Tomás Kalika, el chef que creó Mishiguene, el restaurante argentino de comida judía que está entre los mejores del mundo y ahora llega a México

Fuente: Cronista ~ A punto de cumplir 8 años en Buenos Aires, Mishiguene se consagró como uno de los mejores 100 restaurantes del mundo. El Cronista habló con Tomás Kalika, su chef y cofundador, sobre el secreto del éxito y su desembarco en la Ciudad de México.

Tomás Kalika (42) es el chef detrás de Mishiguene, el restaurante de cocina judía que inauguró hace casi 8 años en Buenos Aires y este 2022 se consagró como uno de los mejores 100 del mundo.

Mishiguene, ubicado en el barrio porteño de Palermo, estuvo varias veces entre los 50 mejores de América latina según The World ‘s 50 Best Restaurants, pero esta vez ingresó al listado mundial en el puesto 88. Junto con la parrilla Don Julio, en el 14, son los únicos argentinos en el prestigioso ranking

Desde México, donde se encuentra ultimando detalles del desembarco de Mishiguene en ese país, Kalika conversó con El Cronista sobre este reconocimiento, sus 25 años de carrera en la gastronomía y los próximos pasos de la marca junto a su socio Javier Ickowicz, fundador dela cadena Nucha.

«En Mishiguene tuvimos muy en claro a qué nos dedicábamos y cuál era nuestra misión en el mercado, ese es el secreto principal por el cual tuvo tanto éxito«, reveló el chef en esta entrevista.

Tomás Kalika en la premiación de los 50 Best en Londres. Foto: Instagram 

¿Cómo recibiste la noticia de que Mishiguene está entre los mejores 100 restaurantes del mundo?

Muy bien, sorprendido, porque no estábamos haciendo nada en particular para poder ser elegidos en la lista. Al mismo tiempo lo siento como algo orgánico, natural de un restaurante que lleva 8 años en el mercado y viene muy bien asentado, sabiendo a qué se dedica y qué tiene para contar. Mishiguene viene creciendo desde que abrimos: primero fue haber ingresado en los 50 Best de Latinoamérica en 2017, luego tener un pop-up en Nueva York y ahora abrir un restaurante en México, que será mucho más completo que el que tenemos en Buenos Aires, a nivel equipamiento e instalaciones. 

¿Qué significa para vos este reconocimiento?

A nivel personal, es un mimo y una alegría muy grande, pero este tipo de distinciones no las podés tomar a carácter personal. La gastronomía no funciona de manera unipersonal, es un equipo de trabajo muy grande. Mishiguene tiene cerca de 35 personas trabajando y el premio es el resultado del esfuerzo y el trabajo de toda esa gente. Que Mishiguene hoy esté tan sólido como está es el resultado del trabajo de todas las personas que pasaron por el restaurante en estos 8 años.

¿Y qué significa para la gastronomía del país, que haya dos restaurantes argentinos en el listado?

Argentina tiene mucho más para dar. Creo que todos los que estemos en esa lista, sea Don Julio (que quedó en el puesto 14 del ranking mundial), Mishiguene, o el que le toque, le abre la puerta a todos los demás. Es una vidriera, un espacio para divulgar lo que Buenos Aires y Argentina tienen para dar.

Kalika, junto con su socio Javier Ickowicz, pusieron a Mishiguene entre los mejores 100 restaurantes del mundo

¿Cómo empezaste tu carrera en el mundo de la gastronomía?

De muy chico, a finales de mis 16 años, me fui a vivir a Israel. El primer año viví en Kibutz, en el norte del país, donde tuve mi primer trabajo operando máquinas lavavajillas. Luego me fui a Jerusalén, donde conseguí trabajo de lavacopas en el restaurante de un cocinero israelí muy conocido, Eyal Shani. Esa primera experiencia me marcó de por vida, me enamoré completamente de la profesión. Yo no estudié cocina, no tenía plata para pagarme la carrera, pero tenía 17 años y me iba a una librería a leer libros de cocina y tomar apuntes para poder aprender.

¿De chico soñaste alguna vez con trabajar en gastronomía?

No, para nada, fue resultado más de la casualidad y de las contingencias de la vida que de querer dedicarme a esto. Yo vengo de una familia humilde, de clase media/baja. No había dinero en mi casa y había que trabajar desde muy chico. Me fui a Israel porque mi madre vio un plan para adolescentes para emigrar con trabajo y gastos de estudio cubiertos, cosa que en Argentina no había. Terminé trabajando de lavacopas porque fue lo que había aprendido en Kibutz, y tuve la suerte de que sea en la cocina de Eyal Shani.

¿Cómo llegó la idea de abrir Mishiguene?

Vuelvo a Buenos Aires ya como cocinero consumado, después de trabajar mucho afuera. Tuve la oportunidad de abrir mi primer restaurante, que se llamó The Food Factory, en 2010. Fue una experiencia muy enriquecedora, era precioso y funcionaba bien, pero me fue muy mal económicamente. Fue mi primera gestión como gastronómico y cometí muchos errores, me equivoqué de diferentes maneras. Esa fue la puerta para que apareciera Mishiguene después.

Mishiguene se define como «cocina de inmigrantes», con alta cocina judía

¿Cuál crees que fue la clave por la que Mishiguene funcionó tan bien desde el comienzo?

Creo que los grandes restaurantes tienen siempre algo importante para contar, a nivel conceptual, tienen un por qué, una misión. Y Mishiguene tuvo eso desde el primer día. No se trata solamente de tener un muy buen nivel de cocina, un excelente servicio y una gran ambientación. En Mishiguene tuvimos muy en claro a qué nos dedicábamos y cuál era nuestra misión en el mercado, ese es el secreto principal por el cual tuvo tanto éxito. Hay un concepto sólido, pensado de manera muy redonda.

¿Cuál es ese concepto?

Mishiguene tomó de alguna manera la bandera de la nueva cocina judía. Fuimos los precursores en el mundo entero sobre alta cocina judía. Esta cocina siempre estuvo resguardada en la casa de nuestras madres y abuelas y nunca había tenido la oportunidad de tener un marco gastronómico, reversionado con técnicas actuales. El mapa culinario judío es uno de los más grandes y extensos del mundo, porque no habla de un territorio específico, como puede ser la gastronomía italiana o francesa. Habla de la historia de un pueblo que fue migrando a lo largo y ancho del mundo desde el principio de los tiempos. Fuimos llevando nuestras recetas, tradiciones e ingredientes al mundo.

En 2021, pandemia mediante, abrieron Café Mishiguene. ¿Cómo se diferencia del restaurante?

Café Mishiguene es el alter ego de Mishiguene. Es todo lo que el otro no es. El restaurante abre solamente de noche, todos los días de 19 horas al cierre. Y hay toda una versión dentro de la cocina judía que puede ser más informal, más simple y confortable. Café Mishiguene es todo eso que el restaurante tiene para contar y no lo hace porque el formato no lo permite. Desde que lo abrimos fue un éxito rotundo, la gente lo recibió de manera increíble. Es un local muy chiquito y siempre tenemos gente esperando para entrar y sentarse, con una amplia propuesta  de panadería, cocina y pastelería. Además, todo lo que está en la carta es para llevar.

Cafe Mishiguene, que abrió en 2021 en Palermo en Cabello 3181

¿Es una decisión que se aceleró con la pandemia o que ya venían analizando hacía tiempo?

 Café lo pensamos desde hace mucho tiempo con Javier y de hecho tenemos más ideas para llevar adelante con Mishiguene. La pandemia de alguna manera nos ayudó porque tuvimos que dar de baja el restaurante y transformarlo en algo más informal, que era el concepto de Café Mishiguene. Nos dimos cuenta que ese era el momento de traerlo al mercado. De a poco, cuando dimos de baja el delivery del restaurante, apareció Café.

Los planes de expansión de mishiguene

¿Cómo es el proyecto de Mishiguene en México? 

La cocina judía es un mapa enorme que está en todas partes y México no es la excepción. Hay mucho para contar sobre la comida judía mexicana. Más allá de eso, el mercado mexicano es muy grande, basto, con una economía potente y un consumo muy fuerte. Nuestra idea es llevar la propuesta de cocina judía a todos los mercados donde Mishiguene sea bienvenido. México es muy tentador no solo para nosotros, sino para cualquier gastronómico que quiera traer su concepto acá. Es un país muy generoso, con un perfil de clientela que consume muy buen nivel de gastronomía, que valora el producto, la técnica, el concepto. Estamos trabajando hace un año y medio en el proyecto, con nuestros socios locales, y estamos por abrir muy pronto.

¿Hay fecha de apertura?

Apuntamos para septiembre de este año. El restaurante está en la Ciudad de México, en el barrio Lomas de Chapultepec.

Ciudad de México, la próxima apertura de Mishiguene

¿Tienen otros proyectos de apertura en mente?

Queremos que Mishiguene crezca y llegue a muchas ciudades. De manera puntual hoy hablamos de México y estamos dentro de poco, en Miami, por abrir una marca nueva en octubre. Va a ser una tercera marca dentro del grupo Mishiguene, más popular y masiva, que apunta al mercado norteamericano.

«Quisimos crear algo atemporal, que no se acabe nunca», entrevista a la pareja que creó Le Blé

Fuente: Cronista ~ Desde un café en una esquina de Colegiales a 35 locales, nuevas propuestas (incluso de decó), y una inminente planta de producción de 1000 m2 en el barrio que vio nacer esta historia con aroma a pan recién horneado/Dos viajeros y sibaritas, ella belga, él argentino/Curry y gin tonic, los lugares que les hacen «copy paste», creatividad gastronómica y back ground corpo/¿Cómo lograron convertirse en un nuevo clásico?

En una casa del oeste del Gran Buenos Aires hay una cocina imponente de sesenta metros cuadrados. Una cocina que allí es la razón de todo, al punto tal que, según sus dueños, un matrimonio entre una belga sonriente, discreta y educada y un argentino con chispa y bon vivant desde la cuna, la vivienda entera podría derrumbarse mientras les quedara la cocina. Y es que allí viven su momento favorito. Que empieza, normalmente, a las seis de la tarde cuando cocinan juntos. De fondo, música folk de Bon Iver. En las copas: vino tinto, o tal vez un gin tonic.

