Recuperaron una casona de 1907 para abrir un restaurante que desafía a los bodegones: “Llamé antes de que terminaran de colgar el cartel de venta”

Fuente: La Nación – En 2002, Lenny, el dueño de este nuevo emprendimiento, se enamoró de la Argentina y regresó a Londres para juntar dinero y volver al país: esta es parte de su historia


Lenny Lennon llegó por primera vez a Buenos Aires en 2002, durante un viaje como mochilero. Pensaba quedarse una semana antes de seguir rumbo a Chile y Perú, pero la semana se estiró a tres meses, tiempo suficiente para comprobar que se había enamorado de la Argentina. Regresó a Londres, donde había vivido desde los dos hasta los dieciocho años, y trabajó en distintos lugares para juntar dinero con una idea bastante clara: instalarse en Buenos Aires. No solo volvió, sino que consiguió un puesto en la cocina de un restaurante, aprendió español casi a la perfección y armó una red de amigos con los que más tarde abrió un bar (Puerta Roja) y un pequeño local de comida al paso (Banco Rojo) que fueron un éxito. Aunque nació en Nueva Zelanda —y quizá allá las personas tengan otra clase de ambiciones— fue acá donde finalmente alcanzó el “sueño del pibe”: tener un restaurante propio en San Telmo, su lugar en el mundo.

Lenny, el dueño, un día pasó por la puerta mientras colgaban el cartel de venta y llamó antes de que terminaran de colgarlo.
Lenny, el dueño, un día pasó por la puerta mientras colgaban el cartel de venta y llamó antes de que terminaran de colgarlo. Gentileza Grapín

Desafiando a la parrilla y el bodegón

Grapín abrió en octubre de 2024, y más que una novedad gastronómica, es una declaración de principios: se puede comer sin carne y llevar la cocina vegetariana a otro nivel, además de apostar al futuro en el barrio más viejo de la ciudad. Desafiando un entorno turístico dominado por la parrilla y el bodegón, no solo ofrece una carta elaborada y de estación basada solo en vegetales, sino que el proyecto puso en valor una casona de 1907 ubicada en pleno Casco Histórico, sobre calle Bolívar, restaurada por un equipo de expertos en patrimonio. Después de décadas de deterioro e intervenciones erráticas que estropearon parte de la construcción original, la propiedad volvió a brillar para asombro de los vecinos, que tantas veces pasaron por la vereda sin imaginar sus interiores

“Grapín surge un día que pasé de casualidad mientras colgaban el cartel de venta. Llamé antes de que terminaran de colgarlo. La fui a ver enseguida. Apenas entré a la casa sentí que tenía una energía muy especial. Estaba bastante abandonada, llena de plantas salvajes, el patio estaba muy verde y en ese momento pude verlo en mi cabeza” recuerda Lenny. El primer intento de compra se frustró por tema de papeleo, pero se quedó con las ganas. La casa está cerca de la suya y el espacio parecía ideal para un nuevo emprendimiento, pese a que la pandemia había dejado medio desierta la zona.

Un año después, el cartel apareció colgado de nuevo. “De vuelta llamé y esa vez salió. Tuve que convencer a mi familia para que me prestaran el dinero, porque la casa era mucho más grande de lo que estaba buscando. No encontramos información sobre su historia. En un momento fue sede del club formado por un grupo de trabajadores del Ministerio de Agricultura, acá en Paseo Colón. También pasó por ahí Hugo, de la Brigada, con un restaurante de pastas y mariscos. A lo largo del tiempo supe que la mayoría de mis amigos de San Telmo tiene alguna historia en el lugar porque también fue salón de eventos familiares” recuerda.

Hugo, de la Brigada, supo tener aquí un restaurante de pastas y mariscos.
Hugo, de la Brigada, supo tener aquí un restaurante de pastas y mariscos.Gentileza Grapín

La casa: un tesoro de 1907

Lo que quizá fue un romántico zaguán nos devuelve del caos de la calle al remanso apenas iluminado de un salón de techos altos, en bovedilla, y un patio principal cerrado por una magnífica claraboya que ya estaba ahí. Una barra en mármol de carrara y forma de herradura enmarcada por una obra del artista Martín Kazanietz, recibe y ordena el espacio donde destacan muros de ladrillo a la vista, ladrillos gruesos, los de verdad. El edificio forma parte del Área de Protección Histórica 1 (APH 1) y cuenta con un grado de protección “Cautelar”, lo que obliga -entre otros elementos- a conservar el frente.

Según la inscripción que reza en la fachada, Turone y Sozzani fueron los constructores de la casa, pero eso es todo lo que se sabe de su pasado más remoto. La puesta en valor tomó más de dos años, cuenta Lenny, atravesados por una fuerte devaluación. Pero ese impasse forzoso le permitió descubrir la nobleza de la arquitectura y entender que la propiedad merecía una intervención mayor. Para eso convocó al estudio de Marcelo Magadán, máster en restauración de monumentos, que tuvo a cargo la restauración de la fachada y de los componentes originales que se preservaban en el interior, incluyendo las carpinterías de madera y la herrería, los mármoles, el revestimiento, las molduras de yeso del hall de acceso y los muros de ladrillo.

“Por los materiales y sistemas utilizados estimamos que data del último cuarto del siglo XIX y el estilo es ‘italianizante’, típico de aquella época, dice su dueño.
“Por los materiales y sistemas utilizados estimamos que data del último cuarto del siglo XIX y el estilo es ‘italianizante’, típico de aquella época, dice su dueño. Gentileza Grapín

“Por los materiales y sistemas utilizados estimamos que data del último cuarto del siglo XIX. El estilo es ‘italianizante’, típico de aquella época, y del que todavía pueden encontrarse ejemplos en San Telmo y otros barrios de la ciudad, aunque cada vez menos, dada las persistentes demoliciones a las que se encuentra sometida —desde hace años— la arquitectura patrimonial de Buenos Aires. Es probable que en su origen haya sido una vivienda familiar que se fue transformando con el paso del tiempo” explica el arquitecto, autor de grandes proyectos en la ciudad como el Mercado de los Carruajes y las Galerías Pacífico. “Yo prefiero hablar de rehabilitación, ya que se hizo una recuperación respetuosa de lo que quedaba, a la par de una serie de adaptaciones para darle un nuevo uso, incluyendo la incorporación de la cocina y los sanitarios. Cuando nos sumamos al proyecto el primer patio estaba techado -esto al menos desde que había funcionado allí el primer restaurante-, los muros interiores tenían las bovedillas, los ladrillos de la mampostería y la estructura a la vista. Estamos hablando de un espacio que es esencial en tanto articula el funcionamiento del restaurante, más allá de tener un particular atractivo dado por la configuración de la barra de mármol y madera que -siendo un elemento contemporáneo- dialoga muy bien con los materiales históricos de la casona” agrega.

