanzamos, todos los perfiles la consumen. Agotamos stock rápidamente incluso», confiesa, dado que en Buenos Aires se lanzó antes que en Córdoba.

La línea Signature no corresponde a la oferta global de productos de la cadena, con lo cual es un lanzamiento propio e independiente. Cada hamburguesa que lanzan bajo este concepto tarda no menos de 9 meses en completar su desarrollo.

–¿Hay posibilidades de que un producto como este después se termine vendiendo en otros McDonalds del mundo?

–Sí, puede pasar. Cada dos años hacen reuniones globales en todo el mundo, y puede pasar que algún producto nuestro lo vean a nivel global y se haga el desarrollo.

–¿Habría un «copyright» tuyo en ese caso?

–(Risas) No, pero la verdad que sería un honor para mí que una hamburguesa que desarrolló el equipo de Arcos Dorados (la empresa licenciataria de McDonalds en el país) cruce las fronteras y se pueda desarrollar en otras partes del mundo. Un sueño.

–¿Estamos viviendo la era dorada de las hamburguesas?

–Sí, creo que es así. McDonalds creo que es el emblema de las grandes hamburgueserías, con un BigMc que tiene 50 años. Pero se da un movimiento no sólo aquí en Argentina sino prácticamente en todo el mundo de las hamburgueserías artesanales. Eso hace tener clientes más exigentes, más curiosos, más gourmet, que aspiren a tener algo distinto y para eso está este equipo de McDonalds, para ofrecer lo que nos puedan exigir. Creo que nos hace bien, nos hace subir la vara, lograr buenos desarrollos y estar siempre a la vanguardia.

–¿Qué se viene para el mercado de la hamburguesa en general y para McDonalds en particular para los próximos años?

–Estamos trabajando en lo que la tendencia nos va indicando que es buen desarrollo de panes y quesos naturales, y haciendo mucho hincapié en salsas bien homemade, o sea, salsas con más texturas, combinar también texturas en nuestras hamburguesas como lo venimos haciendo. El camino está por ahí. Yo doy charlas en donde se suele hacer una buena comparación, donde nuestras hamburguesas no distan de un plato de restaurante, es decir que tienen todos los componentes. Tenemos proteínas, hidratos, vegetales, salsa, decoración… en todo ese juego de textura que tenemos en nuestro sándwich es en donde hay que trabajar y explotarlo al máximo.