Reabre el pub irlandés The Kilkenny, vuelven los festejos del Saint Patrick’s Day

Fuente: BAE ~ La mayoría de sus socios originales decidió volver a tomar el control de este emblemático bar. Ubicado en Marcelo T. de Alvear y Reconquista, ofrecerá cervezas, tragos, bebidas espirituosas y tapas. Con una inversión de $10 millones hicieron una puesta en valor. Cuánto sale comer y beber en The Kilkenny.

La zona del Bajo Retiro comienza a cobrar vida. Después de estar más de un año cerrado, reabre The Kilkenny, el único bar irlandés de Argentina que formó parte del Guiness Original Irish Pub Concept en Sudamérica. Ubicado en Marcelo T. de Alvear 399 esquina Reconquista, lo reabren cuatro de sus fundadores originales, los visionarios que en 1998 revolucionaron la Ciudad con sus multitudinarios festejos del Saint Patrick’s Day. Invirtieron $10 millones.

The Kilkenny abrió sus puertas en 1998, sus dueños originales dejaron huella. Sus festejos de Saint Patrick’s Day solían congregar a más de 60.000 personas, venían periodistas de todas partes del mundo a cubrirlos. En 2005 cambió de dueños y ya nada fue igual. La mayoría de sus fundadores decidió tomar las riendas del negocio, junto a dos socios más. Este fin de semana volverán a abrir las puertas, esperan que sea el viernes.

Sus afamados platos creados por su chef hindú dieron la vuelta al mundo y hoy forman parte de“El libro de recetas de Kilkenny”. Para dimensionar lo que supo ser este bar, llegó a tener una fábrica de cerveza artesanal llamada Gambrinus y ofrecía 20 tipos de cerveza tirada y 20 embotelladas. La buena noticia es que vuelve Gambrinus a The Kilkenny.

Saint Patrick’s Day en The Kilkenny
Saint Patrick’s Day en el bar irlandés The Kilkenny

A fin de octubre del 2021, Roberto Amitrano, uno de sus dueños originales, dio la primicia de la reapertura a BAE Negocios. Fueron largos meses para ponerlo en valor, hasta que finalmente el jueves pasado recibieron la habilitación. “El objetivo es volver a los orígenes,pero aggiornados al siglo XXI. No es una propuesta de consumo masivo discriminado, tenemos un portfolio de productos hiper Premium, pero será un lujo accesible”, señaló.

Cuánto cuesta tomar y beber en The Kilkenny

Todo parece indicar que el bar irlandés fue puesto en valor pero no modificó su estructura original. “Tendremos 11 variedades de cerveza para empezar, tendremos Gambrinus, Rabieta, entre otras. Prefiero hablar de micro brewery porque el concepto de cerveza artesanal fue bastardeado por chicos de buena voluntad y es imbebible. No hace al portfolio de un bar serio. Tendremos Grolsch, Budsteiner, Heineken, tres estilos de Imperial y Guiness, pero producida bajo licencia y con tres estilos diferentes. Además de los mejores spirits nacionales e importados. Todo acompañado por toda clase de tapas, no abriremos restaurante todavía”, acentúa Roberto Amitrano.

La música de The Kilkenny será “Música new case de Itlanda, Berlín y el 70% será música de Estos Unidos producida después del año 2000 y el 30% será música remixada. La música no será de Ibiza porque no es una discoteca”.

Cómo serán los festejos de Saint Patrick’s Day en The Kilkenny

The Kilkenny estará abierto de martes a sábado de 18 a 2:30 horas. Uno de sus fundadores, explica el concepto de lujo accesible. “Tomarse un par de pintas en The Kilkenny y una ración de tapas que son muy abundantes costará $1.600”, explicó a BAE Negocios.

El 18 de marzo se festeja Saint Patrick’s Day, la gran pregunta es cómo se festejará en este emblemático bar irlandés. “Haremos un festejo, con protocolo y prolijos ne la capacidad. Pero les prometemos que el año que viene tendrán la gran fiesta que siempre les hice”, aclaró Roberto Amitrano.  

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Un bar argentino ganó el premio a la mejor hamburguesa en un concurso en Estados Unidos

Fuente: La Nación ~ (@labirrabar) La Birra Bar tiene 11 sucursales en la Argentina; recibió el People Choice Award y 5 mil dólares.

Una hamburguesa argentina fue elegida como la mejor de Estados Unidos en un concurso realizado en la cuna de esa comida rápida. La sucursal de Miami de la Birra Bar, oriunda del barrio de Boedo, fue la que ganó el visto bueno de miles de personas en el marco del South Beach Wine and Food Festival, de The Food Network, en Miami.

El evento se realiza hace más de 20 años y reúne a más de 65.000 personas. Allí, se presentan anualmente diferentes hamburgueserías estadounidenses para llevarse el galardón principal del concurso llamado Burguer Bush. Este año se presentaron 38 locales en total, y entre ellos la marca de Nueva York Shake Shack, una de las más renombradas.

La Birra Bar, que ganó mucho reconocimiento en los últimos años y abrió una sucursal en Miami y está por abrir otras en España y Portugal, fue seleccionada para participar de Burger Bash.

Con su hamburguesa Golden (hamburguesa de ternera con queso americano, cebollas rojas y salsa casera), la marca argentina obtuvo el mayor galardón del evento: el People Choice Award más 5 mil dólares. Este premio es el votado por la gente y es la primera vez que una marca argentina lo recibe.

En tanto, según detalló El Nuevo Herald de Miami, el segundo premio del público, y 5 mil dólares, fue ganado por Motek Café por su hamburguesa libanesa rellena de pita con alioli de harissa. Vice Burger, en el centro de la ciudad, ganó la otra elección del jurado de Very Best Burger y el premio de 1.500 dólares con una hamburguesa de carne de wagyu.