La barra de mármol y madera dialoga muy bien con los materiales históricos de la casona
La barra de mármol y madera dialoga muy bien con los materiales históricos de la casonaGentileza Grapín
Todos los ambientes, incluso el baño, mantienen la misma lógica de restauración.
Todos los ambientes, incluso el baño, mantienen la misma lógica de restauración.Gentileza Grapín

La casa ahora tiene una cava, un living privado y un patio pensado desde la sostenibilidad ambiental por el paisajista Fabio Márquez, que implementó un jardín de flora nativa -una gran Dama de Noche- que atrae mariposas y viste de verde el ambiente.

Sin proponérselo, Grapín – bautizado así en homenaje a los buenos vinos que incluyen en la carta – quedó en una ubicación ahora inmejorable. Está junto al Mercado de San Telmo, en una micro área donde en los últimos dos años surgieron bares y comercios en edificios icónicos como la Casa de las Cariátides, también restaurada y pronta a convertir su planta alta en restaurante. “Muy pocos vecinos conocían por dentro la casa, así que fue una gran sorpresa. Cuando atravesás esa puerta pensás: ¿cómo puede ser que este lugar siempre estuvo acá y no lo mirábamos?” dice Lenny.

La casa ahora tiene una cava, un living privado y un patio pensado desde la sostenibilidad ambiental.
La casa ahora tiene una cava, un living privado y un patio pensado desde la sostenibilidad ambiental.Gentileza Grapín
El paisajista Fabio Márquez implementó un jardín de flora nativa que atrae mariposas.
El paisajista Fabio Márquez implementó un jardín de flora nativa que atrae mariposas.Gentileza Grapín
Renovaron una casona de 1907 para abrir un restaurante en San Telmo
Renovaron una casona de 1907 para abrir un restaurante en San TelmoGentileza Grapín

Vegetarianos bienvenidos

La cocina de Verónica Gorgal tienta a todo tipo de comensales, incluso a los fanáticos de la carne.
La cocina de Verónica Gorgal tienta a todo tipo de comensales, incluso a los fanáticos de la carne.Gentileza Grapín

Vinos naturales, buenos tragos y la cocina de Verónica Gorgal convencen hasta al carnívoro más recalcitrante: agnolottis de zanahoria emulsionados con manteca cítrica y avellanas, tremenda lasaña de hongos, tablas de quesos, vegetales con alioli de kimchi entre opciones gluten free destacan en una carta que se organiza en platitos y platos. Hacen catas en la terraza (hay 85 etiquetas de bodegas poco convencionales), hay noches con Dj, y para rescatar vale un gesto que define el espíritu del anfitrión: además de agua con y sin gas gratuita y sin límite para los comensales, los vecinos de San Telmo son especialmente bienvenidos, un detalle que da cuenta de una verdadera conexión con la comunidad que lo recibió.

El restaurante de Saavedra que propone una pausa al mediodía con un menú exclusivo

Fuente: ámbito – Idilio amplió su horario y abre todos los días al mediodía, para degustar un menú acotado y disfrutar de sus ambientes y su cocina.

Idilio, restaurante ubicado en el barrio de Saavedra, ya consolidado como una referencia en la zona, extiende su horario y ahora abre sus puertas al mediodía con un menú acotado, pero que destaca por su selección de ingredientes, texturas y sabores.

La propuesta se define como un concepto que fusiona arquitectura y arte con gastronomía, y se caracteriza por la calidad y calidez con la que idean y realizan cada receta. El lugar cuenta con una estructura de tres niveles que reflejan el viaje narrativo de La Divina Comedia, de Dante Alighieri, obra que inspiró a sus creadores. La planta baja, que evoca una cueva, se torna íntima y acogedora y genera un clima introspectivo. El primer piso, que representa el Purgatorio, es un sitio de transición con texturas que sugieren reflexión. Finalmente, la terraza, el Paraíso, ofrece una atmósfera serena y genera un entorno armonioso y elevado. La luz natural y los materiales guían a los visitantes a disfrutar de una buena comida y bebida en este espacio ideal que oficia como punto final de la experiencia en Idilio.

El autor de los platos que dan vida a este restaurante es el reconocido chef argentino Sebastián Iraola, quien, con más de dos décadas de trayectoria, ha trabajado en reconocidos restaurantes y liderado servicios de catering. Para él, cocinar es un arte en constante evolución, donde la música y los sabores se fusionan para crear momentos inolvidables.

El autor de los platos que dan vida a este restaurante es el reconocido chef argentino Sebastián Iraola.

El autor de los platos que dan vida a este restaurante es el reconocido chef argentino Sebastián Iraola.

La nueva propuesta del menú del mediodía —disponible de lunes a domingo de 12 a 16 h— es tan sencilla como atractiva y se distingue por presentar una serie de platos eclécticos realizados con productos frescos y de temporada. El comensal puede elegir entre ocho opciones diseñadas al detalle: milanesa de pollo napolitana con puré de papas; baby beef, un bife de chorizo con papas rotas; cavatellis con pomodoro; tagliatele de espinaca con albóndigas, salsa pomodoro y mozzarella; ravioles de calabaza y mozzarella con pomodoro; risotto con vegetales de estación; ensalada tibia de pollo, que lleva espinaca fresca, mix de vegetales asados, pechuga grillada, croutons y queso provolone, y ensalada taboule, con trigo burgol, quinoa roja, limón asado, cilantro, menta, zanahoria, berenjenas, tomates confitados, frutos secos y vinagreta de miel.

El menú exclusivo del mediodía incluye gaseosa, agua o limonada y, para quienes buscan extender la sobremesa, se puede pedir café. Además, está disponible la posibilidad de agregar un postre a elección entre flan casero con dulce de leche y queso y dulce, clásicos de la cocina porteña.

Idilio amplió su horario y abre todos los días al mediodía, para degustar un menú acotado y disfrutar de sus ambientes y su cocina.

Idilio amplió su horario y abre todos los días al mediodía, para degustar un menú acotado y disfrutar de sus ambientes y su cocina.

Por la noche, la carta se amplía y aparecen nuevos ingredientes para resaltar cada preparación. Las carnes son cuidadosamente elegidas y su cocción realza su sabor intenso y profundo. Los pescados frescos se presentan con acompañamientos que exaltan su calidad natural. Las pastas artesanales, con rellenos creativos y salsas exclusivas, complementan una propuesta que también brinda opciones vegetarianas y sin TACC.

El punto culminante de la noche son sus postres, que ofrecen sabores clásicos pero con un toque de sofisticación. La oferta de bebidas incluye aperitivos clásicos, cervezas y una selección de vinos de bodegas reconocidas. Sus cócteles, creados por Ariel de la Cruz, proponen un recorrido temático que acompaña al comensal en su experiencia.

Este restaurante es un destino recomendado para los amantes de la gastronomía, ya que cada plato sorprende con sabores únicos y cada rincón despierta todos los sentidos.

El punto culminante de la noche son sus postres, que ofrecen sabores clásicos pero con un toque de sofisticación.

El punto culminante de la noche son sus postres, que ofrecen sabores clásicos pero con un toque de sofisticación.

