¿Se puede contar toda la historia de la comida? Este libro dice que sí

Fuente: Marie Claire ~ La medida (ya que estamos hablando de cocina) parece por demás inmensa: cinco mil años de historia. Algún añito más o menos (licencia permitida de cada receta), ese es el período que decidió abarcar la historiadora británica Rachel Laudan en su flamante libro Gastronomía e imperio, editado acá por Fondo de Cultura Económica.

Sí, se trata de una empresa muy ambiciosa y la investigadora lo admite enseguida. Además, avisa que para su enfoque, el análisis de ingredientes, técnicas, platos, alimentos y costumbres no puede estar jamás escindido de la dimensión política y económica de cada período.

Gastronomía e Imperio
Más de 600 páginas de cruces entre la gastronomía y la historia social y política.

Algunas conclusiones

Se trata así, de una historia global, tanto de la comida (mejor dicho, cocina) como del “mundo”, analizando a lo largo de casi 600 páginas la gastronomía de imperios como el romano, el mongol, el otomano, el británico y muchos más.

El periodista y escritor Flavio Lo Presti (que charló con la propia Laudan en la presentación virtual del libro), lo djo claramente en el artículo que acompañó esa presentación: “La historia que cuenta Laudan hilvana variantes de un mismo resultado, hombres ricos comiendo comidas exquisitas y procurando la paz en base a una administración cínica del alimento de los pobres y hombres pobres sobreviviendo en base a alimentos de pésima calidad”.

Gastronomía e Imperio
La corte de Ricardo II de Inglaterra, regada de bollos de pan y carne rostizada.

Y esa suerte de conclusión le da pie a destacar otro sorprendente “hallazgo” de la investigación: la impugnación al “consenso humanista” de que la comercialización masiva y las grandes corporaciones de alimentos son el diablo de esta era.

En palabras de Laudan: “Este consenso se apuntala a partir de la narrativa agrícola-romántica sobre la historia culinaria, ahora vinculada con la domesticidad y el nacionalismo. Repetida una y otra vez en recetarios, artículos de revistas, crónicas de viaje y periódicos, relata cómo la exuberancia de la tierra, fresca, natural y saludable, tras ser amorosamente preparada por mujeres campesinas, se refinó en las ciudades para convertirse en la cocina de la región o la nación. Es la más reciente de una serie de historias que toda sociedad se ha contado a sí misma sobre los orígenes y la evolución del acto de cocinar. Se trata, desde luego, de un mito”.

Sobre eso, y muchísimo más, trata entonces Gastronomía e imperio.

Tiene 22 años y convirtió su Instagram en un negocio gastronómico

Fuente: La Nación ~ La guía @clubdelbajón saltó del mundo virtual al mercado; ahora también va por la pastelería propia

“La pandemia nos terminó de confirmar que teníamos que hacer un cambio. En el @clubdelbajon no predominaba la comida dulce, pero era algo que los seguidores nos pedían todo el tiempo, así que los escuchamos y decidimos ser nosotros quienes creamos y comercializamos los productos del segmento dulce”, explica Tomás Calvagna, de 22 años, creador de la guía gastronómica que cuenta con una comunidad que va hacia el millón de seguidores y que inauguró su propio spin off: @clubdelbajondulce.

Historia de un hit

En 2017, a través de su cuenta @clubdelbajon, Calvagna recomendaba opciones gastronómicas de Buenos Aires por puro amor a la comida, dice, pero también atento a los consumos de su generación, los menores de 30. En dos años, y con información sobre más de 300 restaurantes y bares, detectó una demanda clara: descuentos y nuevas propuestas.

Entonces se reinventó por primera vez y pasó a desarrollar platos propios junto a los diferentes comercios bajo el nombre de Línea Bajonera. La premisa era simple: menús innovadores, atractivos y, sobre todo, “instagrameables”, en la era del food porn.

El éxito de Línea Bajonera llevó a los restaurantes a notar la importancia de comunicar bien. Calvagna, que empezaba la carrera de Marketing en la UADE, vio una nueva oportunidad y armó una agencia de publicidad enfocada en el sector gastronómico, que en menos de una semana ya tenía sus primeros cinco clientes. Hoy, es la agencia especializada en gastronomía más grande del país: con una inversión inicial de $60.000, hoy factura $1.400.000 mensuales.