Cómo es la historia de la hamburguesa ganadora

El responsable de la Birra Bar es Daniel Cocchia, de 46 años, que sabe del rubro gastronómico desde chico ya que sus padres tienen una rotisería desde 1992, que queda en San Juan y Avenida La Plata. Ya adulto, en 2000, Daniel abrió al lado de ese local La Birra Bar que cobró notoriedad en 2014 cuando ideó con su hijo una hamburguesa que fue un éxito.

Ese éxito se basa en la elaboración de una hamburguesa propia, no industrializada, y en que los dueños del local no descuidan ni un detalle en el servicio y atención al cliente.

Así, sumó un segundo local, 10 franquicias en la Ciudad de Buenos Aires, en agosto del año pasado abrió su primer local en Estados Unidos en North Miami Beach.

Daniel hace años que está en el rubro gastronómico
Daniel hace años que está en el rubro gastronómico

“Mi madre y mi padre fueron los mentores del negocio gastronómico. Ellos intentaron tener locales en escalas muy pequeñas, barriales y, al día de hoy, mi papá todavía trabaja en la rotisería. Todavía funciona y está al lado de La Birra Bar original que fundamos con mi esposa”, contaba Daniel en diálogo con LA NACION en julio del año pasado.

En ese momento, Daniel y su familia estaban por abrir el local en Miami y decía que la idea de extenderse al país de las hamburguesas había surgido por un viaje que hicieron a los Estados Unidos en 2018.

Allí no tienen nada como nuestras hamburguesas. La industria le ganó a lo artesanal y eso hace que los sabores sean todos iguales. Ellos apuntan más al negocio. Tienen otra manera de hacer las cosas”, decía en una frase que parece resumir la razón del galardón de ese año.

Ocho nuevos restaurantes imperdibles en Buenos Aires: dónde están, cómo son y cuánto cuesta ir a comer

Fuente: Clarín Gourmet by María Florencia Pérez – @anchoitacava @mostrador.olivos @pilarpatagonia @asumare_barracevichera @madrerojas @lokantaimprenta @vini_bar @casa.moema Desde un local único para los amantes de los quesos y los vinos hasta una cevichería a precios amigables. Qué pedir en cada lugar.

La gastronomía en Buenos Aires no descansa: la agenda de inauguraciones de restaurantes, bares y todo tipo de espacios y locales gastronómicos no tuvo páginas en blanco ni siquiera en pleno verano. Detrás de las nuevas propuestas hay conceptos cada vez más precisos y diversos que habilitan opciones para salir a comer platos de diferentes estilos y con presupuestos variados.

Además de las recientes aperturas de grandes paseos gourmet como el Mercado de los Carruajes en pleno Bajo porteño (Alem y Tres Sargentos) y Bocha, un gran circuito al aire libre en el Campo Argentino de Polo, también surgieron pequeños y medianos emprendimientos detrás de los cuales hay cocineros y empresarios gastronómicos experimentados.

​Es el caso de estas ocho propuestas ubicadas en diferentes puntos de la Ciudad y de Gran Buenos Aires donde se puede comer desde la charcutería más exquisita hasta platos donde los protagonistas son los vegetales. 

​Ocho nuevos restaurantes imperdibles en Buenos Aires

1. Anchoíta Cava

Anchoíta Cava, una de las novedades de Chacarita.

Anchoíta Cava, una de las novedades de Chacarita.

Primero fue el turno del restaurante Anchoíta (que acaba de reabrir después de un cierre iniciado a comienzos de la pandemia), después llegó Panadería de Anchoíta (el lugar donde probar uno de los mejores helados de pistacho de la Ciudad) y ahora es el momento de Anchoíta Cava, un bar que es una epifanía para el gourmand que aprecia la mejor charcutería y los más exquisitos quesos y vinos.

Detrás de estos tres emprendimientos del barrio de Chacarita se encuentra el multifacético Enrique Piñeyro (cineasta, aviador, médico, actor, empresario gastronómico y cocinero). Este en particular es un local discreto y pequeño con codiciadas mesitas en la calle. Claro que el tamaño del bar es inversamente proporcional a la extensión de su carta.Algunos de los quesos de Anchoita cava.

Algunos de los quesos de Anchoita cava.

Imperdible la oferta de vinos locales e internacionales. Su cava ostenta más de 200 etiquetas. Y más de 50 de ellas se pueden degustar por copa, incluso muchas originarias de Alemania, Francia, Italia, España y otros países. El asesoriamiento de la sommelier Valeria Mortara es crucial en la experiencia de los comensales. 

La propuesta gastronómica es irresistible: charcutería de cerdo de bellota de producción propia (bondiola, nduja y guanciale, entre otros, desde $ 440 por 50 g), más de un centenar de quesos de diferentes tipos de leches, regiones y productores (desde $ 150 por 50 g) y también, platitos para picar: hummus con vegetales encurtidos, boquerones, etc. Infinitos maridajes posibles para exigentes. 

Juan Ramírez de Velasco 1456, Chacarita. De martes a sábados de 11 a 24. IG: @anchoitacava.

2. Mostrador Santa Teresita

Mostrador Santa Teresita desembarcó en Olivos.

Mostrador Santa Teresita desembarcó en Olivos.

El año pasado fue felizmente agitado para el chef Fernando Trocca: llevó su marca insignia, Sucre, a Londres y a Dubai, y para fines de 2021 también inauguró este espacio en el pujante polo gastronómico de Olivos. Se trata de una propuesta que ya funcionaba con éxito en José Ignacio (Uruguay) y en los Hamptons (Estados Unidos).