Bares y vinilos: la combinación que arrasa en la noche porteña

Fuente: La Nación – La escena nocturna suma un nuevo protagonista a los tragos y la gastronomía: los DJ que musicalizan con este formato ganan terreno en las barras de la ciudad


La DJ abre la funda, saca el disco, lo coloca en la bandeja y se oye un pequeño crujido. De pronto, por los parlantes de tres vías replican los primeros soplidos de “Spirals”, uno de los grandes temas del álbum Giant Steps, por John Coltrane. Estamos en Cucha del Pari, un local entre Villa Crespo y Paternal (Batalla del Pari 916), donde el cocinero y charcutero José Juarroz armó una carta a base de panchos artesanales, milanesa con kimchi, pan árabe con cordero y helados caseros. El lugar está repleto. “Hoy, cuando la gente sale a comer, busca más que comida. En nuestro caso, ese algo más es la música”, confirma Juarroz.

En la gastronomía siempre hay tendencias que marcan qué vamos a comer y, también, cómo vamos a hacerlo. De un tiempo a esta parte, la palabra de moda en restaurantes y bares argentinos viene prestada de otro rubro, la música. Esa palabra es “vinilo”, aquel viejo formato que por varias décadas reinó como el método más utilizado para escuchar música en los hogares, hasta que fue desplazado, primero por los casetes, y luego, por los CD’s.

Sobran las propuestas que confirman esta tendencia. Por un lado, florecen ciclos como “Vinito, vinilo y vos” en el bar Ostende (se hace hoy mismo y repite el sábado 24 de mayo en la esquina de Colegiales); las “Matinée Gourmande” en La Pâtisserie o eventos puntuales como la Fiesta de la Baguette en Gontran Cherrier (hoy, desde las 12 del mediodía, habrá sándwiches franceses y vinilos en vivo de la mano de 3J Selector en Malabia al 1800). También está el flamante Bandejeo, en Palermo: un ciclo a puertas cerradas de Beat Blenders y La Posguerra donde un chef y un DJ agasajan al público mientras los anfitriones se encargan del warm-up “con músicas del mundo, de ayer y ahora” (el cupo es limitado y se reserva a través de la cuenta @beatblenders).

El ciclo “Vinito, vinilo y vos” en el bar Ostende se realiza esta misma noche
El ciclo “Vinito, vinilo y vos” en el bar Ostende se realiza esta misma noche

Florecen, además, aperturas de lugares que marcan tendencia como Víctor (Soler 5130), Yakinilo (Dorrego 1551), Bimbi-Nilo (Pagano 2750), Gris Gris (Cabrera 5918) y Mixtape (Roosevelt 1806), por mencionar solo algunas. “Ponemos lo clásico en el centro de la escena”, cuenta Charly Aguinsky en la barra de Víctor, una de las más resonantes aperturas de 2025.

Víctor, una de las aperturas más resonantes de este año
Víctor, una de las aperturas más resonantes de este añomarcelo_Setton

Detrás de Víctor están algunos de los que más y mejor conocen la escena gastronómica porteña: de un lado, el propio Charly junto a Sebastián Atienza y Gustavo Vocke, mismos socios de Tres Monos y La UAT; del otro, Germán Sitz y Pedro Peña, propietarios de Niño Gordo y La Carnicería, entre más restaurantes. “Ellos ponen la parte gastronómica, nosotros la coctelería”, continúa Charly. El lugar es glamoroso: sillones y mesas bajas, una imponente barra a lo largo del local, la rockola con auriculares para melómanos empedernidos, lámparas y muebles vintage. “Viajamos mucho y vimos que los bares de escucha, nacidos originalmente en Japón con la música como protagonista, eran tendencia global: lugares como Dante High Five en Miami, Fréquence en París o Mala en Medellín. Fue así que pensamos en Víctor, un lugar centrado en clásicos: la cocina juega con platos típicos de Nueva York como el cóctel de camarones o la hamburguesa; la coctelería se basa en variedades de Martini, el gran cóctel del mundo; y para la música no hay nada tan clásico como el vinilo. Por eso, pusimos la cabina del DJ en medio de la barra”, explica.

La estética retro se extiende a la decoración en muchos de estos lugares
La estética retro se extiende a la decoración en muchos de estos lugaresmarcelo_Setton

Nostalgia invencible

Desde el año 2010, primero en Estados Unidos, Reino Unido y Japón, y luego en el resto del mundo, la producción de discos en vinilo creció de manera ininterrumpida. En 2022, por ejemplo, se vendieron más vinilos que CD’s a nivel global, convirtiéndose en un regreso triunfal basado en la nostalgia y la calidad de un formato invencible. En la Argentina, esta fiebre por el vinilo comenzó apenas unos años más tarde, con reediciones de discos clásicos como “Almendra”, de Pescado Rabioso, o “Superficies de Placer”, de Virus. En 2018, los vinilos representaban apenas el 15% del global de ventas en formato físico en el país; en 2021 ese número llegó al 61%.

“Siempre disfruté muchísimo de ir a las disquerías, no puedo estar sin escuchar música”, admite Pablo Piñata, uno de los grandes bartenders nacionales, socio en Mixtape, el bar de escucha abierto en Núñez hace poco más de un año. “Si trabajo en un bar o restaurante, no puedo imaginar una música que suene así nomás: detrás, tiene que haber una búsqueda. En Mixtape nos sinceramos y le dimos el papel central a la música”, cuenta.

Bobby Flores y su hijo en la cabina de Mixtape
Bobby Flores y su hijo en la cabina de MixtapePilar Camacho
Gris Gris se define como un "bar de escucha"
Gris Gris se define como un «bar de escucha» Pilar Camacho

Mixtape se sostiene en tres pilares: una selección musical que apuesta a la época donde reinaban los vinilos; una coctelería también clásica, reeditando grandes cócteles de la historia con tragos como el Clover Club o el Manhattan; y, como tercera inspiración, sumando socios japoneses, un omakase dirigido por el maestro Takeshi Shimada, con nigiris y sashimis al frente.

Otra apuesta a esta combinación de vinilos y cocina de inspiración japonesa es Yakinilo, con un formato más casual y callejero. Allí, su cocinero y dueño Pablo Delgado exhibe en la pared, a modo de trofeo, la funda del LP que se oye en cada momento, mientras que de los fuegos despachan unos fideos udon en curry japonés o unos deliciosos yakitoris.

Tener a un DJ manejando dos bandejas tocadiscos es mucho más que música: es un espectáculo que viste el lugar. Así lo afirman Urraca y Matías, dos amigos que idearon Vinilos en la Vereda (@vinilosenlavereda). “Desde que volvieron, los vinilos se convirtieron en algo medio exclusivo, de nicho. Quisimos romper esa barrera y por eso los llevamos a la calle. Se acercan personas de más de 70 años que nos dicen: ‘Esto es un viaje en el tiempo’, y vienen pibes de 10 años que nunca vieron un vinilo y nos preguntan cómo funcionan”, dice Urraca. “Hay algo de este formato analógico que conversa muy bien con la gastronomía. Cuando apoyás la púa en el vinilo, es como cuando sentís un aroma en la cocina”.