Les gusta hablar de viajes, de dónde van a pasar la navidad con su familia ampliada, de hijos que viven en Chile, en Australia, o la que acaba de terminar el colegio y se muda a Madrid, de sueños como el de construir una casa en el terreno que tienen en San Martín de los Andes para vivir tranquilos rodeados de montañas y lagos. El tema trabajo, y eso que son socios, no lo sacan. En esa cocina preparan recetas de todo el mundo: África, Italia, La India. Él, en pandemia, hizo el curso – «nada fácil, por cierto» -, de pizzaiolo napolitano. Aunque el plato que mejor le sale, además de las salsas para las pastas, es el Mango chicken curry.

¿Y van a abrir un Le Blé frente al lago Lacar?

¡Totalmente! Dicen al unísono como si fuera una obviedad. Le Blé significa trigo en francés.

Si ese Le Blé patagónico, imaginario (por ahora) existiera, serían ya treinta y seis Le Blé, pero ahora mismo son treinta y cinco desde que abrieron hace catorce años, en 2008, el primero, en la esquina de Álvarez Thomas y Céspedes, en Colegiales, en una Buenos Aires que en aquel entonces era ajena a los croissants, al pan estilo francés, a los tazones de buen café que se beben con ambas manos. Paul Petrelli (56) y Donatienne Fievet (49) se conocieron siendo ejecutivos de una importante aerolínea de un país vecino.

En el 98 se mudaron a Nueva York. Y aprovechaban los pasajes que les daba la aerolínea para viajar, y para comer, porque ambos son sibaritas. «Dona: ¿y si vamos a comer a Marrakech? ¿Y si vamos a comer a Roma? Nuestro placer era ese – le cuenta Paul a MALEVA, un viernes frío y lluvioso de invierno, en el local de decó «La Maison» que abrieron hace unos meses junto al pintoresco Le Blé de Vicente López, frente a la estación de tren y entre calles empedradas -, además siempre tuvimos un fuerte gusto por la estética, por la arquitectura, por el diseño y la jardinería». Donatienne, hasta los 23 años, fue una chica belga de Tournai, una ciudad tranquila, muy antigua, cerca de la frontera con Francia. Una chica del interior. Y en el interior de Bélgica, le describe a esta revista, los cafés no son «pituquitos, super prolijos e impecables como los de París» sino que son «más como de casa, acogedores, como de campo». Todo un concepto que los llevó a desistir de la primera idea que tuvieron, de emprender en el rubro gastronómico, con un restaurante tipo fusión.

«Fue en Bélgica justamente – precisa Paul -, que dijimos ¿por qué no abrimos un buen café, con un buen pan, una buena mermelada, algo atemporal, que no se acabe nunca». Además, cuando venían a Buenos Aires, y lo describe así Paul, se daban cuenta de la decadencia de «la famosa cafetería de barrio, del asturiano, con un pibe detrás del mostrador con un trapo en el hombro, con medialunas en la campana». También se estaba perdiendo la tradición de las panaderías artesanales de barrio, como las que Paul recuerda cuando era chico, en Belgrano: «te quedaba o la panadería industrial o algo más de cadena cool de afuera, entonces dijimos, por qué no le devolvemos al barrio ese mix entre una cafetería en la que te sientas como en casa con buenos productos, lindo ambiente, y pegó mal».

Hasta aquí la historia. Le Blé es mucho más presente. Un presente inquieto. Están construyendo un nuevo Centro de Producción de mil metros cuadrados, cinco veces más grande que el actual, pero siempre en Colegiales. Y lanzaron, oficialmente, nuevas propuestas. Le Blé Café Bistró (la experiencia más completa), Le Blé Petit Café (locales descontracturados y al paso), Le Blé Boulangerie (panaderías gourmet), y Le Blé Maison (objetos para la casa, realizados por artesanos argentinos).

Más allá de la influencia europea, Le Blé logró también conjugarse con naturalidad con la identidad local, de los barrios porteños. ¿Cómo lograron que esto sucediera?

Dona: yo soy belga desde lo visceral y Le Blé tiene un aire europeo, obviamente. Pero nuestro concepto, de buscar «cercanía, sentirte en casa», permitió que todos se sintieran cómodos. Y la identidad de cada Le Blé se va pensando en función del barrio: el de Puerto Madero tiene una cosa grandiosa, y el de Boedo más barrial. Además fui descubriendo que en Argentina la cocina casera era parecida, del tazón Le Blé mucha gente me dijo que le hace acordar al que tomaba cuando era chica y que les produce cierta nostalgia. Fue un poco una sorpresa. Pero fue intuitivo. Fue muy lindo descubrir que eran sabores nuestros, compartidos, que no son extraños al paladar argentino. Ni siquiera cuando hablo de un estofado cocinado tres horas en cerveza negra.

¿Y qué costumbres o platos trajiste particularmente de Bélgica Donatienne?

Justamente, la carbonara flamenca que es un estofado. Siempre ideas desde lo casero. Por ejemplo el «pain perdu», que en la traducción sería pan perdido, y que – como mucho en Bélgica – tiene una tradición que viene de la guerra y la carencia, porque es un pan seco al que se remoja con leche, y se lo mezcla con huevo y azúcar y va a la sartén, y es una tostada belga muy vendida en nuestros locales. Es el famoso «french toast» que en verdad es belga.

¿Y cómo explican el boom que tuvieron desde aquel primer local en Colegiales?

Paul: pensemos que el Colegiales de hace catorce años no es el Colegiales de ahora. Había que abrir en Colegiales. Dona estaba en Marsella con sus padres. La fui a buscar y cuando volvimos nos enteramos que, aunque el local aún no estaba listo, los vecinos ya tocaban la puerta, nos decían queremos probar el pan, y nosotros seguíamos con los ensayos. Pero tuvimos que tomar la decisión de abrir. Dejamos a los chicos en casa. Y cuando nos fuimos acercando a Álvarez Thomas y Céspedes vimos que había cola. ¡Dona no se animaba a bajar del auto! Hubo cola desde el día uno, después tuvimos que ir puliendo y argentinizando todo. Y ya estamos en todos lados.

Dona: también creo que pegó fuerte abrir una propuesta que fuera para toda hora, porque antes tenías que ir a un lugar a almorzar, y nosotros planteamos una situación que pueda ser linda durante todo el día, durante el transcurso de la mañana, a la tarde. Ahora hay un montón de cafés así, pero antes no.

Paul: también sumamos algo que se había perdido en Argentina, un lugar para tomar el té, pero con algo de onda. Nos volvimos muy fuertes en desayuno y merienda. Luego de dos años, nos propusimos rescatar el almuerzo, y contratamos chefs ejecutivos. Nos costó. Hoy la franja de Le Blé, es de ocho de la mañana a ocho de la noche sin parar. Y en algunos locales se extiende hasta más tarde. Por ejemplo, ayer abrimos en Lomitas y puede que sea hasta las once de la noche allí.

Fueron de los pioneros en apostar por la pastelería más francesa, belga, sin ir más lejos apostar por el croissant, el pain au chocolat, por mencionar dos opciones, el pan de un cierto modo. ¿Cómo asimilan que hoy esa pastelería se haya popularizado tanto?

Paul: tenemos sentimientos encontrados. Ya no la paso mal. Hay lugar para todo el mundo y, sin ser pedantes, me da tranquilidad saber que estamos bien posicionados. Hoy aparecieron un montón de lugares que hacen croissants que son riquísimos y eso nos obliga a no bajar ni un milímetro la calidad. Y no es lo mismo hacer diez croissants para vender por una ventana que hacer miles. Lo que sí me molesta un poco es cuando ves que te hacen directamente «copy paste». Le Blé todavía tiene para crecer. Vamos para los 35 locales. Le Pain Quotidien tiene cientos y Paul (cadena de cafés y pastelería fundada en París en 1889 con presencia en decenas de países) más de mil.

¿Cómo asimilan las nuevas tendencias gastronómicas? El porteño es muy esponja. Veganismo, los platos sin gluten, los ingredientes orgánicos, la moda del vermú, etc.

Paul: lo de fondo se va a quedar. Hoy no podés no tener un plato que sea vegetariano. Al veganismo, a lo orgánico, por mencionar nuevas costumbres, hay que prestarles mucha atención. Y es bueno innovar. Fuimos casi los primeros en traer las mesas largas y comunitarias, también de los primeros en ofrecer avocado toast que hoy te venden hasta en las estaciones de servicio. Hay que aggiornarse y adaptarse. Yo era contrario a las medialunas en Le Blé y Dona me dijo que me dejara de joder, que los argentinos comen medialunas todo el día y hoy es de lo más vendido. Nos equivocamos poco. Y no insistimos con lo que no funciona. Le Blé, supongamos, no es alcohol. Pusimos Negronis y vendíamos tres al mes.

¿Quién piensa la propuesta en términos gastronómicos?

Dona: yo no soy gastronómica pero me gusta comer. Y tengo los años de experiencia de Le Blé. La parte creativa, desde la exploración, me encanta. Tenemos un chef ejecutivo y tres debajo de ese cargo. Se llama Paula Paz. Arrancó en un local y fue creciendo. Con ella hacemos un trabajo muy de a dos. Nos pasamos ideas. Ahora estamos pensando la carta primavera – verano. Ella trajo una visión más vegetariana. Yo entiendo que no soy chef pero ella me acompaña e interpreta bien cuando le cuento algo. Es un trabajo muy divertido.

Atravesaron la pandemia – abriendo seis locales -, y ahora tienen varias novedades: desde los locales Boulangerie hasta La Maison que es una tienda de decó. ¿Cómo pasaron esta etapa desafiante?