El concepto es el mismo: platos ricos y sanos expuestos sobre un mostrador. El comensal elige qué quiere comer y en qué formato. El plato chico es una proteína con dos guarniciones y el plato grande, una proteína con tres guarniciones. Todas son tentadoras. Los platos de Mostrador Santa Teresita Olivos

Los platos de Mostrador Santa Teresita Olivos

Desde unos repollos asados con aderezo de miso y sésamo a un ensamble de cabutiá, garbanzos, ensalada de papas con aderezo de mostaza y pickle de pepino. Los vegetales son una fiesta y están al orden del día. También la pastelería que convierte a este espacio en una gran opción para desayunos y meriendasPrecio promedio del cubierto (almuerzo): $ 2250.

Juan Bautista Alberdi 25, Olivos. De lunes a domingos de 9 a 19 horas. IG: @mostrador.olivos

3. Terrazas al Lago Pilar Patagonia

La vista desde el restaurante Terrazas al Lago Pilar Patagonia.

La vista desde el restaurante Terrazas al Lago Pilar Patagonia.

Todos los padres de niños lo saben: salir a comer con sus hijos puede ser una experiencia desafiante. Salvo en contados lugares como este nuevo restaurante de Pilar que cuenta con una infraestructura óptima para el público menudo.

Almorzar en su terraza con vista a los lagos y las añosas arboledas que los rodean es de por sí un buen plan que puede extenderse toda la la tarde en los Juegos del bosque: desde un tren de madera hasta bloques gigantes, hamacas e inflables de acceso libre para los más chicos.La cocina de Terrazas al Lago Pilar Patagonia.

La cocina de Terrazas al Lago Pilar Patagonia.

La cocina es internacional con impronta patagónica. El chef Emiliano Cafiso (Ex Bengal CasaSur) trabaja con truchas, hongos, quesos y ahumados de esa región. Algunos de los hits de la carta: el pulpo confitado; las costillas de cordero, las tablas y el risotto de hongos. Y por supuesto, menúes infantiles abundantes y cumplidores. Precio promedio del cubierto: $ 2300 sin bebidas alcohólicas.

Ruta Prov. 28 – Km 5,8 – Pilar. Horario: jueves 12 a 17 hs.; viernes, sábados y domingos de 12 a 23 hs. IG: pilarpatagonia

4. Asu Mare

El patio de Asu Mare.

El patio de Asu Mare.

La fórmula parece infalible: muy buen (y abundante) ceviche a precios razonables en pleno Palermo. Se trata de la primera sucursal de Asu Mare, barra cevichera especializada en pescados y mariscos cuyo primer local está en el barrio de Once.

El restaurante de la calle Thames es sencillo e informal y cuenta con un patio semicubierto para disfrutar los días cálidos. Los platos son frescos y sabrosos: el ceviche viene en versión clásica, mixto, o de mariscos con diferentes niveles de picante a pedido del cliente.El ceviche de Asu Mare.

El ceviche de Asu Mare.

En la carta también hay arroz con mariscos; arroz chaufa; y cevicausa (la tradicional causa peruana con ceviche arriba). Una buena idea es pedir los Dúos y Tríos Marinos que permiten combinar diferentes platos. Precio promedio del cubierto: $2000.

Thames 1514, Martes a sábado 13 a 24. Domingos de 13 a 20hs – IG: @asumare_barracevichera

5. Madre Rojas

La esquina de Madre Rojas.

La esquina de Madre Rojas.

Esta cantina moderna surgió del encuentro del chef y productor de ganadería sustentable Juan Barcos con los dueños de Sifón y Sede Whisky que funcionan con éxito en el Circuito Newbery. Fuera de los grandes polos gastronómicos, este espacio ubicado allí donde convergen Villa Crespo, Paternal y Chacarita con Caballito apuesta a combinar dos mundos: la típica parrilla con la nueva cocina vernácula.

En la carta convive una creme brule de humita con un bife de chorizo, unas sencillas (y perfectas) papas fritas con unos puerros asados con puré, avellanas y romesco. Un punto fuerte de la carta es la charcutería: cecina (jamón de vaca) de carne wagyu y una bresaola que resplandece bajo un chorrito de aceite de oliva.Los platos de Madre Rojas.

Los platos de Madre Rojas.

La carta de cortes de carne es breve y cumplidora. Debajo del local hay una pequeña cava donde descansan los vinos, muchos de ellos hallazgos de pequeños productores que merecen ser puestos en primer plano. Precio promedio del cubierto: $ 3500.

Rojas 1600, Villa Crespo. De martes a domingos, de 19 a 1. IG: @madrerojas

6. Lokanta

Lokanta, lo nuevo de Narda en Las Cañitas.

Lokanta, lo nuevo de Narda en Las Cañitas.

A pasos de Libertador y en la misma esquina donde antes funcionaba Narda Comedor Diario Imprenta, Narda Lepes abrió esta nueva propuesta en un local remozado: más espacioso y luminoso que antes. El concepto pasa por la reivindicación de la cocina casera de los inmigrantes.

“Hacemos comida que representa las abuelas, lo simple pensando en las raíces (lo español, lo croata, lo serbio más lo turco, lo griego y lo italiano). Hay un camino común en estas gastronomías: Ingredientes, técnicas, combinaciones que cruzan esas fronteras”, explica Narda. Al frente de Lokanta -que en turco significa restaurante- están sus antiguos colaboradores, Mario Spinelli y Lucila Rodríguez.Los pickles de Lokanta.

Los pickles de Lokanta.

Hay una barra que hace sándwiches en el momento (tres de ellos de miga) con diferentes panes: desde pan pita a focaccia. En la carta hay muchos platitos de vegetales crudos y cocidos. También otros como milanesa de berenjenas con capellini (cabello de ángel) y tomates y otros más “caprichosos” como una suprema Maryland, favorito de la infancia de la dueña de casa. Precio promedio del cubierto (almuerzo): $ 2000. 

Migueletes 898, Las Cañitas. Todos los días de 9 a 19 hs . IG: @lokantaimprenta

7. Vini

Vini bar, para amantes de los vinos naturales.

Vini bar, para amantes de los vinos naturales.