La premisa es simple: menús innovadores, atractivos y, sobre todo, “instagrameables”.
La premisa es simple: menús innovadores, atractivos y, sobre todo, “instagrameables”.

Al tiempo se sumó Pablo Ertola como director de Estrategia y la agencia llegó a trabajar con más de 30 locales y también con grandes marcas, como McCain, PepsiCo, Unilever, Pedidos YA, y McDonald’s.

“Para mayo del 2020, cuando los comercios gastronómicos lograron acomodarse nuevamente, se dieron cuenta de dos cosas –cuenta Tomás–. Por un lado, notaron que no sabían cómo vender comida online y, por el otro, las plataformas de delivery tenían comisiones muy altas para los comercios y les era complicado seguir con vida”.

Plata dulce

En este contexto, nació la última apuesta: el Club del Bajón Dulce (@clubdelbajondulce). Los productos son elaborados por pasteleros profesionales en un centro de producción propio en Caballito. La oferta incluye desde un Chocokinder (una chocotorta con Kinder, alfajores, conitos de dulce de leche, trufas de chocolate, y más), o un box de Brownies Mágicos (12 brownies variados: de Oreo, con almendras, de Rocklets, etc.), hasta el Corazón Bajonero (un corazón de chocolate relleno de Nutella y dulce de leche, con pedazos de Kinder, Oreo bañadas y chips de chocolate). Los precios arrancan en $600 y hacen envíos a Capital y Gran Buenos Aires.

Dice Tomás que su versatilidad como emprendedores fue clave para sobrevivir a la pandemia, por eso seguirán reinventándose: lanzarán un canal de recetas oficiales de comidas fáciles y rápidas para que la comunidad pueda disfrutar en su casa.

Actualmente, la empresa cuenta con un equipo de 30 personas, que van desde community managers, fotógrafos, generadores de contenido, diseñadores, editores y ejecutivos de cuentas.

Los socios, que tienen la cuenta foodie más grande de Latinoamérica, proyectan para este año el desarrollo de unidades de negocios paralelas y el lanzamiento de su propia app móvil, donde podrán ofrecer a la comunidad, de manera consolidada, todas las promociones y descuentos que tienen en los comercios con los que trabajan.

“Cuando hay una crisis, hay una oportunidad. Hay que apoyarse en lo digital, es el presente y es el futuro, te permite llegar a millones de personas abiertas a recibir tu producto o servicio. Al emprender vas a tener problemas, te va a ir mal, vas a querer abandonar, por eso es importante que estés enamorado del problema que querés resolver y dispuesto a perseverar”, concluye Tomás.

Mariano Ramón: el chef indisciplinado que revolucionó la cocina argentina

Fuente: La Nación ~ Más allá del frenesí momentáneo del despacho, la cocina profesional suele ser sinónimo de orden y de prolijidad. Es necesario preparar la mise en place, respetar las recetas, manejar los depósitos, anticipar pedidos, armar el salón y las reservas. Tareas estructuradas que compiten con la parte más creativa, como descubrir aromas nuevos o sorprender con una combinación de productos. “Mi problema siempre fue ser muy indisciplinado, me cuesta seguir las reglas”, admite Mariano Ramón, el cocinero y creador de Gran Dabbang, el restaurante que -posiblemente- más influyó a la gastronomía argentina de los últimos 10 años. “Cuando empecé a trabajar hacía las cosas bien solo si estaba bajo presión. El resto del tiempo llegaba con lo justo, como sacarse un 4 en un examen. Aprobaba pero en el límite. Es como en el fútbol: tenés jugadores muy técnicos y otros más de potrero, callejeros. Yo pertenezco a ese segundo grupo”, dice.

Con Philippa Robson y la gráfica de su restaurante
Con Philippa Robson y la gráfica de su restaurante

La metáfora futbolera no es casual: el primer impulso de Mariano Ramón fue cursar periodismo deportivo, apasionado por el gran deporte nacional (en su Instagram hay tantas fotos del Muñeco Gallardo como de grandes cocineros). Se anotó en la UBA pero no funcionó. Como le gustaba cocinar, quiso estudiar gastronomía, pero tampoco le alcanzaba la plata para una escuela privada. “Mi tío conocía a Francis Mallmann y me consiguió una pasantía en Patagonia Sur, el restaurante que tenía en la Boca. Era el año 1999 y de ahí saqué un grupo de amigos que perdura hasta el día de hoy. Tuve también muy buenas jefas de cocina, como Juliana López May o Paola Carosella. Lo mejor era cuando íbamos a hacer eventos a otros restaurantes de Francis, en Mendoza o Uruguay”, cuenta.