Paul: nuestra formación es corporativa. De empresas en las que había que laburar mucho y hacer las cosas bien. La pandemia fue una gestión durísima, que requería de temple y empuje. No fue para cualquiera. Nuestro background «corpo» nos ayudó muchísimo. Y nuestro nicho fue un golazo porque se comió mucho pan y las boulangeries reventaban. Como dice el dicho: «pago un dólar por una buena idea y un millón por su implementación». Es una bola de nieve. También fue lindo asociarnos con la florería Conde para vender sus ramos. Dentro de poco, vamos a lanzar los foodtrucks de Le Blé. Las cosas van saliendo. Y eso que no hablamos que todo lo hicimos en el contexto de la problemática argentina. La inflación. Todo podría haber sido un desastre porque Argentina voltea a cualquier muñeco.

Dona: a la marca Le Blé la desarrollamos con intuición y estrategia. Es una marca con plasticidad. Puede estar en Recoleta o en Villa Luro. Puede ser un foodtruck o un negocio de decoración. Y nos divierte ir hacia proyectos nuevos.

¿Cuál es hoy el más importante?

Paul: la mudanza de planta, tenemos una de 200 m2 y nos pasamos a una de mil, nueva, en pleno Colegiales. Implica que el negocio está en transición: de uno familiar a uno semi industrial, son procesos distintos. Y estamos trabajando muy fuerte en «back office»: tenemos gerente general, gerente financiero. Es un cambio interno que no es fácil. Le Blé no es lo mismo de siempre. Antes el equipo me veía todos los días, ahora dos veces por semana. Ahora: el desafío es crecer sin que se pierda el espíritu. Imagínense que en el primer local yo tocaba la campana cuando salía una torta de pera, estaba cobrando en la caja, los panaderos hacían el pan allí mismo. Nos divertíamos mucho. Cada vez que abre un nuevo local, siempre vamos con Dona y el equipo. Queremos que lo que nazca, nazca bien.

Tenés Paul un proyecto de un vino propio: ¿cómo es eso?

Sí, me interesa el vino porque es un producto noble. Y lo noble es noble, como el aceite de oliva, como la madera, como el hierro. Es un vino boutique. De Mendoza. No va a tener nombre sino un símbolo de runa nórdica.

¿Cómo es trabajar en pareja al frente de Le Blé?

Lo importante es que cada uno tenga su espacio, su rol. Somos muy diferentes pero esa diferencia es genial cuando sabés quién tiene que ocuparse de qué. El lugar de Paul es el del empuje y el negocio. Yo soy más la parte creativa e imaginativa. Durante años compartimos tareas y era más conflictivo.

Gastón Riveira, creador de La Cabrera: «Quiero representar a la parrilla argentina en todos lados»

Fuente: Cronista ~ Gastón Riveira creó La Cabrera hace 20 años, una parrilla que pone a la carne argentina como producto central. Cuál es el secreto de su éxito.

Gastón Riveira es el dueño de La Cabrera, el restaurante que creó un nuevo concepto en parrilla, con la carne argentina como producto central, y que durante cuatro años consecutivos se consolidóentre los mejores de Latinoamérica según el ranking 50 Best.

¿Cuál es el secreto de su éxito? «Hay mucho mérito de la carne argentina, que es un producto de exportación. Tenemos una materia prima de excelencia«, asegura Riveira en una charla con El Cronista.

Parada obligatoria para los extranjeros, en los últimos años con la pandemia cambió su público ante la ausencia del turismo internacional y también empezó a expandirse a diferentes puntos del país.

«Todavía no nos recuperamos, pero creo que de a poco va a mejorar la cantidad de personas que vienen. Hoy casi todas las mesas son de público nacional, aún falta el brasilero que se tomaba un fin de semana para venir a pasear a Buenos Aires», cuenta el chef.

Cómo nació La Cabrera

Los comienzos de La Cabrera se remontan a 2001, signados por una fuerte crisis económica. Con 33 años, y un amor por la cocina que llevaba desde chico, Riveira decidió cumplir con su proyecto más soñado: abrir una parrilla. 

Su destino, por tradición familiar, era ser abogado; pero su vocación, que nació del contacto con sus abuelos, lo llevó por otro camino. Al terminar el colegio secundario estudió cocina y paralelamente trabajó en diferentes restaurantes y hoteles. Luego, viajó a Europa para seguir estudiando y volvió a Buenos Aires, donde trabajó y aprendió con diferentes cocineros.

«La idea del restaurante surgió en una época muy compleja del país, en 2001. No había piso ni techo. Ahí apareció esta esquina en Palermo Viejo (Cabrera y Thames), que era un bar de barrio. Siempre tuve en la cabeza que las esquinas eran lo más lindo, que son más exitosas que un lugar a mitad de cuadra», cuenta Gastón sobre sus primeros pasos en el negocio.

El secreto del éxito

La filosofía de La Cabrera, resume el chef empresario, se basa en tres aspectos: menú, ambiente y servicio.

«Los argentinos consumimos parrilla. La materia prima insignia del país es la carne. Quise abrir una parrilla con una vuelta más de tuerca. Esa vuelta son las guarniciones, sin perder lo que uno aprendió durante años que es la técnica de cocina», explica sobre el menú.

Sobre el ambiente, asegura que «la idea fue armar un lugar descontracturado, con muchos objetos antiguos que fueron de mis abuelos. Busqué en los baúles para colgar cosas en las paredes. Además, siempre me gustó que el restaurante tuviera alguna muestra de arte».

Por último, el servicio tiene que cumplir con las tres D: «distinguido, diferente y al mismo tiempo, distendido«.

La Cabrera: expansión en Argentina

Pero La Cabrera ya no es un privilegio de quienes visitan la Ciudad de Buenos Aires, ya que se expandió a distintas provincias de la Argentina. 

«Estamos en Jujuy, Mar del Plata, probablemente venga Salta y hubo conversaciones con gente de Mendoza. También estamos en Aeroparque, La Plata y el Mercado de los Carruajes, con La Cabrera Al Paso», resalta Gastón.

Y si bien la propuesta es casi igual en los diferentes locales, siempre busca incorporar productos autóctonos al menú, como por ejemplo el papín andino en el Norte. «Quiero representar a la parrilla argentina en todos lados», afirma con convicción.

Los imperdibles del restaurante y los favoritos de Riveira

Las carnes asadas y las guarniciones, servidas de una manera diferente y original, son las grandes estrellas de esta parrilla argentina que supo conquistar los paladares de argentinos y extranjeros.

Entre los cortes más pedidos del restaurante, imperdibles para una primera visita, el chef destaca el ojo de bife «por su sabor y carneza, por los tres músculos que tiene» y el asado cortado banderita «por su cercanía entre la carne y el hueso y la grasa intermuscular que tiene».

Entre sus cortes favoritos, Gastón mencionó: «De la parte delantera de la vaca, la marucha, que es un corte muy tierno y con un sabor especial. De la parte central, el ojo de bife. Y de la parte trasera, la colita de cuadril«.

¿Dónde? Cabrera 5127 y Cabrera 5099, Palermo, Buenos Aires. Info y reservas: 54 (11) 4832-5754 o +54 9 116820 4013.

Café de especialidad: ¿Por qué es la bebida favorita de los centennials?

Fuente: Perfil ~ Un experto, Nicolás Artusi, nos explica el fanatismo de los más jóvenes. También, por qué comienza una nueva era para la bebida más sofisticada y urbana de hoy.

En 2014, el periodista Nicolás Artusi lanzó el libro “Café” (Planeta), en el que realizaba un minucioso y atrapante “racconto” de la historia de esta bebida desde Etiopía hasta el auge de Starbucks. Y aunque podría pensarse que es una gran guía para aprender sobre el mundo cafetero y sus tendencias, en ocho años las cosas han cambiado mucho. El contenido de aquel primer título sigue siendo vital, pero hay muchos términos, tendencias y conceptos nuevos que se han sumado a este mundo. Aunque es una de las bebidas más antiguas que existen, sin embargo el café sigue “aggiornandose” año tras año, demostrando que siempre hay más por investigar (y catar) en su ruta. Como prueba, basta el nuevo título de Artusi, “Diccionario del café”, con varias entradas que en 2014 no hubieran existido. “Cuando escribí mi primer libro, en Argentina recién se estaba empezando a conocer el café de especialidad y se hablaba de la tercera ola del café. Hoy se habla de la cuarta y el café ‘de especialidad’ es un commodity para todas las cafeterías que inauguran”, describe al autor.

Nicolás Artusi

El gran ganador

El de “especialidad” es sin duda uno de los crecimientos más importantes en estos años. Se refiere a un café que está en su punto máximo de calidad según las características propias de su origen, y es aquel que recibe un puntaje de más de 80 puntos sobre 100 en pruebas realizadas por las distintas organizaciones que lo evalúan. Usado por primera vez en 1974 en un artículo de la revista “Tea & Coffee Trade Journal”, debió pasar casi medio siglo para que el término anclara en nuestro país. Pero una vez que lo hizo, la expansión fue colosal. Si bien no hay datos concretos, se estima que en los últimos años abrieron entre 300 y 350 cafeterías de especialidad. Y aunque Palermo nuclea la mayor cantidad por metro cuadrado (hay cuadras que tienen hasta tres juntas), el fenómeno se extiende a toda la ciudad de Buenos Aires y también a otras urbes cosmopolitas del país, como Rosario o Mar del Plata.

Elaboración del café

Como en toda tendencia, es probable que en algún momento el mercado se sature y comience un camino de depuración. “Seguramente habrá un proceso darwiniano de supervivencia del más apto”, pronostica el periodista. Pero por ahora, estas cafeterías cancheras, donde la taza llega con “arte latte” y el estilismo justo para subir a Instagram, son sobre todo el lugar de pertenencia de los “centennials”, aquellos jóvenes nacidos del 2000 en adelante. “Ellos se incorporaron al mercado del café desde muy chicos. Es una generación que lo conoció como consumo juvenil o contemporáneo, sin el prejuicio de que era una bebida para viejos”, apunta Artusi. Los centennials fueron los que migraron sus reuniones de McDonald’s a Starbucks, y que en los primeros días de la apertura de esta compañía en el Alto Palermo fueron capaces de esperar horas en fila para tomar su primer “caramel macchiato” en vaso descartable.