Bares de vinos hay muchos por eso para Aldo Graziani, sommelier y empresario gastronómico dueño de Aldo’s, el desafío era montar uno distinto. En este caso el carácter diferencial está dado por el concepto: Vini se enfoca en vinos naturales (con poca intervención), orgánicos, modernos, jóvenes y ajenos al circuito mainstream.

Con el también sommelier Lucky Sosto se inspiraron en un modelo de bar cosmopolita y convocaron al cocinero Leo Lanussol (ex Proper) para idear una serie de platitos tentadores que acompañen las copas. Desde una spianatta (embutido calabrés) hasta una ricotta de almendras o una focaccia.Platitos tentadores y vinos naturales, la fórmula de Vini.

Platitos tentadores y vinos naturales, la fórmula de Vini.

En la carta de vinos hay entre 50 a 60 etiquetas y cada semana rotan unas seis botellas que se pueden degustar por copa. El asesoramiento a los clientes está a cargo del propio Lucky Sosto y de los camareros que también son sommeliers. Precio promedio del cubierto: $ 2.500.

Jorge Luis Borges 1963, Palermo. De martes a domingo de 18 a 00 hs. IG: @vini_bar

8. ​Casa Moema

Casa Moema, un restaurante dentro de una casa de Chacarita.

Casa Moema, un restaurante dentro de una casa de Chacarita.

Una propuesta a puertas cerradas de un tipo de gastronomía que no abunda en esta ciudad: la cocina brasileña en clave fusión. Se trata del emprendimiento de Murilo, un chef paulista que apostó al boca a boca para hacer conocer este espacio montado en la calidez de su propia casa del pujante barrio de Chacarita.

Casa Moema fue pensado como un restaurante pero también como un club, un enclave social, de encuentros, con la energía y la vibra festiva de Brasil siempre presente. El clima distendido de su terracita florida inspira a la interacción entre los comensales. La cocina de Casa Moema.

La cocina de Casa Moema.

Entre sus platos, que cambian todas las semanas, se puede encontrar desde bolinhos de brie con pesto de berro, gazpacho de cangrejo hasta un risotto de moqueca. El precio del menú (que incluye entre 3 y 4 pasos y una copa de vino) es de $ 2500.

Abierto de miércoles a sábados por la noche. Las reservas se hacen a través de IG: @casa.moema

Las mil vidas del chef que le cocinó a la reina Máxima y hoy vende medialunas en Junín

Fuente: Clarín ~ Sebastián Pederiva también les armó el menú a varios futbolistas, como su amigo Darío Cvitanich.

Sebastián Pederiva, chef argentino, acepta la invitación y va a cocinar a la casa de Máxima Zorreguieta, que en aquel momento, 2009, todavía es la princesa de Holanda. Bucólica por donde se la mire, la casa queda en una reserva en medio de un bosque, cerca de La Haya, la capital administrativa de los Países Bajos. La idea de Sebastián es preparar un asado para toda la familia real, unas 25 personas. Como le habían avisado que a Máxima no le gustaba el lomo y prefería cortes “más sabrosos, con un poquito de grasa”, pone a la parrilla de estilo argentina, con barras de hierro y una manivela para acercar o alejar la mercadería del fuego, vacío y entraña.

No usa carbón: lo hace a leña con la ayuda de algunas briquetas, esos taquitos de madera que sirven para avivar las llamas y acelerar la combustión. ¿El asador se merece un aplauso? Por supuesto. “Me trataron muy bien”, recuerda Pederiva, de 38 años. “Era toda gente muy amable, muy sencilla… Tanto, que Máxima me recibió en joggineta gris… Y sí, ¿qué ropa se iba a poner? Si estaba en su casa”.

La escena parece de un cuento, por qué no, de una serie de Netflix o de cualquiera de las plataformas de streaming. Pero no, no fue ficción: ocurrió. ¿Cómo llegó Sebastián hasta allí? ¿Qué caminos tuvo que recorrer para que lo dejaran acceder a semejante intimidad?

De Baradero, en la provincia de Buenos Aires, Sebastián, o Pepe, tal como lo llaman los que más lo conocen, es amigo de Darío Cvitanich, delantero fino que este año, a los 37, regresó por segunda vez a Banfield. Muy amigo. Íntimo. Y esa relación le permitió atravesar algunas fronteras.

“Con Darío nos conocemos desde chicos: íbamos juntos a la misma escuela primaria, el Instituto Santiago Ferrari, un privado con subsidio religioso”, explica Pederiva, que está en pareja desde hace seis años con Eugenia, contadora, y tiene una hija, Bruna, de tres. “Después, yo cursé la secundaria en el mismo colegio y Darío ya viajaba a Buenos Aires para jugar en las Inferiores de Banfield: vivía en la pensión del club. Igual, nunca dejamos de vernos”.

Pederiva conversa por teléfono desde Junín, otra ciudad bonaerense, a unos 200 kilómetros de Baradero, su lugar de residencia desde diciembre de 2020. Habla con entusiasmo, como quien se apasiona con su oficio y al mismo tiempo es consciente de que ha hecho un recorrido intenso. “Antes vivía en Vicente López, en un departamento de tres ambientes con balcón. No estaba nada mal, por supuesto. Pero en medio de la pandemia decidí venirme más al verde”, avanza.

-¿Y a qué te dedicás?

-Tengo un emprendimiento personal: se llama Hoyletocapepe. En mi casa preparo medialunas rellenas, pan de masa madre… Abastezco a cuatro bares de Junín, recibo pedidos particulares y también hago algunos eventos. La ventaja de trabajar así es que manejo mejor mis horarios. Y puedo estar más tiempo con mi hija.Sebastián, especialista en harinas. (Gentileza).

Sebastián, especialista en harinas. (Gentileza).