De Mallmann, Mariano pasó a estar bajo las órdenes de Narda Lepes, su madrina gastronómica. “Empecé con ella en el Club Zen de Las Cañitas. Ya le había agarrado el gusto a viajar y como era un catering, Narda me permitía entrar y salir de la estructura. Trabajaba un tiempo, luego me iba a hacer una pasantía y de ahí volvía con Narda. Así fui a Perú, a España. Esto duró muchos años hasta que en un momento quise viajar sin pasaje de vuelta”.

Mariano Ramón comenzó un largo recorrido por el mundo más lejano. Sin saber inglés, su primer destino fue Nueva Zelanda, donde trabajó con Peter Gordon, gurú de la llamada cocina fusión, mezclando ingredientes asiáticos con su origen británico. Era el año 2005; todavía no existían los smartphones y para buscar una receta Mariano buscaba libros en bibliotecas públicas. Dos años estuvo en Nueva Zelanda, donde conoció a Philippa Robson, su pareja desde entonces. Con ella viajó luego al sudeste asiático, a Tailandia, Malasia, Vietnam y Laos, realizando pasantías sin cobrar sueldo. “Gasté todo lo ahorrado en Nueva Zelanda para poder trabajar afuera. Y aún así me costaba conseguir restaurantes, no entendían qué quería, desconfiaban de mí. Mandé más de 200 cartas hasta que alguien me aceptó”. Tras la experiencia asiática viajaron a Inglaterra, donde estuvieron otros dos años. Y en el medio, Mariano se tomó varios meses para vivir en la India, el destino que más lo marcó. “Uno puede pasar por restaurantes de cocina moderna, donde aprendés técnicas y sabores. Pero en lugares como Tailandia o la India, en restaurantes más tradicionales, aprendés muchas otras cosas. Conocés la cultura de un lugar, su manera de pensar. Tus propios compañeros te llevan a comer a la casa de sus abuelas, de sus padres. Alcanza con pisar la calle en la India para absorber cosas nuevas. Son posibilidades únicas”.

Más allá de describirse a sí mismo como “indisciplinado”, la carrera de Mariano Ramón es una muestra de disciplina, entendida como una pasión y una necesidad de aprender. Cada paso tuvo su parte azarosa pero a la vez meditada. Decenas de pasantías, jornadas laborales de 15 horas al día, la búsqueda de referentes e incluso la intención de vencer sus propias debilidades son ejemplo de esto. En Inglaterra, por ejemplo, se puso a las órdenes de Dieter Müller, un chef alemán con tres estrellas Michelin. “Quería mejorar mis partes más flojas, mi incapacidad de seguir reglas. Precisaba que me exijan seguir una estructura”.

Mariana Ramón con el chef  Lui Cheuk Hung de Hong Kong Style
Mariana Ramón con el chef Lui Cheuk Hung de Hong Kong Style

Tras ser parte de bodas estrafalarias de tres días de duración en la India, trabajar en hoteles de lujo alemanes en Londres y comer en puestitos callejeros de Vietnam, en un momento Mariano decidió volver a la Argentina. “Acá podés intentar hacer algo propio con tu capital de trabajo, aun cuando no tengas tantos recursos económicos”. Como su pareja Philippa es jardinera, la idea era hacer un café con un vivero, pero pronto entendió que eso requería una inversión imposible para ellos. Comenzó nuevamente a trabajar con Narda, que le dio la responsabilidad de manejar el mercado de productos de la feria Masticar. “Yo me había ido mucho tiempo, ya no conocía a nadie. Tenía que reconectarme con el mundo gastronómico. Masticar me permitió eso: conocí a los cocineros de esa nueva actualidad, y con la búsqueda de productos entendí que había mucho para hacer. Empecé investigando por categoría, aceites de oliva, alcaparras. Pero lo mejor fue cuando el propio producto me sorprendía: hierbas y frutos que no se veían en ningún lado del mundo y que estaban acá.”.