Diccionario del Café

Otro punto que explica su veloz ascenso es la idea de que el café es un lujo posible. “Acá un café muy bueno y uno muy malo cuestan lo mismo, unos $ 220, un dólar. Es muy democrático en su acceso, porque por ese precio podés disfrutar de una experiencia urbana, sofisticada y cosmopolita durante una hora, hora y media, conversando, leyendo o mirando tus redes”, desarrolla el especialista. Además, a diferencia de sus padres, estos chicos comprendieron que tomar café puede ser placentero y seguir una idea de excelencia. Según Artusi, mientras antes uno entraba en un bar, hacía el gesto para pedir el café y tomaba lo que le trajeran, poniéndole bastante azúcar para tapar su gusto, hoy hay un mundo de sabores a disposición del cliente, de los más variados orígenes y estilos. Algo que está muy en sintonía con estos tiempos, “una época de exploración de experiencias epicúreas”.

Y una nota extra sobre el café de especialidad: se toma tibio, porque es la manera de apreciar mejor los aromas y sabores. De servirse tan caliente como en los bares más tradicionales porteños, se corre el riesgo de quemarse o aplanar la complejidad que posee esta infusión. “El café se prepara a una temperatura máxima de 96 grados, y luego hay que dejarlo enfriar unos segundos para tomarlo. Se calcula que la temperatura ideal son 66 grados”, ilustra el especialista, no en vano reconocido como “sommelier de café”. Esa graduación, comparada con el paladar tradicional de los argentinos (sobre todo los de 40 para arriba), resulta “tibia”.

Café Dalgona

En plena navegación

Lo que también cambió en estos últimos años fue el traspaso de la Tercera Ola del café a la Cuarta. Mientras la Primera Ola estuvo caracterizada por la comercialización masiva de la bebida, su adopción en las dietas cotidianas de Occidente y la aparición del café instantáneo; la Segunda tuvo que ver con la creación de pequeñas cafeterías, primero en los Estados Unidos y después en otros países, que tomaron como inspiración las preparaciones italianas y divulgaron la idea del café gourmet. La Tercera, en tanto, comenzó en el siglo XXI y se caracteriza por la revalorización del grano como materia prima natural, considerando al café como un producto artesanal que lo aleja de la interpretación de mercancía.

Café latte.

¿Y de qué se trata entonces la Cuarta Ola? De poner el foco en la producción responsable: el cultivo orgánico, el cuidado del planeta, la sustentabilidad. “La producción del café fue bastante depredadora del ambiente. Hoy hay muchas empresas invirtiendo para cuidar el ecosistema cafeterial, porque se cree que con el cambio climático en unos 80 años podría empezar a escasear”, apunta Artusi. Así, esta ola se enfoca en cuidar el fruto y la tierra para prevenir que no nos quedemos sin café en algunas décadas.

Granos de café

En cuanto a los consumidores, hay un claro camino a mejorar la calidad del café que se consume, no solo afuera, sino también en casa. “En 2014 en los supermercados no se conseguía café que no fuera torrado, de los que tienen un agregado artificial de azúcar. Hoy esas mismas marcas siguen vendiendo el torrado, pero tienen por lo menos una variedad de café tostado natural sin azúcar”, detalla el periodista. Además, en estos últimos años, por primera vez en la historia se vendieron para uso doméstico más cafeteras de tipo espresso (incluyendo a las de cápsulas) que de filtro. “Ahora la gente que tiene la inquietud de tomar café en su casa descubrió que puede prepararse un espresso”, apunta el especialista, que recomienda a los amantes de esta infusión tener más de un método de cafetera, para poder ir probando distintos estilos.

Consultado sobre a qué se debe que una bebida milenaria siga creciendo en público y ofreciendo novedades, sumamente viva en cuanto a tendencias (algo que no sucede con otras con tanta historia, como el té), Artusi ensaya la idea de que el café tiene que ver con el intelecto y la productividad. Y así, a medida que avanzan las ideas y el pensamiento humano, es lógico que el café también progrese a la par. “Es una bebida tónica, cerebral, estimulante, que muchas veces se usa para escribir, estudiar, componer, trabajar. No podría ser de otra manera”, sintetiza.

Tato Giovannoni: “Al cliente no le importa la sustentabilidad”

Fuente: La Nación ~ Elegido mejor bartender del mundo, está por inaugurar su propia destilería, la primera que opera solo con energía renovable en Sudamérica.

El subsuelo de Arroyo 872, en Recoleta, es uno de los sitios de visita obligados para el turista foodie global. Lo es desde mucho antes de que en 2019 Florería Atlántico llegara al puesto número 3 del ranking de los 50 Mejores Bares del Mundo, y que, un año después, su capitán, Renato “Tato” Giovannoni, fuera reconocido con el Altos Bartenders’ Bartender Award (en criollo, el mejor bartender del mundo). Pero Tato conduce ese barco a distancia, desde Río de Janeiro, donde se estableció en 2014 con su esposa y socia Aline Vargas, y desde allí también sigue la obra de su destilería Mitre Fortín, a punto de inaugurarse en Mendoza, mientras ajusta los detalles de su Festival Atlántico, que convocará a muchos de los principales referentes de la coctelería en agosto en Huacaleras, Jujuy.

Junto a Adrian Glikman, su socio en la destilería Mitre Fortín, que elabora el gin pionero Príncipe de los Apóstoles
Junto a Adrian Glikman, su socio en la destilería Mitre Fortín, que elabora el gin pionero Príncipe de los Apóstoles

–Vos cumpliste uno de esos sueños que trascienden generaciones: tener un bar en la playa. ¿Cómo te fue?

–Fue hermoso. Llegar a Río de Janeiro, ver el mundial, ver a Argentina casi campeón, quedarse acá y decir “voy a abrir un bar en la playa, voy a trabajar descalzo”. Y tratar de hacer algo que no había: un restaurante/bar con coctelería como en un bar de verdad, salir de la caipi y la cosa batida más sencilla típica brasileña. Estuvo buenísimo porque fuimos el primer bar de playa con equipamiento de restaurante serio, y hasta fuimos elegidos por [el site de gastronomía] Eater como mejor bar de Río. Después… vicisitudes de la vida. Río cayó muchísimo después de los Juegos Olímpicos y la seguridad también influyó: nos robaron ocho veces en un año. Cuando tuve que comprar tres cafeteras dije basta. Pero la experiencia fue linda más allá de que el negocio no fue sustentable nunca, porque cuando llueve, hace frío o hay viento no podés abrir y el alquiler y los sueldos los pagás igual. El éxito no lo mido por lo económico, sino por lograr cumplir ese sueño que tenía de dar de comer rico en la playa. Eso me gratifica, no lo cerré con pena.

–¿Vale la pena entonces seguir soñando con un bar en la playa?

–Sí, pero en otra playa, no en Río.

–Estás por abrir tu propia destilería, ¿hace mucho que venías con este proyecto?

–La idea de la destilería nace desde el día que empezamos a producir Gin de los Apóstoles. Cuando finalmente concretamos el proyecto y compramos la tierra en Valle de Uco empezamos a pensar en la idea de hacerla lo más sustentable posible, y creo que un poco la suerte nos fue empujando a eso. Digo la suerte porque cuando compramos el terreno pensábamos que teníamos energía eléctrica cerca, pero no estaba tan cerca. Hoy estamos montando la primera destilería 100% a energía solar de Latinoamérica y con una estética particular.

–La destilería tiene forma de triángulo, ¿por qué?

–Es un triángulo de casi 500 metros cuadrados, y no por casualidad. Une un poco la magia universal en la que uno cree. En el hermetismo, el triángulo hacia arriba significa fuego y hacia abajo significa agua. Si te parás de frente a la destilería, mirando hacia la cordillera, ves una de las caras rectas hacia abajo, ves agua; si te parás desde la cordillera y mirás para abajo ves fuego. El agua y el fuego son las dos materias más importantes a la hora de destilar, a través de ellos se logra atrapar los espíritus de lo que uno hace con el alambique.

–¿Por qué elegiste Huacaleras, en Jujuy, como sede de la nueva edición de Festival Atlántico?

–El festival nace como una consecuencia de traer invitados de otros países a Florería Atlántico. Los premios de los 50 Mejores Bares del Mundo tienen muchas cosas positivas y muchas negativas. Pero una positiva es que te acerca a gente que uno admira, y en mi caso terminé siendo amigo de muchos bartenders. Cuando empecé a invitarlos a venir a la Argentina les pedía que por favor estuvieran no tres días, como es habitual, sino una semana o 10 días, para que pudiera llevarlos a conocer algún lugar del interior. Así empezó a venir gente y otra se empezó a sumarse sola diciéndome: “Tato quiero conocer Argentina”. Y un día dije: “¿Por qué no metemos todo en un paquete y hacemos un festival?”. El primero fue en Mendoza, el segundo iba a ser en Bahía Bustamante y quedó truncado por la pandemia. La tercera edición decidimos hacerla en agosto en homenaje a la Pachamama, y que mejor lugar que Jujuy, uno de los pocos lugares donde se respira esa cuestión prehispánica y donde hay tradiciones todavía vivas.

Tato en la barra de Florería Atlántico, hoy rankeado en el puesto 5 de los 50 Mejores Bares del Mundo (en 2019 había llegado al N°3)
Tato en la barra de Florería Atlántico, hoy rankeado en el puesto 5 de los 50 Mejores Bares del Mundo (en 2019 había llegado al N°3)

–Si lo bueno de los premios es conocer colegas, ¿qué es lo malo?