"Los clásicos no pasan de mona" es el ciclo de vinilos que se realiza los miércoles en Punto Mona
«Los clásicos no pasan de mona» es el ciclo de vinilos que se realiza los miércoles en Punto Mona

“En Punto Mona (Fraga 93) no es solo un formato, es una atmósfera. Es nuestra forma de decir: esto se escucha con atención, hay que darle espacio al disfrute. Lo mismo pasa con un buen cóctel”, cuenta la reconocida Mona Gallosi, que el próximo miércoles 14 de mayo repite el ciclo “Los clásicos no pasan de Mona”: de 20 a 22 horas, ella ocupa la barra de cócteles, y el DJ y coleccionista Tommy Jacobs cura una banda sonora en vinilo repleta de soul, funk, jazz y disco.

“La música, la coctelería y los platos convergen en una misma escena, se complementan”, concluye Mona.●

En Palermo, los 120 años del ex restaurante del zoológico que recuperó su esplendor: pastas, risottos y más platos tentadores

Fuente: Clarín Gourmet by Pietro Sorba – Águila Pabellón es una joya arquitectónica y parte de la historia de la Ciudad.Productos de temporada y guiños a la cocina mediterránea, latina y argentina.

El entramado arquitectónico de Buenos Aires es muy sugestivo. Los edificios de la ciudad demuestran claramente como diferentes estilos constructivos fueron plasmando la mente de los arquitectos y la “cara” de la capital del país.

Obras coloniales, neoclásicas, modernistas, eclecticistas, de art decó y nouveau demuestran la receptividad de un núcleo urbano siempre atento a lo nuevo y a las tendencias. Uno de los periodos más prósperos se produjo a caballo del siglo XIX y XX cuando las tendencias art nouveau, modernismo y belle époque dejaron una huella profunda y visible hasta el día de hoy.

Esa impronta llegó hasta los ámbitos dedicados a la gastronomía. La galería Güemes (1915), la confitería del Molino (1917), la confitería La Ideal (1912), la confitería Las Violetas (1884 y 1920), el Club Español (1911) y el Hotel Savoy (1908) nacieron en ese periodo. Lugares que impactan por sus líneas y estética y que demuestran la energía de la ciudad de ese momento, proyectada hacía lo nuevo.

La historia de Águila Pabellón

A esa familia pertenece Pabellón Águila (1905), la ex cafetería y restaurante del zoológico, meta de la alcurnia de la época que poblaba sus mesas utilizando el ritual del té y del café pour parler en société.

En el año 2023 después de una reestructuración de doce meses el ex Pabellón Águila volvió a nacer con un nombre levemente diferente. Una manera sutil de celebrar una nueva vida, sin olvidar el pasado, de este predio que ya tiene ciento veinte años.La fachada imponente de Aguila Pabellón.La fachada imponente de Aguila Pabellón.

El trabajo realizado hizo desaparecer décadas de abandono devolviéndolo al antiguo esplendor original. La fachada imponente, los grandes espacios interiores, las terrazas, las mesas clásicas y el jardín desprenden una nueva energía.

La vocación gastronómica primordial de su noble cafetería se ha transformado en una propuesta de alto nivel que abarca todas las etapas del día. El restaurante (chef ejecutiva “Maja”) ofrece una fórmula contemporánea, alegre, sabrosa y colorida, que se alimenta de productos de temporada, materias primas seleccionadas y de guiños a la cocina mediterránea, latina y argentina.

Qué comer en Águila Pabellón

El tartare de langostinos de Águila Pabellón. El tartare de langostinos de Águila Pabellón.

Bienvenida: pan caliente acompañado por una nube de manteca de ajo asado y aceite de verdeo. El tartare de langostinos descansa sobre un pequeño ladrillo dorado de láminas milimétricas de papas crocantes. Pequeñas flores y encurtidos sutilmente ácidos completan la composición del plato.

El huevo poché está mimado por una composición vegetal en miniatura poblada de pequeñas hojas de estación, pétalos de flores, alcaparras, rebanadas de rabanito, pickles de hinojo y una crema de parmesano muy sutil.

El risotto de tomate caramelizado ofrece textura cremosa alimentada por el jugo del mismo tomate. Kimchi, ciboulette y una yema de huevo curada son los otros protagonistas de la receta.Los postres de Águila Pabellón. Los postres de Águila Pabellón.

La crème brûlée regala superficie crocante, textura cremosa y sensual unida a la vainilla ahumada y láminas de chocolate amargo.

En Palermo, el nuevo restaurante de los impulsores del chuletón en Buenos Aires: un bife gigante de hasta un kilo y medio de peso

Fuente: Clarín Gourmet by Daniela Gutierrez @berriasagardi – Primero trajeron el espíritu del País Vasco a San Telmo. Ahora cruzan la ciudad con una propuesta que huele a humo, suena a descorche y no le teme a romper moldes. Berria, el nuevo restaurante de los fundadores de Sagardi, desembarcó en Palermo con una idea clara: seguir honrando el fuego y el producto, pero con la libertad de explorar sabores y dinámicas que en su casa madre no tenían cabida.

El nombre no es casual: Berria significa “nuevo” en euskera, y sintetiza la evolución natural del camino recorrido por los hermanos Iñaki y Mikel López de Viñaspre, fundadores del Grupo Sagardi, que desde hace más de 30 años difunden la cocina vasca por el mundo.El nuevo restaurante de Sagardi en Palermo. Foto Martín BonettoEl nuevo restaurante de Sagardi en Palermo. Foto Martín Bonetto

La carta de Berria refleja esa intención: aunque el chuletón (o txuletón como lo presentan en la carta), ícono indiscutido de la casa, sigue siendo el corazón de la propuesta, convive con platos que se abren a otros mares y otras texturas, como ostras frescas, pesca del día y nuevas combinaciones que dialogan con el entorno palermitano. “Es una versión más innovadora de Sagardi, pero con nuestros clásicos intactos”, explica Iñaki.

Cómo es y qué se come en Berria by Sagardi

Ubicado en la esquina de Dorrego y Migueletes, en el corazón de Palermo, Berria recibe a sus comensales con un espacio amplio y versátil: tiene capacidad para 120 personas, una terraza climatizada ideal para cualquier estación y un salón exclusivo que garantiza privacidad y comodidad.

A eso se suma una pequeña barra para pintxos —perfecta para picar algo de pie con una copa de vino en la mano— y un salón principal largo, donde a la derecha se exhiben la cava, las piezas de carne maduradas y las cuatro parrillas traídas especialmente desde Barcelona.El barra de Berria. Foto: Martín Bonetto. El barra de Berria. Foto: Martín Bonetto.

La ambientación refuerza el espíritu vasco con una estética cuidada y materiales nobles. La madera natural domina en mesas y revestimientos, aportando calidez; los grandes ventanales de cristal suman luz y amplitud; mientras que los detalles en hierro forjado, las cerámicas artesanales y una paleta sobria de colores completan una atmósfera que mezcla rusticidad con refinamiento. Un equilibrio que refleja tanto la raíz tradicional como la nueva libertad creativa de la propuesta.