A los 18 años, Sebastián dejó Baradero y se mudó a Buenos Aires con la idea de empezar a trabajar como ayudante de cocina en el restaurante La Stampa, de Las Cañitas. El napolitano Felice Ambrosio, el dueño del local, uno de los más importantes de la zona, le permitió estar allí unos seis meses para ver si le gustaba el oficio de chef: si soportaba estar tanto tiempo parado pelando zanahorias y lavando acelga, si no se desanimaba si se le quemaba una tortilla…

Llegué a La Stampa a través de un conocido. Trabajaba gratis, por la comida. Ahí me di cuenta de que la gastronomía era lo mío”, explica Sebastián. “Con esa certeza, al año siguiente, en 2002, mis viejos me bancaron la carrera en el Instituto Argentino de Gastronomía, en Santa Fe al 1500, Recoleta. El curso duraba dos años”.

Al principio, Sebastián vivía en un departamento familiar junto a su hermana Alejandra, que también se había mudado a Buenos Aires con el propósito de formarse en el nivel terciario: estudiaba kinesiología (Sebastián es el menor de tres hermanos: su otra hermana, Cecilia, se dedicó a la administración de empresas).

Con el tiempo, cuando ya se lucía entre las hornallas y había empezado a cobrar un sueldo en el Hotel Hilton, donde también se desempeñaba como ayudante de cocina, Sebastián se mudó a un departamento junto a dos amigos de Baradero, Emmanuel Ruiz, que primero estudió medicina y después educación física, y Cvitanich, que ya había debutado en la Primera de Banfield.

El departamento, de dos ambientes, también estaba ubicado en el corazón de Recoleta: Pacheco de Melo y Austria. Más allá de alguna toalla que podía quedar tirada en el piso del baño o de algún plato sin lavar, entre otros descuidos, la convivencia era muy buena. O mejor dicho: una fiesta, una celebración permanente.

Los tres amigos dormían en la misma habitación. “Con Darío compartíamos una cama cucheta: Darío arriba y yo abajo. Darío había comprado una tele grande y la puso en el living… Ese departamento era el centro de reunión de todos los amigos de Baradero: había momentos en que llegábamos a ser 15 jugando a la Play”, evoca el cocinero.

Ya con el título de chef, Sebastián, inquieto y con ganas de progresar en el mundo culinario, hizo el curso de sommelier en el Centro Argentino de Vinos y Espirituosas, también en Recoleta: Juncal al 800. Entre trago y trago, María Barrutia, una de las directoras del instituto, le contó que se había abierto una vacante para auxiliar de sommelier en el reconocido restaurante Mugaritz, del País Vasco, y que él contaba con el perfil necesario para acceder a ese puesto tan codiciado. Una pasantía premium, una temporada en las grandes ligas.

Como quien está dispuesto a incorporar nuevas experiencias, la idea lo entusiasmó enseguida. Con dos estrellas Michelin, Mugaritz, del chef Andoni Aduriz, estaba considerado el cuarto mejor restaurante del mundo. “Aunque no me pagaran y sólo me dieran casa y comida, estar allí me iba a servir mucho. Eso sí, como nunca me destaqué por ahorrar, no podía pagar el pasaje. ‘Olvidate, yo te banco lo que haga falta’, me dijo mi amigo Darío. Justo por esa época, él estaba por firmar su contrato para irse a jugar al Ajax de Holanda (el pase costó diez millones de dólares)”.

-¿Qué te dijeron tus padres cuando les contaste que tenías pensado irte a vivir a Europa?

-Fue difícil… Mis padres son jubilados. Mi papá, José Luis, trabajó como empleado de una fábrica y de un supermercado. Mi mamá, Mabel, fue maestra. Cuando yo me fui a Europa les costaba entender que me podía ganar la vida cocinando…

-En aquel momento no se hablaba tanto de gastronomía como ahora.

-Claro. Era otra cosa. La gastronomía explotó después…

Ahora es un viernes de febrero. Son las cuatro y media de la tarde. Hace calor. “Sebastián cocina muy bien, sí, pero nunca cocina para nosotros”, cuenta Mabel, la madre del chef, por teléfono. Y, con mucho humor, sin perder la gracia, profundiza: “Siempre que viene a visitarnos a Baradero le cocinamos nosotros. No sé, supongo que lo hace para descansar un poco”.

-¿Qué pide que le preparen?

-Le encanta el pastel de papas… En realidad, el que le cocina es mi marido, José Luis. Yo no soy muy amante de la cocina. Veo un morrón y no sé para dónde disparar…

-O sea que Sebastián heredó de su padre la pasión por las recetas.

-Sí, seguro. Mi marido cocina de todo. Y sabe condimentar muy bien. Para vender o para que los comamos nosotros, prepara unos salames muy buenos.

-¿Sebastián ya se destacaba desde chico en la cocina?

-No. Eso llegó después… Es más, cuando cursaba el quinto año del secundario, primero decía que quería ser ingeniero ambiental. Y después se inclinó por la educación física… Al tiempo, cuando me dijo que quería seguir gastronomía se me vino el alma abajo.

-¿Por qué?

-Porque yo, que fui docente, pretendía que siguiera una carrera más tradicional… Una vez, me acuerdo bien, Sebastián preparó un cochinillo al vino tinto, que le salió delicioso, y ahí confirmó que le gustaba cocinar. Luego demostró que era su verdadera vocación, que tiene mucha pasta para eso y que no se equivocó al tomar la decisión de seguir esa carrera. Estamos muy orgullosos de él. Igual, yo sigo creyendo que la cocina da mucho trabajo: a veces te pasás varias horas cocinando para disfrutar un ratito… Yo, por eso, ni miro la cocina. En todo caso la limpio.Sebastián, de bebé, con su padre José Luis, de quien  heredó la pasión por la cocina. (Gentileza).

Sebastián, de bebé, con su padre José Luis, de quien heredó la pasión por la cocina. (Gentileza).