–Creo que si uno no está parado donde debe estar parado puede confundirse y olvidarse de lo más importante, que es que uno armó un bar para hacer feliz a la gente que va a ese bar. Por otro lado, creo que populariza algo que quizás no debería ser tan masivo. Lo que pasa es que a veces explota de gente el bar y no llegás a poder cubrir la demanda. Empezás a salir en medios que no son los que la gente que va a bares consume, y empieza a venir un montón de gente que por ahí no entiende lo que uno hace. Y negativo es hasta ahí. Que me critiquen que las paredes de Florería están sin terminar o los techos sin pintar molesta, pero creo que a nivel positivo los premios tienen muchísimas cosas. En el caso de la Argentina, nos volvió a poner en el mapa. Hoy se habla de la coctelería argentina en el mundo. Y yendo más profundo, creo que la gente no viene por el bar. La gente quiere conocer Argentina y una excusa es venir a Florería. Los que ya vinieron quieren volver, y los que no, quieren venir por lo que les han contado: la belleza del país, el encanto de su gente y cuestiones únicas, como la mezcla cultural que ha habido acá en cuanto la forma de alimentarse y beber, que creo se da solo en Argentina.

–¿Pasó ya el furor por la coctelería en el país?

–Creo que si bien hubo un boom masivo, hoy hay una selección y un crecimiento muy interesante de bares con conceptos e ideas mucho más ligados a la coctelería. Estamos en vías de llegar al mejor momento de la coctelería argentina.

–¿Se está dejando de lado el foco en el show y en lo visual a la hora de hacer un trago?

– Es algo que está pasando a nivel global y Argentina es pionera. Hoy se busca la simpleza visual, sin parafernalias, sin adornos innecesarios, pero con sabores reconocibles y que te transportan a una región del país. En la Argentina esto también está pasando con la comida. Hay mucho restaurante donde el producto es el producto: vas a comer un pescado y comés un pescado con una guarnición, pero el sabor o la cocción es impecable y vamos dejando las salsas de lado para volver a la simpleza.

Tato y Aline Vargas, su esposa y socia, en la entrega de los 50 Mejores Bares del Mundo
Tato y Aline Vargas, su esposa y socia, en la entrega de los 50 Mejores Bares del Mundo

–¿Los speakeasy (bares escondidos, con contraseña) ya fueron?

–Los que lo han hecho lo han hecho muy bien y está bueno que lo sigan sosteniendo porque no es fácil sostener un bar abierto en Argentina durante tanto tiempo. Pero sí… Igual, el paddle pasó y después volvió. Por ahí dentro de 15 años vuelven los speakeasy. Pero ahora es momento de contar otras cosas.

–Tus proyectos están ligados a la sustentabilidad. ¿Hoy al cliente de bar le importa?

–No, a la gente no le importa si creás una carta completa para que el cocktail se pueda tomar sin sorbete. Te piden sorbete igual. En Florería tenemos pajitas de acero inoxidable… y se las llevan. Con lo cual ni siquiera comprando inoxidable para luego esterilizarlo termina siendo sustentable, porque hay que volver a comprar. Nos pasa incluso con el agua filtrada que vendemos en Florería, que tiene un costo para nosotros (por el mantenimiento de los equipos y los filtros) y que permite que puedas dar un agua sin tener que comprar botellas de vidrio, sin tener su traslado desde su naciente hasta los bares, pero la gente no lo entiende y se queja. Te puedo mostrar comentarios en redes diciendo “¡me cobraron un agua que viene de la canilla!”

Pero es un camino que uno elige y trata de seguir. Es muy difícil ser 100% sustentable en un bar que no fue concebido inicialmente así, pero uno termina haciendo cosas pequeñas que suman y que ayudan.

Modelos de negocio gastronómicos y la importancia de los hábitos de consumo

Fuente: Télam ~ Sobre cómo fue cambiando el desarrollo de la gastronomía comercial en las últimas décadas, y sus cambios ante la pandemia y la aparición de las redes sociales, opinó para Télam Paula Lilia Moreno, docente de la Licenciatura en Gastronomía de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).  

La gastronomía comercial ha tenido un gran desarrollo en las últimas décadas. Junto con la ampliación de la oferta por variedad y originalidad de propuestas, ha aumentado el consumo, lo que en general ha resultado en una ampliación del mercado para beneficio de oferentes y demandantes. Este fenómeno trajo aparejado el incremento notable en el número de establecimientos, y consecuentemente en la competencia y los precios. En esto han jugado un rol determinante los costos de producción y funcionamiento general de los locales para lograr una ecuación económica satisfactoria, que en los últimos años no ha resultado muy holgada, por lo que quienes manejan «los números» deben estar atentos para no tener desfasajes o sorpresas no deseadas.

Si agregamos los eventos no previstos como la pandemia padecida durante los años 2020 y 2021, el equilibrio económico de los establecimientos colapsó y fue un gran desafío tomar decisiones para las que nadie estaba preparado. Así algunos, proyectando su funcionamiento presente al futuro, decidieron reinventarse. Organizar nuevos turnos de trabajo, rediseñar cartas, negociar plazos de pagos con proveedores, incorporar take away o delivery, o utilizar las diferentes aplicaciones, son algunas de las tantas estrategias que implementaron en búsqueda de sostener sus ventas.

Lo cierto es que las circunstancias obligaron a muchos a pensar nuevos modelos de negocios. Así fue cómo llegaron a la Argentina las cocinas fantasmas, concepto surgido en Inglaterra hace algunos años, producto de los altos costos de los alquileres. Este modelo, que se convirtió en una opción muy atractiva, se basa en vender solo con envío a domicilio, dejando de lado la atención en salón. Las cocinas fantasmas no solo permiten bajar costos de alquileres y personal, sino que también en algunos casos, el espacio puede ser compartido por propuestas diferentes. Esto se da cuando una propuesta tiene un perfil de cliente diurno y otro nocturno. Sin dudas si pensáramos en un ideal, dividir en dos muchos de los costos fijos está muy cerca de serlo.

Otro punto importante es que estos modelos de negocio trabajan fuertemente su comunicación. Las redes sociales son el caballo de batalla para hacer conocer sus propuestas, y realizar publicaciones diarias, con gran calidad de imagen, coloridas y promociones con regularidad, es la estrategia para estar presentes en las vidas de sus clientes y captar nuevos.

Cabe destacar también, que si bien como consumidores continuamos disfrutando de una salida a comer con la familia o amigos, en la pandemia, muchas personas que no pedían comida a domicilio comenzaron a hacerlo. Esto permitió sostener y hasta incrementar la demanda, y lo que para muchos fue una circunstancia, se convirtió en un hábito.

Hoy estamos navegando nuevas aguas, y las personas que se animan a emprender invierten en nuevos proyectos. Montar una cocina si bien no es algo simple, con el correcto asesoramiento, no es imposible incluso para aquellos que desconocen el rubro. Aquí es donde colocar un capital en estos modelos de negocio cobra un gran atractivo. Este tipo de inversores, alquilan el espacio ya equipado dando la posibilidad a emprendedores del rubro, de acceder a una cocina profesional sin realizar ellos la inversión. Si combinamos la disminución en los costos y nuevos hábitos en consumo gastronómico, podemos estimar que este modelo de negocio llegó para quedarse.

(Paula Lilia Moreno es docente de la Licenciatura en Gastronomía de la Universidad Argentina de la Empresa)

Mauro Colagreco: “Yo también pido sushi y pizza por delivery”

Fuente: La Nación ~ Chef del restaurante 3 estrellas Michelin Mirazur, pronto volverá a la Argentina para ser jurado de un certamen de cocina.

Mauro Colagreco aparece unos minutos tarde en la pantalla de Zoom. Pide disculpas y cuenta que llega tarde a la entrevista por el tránsito. Por estos días la Costa Azul francesa vive uno de los momentos del año de mayor intensidad: el Grand Prix de Fórmula 1 se corre en Mónaco, a menos de 10 kilómetros de la comuna francesa de Menton, donde este chef platense ha establecido su restaurante Mirazur, que lo convirtió en el primer chef no francés en obtener 3 estrellas Michelin en 2019, mismo año en que la organización 50 Best Restaurants lo situó en la cima del ranking.

Pronto Colagreco volverá a Buenos Aires para oficiar de jurado del Prix Edition Cuisine de Baron B, aunque reconoce que nunca quiso someterse a la presión que implica participar de un concurso de cocina.

Mauro Colagreco junto a su colega Martín Molteni: ambos son jurado Prix de cocina de Baron B
Mauro Colagreco junto a su colega Martín Molteni: ambos son jurado Prix de cocina de Baron B

–Sos jurado del Prix, has sido jurado en realities de cocina, ¿qué evalúas en un plato?

–Son varios aspectos. Uno es el estético, que no tiene que tener con un esteticismo en particular, sino con lo que quiere representar el cocinero con su plato. Por otro lado, el uso de productos de buena calidad, y con eso quiero decir que han estado pensados para ese plato: no es que vas al supermercado y compras dos zanahorias, tomates y un pedazo de pollo. Tiene que haber una historia que se vea en el plato. Y después que la cocción esté lo más cerca a lo perfecto y que uno pueda encontrar un maridaje de sabores.

–¿Cuando en tu restaurant presentás un plato a un comensal sentís que estás sometido a un escrutinio similar?

–Quizás por eso es que nunca me presenté a ningún concurso. Pero es un poco eso. Cuando alguien viene a un restaurante como Mirazur viene con mucha expectativa y espera que en cada plato haya una sorpresa, una cocción perfecta, ingredientes de excelencia… Es como que uno está, sin concursar, expuesto a una especie de concurso diario.

Vista de la Costa Azul francesa desde el salón del restaurant Mirazur
Vista de la Costa Azul francesa desde el salón del restaurant Mirazur

–¿Y cómo te llevás con esa presión?

–Yo la llevo bien. No la tomo como una presión externa, sino como una presión que tengo conmigo mismo. A mi me gusta hacer las cosas bien, y si hay un plato que digo “mmm, no me convence”, no lo saco. Prefiero hacer esperar y sacarlo bien, y no dejarme llevar por el rush del servicio que hace que uno deje pasar las cosas que están más o menos. Soy una persona que trata de tener una presión consigo mismo, pero no lo tomo como una presión mala. No sufro con eso. Pero obviamente existe una presión, a las que se suman las altas expectativas de la gente.