La carta es breve y precisa, con algunos guiños a la tradición vasca pero también margen para ingredientes y técnicas que salen del libreto. Entre las entradas figuran ostras de la Bahía de San Blas ($ 36.000 la media docena), tartar de vaca vieja con corazón de atún de almadraba ($ 26.000), ensaladilla rusa de langostinos ($ 21.000), croquetas de jamón y buñuelos de bacalao con romesco ($ 21.000 las cuatro unidades), además de un tiradito de corvina tatemada. Platos que buscan marcar diferencia desde el inicio, sin dejar de lado el producto.

A los comensales los reciben con una txistorra caliente que se elabora especialmente para el restaurante. “Es una receta nuestra que elabora nuestro carnicero”, explica Iñaki López de Viñaspre, uno de los responsables del proyecto. El embutido llega apenas uno se sienta, como parte del servicio, sin necesidad de pedirlo.Los imponentes chuletones de Berria. Foto: Martín Bonetto. Los imponentes chuletones de Berria. Foto: Martín Bonetto.

La gran novedad en Berria son los arroces cocinados a la parrilla, algo poco habitual en la gastronomía porteña. La técnica requiere una estructura específica, que trajeron desde España, y se aplica a platos como el brut de calamar y langostinos o el caldoso de pato criollo.

También hay carnes como la ventresca de cerdo con panceta de bonito y el cochinillo individual, que se ofrece de jueves a domingo.La gran novedad en Berria son los arroces cocinados a la parrilla. Foto martín BonettoLa gran novedad en Berria son los arroces cocinados a la parrilla. Foto martín Bonetto

Como en Sagardi, el txuletón sigue siendo uno de los platos principales. Está hecho con carne de vaca de entre tres y cuatro años, alimentadas a pasto, que se maduran por al menos cuatro semanas para concentrar sabor. La pieza puede pesar hasta 1 kilo y medio, se cocina en una parrilla Josper que aporta un sabor ahumado muy característico y se sirve en porciones para compartir. El precio varía según el tipo: el de vaca vieja cuesta $6.500 los 100 gramos, y el de vaca premium madurada, $7.900 los 100 gramos.

La propuesta se complementa con una cava que incluye etiquetas argentinas e internacionales, y una selección de botellas especiales que no figuran en la carta. Algunas de ellas forman parte de una bitácora de vinos con información sobre añadas que las bodegas aportan en exclusiva.El salón de Berria. Foto: Martín Bonetto. El salón de Berria. Foto: Martín Bonetto.

En el cierre, hay opciones dulces como la torrija caramelizada con helado de crema, la tarta vasca, el pastel Alaska y un coulant de dulce de leche con helado de mascarpone. Clásicos reconocibles, con el sello del restaurante.

No es Don Julio: cuánto sale comer en la parrilla porteña recomendada por la Guía Michelin

Fuente: iProfesional – La prestigiosa publicación incluyó este restaurante entre sus recomendados en 2024. Cómo es su menú y cuánto cuestan los principales cortes

Si bien a la hora de hablar de parrillas porteñas, los flashes se los suele llevar Don Julio, hay otro restaurante especializado en carnes a las brasas que fue recomendado por la Guía Michelin en su primera edición para Argentina.

Se trata de Cauce de los fuegos (o simplemente Cauce). Ubicada en pleno Puerto Madero, esta parrilla fue uno de los recomendados por la Guía Michelin en 2024 y también fue elogiada por otras publicaciones internacionales.

Y, a diferencia de otros lugares mencionados en la prestigiosa Guía, sus precios son más accesibles pese a estar ubicado en uno de los lugares más top de la Ciudad de Buenos Aires.

Cuánto sale comer en la parrilla porteña recomendad por la Guía Michelin

«Hemos sido elegidos como uno de los recomendados por Michelin 2024 para la primera edición de la guía en Argentina«, se puede leer en las redes sociales de la parrilla ubicada en Puerto Madero. Si bien no recibió estrella, esta mención no deja de ser destacable.

Además, claro, hay fotos de platos de lo más tentadoras: cortes de carne y sus guarniciones, acompañados generalmente de copas de vino. Y, también, la vista: es posible comer afuera y observar los modernos edificios y los diques de Puerto Madero.

Disfrutar de esta experiencia, comer en un restaurante reconocido por la Guía Michelin, no es tan caro como podría parecer. A continuación, un ejemplo del menú por pasos que ofrece esta parrilla y algunos precios de sus principales platos:

Menú para los «Domingos de asado en Cauce».

  • Recepción: empanaditas de humita del norte
  • Entrada fría: degustación de salames artesanales
  • Entrada caliente: matrimonio (chorizo y morcilla)
  • Principal: asado argentino y vacío Angus
  • Guarniciones: papas fritas, batatas fritas y ensalada mixta
  • Postre: degustación de quesos y dulces caseros
  • Bebidas: café o té; agua con o sin gas; media botella de vino por persona Nicasia Vineyards Grand Blend
  • Todo este menú, por $52.000 por persona

Otros precios:

  • Ojo de bife (350gr): $34.500
  • Entraña (media porción): $38.000
  • Vacío: $39.800
  • Asado argentino de cinco costillas (dos tiras): $57.000
  • Papas fritas, batatas fritas o puré de papas: $6.000
  • Ensalada al gusto: $9.000
  • Cerveza (una pinta): $5.900
  • Agua mineral: $4.000
  • Gaseosa: $4.000

Más allá de la mención de la Guía Michelin, la revista especializada Time Out también publicó a mediados de 2024 una reseña sobre esta parrilla: «Con apenas dos años en el mercado, Cauce de los Fuegos ha logrado imponerse como uno de los restaurantes más destacados de la escena porteña. Ubicado en el turístico barrio de Puerto Madero, este restaurante cuya cocina es comandada por el chef Edgar Pronio, ha logrado la atención de Guía Michelin en 2024, que lo incluyó entre uno de sus recomendados de Buenos Aires».

Cuánto cuesta comer en Aramburu, el restaurante argentino con dos estrellas Michelin

«Cuánto vale comer en los mejores restaurantes de Buenos Aires», es la consigna que se propuso en el programa de streaming Pampa y la Vida. Y llamaron a algunos de los lugares más destacados y premiados.

En concreto, el primer llamado fue a Aramburu, el único restaurante argentino con dos estrellas Michelin. «Tenemos un menú fijo de 18 pasos, la mayoría son productos de mar. El valor por persona es de $250.000 y tienen la opción de maridaje de nuestros vinos, son unas ocho copas de vino que nosotros preselecionamos y armamos. Eso sale $150.000 por persona«, detallaron desde el restaurante al contestar la llamada.

Aramburu es el restaurante argentino que tiene dos estrellas Michelin

Aramburu es el restaurante argentino que tiene dos estrellas Michelin

Es decir que, tal como se desprende de la información que dieron desde el restaurante, una persona gastaría $400.000 para comer un menú de 18 pasos con un maridaje de vinos preseleccionados.

Según destacan expertos, los platos de Aramburu suelen contar con vegetales de temporada en su apogeo, pescados y mariscos exquisitos, carnes blancas y achuras delicadas son presentados en combinaciones de alto impacto.

Lo cierto es que, más allá de Aramburu o Don Julio, dos íconos de la gastronomía porteña, es posible visitar algunos de los restaurantes o parrillas recomendados por la Guía Michelin sin necesidad de gastar tanto dinero.