Tras su paso por el País Vasco, Sebastián se marchó a Ibiza, la ciudad de la rave a toda hora, en continuado, donde le habían ofrecido trabajar en la cocina del Hotel Aguas. Llegó con diez euros, seco, al borde del default. “Al principio me bancó Fernando, el tío de un amigo que hacía como 20 años que vivía en Ibiza. Fernando se dedicaba a manejar barcos. Era un pirata increíble… Vivíamos al lado de Pachá. La ventana de mi cuarto daba al patio del boliche… Imaginate… La música en las orejas todo el tiempo… Cuando cobré mi primer sueldo, 1.200 euros, me mudé a mi propio departamento, a una zona más alejada del centro: puse 600 euros para entrar y otros 600 para pagar el alquiler. Sí, me quedé otra vez en cero. Pero ya tenía trabajo y podía empezar a repuntar”.

Tres meses después, Cvitanich, que ya se había instalado en Amsterdam, le ofreció que se mudara a su casa. El trato fue simple, expeditivo. “Te venís conmigo y, si te parece, me cocinás”, le propuso Darío. Sebastián, futbolero, hincha de Boca, aceptó sin dudarlo. “Justo en el Hotel Aguas me habían propuesto ser jefe de cocina. Pero preferí irme con Darío: como los dos estábamos solos, nos podíamos hacer compañía”.

En Amsterdam estaban más cómodos que en Recoleta. Un dato: ya no dormían en camas cuchetas. “Vivíamos en una zona privilegiada de la ciudad, en un departamento divino, en el que cada uno tenía su habitación. Darío me dio su tarjeta de débito y me dijo: ‘usala como te parezca, es tuya’. Con eso, yo me encargaba de la heladera, que Darío siempre tuviera un plato preparado…”.

El menú de Sebastián incluía milanesas, fideos con manteca, salmón con arroz... “Si Darío tenía que probar algo nuevo, lo hacía. Darío siempre tuvo mucha conducta… Por eso puede seguir jugando sin problemas a esta altura de su carrera. Si en la cocina había 20 tubos de papas fritas Pringles era porque me las bajaba yo…”, detalla Pederiva. “De las tareas de limpieza se encargaba Misha, una mujer croata con la que nos llevábamos muy bien”.

Además de cocinarle, Sebastián acompañaba a Darío a la cancha. Iba a ver los partidos del Ajax siempre que podía. “Era espectacular. Yo entraba al estadio, el Amsterdam Arena, en el auto de Darío… Antes del partido, me iba a un barcito del estadio al que van todos los familiares de los jugadores y me tomaba una cervecita”.

Como parte de la misma “integración cosmopolita”, Sebastián también ayudaba con la alimentación de algunos compañeros de Cvitanich. “En el Ajax, Darío tenía muy buena relación con dos jugadores uruguayos, Bruno Silva y Luis Suárez. Luis me pedía que le cocinara tarta pascualina. Le encantaba comerla igual que a los argentinos: bien gorda, con mucha acelga y huevo duro entero… Se la preparaba y me hacía unos mangos”.

También, siempre con ganas de retomar el camino profesional, Sebastián buscaba un empleo fijo. Así, gracias a otro “conocido”, fue contratado para cocinar en el club de golf de Wassenaar, a 40 minutos en auto de Amsterdam. El dueño del club de golf era Theo Dietz, un millonario que había hecho su fortuna con la marca de ropa de surf O’Neill. A Theo le gustaron tanto las recetas del argentino que se lo llevó a trabajar a su casa.

“Un día me dijo: ‘Sebas, en el club no pasa nada… Viene poca gente a comer. ¿Por qué no te venís a cocinar a mi casa para toda mi familia?”, señala Pederiva. “Además, tres o cuatro veces por semana viene gente a cenar…”.

La mansión de Theo también quedaba cerca de La Haya. “Y tenía otra casa impresionante en Marbella, al lado de la del actor Antonio Banderas… Una vez fuimos a pasar Año Nuevo”.

-¿Te pagaba un buen sueldo?

-Sí, era un buen sueldo, por encima de la media. Theo era el mejor jefe del mundo. Me pagaba lo mismo todos los meses, más allá de que había semanas en las que sólo iba dos veces a su casa, otras en las que iba cuatro veces… No era un trabajo regular. Pero eso a él no le importaba. Y los fines de semana me los dejaba libres: veces, yo aprovechaba para ir a visitar a otro amigo, Paul, que vivía en Colonia, Alemania.

Por si fuera poco, Theo le prestó un auto. Sebastián sólo tenía que encargarse de ponerle nafta. Nada más. Le pagaban el seguro, el mecánico, el lavadero… “Era un Peugeot 207. Para Theo y su familia era un autito, pero para mí era una máquina. En un momento se rompió y, durante el tiempo que duró el arreglo, Theo me dio otro auto, un Golf GTI, que para ellos era otro autito y para mí otra máquina”.Guillermo y Máxima con sus hijas.

Guillermo y Máxima con sus hijas.

El empresario vivía con su mujer y dos hijos mellizos, de nueve años. Una noche, su jefe le dijo: “Preparate, Sebastián, que esta semana viene a cenar gente importante”.

Los invitados no eran otros que Guillermo Alejandro de Orange y Máxima Zorreguieta, en aquel momento el príncipe y la princesa de Holanda (son reyes desde 2013).

“Hola, ¿cómo estás?”, le preguntó Guillermo a Sebastián en español, cuando el chef entró al salón principal con una botella de vino para comenzar con el agasajo.

¿Cuál fue el plato principal? Los días previos le habían avisado a Sebastián que a Máxima le gustaba mucho la trufa. “Entonces, como ella es argentina, fui a lo seguro y preparé ojo de bife con morcilla trufada y vegetales asados. Fue un éxito”.