–¿Tener 3 estrellas Michelin puede generar una expectativa desmedida en la gente?

–Por suerte hay todo tipo de expectativas. Está la desmesurada, pero también la de persona que viene abierta a descubrir algo, a pasarla bien. ¡Y gracias a Dios son la mayoría! Después está quien viene con una idea hecha de lo que espera y que por ahí no se encuentra con lo que quería encontrar. Y eso pasa porque somos un restaurante donde no tenemos un servicio súper formal; es un servicio súper profesional pero muy descontracturado que rompe ciertos esquemas del servicio muy estricto a la francesa. Tenemos además una manera de interpretar un territorio que es totalmente diferente a la interpretación clásica de la cocina de la Riviera.

Mauro junto a su esposa Julia Ramos
Mauro junto a su esposa Julia RamosGentileza

–¿Y qué quejas recordás de comensales de Mirazur?

–Nosotros trabajamos con un barco pesquero de acá de Mentón, muy chiquito, que nos trae la pesca del día; más fresco, imposible. Y para mi todos los pescados son de calidad. Pero le habíamos servido a una mesa que se ve que estaban acostumbrada a ir a restaurantes donde solo le daban lo que llaman ellos los pescados “nobles”, como el rodaballo, el lenguado, el rape y la lubina, y nos hizo un escándalo porque le habíamos servido un plato con una especie de anchoa grande. Y en realidad es una pena, porque el plato estaba bárbaro. Pero el tipo estaba convencido de que lo estábamos estafando porque le estábamos sirviendo un pescado que no era noble… Otra queja típica es cuando sentamos a un comensal en una de las mesas que están un poco atrás en el salón, que tienen menos vista [al Mediterráneo]; es como si le hubiésemos arruinado la vida.

–¿Crees en eso de que el cliente siempre tiene la razón?

–No. Yo estoy de acuerdo con que el cliente tiene razón mientras que no sea una falta de respeto hacia la persona que lo está sirviendo, hacía la persona que está trabajando en cocina y hacia lo que representa nuestro trabajo. Obviamente que uno trata de darle la razón al cliente, pero eso de que el cliente es rey gracias a Dios evolucionó. Y creo que está bien que haya evolucionado: tiene que haber un mutuo respeto entre cliente y el restauranteur.

–¿Cómo fue tu experiencia como jurado en realities de cocina?

–Fue una buena experiencia, porque es muy lindo ver la progresión que hacen los candidatos en tan poco tiempo, es increíble. Pero al mismo tiempo ese tipo de programa a veces pueden tergiversar la realidad de lo que es la profesión. Y cuando yo me vi envuelto en eso decidí no participar como jurado fijo; también porque demandaba mucho tiempo y yo estaba con muchos proyectos. Ahora de vez en cuando me invitan, voy para una prueba y lo paso bien. Y trato de transmitir lo más real de este oficio, que es duro y que no es una competición. Cuando estás en un restaurant no estás en una competición; estás para darle placer a tus clientes.

Colagreco en la ceremonia de los 50 Best Restaurants, cuando Mirazur fue elegido mejor restaurante del mundo
Colagreco en la ceremonia de los 50 Best Restaurants, cuando Mirazur fue elegido mejor restaurante del mundo

–¿Vos ves realities de cocina?

–No tengo televisión en casa y no miro televisión para nada. Veo de vez en cuando alguna película con Julia [Ramos, su esposa] o con los chicos, pero siempre en la computadora. Vivimos un poco en nuestro mundo, un poco aislados de las novedades. Gracias a Dios que seguimos comprando el periódico –me gusta estar informado y soy un poco romántico del papel–, porque sino estaría totalmente aislado.

–Hablando de cosas cotidianas… ¿qué hay en tu heladera?

–Hay veces que está totalmente vacía. Tenemos la suerte de vivir al lado del huerto de Mirazur, donde tenemos gallinero y algunos frutales. Cuando hace falta nos vamos al huerto, cortamos algo, nos robamos algún huevo que otro. Y eso es algo extraordinario porque es lo más natural que puede existir. Comemos muy natural.

–¿Pedís delivery?

–Sí, yo también pido delivery. Uno de mis hijos, Luca, es loco del sushi, y le damos el gusto. Después tenemos una pizzería acá en Mentón en la que pedimos seguido porque nos gusta mucho la pizza y no siempre tenemos ganas de salir a comer.

Colagreco en la huerta de su casa, de donde salen algunos de los productos que emplea en su restaurante Mirazur
Colagreco en la huerta de su casa, de donde salen algunos de los productos que emplea en su restaurante MirazurAFP

–¿Tenés algún placer culposo respecto de la comida?

–Los dulces son los culposos, porque soy muy goloso. Me ponés un kilo de buen helado enfrente y soy capaz de comérmelo solo. O un flan con dulce de leche y crema. Son los recuerdos de la infancia que uno no resiste.

–¿Cuál es tu bebida favorita?

–Tengo etapas. Hace un tiempo atrás, cuando nos pusimos a hacer kombuchas acá en mirazur (y mi hermana Laura hace unas kombuchas geniales que ahora comercializa), estaba a full con las Kombuchas. Ahora, hice un par de viajes a jerez muy recientemente y la verdad es que sus vinos me encantaron. Los conocía, pero otra cosa es conecerlos dentro de su su contexto. Hoy por hoy el Jerez es uno de mis vinos favoritos.

La hamburguesería Carne, en Olivos, es uno de los lugares que siempre visita Colagreco cuando viene a la Argentina
La hamburguesería Carne, en Olivos, es uno de los lugares que siempre visita Colagreco cuando viene a la ArgentinaMauro Alfieri – LA NACION

–Cuando venís a la Argentina, ¿a dónde vas a comer?

–Ahora voy en agosto y lo primero que voy a hacer es ir a comerme una hamburguesa en Carne, que desde octubre de 2020 no voy y me encanta. Es un restaurante del que estoy muy orgulloso. Y después voy mucho a los de mis colegas y es el mismo círculo siempre: voy a Don julio, iba a Tegui antes de que cierre, a lo de Narda… Para mi ir a un restaurante es ir a lo de alguien. Cuando tengo tiempo voy a probar alguna cosita nueva. Pero son pocas las veces porque paso mucho tiempo en familia. Soy de mucho asado cuando voy a Argentina, asado dominguero en familia, y eso hace que tampoco me quede mucho tiempo para descubrir otras cosas.

Tras consagrarse en Buenos Aires, Daniel Hansen volvió a Jujuy para abrir Flor del Pago, su restó de cocina ítalo-colonial

Fuente: La Nación ~ Es la nueva página en la historia de este inquieto cocinero que, después de exitosas experiencias en restós propios como Sette Bacco y La Pecora Nera, decidió regresar a sus orígenes.

“Yo no quiero ser médico… ¡quiero ser cocinero!”, les dijo a sus progenitores, casi a punto de recibirse. Habían pasado cinco años desde la salida forzosa de Lozano, su pueblo, su cuna, su equilibrio existencial, cuando Daniel Hansen soltó la maldita confesión que su padre no hubiese querido escuchar nunca, y la ruptura fue inevitable.

Daniel Hansen en la barra del flamante Flor del Pago
Daniel Hansen en la barra del flamante Flor del PagoMavi Habil

La fuerza del deseo lo llevó a Nueva York; allí trabajó durante dos años y siete meses en el restaurante Sette Moma y, de paso, hizo cursos de perfeccionamiento de cocina italiana en la Culinary School. Ese baño intensivo de realidad lo purificó; llegó a decir que NY “debe ser la única ciudad donde se puede comer la mejor cocina de cualquier país del mundo”.

De vuelta al país con poco más de 24 años se aplicó a otear el horizonte de las hornallas públicas de Buenos Aires y pasó por el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG); no faltó el obligado viaje por Italia para ahondar en los secretos de esa cocina que tanto le había gustado descubrir, y en 2002, en plena hecatombe económica abrió Sette Bacco –en honor al iniciático Sette Moma– en la Reina del Plata. El éxito lo acompañó hasta que, una década más tarde, lo cerró para inaugurar La Pecora Nera (pronúnciese “pécora nera”, oveja negra), en el corazón de Recoleta, sobre la calle Ayacucho, reducto exquisito en lo que ambientación atañe y experiencia sensorial de nivel alto. Había que reservar sí o sí y para entrar era preciso tocar timbre. Una vez más, el éxito, indeclinable, golpeó a su puerta. Tan fuerte golpeó que se decidió a enfrentar un nuevo desafío: sobre la misma Ayacucho, calle abajo, se iluminó La Pecora Nera Grill, otro lujo con carnes de pastura y atinada maduración, más una intachable atención en un ambiente muy exclusivo. Resultado: nunca una mesa vacía.

Por su ubicación, estilo y tradición, la propuesta de Flor del Pago es definida por su autor como de cocina ítalo-colonial.
Por su ubicación, estilo y tradición, la propuesta de Flor del Pago es definida por su autor como de cocina ítalo-colonial.Mavi Habil

En cada emprendimiento están las horas de trabajo que exceden las dedicadas a los fuegos; con sus manos que también son hábiles fuera de la cocina, Daniel Hansen logró ambientaciones que supo resolver con criterio y mucho estilo. Piezas de hierro por él forjadas –la transformación del metal es una de sus pasiones– y cada uno de los detalles decorativos preciosistas que imperaban en esos ambientes fueron mérito suyo.

Su entusiasmo natural lo llevó a fantasear con la casona familiar de Lozano, a 10 km de Yala, en ese Jujuy verde donde transcurrieron sus años más felices hasta cumplir los diecisiete. Convertirla en posada era una tentadora posibilidad.