En 2014 Mariano Ramón abrió Gran Dabbang, el restaurante que mantiene al día de hoy y que influyó a toda una generación de cocineros locales. Un antes y un después para la gastronomía porteña y argentina, pionero en búsquedas gastronómicas que luego se reprodujeron al infinito. Un lugar puesto directamente por el propio cocinero, con una inversión baja, sin darle importancia al ambiente ni decoración. Un menú con personalidad reconocible. Gran Dabbang fue de los primeros en imponer los platos chicos, para pedir de a muchos, trabajando con sabores propios y mezclando salsa de pescado tailandesa con cardamomo de la India y un queso de Tandil. Los viajes de Mariano están ahí, bien metidos en el ADN de cada plato. Fue también precursor en darle protagonismo a vegetales y legumbres, con carnes en segundo plano. “Volcamos toda la inversión en la materia prima. Si el lugar fuese muy lindo, estoy seguro de que en algún momento bajaría la guardia. Así, estoy obligado todo el tiempo a estar alerta, a que la comida sea muy atractiva, para que la gente quiera venir”.

Gran Dabbang es también una propuesta política. “No creo en la economía del derrame, ni en la economía ni en la gastronomía. ¿Por qué una hierba como la rica rica solo aparece en un menú degustación de lujo? Es absurdo. La manera de normalizar un producto es lograr que sea masivo, que lo utilicemos los lugares de barrio, para que llegue a más gente. Eso queremos con Gran Dabbang: tener todo tipo de productos a un precio justo”.

Más allá de sus viajes, Mariano Ramón no pierde cierta timidez y reserva. Es habitué de unos pocos restaurantes (Una Canción Coreana y Bi Won, Mian en el barrio chino, la parrilla Corte) y evita los lugares donde lo reconocen y se siente obligado a conversar. Es, también, crítico con la gastronomía actual. “Veo todo bastante chato. Se están dejando de lado los restaurantes independientes de cocineros para volver a un sistema de restaurantes de empresarios, donde es más importante el grupo inversor y el diseñador del lugar que la persona que cocina. Tal vez sea por la pandemia, pero me da tristeza. Encuentro frivolidad en muchas propuestas”. Por el otro lado, en su mirada hay optimismo, convencido de que los argentinos somos mejores de lo que pensamos. “Nos subestimamos. Creemos que solo nos gustan las milanesas y los ravioles, o que culturalmente somos esa minoría gritona de Twitter, pero no, por suerte hay mucho más que eso. Si fuera así, este país sería invivible. Y no lo es. Si fuera así, mi restaurante estaría fundido. Y no lo está”.

Manu Buffara, la chef brasileña del momento: «La gastronomía bien aplicada puede modificar el mundo»

Fuente: Marie Claire ~ Charlamos con la chef más promisoria y «revolucionaria» de Brasil. Desde Curitiba nos contó cómo un restaurante puede ser sustentable y a su vez ayudar a la comunidad que lo rodea.

Manu Buffara es una de las chefs brasileñas más destacadas de estos últimos años. Desde Curitiba y con su restaurante Manu, con 8 años de historia, logró darle forma perfecta al proyecto farm to table. Es una chef que busca concentrarse en la sustentabilidad, pero también en ayudar a la comunidad en donde se encuentra el restaurante mediante la trazabilidad y la ayuda social a través de la comida y su emprendimiento a los productores y a su población. Además, lleva a cabo el proyecto Sembrar de huertas comunitarias y recupera abejas autóctonas.

Fue declarada por los 50 Best en 2018 como «cocinera a seguir» y  es una de las figuras más pujantes de la gastronomía latinoamericana y una comprometida activista con su entorno. Hablamos con ella con motivo del lanzamiento de una nueva edición del Prix de Baron B Édition Cuisine (ella es parte del jurado con Mauro Colagreco, Martín Molteni y Richard Geoffroy) que premia a un proyecto gastronómico integral de toda Argentina que genere un cambio en el entorno y haga su aporta a la gastronomía argentina. «No se puede galardonar sólo un plato, sino algo más grande que vaya más allá de la comida, un emprendimiento que pueda cambiar nuestro futuro respecto de la comida«, cuenta. 