Pederiva trabajó solo, sin ayudantes. Después de la cena, Guillermo y Máxima se quedaron charlando un rato largo con Sebastián en la cocina. Un buen gesto de camaradería. Ahí, ella le dijo: ‘Quiero que vengas a cocinar a mi casa’”.

Cerca de las 22.30, Sebastián puso todo en el lavavajillas y se volvió a su casa. “Allá, los horarios son más tempranos que acá… La gente cena a las siete, ocho de la noche. Lo hacen para acostarse con la comida bien digerida. Es mucho más sano. Y para un cocinero como yo, que estaba acostumbrado a terminar mis jornadas a la una, dos de la mañana, era la gloria…”.

Un par de semanas después de ese primer encuentro con Máxima y su marido, queda dicho, Pederiva fue a la casa de la princesa para preparar el recordado asado de la joggineta gris. “Para evitar problemas, a Sebastián le pusieron un custodio que revisaba todos los condimentos que usaba para cocinar”, recordó Cvitanich.

“Sí, yo estoy seguro de que cuando crucé la barrera y entré a la casa de Máxima, los encargados de la seguridad ya sabían quién era, en qué fecha había llegado a Europa, con quién vivía en Holanda, cómo era mi familia en la Argentina”, profundiza el chef.

Lo más divertido, de todas maneras, me pasó con la reina… En un momento saludé a una viejita sin darme cuenta de que era Beatriz de los Países Bajos. Me lo avisó la niñera de las hijas de Máxima. Me dijo: ‘Cuando la reina te saluda, tenés que hacerle una reverencia y decirle su Majestad’. Beatriz no se lo tomó para nada mal, por suerte. Se dio cuenta de que yo estaba ahí para cocinar, que era un argentino convocado por Máxima, y en ningún momento le quise faltar el respeto sino que me había dejado llevar por el clima de informalidad que había en el almuerzo”.

-¿Volviste a tener contacto con Máxima?

-Sí, otra vez, Theo, mi jefe, le prestó a Máxima una casa flotante que tenía amarrada en las afueras de Amsterdam. Era otra casa fabulosa. Debajo del nivel del agua, por ejemplo, había tres habitaciones, baños, jacuzzi… Era otro almuerzo informal. Y Máxima me volvió a convocar para que le cocinara algunos cortes a la parrilla. Ahí hubo otra situación de novela. A la hora de los postres, apareció un heladero en bote, por el medio del canal. Y Máxima se tiró de cabeza al agua para nadar unos 25 metros e ir a comprar helado para sus tres hijas, Amalia, Alexia y Ariadna. Cuando el heladero vio que era la mismísima Máxima la que le estaba pidiendo los helados no lo podía creer.Sebastián (primero a la izquierda), con un grupo de amigos en Amsterdam, entre ellos, Cvitanich (el cuarto). Gentileza.

Sebastián (primero a la izquierda), con un grupo de amigos en Amsterdam, entre ellos, Cvitanich (el cuarto). Gentileza.

En 2010, cuando Cvitanich siguió su carrera en el Pachuca, de México, Sebastián decidió regresar a la Argentina. “Extrañaba a mi familia, a mis amigos… ”, dice. “Además, sentía que ya había vivido lo que pensaba vivir en Europa. Y llega un momento en el que tenés que definir: o te quedás para siempre lejos de tu casa o te volvés. Y me volví”.

Otra vez en su país, Sebastián armó varios proyectos: puso una vinoteca, fue jefe de cocina en una heladería, preparó comida para los cines premium de Hoyts, armó un restaurante de campo en Baradero… “Pero un día me enojé con la profesión y dejé todo…”.

-¿Qué te pasó?

-La vida del cocinero no es tan fácil como parece. O como se ve en la televisión… Hay un lado B que no se conoce, que implica mucho sacrificio. A veces lo único que hay en la vida del cocinero es trabajo. No tenés fines de semana ni feriados libres. Las jornadas pueden empezar a las 5 de la mañana y terminar a las 11 de la noche. Es una rutina que te puede quemar. Podés sufrir ataques de pánico… No ves la hora de juntarte un sábado a la noche con tus amigos… Además, en esta profesión, los que ganan muy bien son pocos… A mí me vino bien tomarme un respiro… Alejarme un poco. Hasta que me reconcilié con la profesión y volví a trabajar al Hilton.

En el hotel de Puerto Madero, entre otros eventos, Sebastián cocinó para la gala de los premios Martín Fierro. “Una vez se nos ocurrió servir un bocadito de bienvenida arriba de una piedra. Y después, una costilla entera sobre el plato. Se habló mucho de eso. Algunos nos elogiaron y otros nos criticaron… Lo aceptamos como parte del juego”, comenta.Sebastián estudió en el Instituto Argentino de Gastronomía (Gentileza).

Sebastián estudió en el Instituto Argentino de Gastronomía (Gentileza).

-¿Cuál sería tu especialidad como cocinero?

-A mí me encanta… comer. Mi especialidad sería todo lo que tuviera que ver con la harina. Medialunas, pizzas, pastas…

-¿Quién es el mejor chef de la Argentina?

-Mis referentes más cercanos son Martín Molteni, Emiliano Sabino y Pablo Barbero. Con ellos aprendió mucho. Pero también debería nombrar a Mauro Colagreco y a Francis Mallmann, un maestro, alguien que dejó en claro que en nuestro país se cocina con fuego. ¿Si quemamos las comidas? Sí, claro, las quemamos, pero las quemamos bien.

-¿Y quién es el mejor cocinero del mundo?

-Hay varios muy buenos…. Podría elegir a Andoni Aduriz, de Mugaritz, un cocinero que roza la filosofía…

-¿Te gustaría conducir un programa de cocina en la televisión?

-Siempre estoy dispuesto a vivir experiencias nuevas. Habría que analizarlo. No sé… No es lo mismo cocinar que cocinar frente a una cámara. Buenos cocineros hay millones. Gente con carisma para estar en la televisión, menos.