La finca de los Hansen es de aspecto colonial
La finca de los Hansen es de aspecto colonialMavi Habil

En marzo de 2020 se vino la noche de la pandemia y el sentido de la vida se reconfiguró en todo el planeta Tierra. Dos días después de declararse la cuarentena, el hombre enfiló rumbo al norte. Tras varias idas y venidas, por fin se mudó.

El largo regreso

Para Daniel Hansen, criado en medio de una geografía colmada de arboledas y aguas prístinas que bajan de los cerros, la vuelta a Lozano lo encuentra absolutamente centrado en su eje. Con él está su madre, fiel protectora, nacida en Buenos Aires, frente a la plaza Vicente López en una magnífica casa de época; ella se reconoce porteña “nacionalizada jujeña” y su apego a Jujuy arranca en los años en que solía veranear en Tilcara. El padre de Daniel, danés a medias, es hijo del encuentro de una criolla y un danés entero vinculado al proyecto del Tren a las Nubes. La ruptura que desató la confesión sobre su deseo de ser cocinero dejó de tener sentido hace rato; se restañaron heridas, se despejaron malentendidos, el diálogo se reanudó. Hoy, padre e hijo son carne y uña.

Daniel Hansen en la puerta de sus "pagos".
Daniel Hansen en la puerta de sus «pagos».Mavi Habil

El casco de la finca familiar, una propiedad que pasó por reiterados loteos y expropiaciones por construcción de ruta, fue el hogar que supo cobijar niñez, adolescencia y juventud de los seis hermanos Hansen: cuatro varones y dos mujeres. Esta numerosa prole llenaba las horas con paseos a caballo, remojones en la pileta, exploraciones en compañía de los perros, más la mascota favorita de Daniel: una oveja. La recuerda blanca inmaculada y eran inseparables: él se iba a pastorear por las inmediaciones y la oveja, detrás; salía a caballo y la oveja lo seguía. Un día papá Hansen, harto de esa lanuda presencia correteando hasta dentro de la misma casa, decidió exiliarla. Grande fue la pena del hijo, que la vivió como irreparable.

Butacas y mesas altas invitan al tapeo.
Butacas y mesas altas invitan al tapeo.Mavi Habil

Años más tarde, sucedió que, también por mandato familiar, Daniel debió darle la espalda a Lozano para ir a Córdoba a estudiar e iniciar el largo camino de la carrera de medicina. Para él, no podía haber otro mundo mejor fuera de su pueblo jujeño, ese que ameritó la Zamba de Lozano, con los acordes de Gustavo –Cuchi– Leguizamón y la poesía de Manuel Castilla. Esta zamba –dicho sea de paso– estuvo dedicada a Yolanda Pérez de Carenzo, más conocida como la Niña Yolanda, una poetisa, compositora y cantante cuya memoria se perpetúa en la que fue su casa (rebautizada La Sala de Yolanda y renacida en hotel boutique de dos habitaciones), fue por años la única vecina de los Hansen.

Daniel Hansen, volvió a Jujuy, y a la finca de su familia, en Lozano.
Daniel Hansen, volvió a Jujuy, y a la finca de su familia, en Lozano.Mavi Habil

Hoy, tres caballos y una yegua llamada Divina Chirimoya comparten los días de quien volvió a sus orígenes y se prepara para abrir su cocina al público. Daniel estuvo haciendo quesillo –”estoy aprendiendo”, dice– para servir, por ejemplo, con dulce de cayote. Incursionó en la preparación de blends de infusiones naturales, listos para servir al final de la comida –que también estarán a la venta– e identificadas con nombres de los árboles presentes en la zona: sauce, lapachos, ceibo, aliso del cerro. Y se propuso elaborar miel de azúcar (sic), especialidad de su casa matriz que, confiesa, “es de-li-cio-sa”.

Quesillo (elaborado por el propio Hansen) con cayote.
Quesillo (elaborado por el propio Hansen) con cayote.Mavi Habil

El restaurante, cuya apertura está programada para el 25 de mayo, se llama Flor del Pago de cocina ítalo-colonial. El apego de este cocinero a los preceptos de la gastronomía itálica hizo que llegaran con él a Jujuy. ¿Habrá que ir hasta allá para acceder a los sublimes carciofi alla giudea (alcauciles a la judía), a su espectacular risotto con hongos, a los refinados ravioles de brócoli y centolla en caldo de albahaca? En todo caso, podrán ser esos y otros platos que se concebirán reformulados con los sabores y saberes coloniales, ya sea en su esencia o en discreto acompañamiento. La mente de Hansen está en plena ebullición.

Flor del Pago abrirá mediodía y noche de martes a sábados, y domingo al mediodía. Viernes, sábado y domingo incluye servicio de té.
Flor del Pago abrirá mediodía y noche de martes a sábados, y domingo al mediodía. Viernes, sábado y domingo incluye servicio de té.Mavi Habil

El dato de color. Con motivo de una comida privada que tuvo lugar recientemente, apareció un rebaño de ovejas en el parque de Flor del Pago para sorpresa y alegría de los recién llegados, que no dudaron en fotografiarlas y sacarse selfies con estos animalitos bíblicos. Y no faltó una oveja negra. ¡La pecora nera! Era la señal que Daniel Hansen necesitaba para reafirmar su soberanía en tan bello destino jujeño.

Flor del Pago. Avda. Quintana, 7. Lozano, Jujuy. Ig: (lo estoy esperando) Mediodía y noche de martes a domingo al mediodía. Viernes, sábado y domingo incluye servicio de té.

Estos son los influencers a los que hay que seguir para saber dónde comer la mejor hamburguesa

Fuente: MDZ ~ El origen de este día es incierto pero nunca está de más comer este plato en distintos restaurantes. Estos influencers se dedican exclusivamente a probar y recomendar hamburguesas en redes sociales.

Este fin de semana es muy esperado por todos pero no solo para descansar sino porque el sábado 28 de mayo es el Día internacional de la hamburguesa y el domingo, como cada 29, es día de ñoquis en Argentina. Qué mejor razón para comer una hamburguesa que celebrar su día; de carne vacuna o de cerdo, de pollo o vegetales, con papas o puré, son muchas las versiones de este plato tan popular y fácil de hacer. 

Al ser un plato tan conocido y sin muchas complicaciones para prepararlo, prácticamente todos los restaurantes tienen alguna versión en su menú. Asimismo, hace un par de años hubo un «boom» de hamburgueserías. Y lejos de simplificar las cosas esto acaba complicando a muchos que no saben a dónde ir teniendo una oferta tan abundante como diversa. 

Foto: Instagram Burgrkid

Catadores de hamburguesas como Burger Kid y Finoyelegante comparten recomendaciones de lugares y opciones para probar. Alejandro Roig, mejor conocido como Burger Kid, creó el primer canal de Youtube de Argentina dedicado a catar hamburguesas en el año 2015. Hoy es un referente para los amantes de esta comida y su cuenta tiene más de 140 mil suscriptores.

Los videos de Burger Kid duran entre los 10 y 30 minutos, tiene un público fijo de 80 mil personas y en todos estos años no dejó de subir videos. A pesar de durar lo mismo que el capítulo de una serie, algunos videos rosan las 400 mil vistas. Roig aprovecha cuando viaja y también prueba hamburguesas de distintas partes del mundo. 

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Por otro lado, esta la pareja de TikTok que ya supera los 150 mil seguidores en la red social. Detrás de @finoyelegante, están «Luli» Alonso y Ramiro Suarez, quienes crearon la cuenta a principios del 2021 para compartir recetas que ellos mismos cocinaban. Los novios decantaron por comenzar a probar platos de distintos restaurantes y dar una devolución a sus seguidores.

En mayor medida, la pareja testea comida rápida como hamburguesas y pizza. Los videos, que no bajan de las 200 mil vistas, se superan cada vez más y algunos hasta alcanzan el millón de visitas. Los TikTok no llegan a durar ni 5 minutos y esto los hace aun más entretenidos y fáciles de ver. Entre sus videos, los preferidos son, justamente, de hamburguesas

¿Dónde se originaron las hamburguesas?

El origen del alimento que celebramos este día tiene varias teorías distintas. Una de ellas nos lleva al siglo XVII en Hamburgo, según esta historia se creó el Rundstück warm, un pan redondo al que se le añadía distintos componentes alimenticios. Esa podría haber sido la base para la hamburguesa que conocemos hoy en día.

Rundstück warm. Foto: Adventurefood

La otra teoría se sitúa en el año 1900 en Estados Unidos, cuando un inmigrante alemán acudió a un restaurante y pidió algo rápido y rico y así fue como le entregaron la primera hamburguesa. En 1920 comenzó a venderse como un plato rápido por White Castle, aunque la idea le haya pertenecido a Edgar Waldo ‘Billy’ Ingram. Dos décadas después, McDonald’s las popularizó y se encargó de atribuirles la fama del fast food. 

Pablo Park, el cocinero que se inspiró en los platos que hacía su abuela

Fuente: Télam ~ El furor de la cocina coreana en la Argentina se asienta sobre platos tradicionales con un dejo de sabor local. Al menos esa parece ser la fórmula de Pablo Park (33), uno de los principales referentes de una gastronomía que quiebra las barreras culturales.

Park Suk Chun levanta la bicicleta con ambas manos, pedalea, la hace rodar. Entonces sube. Avanza lento, indescifrable, en medio de la calle. Los cajones con verduras, alforjas improvisadas, proyectan un arco iris que dejan a Pablo Park entre la fascinación y la inquietud. No puede entender cómo hace su abuelo para mantener el equilibrio, para unir el Mercado Central con la verdulería que tienen en Ciudadela sin perder nada en el camino. Tampoco sabe que esa escena de aromas y colores fuertes será el puente que lo llevará a convertirse en uno de los cocineros más reputados de la gastronomía coreana en la Argentina.

Pablo Park tiene hoy 33 años y evoca aquellos viajes en bicicleta como una marca de origen. Una identidad que comenzó a gestarse a comienzos de los 70, cuando sus padres y abuelos, a igual que cientos de miles de coreanos, llegaron a la Argentina en busca de un nuevo horizonte.