-¿Cómo describirías tu gastronomía?

-Expreso a través de mis platos mi carrera y mi historia. Busco estar en concordancia con los ciclos de la naturaleza.

-¿Cómo te adaptaste en pandemia?

-En Brasil fue bastante difícil, pero comenzamos a tener una conciencia diversa. Tenemos que brindarnos a la comunidad, un restaurante no es solo para recibir un premio y servir comida, sino para aportar algo a nuestra comida. Como personas referentes tenemos el poder de cambiar algo. Tenemos que hacer la diferencia.

Manu Buffara

-¿Cuál fue tu primer contacto con el mundo de la comida?

-Mi nonna fue una persona muy importante en mi vida, cocinaba todos los días para 20 personas aproximadamente. Nací, viví y crecí en una hacienda, mi papá era agricultor. Mi contacto con la cocina siempre existió, pero nunca lo imaginé como una profesión. A los 17 años hice un intercambio en Inglaterra y busqué un trabajo en un restaurante para ganar dinero, comencé en el servicio y terminé en la cocina. Fue un trabajo que me encantó. 

-¿Cómo te acercás al concepto farm to table en Manu?

-Mi primer trabajo fue con una chef de cocina en un hotel, luego fui chef ejecutiva y aprendí muchísimo con el dinero de los otros (risas). Empecé a hacer una investigación gastronómica en el Estado de Paraná en donde vivía, sobre agricultura, la historia de los alimentos, etc. Cinco años después un amigo me ofreció abrir un café, le pedí dinero a mi papá y así empezó de a poco Manu. No tengo inversionistas, hago todo yo, no tengo equipo de prensa, de marketing… Manu no es solo un restaurante, sino mi sueño. Tengo 63 productores directos e indirectos que trabajan con nosotros y con ellos hacemos trabajo social, ayudamos a la comunidad, brindamos información y educación a sus familias. También te puede interesar

Manu Buffara

-¿Se puede cambiar el mundo a través de la gastronomía?

-Sí, y mucho. Si todos los cocineros pudiéramos hacer algo por nuestra comunidad, por la educación de los niños y el uso de los alimentos sería maravilloso, hasta podríamos evitar el hambre que hay en el mundo. Tenemos que usar nuestras herramientas para hacer un cambio en el futuro. 

-¿Qué te gusta que la gente se lleve de su restaurante?

-Trabajo con productos muy simples… no soy excéntrica. Me gusta que se sientan en su casa, es como mi casa, yo hice la decoración, cocino, armo el menú, apoyo a pequeños artistas. Quiero que la experiencia tenga que ver también con la emoción, conectarse con recuerdos a través de los platos. 

-¿Cómo es tu vínculo con la gastronomía argentina?

-Desde Curitiba tenemos un vuelo directo de 45 minutos a Buenos Aires, así que viajé muchísimo, no sólo a Buenos Aires, sino  también a Córdoba y a Bariloche. Creo que están más avanzados con el concepto farm to table. Me gustan los procesos que llevan a cabo con la carne como en el restaurante Don Julio. También me gusta el street food argentino. Creo que en Latinoamérica tenemos que unir esfuerzos para ser más fuertes en el mundo, tenemos una tierra muy rica y tenemos que ser parte de un gran team.

-¿Qué desafíos te quedan por afrontar con tu proyecto Manu?

-Logramos que la comunidad se empodere, que la gente de Curitiba no necesite irse a Rio de Janeiro o San Pablo para desarrollarse. A futuro quiero crear un instituto que se llamará Manu Buffara que una la educación y combatir el hambre y los desperdicios. Buscamos educar a los niños así aprenden a alimentarse bien en casa.

-¿Llevás este estilo de Manu a tu casa?

-Sí, es igual. Compostamos en mi casa, tenemos plantaciones de calabaza, limones, naranjas… vivo a unos 40 minutos de Curitiba, tenemos solo un coche, yo uso mucho una moto eléctrica para no contaminar e intentamos educar a las niñas en la alimentación. Comen hamburguesas y chocolates, pero con productos buenos y de calidad. Queremos que entiendan cómo es alimentarse bien. 