-Si condujeras un programa podrías invitar a tu amiga Máxima…

-No creo que me responda tan fácil el mensaje de whatsapp… (se ríe).

Con el 90% de ocupación, la costa sueña con marcar un verano récord

Fuente: La Nación ~ En todas las localidades de playa se ven hoteles y restaurantes llenos; en el sector confían en que la tendencia se mantenga también en Semana Santa.

El domingo gris de principio a fin opaca un fin de semana largo brillante por casi todas sus aristas. Hoteles repletos, inmobiliarias que se quedaron con unas pocas llaves en el tablero con la oferta de departamentos en alquiler, restaurantes y bares con mesas completas desde el desayuno hasta la cena y balnearios que, a pesar de las gambetas del sol, volvieron a vivir –aunque sea por un día– esa singular y muy disfrutada sensación de quedarse sin carpas ni estacionamiento disponible.

Estos feriados de Carnaval de mañana y pasado mañana, que funcionan como una escala previa al inicio del ciclo lectivo en la mayoría de las provincias y sin dudas el último gran momento de una temporada de verano que hace cuentas en busca de un reconocimiento histórico por su excelente rendimiento, movilizaron cientos de miles de turistas hacia la costa. La estadística dirá muy pronto si se consolidaron como el pico de la demanda en estos últimos dos meses.

Mar del Plata tiene casi 90% de la hotelería ocupada. Es el piso entre decenas de localidades del frente de playas bonaerense que vive desde ayer una capacidad de alojamiento completa, muy a tono con mucho de lo vivido desde comienzos de este año. Lo que se ve y respira alcanza y supera las mejores expectativas.

Mar del Plata tiene un 90% de ocupación
Mar del Plata tiene un 90% de ocupaciónMauro Rizzi

Lo que le falta a este fin de semana extralargo, a no dudarlo, es una mayor generosidad de las condiciones meteorológicas. Las nubes se instalaron desde el mediodía de ayer y ganaron en presencia y oscuridad hasta que la tormenta eléctrica de media tarde iluminó todo a fuerza de relámpagos y hasta de algunos rayos. Hoy no hubo chaparrones, pero la sensación fue siempre que estaban ahí nomás. Aun así la mayoría apostó por la playa. Y acertó.

A media mañana las arenas pinamarenses demostraban la confianza y decisión de quienes eligieron este destino para la escapada de cuatro días, la primera del año. La próxima, también bien extensa, llegará en poco más de un mes, ya con el otoño encaminado y gracias a los feriados de Semana Santa.

“En caso de que se largue a llover como ayer, levantamos las cosas y nos volvemos al hotel, pero a la playa se viene sí o sí porque son poquitos los días que podemos venir y hay que aprovechar cada minuto”, afirmó Benito Martínez, de la Capital, que estaba con su esposa, su hija y sus dos nietos a metros del muelle de pescadores, donde desplegaron la sombrilla, la conservadora con comida y bebidas, el equipo de mate y todo lo necesario para pasar el día al lado del mar.

En todo el sector de servicios, cualquiera sea la localidad balnearia donde se pregunte, se trabajó a niveles de demanda similares a los mejores momentos de este verano.

Compras

La mañana de hoy, que mostraba pocas posibilidades de una jornada plena de playa, habilitó, por ejemplo, una concurrencia importante por los paseos comerciales de Cariló. Las cafeterías estaban repletas y los turistas salían de los locales y caminaban por el bosque cargados de bolsas de compras.

Hugo Tavelli, responsable del Hotel Marcín, confirmó a LA NACION que este cierre de mes sin habitaciones libres no desentona con lo vivido desde fines de diciembre. “Salvo el miércoles y el jueves últimos, que tuvimos algún bache, estamos completos y seguiremos así por lo menos hasta el primer fin de semana de marzo”, afirmó. No dudó en arriesgar que se empieza a cerrar “la mejor temporada en 15 o 16 años”.

Celebró esta recuperación luego de casi dos años del impacto de la pandemia, con períodos prolongados de puertas cerradas y que golpearon duro al sector. “Ya se están recibiendo muchas reservas para Semana Santa y se viene un año con mucho turismo de reuniones y corporativo”, describió.

La hotelería en general reconoce el impulso que tuvo el programa PreViaje para potenciar al máximo este mes. Y en los demás rubros admitieron que se percibió un incremento en el promedio de gasto per cápita, quizás también por este mecanismo de bonificación sobre los paquetes contratados mediante esta herramienta oficial.

Fin de semana de Carnaval en Cariló
Fin de semana de Carnaval en CarilóMauro Rizzi – LA NACION

Es también este fin de semana el primero desde el inicio de la temporada en el que los contagios por coronavirus parecen un tema de otra época. Los barbijos abundan y los protocolos se mantienen, pero ya no se respira esa preocupación que se mantuvo durante casi dos meses, con una tercera ola de casos que creció más rápido que las anteriores, aunque también con menor nivel de daño. Mar del Plata, que vivió jornadas con más de 2000 nuevos positivos por día, ayer tuvo apenas 49.

La noche suele exponer mucho más que durante el día el enorme nivel de demanda de la gastronomía. La oportunidad de playa, con más o menos sol, permite que horarios de almuerzos hasta meriendas sea de locales y decks holgados en ocupación. Con la caída del sol y los happy hours tempranos de cervecerías se abre el camino para el que programó una reserva y, para el resto, una casi obligada y larga espera por una mesa libre.

“Es este un fin de semana de temporada con niveles de primera quincena de enero”, confirmó Hernán Szkrohal, titular de la confitería Barracuda y vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica. “No fue explosivo en demanda, pero sí es muy intenso y con un impacto positivo parejo para todos los sectores del turismo”, afirmó a LA NACION.

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