“Cuando yo era chico solo cocinaban las mujeres, pero a mi me parecía muy divertida la cocina”.

El resto lo hizo él: estudió cocina en Mausi Sebes y pastelería con El Gato Dumas; trabajó en el hotel Four Seasons, donde renunció para viajar a Corea del Sur y aprender sobre cocina tradicional y budista; creó «Kyopo» (Aranguren 3053, Flores), uno de los primeros restaurantes que trascendió a su comunidad de origen y que está próximo a abrir sucursales en Caballito y Villa Crespo; a través de la marca “Kimchuski”, produce y vende fermentos y kimchi.

Un equipo detrs del xito pablopark
Un equipo detrás del éxito. (@pablopark)

“De chico me gustaba ver cómo cocinaba mi abuela. Cómo hacía los fermentos, las bases. Se hacía todo casero. Creo que fue ahí cuando nació mi amor por la cocina”, cuenta Pablo Park a Télam.

Park es uno de los protagonistas del furor que vive la comida coreana: el Festival Hansik reunió días atrás en Buenos Aires a treinta restaurantes con una multitud de entusiastas comensales. Al igual que el K-Pop y las series y filmes surcoreanos que se multiplican en las plataformas de streaming, la gastronomía multiplica fieles y despierta cada día mayor interés.

Una hamburguesa coreana

Pablo Park hizo de la “Kyopo Burger” uno de los puntos altos de la carta de su restaurante. Universal, pero también tradición en la Argentina, cocinar una hamburguesa original tiene sus secretos.

¿Cuáles son? “No muchos, en realidad”, responde Park  ante la consulta de Télam,  y añade enseguida que “la cocción tiene que ser cuidada”. Pero hay más: “Nosotros a la carne la marinamos de otro modo, con sabores coreanos, a base de salsa de soja, aceite de sésamo, ajo y cebolla, lo que le da un sabor especial”.

“Y también utilizamos quesos, ensaladas que tienen kimchi, vamos jugando. Ahora hicimos una hamburguesa de cerdo picante, a base de pasta de ají, que carameliza muy bien cuando está en la plancha”, completa.

Como para hacerla en casa.

Tteokguk veggy Con brcoli hongos y algas pablopark
Tteokguk veggy. Con brócoli, hongos y algas. (@pablopark)

-Pablo, ¿cuándo llegó tu familia a la Argentina?

-Mis padres y abuelos llegaron desde Corea a comienzos de los años 70. Mi papá y mi mamá vinieron por separado. Se conocieron y casaron en la Argentina. Yo nací acá. Vivimos en distinto lugares, en Buenos Aires, en Ciudadela, en La Plata, que es donde nací. Además, tengo una hermana y un hermano, aunque no a mis tíos, que ya se fueron.

-La mayoría de los inmigrantes coreanos que llegaron al país fueron dedicándose al rubro textil. ¿Tu familia se dedicó a la gastronomía?

-A la gastronomía, no. Mi abuelo tenía una verdulería. Recuerdo que cargaba los cajones desde el Mercado Central en una bicicleta. Levantaba la bici y tenía que empezar a pedalear para poder mover todo el peso que llevaba. Era la época en que vivíamos en Ciudadela. Después mi famila se dedicó a la industria textil, a la confección de ropa, como la mayoría de los coreanos que llegaron a la Argentina y se pusieron a aprender en ese rubro.

-Y vos fuiste a parar a la cocina…

-Fue raro. De chico me gustaba ver cómo cocinaba mi abuela. Ver cómo hacía los fermentos, las bases, que se guardaban en las casas. Era un momento en que se hacía todo en casa: la salsa de soja, el gochujang (pasta de ají), el guiso coreano (kimchi jjigae). Todo casero. Creo que fue ahí cuando nació mi amor por la cocina.

Hongos garbanzo coco kale garam masala pablopark
Hongos, garbanzo, coco, kale, garam masala. (@pablopark)

-Podemos decir que te colabas en la cocina de la abuela.

-Sí, puede ser. Me metía, ayudaba. A pesar de que en ese momento solo cocinaban las mujeres. Pero mi me parecía muy divertido.

-La cocina tradicional puede tener aromas fuertes ¿Qué era lo que más te atraía?

-No sé si los aromas, porque yo era muy chico y eran olores bastante fuertes. Por ejemplo, para hacer la salsa de soja coreana tenés que usar una base con unos cubos de porotos de soja, que se dejan fermentar al aire libre. Daban un olor tan fuerte que todavía me acuerdo. Todo eso concentrado no te permitía entrar a la casa. Por eso lo dejaban afuera para que fermente.

-¿Qué hay en tu cocina actual de los sabores y aromas de la niñez?

-Las bases, el kimchi. Nunca me pasaron una receta. A eso le sumé lo que fui aprendiendo. Yo sigo usando la salsa de soja, el kimchi, el guiso coreano como se hacía en mi casa. También recuerdo cómo hacían muchos platos. Los sabores fundamentalmente. Trato de recrearlos tal cual eran y a algunos fusionarlos para llegar a un sabor más argentino.   

Kale shiitake porto anco quinoa roja limon pablopark
Kale, shiitake, porto, anco, quinoa roja, limon. (@pablopark)

-Nada se pierde, todo se transforma. ¿Puede ser una máxima de la cocina coreana?

-Tratamos de aprovechar al máximo todos los ingredientes. Por ejemplo, cuando cortás la verdura usas el tallo para algo, las raíces para un caldo, y así. Tratamos de utilizar todo, sin desperdiciar nada.

-El chef argentino Javier Urondo asegura que aprendió mucho de la cocina coreana, como por ejemplo la reutilización de lo que se cocina. ¿Lo que sobra de una preparación se puede reutlizar para crear otra?

-Sí, claro. Eso es muy característico de la cocina de las familias coreanas. Cuando sobra, por ejemplo sopa, se la aprovecha reduciéndola y se mezcla con arroz y se hace un plato diferente. Todo sirve y se reutiliza para hacer otro plato. Pero esto es más en casa que en el restaurante.

-Terminaste tu formación como cocinero en Corea. ¿Fue un retorno a los origenes en busca de algo nuevo?

-Yo estudié en la Argentina y en Corea desde 2012. Me especialicé en la cocina de mis orígenes. Fue un viaje donde aprendí a reconocer más sabores. Hice cursos de cocina coreana tradicional y también de cocina budista. Además estudié cocina vegetariana y china, está última en ese país.

“Los fermentos son la base de la cocina coreana y tienen muchos probióticos, vitaminas y propiedades saludables”.

Kimchi crocante pablopark
Kimchi crocante. (@pablopark)

-¿Qué tienen en común y qué de diferente la cocina coreana y la argentina? ¿Qué de todo eso buscas en tus platos?

-En Kyopo buscamos adaptar los platos a un sabor más local. Por ejemplo, hacemos una pasta que en lugar de usar fideos de trigo utilizamos fideos de arroz, con una crema de kimchi. Así toma sabores italianos, más próximos a la tradición argentina. Sale una pasta cremosa, picantita, muy sabrosa, con sabor a mar. También hacemos un curry que se come bastante en Corea y lo adaptamos al sabor argentino, con textura y un poco de dulce, con calabaza, con queso.

-¿Esto te permite una suerte de adaptación también de los platos más tradicionales?

-Sí, claro. A un plato tadicional como el bibimbap, que tiene una base de arroz con huevo y varios ingredientes, como verduras y carnes, nosotros lo hacemos un poco más fresco. Le ponemos mango y en vez de salsa de ají picante usamos una mezcla de coco y maní que queda muy bien. Algo parecido pasa con el cerdo picante, que tiene por arriba cebolla crocante, parmesano y otros ingredientes que tradicionalmente no estaban. Hacemos cocina coreana pero siempre buscando nuevos sabores.

-En 2016 abriste Kyopo, tu primer restaurante. ¿Cómo nació la idea?

-Nació estando afuera. Cuando volví de Corea me di cuenta de que la comida coreana era desconocida para la mayoría de los argentinos. Pensé en acercarla a todo tipo de público, pero con un sabor más amigable para la tradición argentina. Cuando empezamos no había muchos restaurantes. Estábamos nosotros con Kyopo, Un Canción Coreana y Bi Won. Nada más.

-¿Por qué los fermentos son la base de la cocina coreana?

-Se usaban para conservar los productos. Se fermentaba todo para guardarlo en las épocas frías. El kimchi se guardaba bajo tierra. Todo fermentado para que dure mucho tiempo. Era un clima muy distinto y había que acopiarse en ese momento. Y hoy se siguen usando los fermentos, que son la base de la cocina corean,a y tienen muchos probióticos, vitaminas y propiedades muy saludables.

-¿Jugar en la cocina y buscar nuevos sabores son las claves de tu forma de cocinar?

-Sí, creo que sí. Tratamos siempre de ir cambiando y de buscar sabores nuevos para la gente.

Park aprendi la cocina que haca su abuela y aos despus viaj a Corea del Sur para perfeccionarse Foto Daniel Dabove
Park aprendió la cocina que hacía su abuela y años después viajó a Corea del Sur para perfeccionarse. (Foto: Daniel Dabove.)

Consejos sobre aceites y frituras

El uso de vegetales y carnes proporciona una dieta muy variada en la cocina coreana, lo que puede hacerla muy saludable. Sin embargo, también hay aceites y frituras, con las que hay que tomar recuados.

“Lo que pasa con lo frito es que depende cómo se haga. Si está cuidado o no el aceite, por ejemplo. Es muy importante que el aceite no esté quemado, que no se pase la temperatura porque se empieza a quemar, lo que a su vez produce una reacción química que es perjudicial para la salud. También es importante que no se reutilice el aceite”, detalla Pablo Park a Telám. 

“Una parte de la cocina coreana tiene mucho influencia de la cocina china”, advierte al referirse al uso de las frituras. Pero enseguida subraya: “Aún así, son alimentos bastante más saludables que una hamburguesa tradicional”.