Del restaurante de Flores al fine dining, el chef hijo de inmigrantes que creó el primer restaurante coreano de lujo en Argentina

Fuente: Clarín by @han.restaurante – Para un occidental las comidas japonesas, chinas y coreanas son muy parecidas entre sí. Muchos creen que se trate de “más de lo mismo”. Es una distorsión entendible. En términos generales el uso compartido de arroz, fideos, jengibre, tofu, salsa de soja, aceite y semillas de sésamo, wok y palitos lleva hacía esa idea genérica.

Es obvio que existe una raíz en común pero la observación más escrupulosa revela mundos muy diferentes. Cada país tiene su propia salsa de soja. Los arroces y fideos utilizados son diferentes. Los chinos, en general, se inclinan por la carne de cerdo y vacuna. Los coreanos prefieren el pollo y los hijos del mar, los japoneses, privilegian los pescados y mariscos.

Las técnicas de cocción difieren. La cocina japonesa está marcada por la búsqueda de pureza, sutileza, precisión y estética. La china tiende a un enfoque filosófico sostenido por la abundancia y diversidad territorial. La coreana es sinónimo de fuego, fermentación y comunión.

Hasta los palitos usados para comer no coinciden. Los chinos son más alargados para permitir que los comensales lleguen más fácilmente a las comidas ubicadas en el centro de la mesa. Los japoneses son cortos y más puntiagudos para manejar con más eficiencia el pescado y sus espinas. Los coreanos son los únicos que tienen una versión metálica. Su largo es intermedio. Son más planos. El metal los hace más resbaladizos y difíciles de usar obligando la mano y los dedos a ejercer mayor control muscular.

La historia de Han

En Argentina la cocina coreana es la que más tardó en darse a conocer. Fue la última en llegar y a su colectividad (más pequeña y cerrada que la china y la japonesa) le costó mucho adaptarse a la nueva patria. Gracias a los kyopo (los coreanos nacidos en el país) el proceso de integración está transitando una etapa mucho más fluida que favoreció la inevitable presencia de restaurantes típicos.El salón de Han.El salón de Han.

Pablo Park (35) es hijo de coreanos, nacido en Argentina. En 2016 abrió, en el barrio de Flores, su primer restaurante. Una decisión hija de la pasión por la cocina que heredó de su madre y de su abuela. Fue un ensayo exitoso en el que su juventud y sus dos almas (la asiática y la sudamericana) se unieron en una fórmula que mezclaba platos coreanos y asiáticos con toques latinos.

El objetivo fue utilizarlos para dar a conocer los sabores de la tierra de sus ancestros a los que no pertenecían a la colectividad. Con el pasar del tiempo empezó a soñar con la idea de un restaurante de alta cocina coreana, contemporáneo, refinado y de alto valor técnico. Un desafío complejo y ambicioso.Los platos de Han. Los platos de Han.

Armó un gran escenario minimalista donde la luz fomenta el protagonismo de la cocina y de los cocineros en acción. Los veinte comensales están sentados a un metro de distancia. La fórmula: concepto omakase aplicado a un menú de catorce pasos. Cada uno con su presentación y explicación. Dos horas de adrenalina organoléptica generada por sabores coreanos elevados hacía una instancia superior. Un viaje goloso entre formas y colores mimados por vajillas elegantes.

Qué comer en Han

Han ofrece un menú de 14 pasos. Han ofrece un menú de 14 pasos.

Combinaciones creativas, audaces y abiertas. Revisitaciones alimentadas por vegetales, hongos, pescados, mariscos, pickles, fermentos, emulsiones, salsas y condimentos. Ensamblados precisos que revelan un remolino de texturas aterciopeladas y crocantes, acidez, frescura y sabor picante.Texturas aterciopeladas y crocantes en la cocina de Han. Texturas aterciopeladas y crocantes en la cocina de Han.

Snacks o pequeñas porciones, minuciosas y ejecutadas con rigor. Una manera solemne de expresar y reafirmar la identidad coreana. Intérpretes principales: Luca Rodríguez (jefe de cocina) Pío Yoon (sous chef) y Leo Morales (sommelier).

Un hallazgo en CABA: el café que es rico, barato y casi secreto

Fuente: iProfesional – La combinación de calidad, precio justo y atención personalizada lo posiciona como uno de los mejores cafés de la Ciudad de Buenos Aires

En una ciudad como Buenos Aires, donde la cultura del café se respira en cada esquina y forma parte del ocio de las tardes, encontrar un rincón que combine todo lo que a los porteños les gusta, no es sencillo, Sin embargo, en el corazón de Almagro, uno de los barrios más tradicionales y vibrantes de la capital, un pequeño local se alza como el nuevo secreto mejor guardado para los fanáticos del buen café, Ekeko, café y vino.

Lejos del ruido de las grandes cadenas y de las cafeterías colmadas de laptops y reuniones interminables, Ekeko se presenta como una joya discreta, casi escondida en Bulnes 873. Con apenas tres mesas en su interior, algunas más sobre la vereda y una pequeña ventana que invita al café al paso, este espacio se ganó un lugar privilegiado en el barrio y es de los más elegidos entre de los vecinos y visitantes gracias a su propuesta simple pero contundente, café de especialidad, pastelería casera y precios que sorprenden por lo bajos.

La cafetería más barata de Ciudad de Buenos Aires

Ekeko no se deja ver a simple vista como los grandes cafés de avenida. Pero quienes lo descubren no tardan en volver. Su estética vintage, sin estridencias ni pretensiones, propone un refugio tranquilo para quienes buscan una pausa en medio del ajetreo porteño. El ambiente relajado, con música suave y atención personalizada, invita a quedarse, a charlar o simplemente a disfrutar de un café bien hecho.

A pesar de su tamaño reducido, el lugar tiene una energía particular. En el mostrador, los carteles escritos a mano y una amable recomendación de la casa: «Vení al mostrador, algo fuera de la carta vas a encontrar», resumen la filosofía del lugar. No hay menús gigantes ni modas pasajeras, sino productos frescos, recetas propias y una atención al detalle que se siente en cada taza.

Café de calidad, sabor casero y precios justos

La especialidad de Ekeko es, sin dudas, el café. Se sirve en todas sus versiones, espresso, con leche, americano, frío, entre otros. Pero lo que realmente destaca es la calidad del grano y el punto de cocción. No es casual que en Google tenga una calificación casi perfecta: 4,9 sobre 5 estrellas, con cientos de comentarios que elogian la consistencia del café, el trato amable y los precios accesibles.

Quienes lo visitan no tardan en tentarse con su pastelería artesanal. Todo lo que se ofrece es elaborado en el lugar, desde el clásico budín de banana hasta una babka de chocolate que ya tiene sus propios fanáticos. También hay carrot cake y torta invertida de naranja, entre otras delicias que varían según el día. La frescura es clave, y eso se nota desde el primer bocado.

Pero la propuesta va más allá del café. Ekeko también ofrece tragos y bebidas originales como las Soditas Ekeko —gaseosas preparadas con jugos naturales de frutas—, vino de bodega jujeña y un vermut ideal para quienes quieren cortar la tarde con algo distinto. Para un desayuno potente o un brunch improvisado, hay opciones saladas como huevos revueltos con focaccia y sándwiches que combinan sabores simples pero sabrosos, como mortadela y queso con pesto de albahaca.

Cómo llegar a Ekeko y sumarse al club de fans del café bien hecho

Ubicado a pocas cuadras de la estación Medrano de la Línea B de subte, Ekeko es de fácil acceso para quienes vienen de distintos puntos de la ciudad. También hay múltiples líneas de colectivo que circulan por la zona, como el 105, 127, 146, 151 y 160, lo que lo convierte en una parada ideal para quienes buscan una experiencia distinta sin alejarse del circuito urbano.

El horario de atención es amplio: abre de martes a domingo, de 9 a 20, lo que permite disfrutarlo tanto para un desayuno temprano como para una merienda extendida. Los lunes permanece cerrado.

Ekeko representa una bocanada de aire fresco. Su combinación de calidad, precio justo y atención personalizada lo posiciona como uno de los mejores cafés de la ciudad, especialmente para quienes valoran la autenticidad por encima del marketing.

El bar de casi 100 años que reabrió para recuperar los valores de la gastronomía y cultura porteña

Fuente: TN – En una emblemática esquina de Villa Santa Rita resurgió un punto de encuentro histórico que forma parte del circuito de los bares “notables”

Si hay lugares que puedan definir qué es Buenos Aires y cómo son los porteños para un turista recién llegado al país esos son los tradicionales bares que existen en cada uno de los barrios y resisten estoicamente el paso del tiempo. Uno de ellos, con casi 100 años de historia, reabrió sus puertas para recuperar los valores de la gastronomía y la cultura.

El bar «El Tokio», ubicado en Villa Santa Rita, tuvo un cierre que parecía marcar su destino final en 2023. Sin embargo, el hijo de uno de sus más emblemáticos dueños, se propuso rescatarlo para devolverle a Buenos Aires una de sus más preciadas joyas. Por algo fue reconocido como uno de los bares notables por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Leé también: El antiguo bar porteño de 160 años que le rinde culto al vermut y se puede comer como en un bodegón

Ubicado en la esquina de Alvarez Jonte y Pasaje Tokio, este bar abrió sus puertas en 1930 y casi tres décadas después tuvo a un dueño muy especial: Jesús Feas, un gallego que “llegó con lo puesto a la Argentina” -según describe su familia- y en la década del 50 empezó a trabajar como lavacopas. Con el paso de los años pasó a ser socio y finalmente quedó como único dueño.

Aunque en el momento de su fundación el negocio fue bautizado como “Alvarez Jonte”, Jesús apeló a sus orígenes y lo renombró “Santiago de Compostela”. Sin embargo, para los parroquianos siempre fue “El Tokio”, entonces no le quedó más remedio que llamar al letrista para que repintara los vidrios con el apelativo elegido por sus clientes.

El piso calcáreo es el mismo de toda la vida y muestra las huellas de los antiguos billares que tuvo en el salón. Hoy, los comensales respiran historia en este emblemático bar porteño. (Foto: instagram @eltokiobar)
El piso calcáreo es el mismo de toda la vida y muestra las huellas de los antiguos billares que tuvo en el salón. Hoy, los comensales respiran historia en este emblemático bar porteño. (Foto: instagram @eltokiobar)

Durante años el bar convocaba a decenas de jugadores de billar que se acercaban a despuntar el vicio en algunas de sus dos mesas. Con el correr del tiempo ese juego fue perdiendo popularidad y se decidió sacar una de las mesas para albergar a más parroquianos que llegaban para tomar café, comer un pebete o disfrutar algún plato de cocina. Poco después desapareció la otra mesa de billar y el local adquirió la fisonomía que tiene en la actualidad

El piso calcáreo sigue siendo el mismo y en él se ven las huellas de las mesas de billar. También se mantuvieron aberturas y parte del mobiliario original, para que los comensales antiguos sintieran que seguía siendo el mismo de siempre.

Cuentan que en esas sillas estuvieron sentados alguna vez Diego Armando Maradona, el “Polaco” Roberto Goyeneche y el músico Norberto Napolitano, conocido como “Pappo”.

Bar Tokio y el cierre de una “institución”

En 2002, ya cansado y con ganas de tomarse un descanso, Jesús decidió vender el negocio. Poco después, en 2004, enfermó y murió. Su familia dice que la tristeza de haberse desprendido del “Tokio” desencadenó ese temprano adiós. Toda su vida había girado en torno a su bar, a punto tal que jamás se tomaba vacaciones. A lo sumo, cerraba un fin de semana.

Lo cierto es que ya sin su alma mater el bar fue perdiendo público y hace dos años cerró sus puertas. Sin embargo, Miguel Ángel, uno de los cuatro hijos de Jesús, se propuso rescatar ese tesoro porteño, porque cada vez que pasaba por allí sentía una enorme tristeza al comprobar que Tokio “había dejado de ser”.

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Asociado con un amigo, inició la tarea de remozar el bar, pero sin que pierde la esencia. Por eso se trató de conservar la infraestructura todo lo que fuera posible. La idea era que “El Tokio” volviera a ser exactamente lo que había sido siempre: un templo de la gastronomía y la cultura.

Según se consigna en una nota de La Nación, Miguel Ángel valora los atributos de los bares porteños, como forjadores de amistad, algo que no se logra en los locales de comida rápida o las cafeterías “modelo yanqui”. Su pretensión es que “El Tokio” sea un lugar lleno de vida, en el que se armen mesas para hablar de fútbol, de política o simplemente para sentarse y dejar pasar el tiempo.

Hace mortadelas y chorizos premium para chefs top y tiene nuevo restaurante en Paternal: música y cocina simple y rica por poca plata

Fuente: Clarín Gourmet by – Daniela Gutierrez@cuchadelpari – Cucha del Pari es la flamante criatura del charcutero artesanal José Juarroz.El plato estrella vale $ 10.500 y todos los días pasan discos en vinilo en alta fidelidad.

Casi en la esquina de Cucha Cucha y Batall del Pari, entre Paternal y el borde difuso con Villa Crespo, abrió sus puertas Cucha del Pari. El nombre juega con las calles que lo alojan y ya desde ahí marca una intención: la de no tomarse demasiado en serio, pero hacer todo con convicción. Es un espacio sin poses, donde se come bien y se escucha mejor. La música suena como debe sonar, y la comida llega a la mesa sin vueltas, pero con todo el sabor del mundo.

El lugar no exige ni impresiona con artificios, pero igual sorprende. Es simple, sí, pero sólido: tiene una idea clara y la ejecuta con criterio. Acá las premisas no son solo slogans: buen producto, buena comida y buena música, en ese orden o en el que prefieras, se cumplen con creces. Es un espacio que seduce sin buscarlo, pensado para los que disfrutan sin tanta vuelta.

Detrás del proyecto está José Juarroz, que pasó de hacer charcutería artesanal en su centro de elaboración a poner unos tablones en la vereda por pedido popular: sus clientes querían sentarse a comer sus especialidades ahí mismo. Lo que empezó como una solución improvisada, derivó en este restaurante donde cada plato está pensado al detalle. La estrella de la casa es un pancho, sí, un pancho, pero cuidado: pan y salchicha se combinan con ingredientes tan bien elegidos y tan cuidadosamente tratados que cada mordida se vuelve un hit. ¿Primera cita? Este es el lugar. Pero ojo, que las condiciones están dadas para que el flechazo sea irreversible.

Cómo es y qué se come en Cucha del Pari

Cuesta un poco identificar el lugar. No hay toldos, ni carteles, ni luces de neón que indiquen que allí funciona un restaurante. Un frente blanco, una puerta y una ventana pequeña apenas anticipan lo que sucede adentro.

Hace solo dos meses este espacio se dio a conocer como restaurante. “Esta era mi cocina de producción”, cuenta José Juarroz, cocinero y charcutero que dejó su carrera en Ciencias Económicas, a punto de recibirse, para dedicarse a su verdadera pasión. “Fueron casi tres años de cocina acá”.Pedro entre sus equipos y su colección de vinilos. Foto: Martín Bonetto. Pedro entre sus equipos y su colección de vinilos. Foto: Martín Bonetto.

Dependiendo del mes, abría una o dos veces: “Lo que empezó a pasar es que cada vez que abría —si bien yo hacía muchos eventos también en otros restaurantes— notaba que la gente quería esto. La cantidad de gente que venía y la respuesta que había era muy buena”, recuerda.

“Desarmábamos la mesa de producción y con bancos y cosas que nos daban los vecinos armábamos en la vereda”, cuenta. Así de rústica era la propuesta, tanto que le decían “rancheada”. “Estaba muy enfocado a lo que era el producto. Básicamente, eran cuatro o cinco opciones muy bien hechas, que tratábamos de sacar lo más rápido posible”.

Con esa respuesta tan clara, José se propuso buscar un local. Lo encontró: una ex peluquería que había tenido su esplendor en los 80 y que mantenía su estética original, algo que lo atrajo de inmediato. Entonces apareció Pedro, un amigo de años, que se entusiasmó con el lugar y le propuso asociarse: “O lo hacés vos o lo hago yo”, lo apuró. Así nació la sociedad. Sin embargo, el plan quedó en pausa cuando no pudieron concretar la compra.Vinilos en La Cucha del pari. Foto: Martín Bonetto. Vinilos en La Cucha del pari. Foto: Martín Bonetto.

Pedro ya tenía un primer acercamiento al mundo gastronómico: había trabajado en una escuela de cocina. “Mi rol tenía que ver con la inserción laboral de los alumnos. Por lo tanto, ya tenía contacto con empresas y cocineros”, explica. También venía fascinado con un concepto japonés que había descubierto por redes: los jazz kissa, bares donde la experiencia pasa por escuchar música de alta fidelidad, con una curaduría exquisita de vinilos y sonido.

Le mostró la propuesta a José, pero adaptada a la idiosincrasia local. “En Japón la gente escucha música en silencio, cosa que los argentinos no podemos hacer nunca. Siempre queremos meter un bocado”, bromea.

“Tenemos una mezcla de audio vintage con audio contemporáneo”, describe Pedro. Los parlantes son lo primero que llama la atención al entrar: enormes, imponentes. “Son componentes que se usaban en sonido profesional, pensados para teatros o cines”. Ese sonido se controla con un crossover diseñado a medida.El pancho de José Juarroz. Foto: Martín Bonetto. El pancho de José Juarroz. Foto: Martín Bonetto.

“Lo diseñó una persona especializada para estos parlantes. Por eso suena tan natural, tan equilibrado”. El tocadiscos es una Technics 1200, “desde 1978 hasta hoy es el estándar de los DJs”. El mixer es un rotary mixer importado de Suiza: “una pieza muy boutique”, dice Pedro con una sonrisa de orgullo.Pan pita relleno de cordero. Foto: Martín Bonetto. Pan pita relleno de cordero. Foto: Martín Bonetto.

Todos los días hay DJs o selectores pasando música en vivo. Y sí: el sonido es tan limpio que parece que una banda estuviera tocando ahí mismo. La escena sonora es impresionante.

Fue la hermana de Pedro quien los despertó del letargo y les propuso a José y a Pedro mudar la cocina de producción al local de Batalla del Pari al 900. Después de ocho meses de obra, el 15 de febrero abrieron como restaurante.La lechuga es la sorpresa de la carta. Foto: Martín Bonetto. La lechuga es la sorpresa de la carta. Foto: Martín Bonetto.

“Las dos premisas que manejamos son la gastronomía que yo ya venía haciendo: simple, a buen precio pero con carácter. Y la parte de sonido con DJs y selectores que Pedro fue sumando”, dice José.

“La estrella es el pancho”, lanza. “Trato de hacer lo más parecido a un pancho de subte”. Pan tipo brioche —hecho por ellos—, salchichas de Viena también caseras, dos salsas (dijonesa y ketchup con curry) y papas pay. Simple, pero con una ejecución precisa que revaloriza sabores conocidos. El pan, súper tierno, desaparece al morderlo. La salchicha, robusta y sabrosa, es la protagonista. Las salsas acompañan sin tapar y las papas pay aportan el crujiente ideal. Cuesta $ 10.500.Hongos escabechados con pan de campo. Foto: Martín Bonetto. Hongos escabechados con pan de campo. Foto: Martín Bonetto.

Cuando se le pregunta a José qué recomienda, sugiere la lechuga, y el escepticismo aparece. Pero cuando llega a la mesa —media lechuga capuccina con aliño de wasabi y cebolla crispy—, las dudas se disipan. Sorprende la mezcla de texturas, el frescor y el picante. Sale $ 7.500.

Otra opción contundente son los arayes de cordero: pan pita relleno de carne especiada, servido sobre yogur casero con eneldo ($ 16.500). Aunque se trata de “platitos”, las porciones son generosas. Con tres platos entre dos, se come muy bien.El helado se sirve en cazuelitas hechas por la mamá de Pedro. Foto: Martín Bonetto. El helado se sirve en cazuelitas hechas por la mamá de Pedro. Foto: Martín Bonetto.

También hay una mini tablita de charcutería con porchetta, mortadela con nueces pecanas, leberwurst y lomito cocido ($ 12.500) y además, opciones vegetarianas: hongos escabechados al limón ($ 10.500) y berenjena ahumada bien picante ($ 9.500).

El postre es helado soft casero, de banana, chocolate o mixto, como en McDonald’s. Pero mejor.

Y así, entre vinilos, panchos gourmet y lechugas que sorprenden, este restaurante sin cartel ni estridencias se gana un lugar en la escena porteña a fuerza de sabor, calidez y mucha personalidad. Porque si hay algo que sabemos hacer los argentinos, además de opinar de todo, es detectar cuando algo está bien hecho. Y esto, definitivamente, lo está.

Cucha del Pari. Batalla del Parí 916. Paternal. Abierto de martes a sábados de 18.30 a 1. IG: @cuchadelpari