Mauro Colagreco: su especial vínculo con Mendoza, su gastronomía en pandemia y su compromiso con la sustentabilidad

Fuente: Los Andes ~ El mejor cocinero argentino y uno de los más destacados del mundo habló con Los Andes en el marco del lanzamiento de la 3ra edición del “Prix de Baron B – Édition Cuisine”, concurso del que es el presidente del jurado.

Desde la ciudad de Menton, Francia, donde tiene Mirazur, el primer restaurante de origen sudamericano en alcanzar tres estrellas Michelín y el mejor del mundo en 2019, y con algunas horas de diferencia con Mendoza, Mauro Colagreco, el mejor chef argentino y uno de los más destacados en todo el planeta, se tomó algunos minutos para charlar con Los Andes de cómo ha sido su vida en el último año y de su nuevo proyecto.

Desde hace algunos años, Colagreco decidió imponer en su cocina el sello de la sustentabilidad y el compromiso con el planeta, algo que coincide con el “Prix de Baron B – Édition Cuisine”, concurso en el que preside un jurado que en esta tercera edición además está integrado por Martín Molteni, Manoella Buffara y Richard Geoffroy.

Sin poder venir a nuestro país desde octubre de 2020, casualmente el mismo tiempo que llevan las cocinas de Mirazur cerradas, su idea es poder estar en el país para la definición del certamen, pero también para visitar Carne, su cadena de hamburgueserías que tiene una sucursal en Mendoza. Con la simpleza que caracteriza a los grandes, charló sobre el impacto de la pandemia, la sustentabilidad en la cocina y su especial relación con la provincia.

-¿Cómo se hace para mantener la estructura de Mirazur con tanto tiempo cerrados?

-La verdad es que es muy difícil. Nosotros tenemos la suerte de estar en Francia, donde el Estado está ayudando mucho en general al sector del turismo. Ahí estamos incluidos y nos dan 84% de los sueldos de los empleados por más que no trabajen. Desde diciembre nos están dando a los restaurantes el 20% de lo facturado en 2019. Todo eso nos permite cubrir los costos fijos. En nuestro caso decidimos pagar el 100% de los sueldos, pagando nosotros el 16% que no aporta el Estado.

A pesar de todo eso es muy difícil. Hemos cerrado por siete meses una estructura en donde tenemos 70 personas trabajando, donde el ritmo de trabajo es muy intenso. Es como parar a un deportista de élite de un día para el otro y después de ese periodo ponerlo a en la cancha a competir. Es todo un desafío.

-¿Cómo se hace para lograr la sustentabilidad económica en proyectos que priman la sustentabilidad medioambiental?

-Eso es otro desafío, pero es un desafío que si se lo respalda con la fuerza y la convicción de que se puede llegar a poner en marcha es algo que es muy satisfactorio. Se llega con mucha fuerza de voluntad. Se llega creyendo que uno puede cambiar las cosas, sin esperar que el cambio venga de otro, sino siendo parte del cambio.

Esa es la manera en la que nosotros vamos llevando nuestros proyectos, lo que no quiere decir que todos sean perfectos, ni por la oferta ni por la huella positiva, digamos. Es un camino que se hace con el tiempo.

Imaginá que nosotros para eliminar el plástico y llegar a tener la certificación en Mirazur tardamos cuatro años. En ese tiempo en más de una ocasión hemos pensado en bajar la guardia y ceder. Pero es esa fuerza de voluntad lo que nos llevó a tener la certificación y a seguir, a pesar de ya haberlo logrado, combatiendo día a día, porque el plástico está en todos lados, en cada momento de nuestra vida.

-¿Qué fue lo que cambió con la pandemia en vos y en tu cocina?

-Creo que quizás no ha habido un cambio de visión, sino que se han reforzado los valores y el modo que miramos el mundo, la sociedad o el trabajo dentro de la industria gastronómica, que se sabe que es muy sacrificado.

Quizás, este tiempo ha acelerado el proceso de llevar mi empresa y mis equipos a un equilibrio o a la voluntad de encontrar un equilibrio en lo personal y lo laboral. Ese es el gran cambio que ha provocado la pandemia en mí.

Este tiempo me ha llevado a tratar que mis equipos trabajen más confortablemente, menos tiempo, que realmente sea un placer venir a trabajar y que se sientan orgullosos de trabajar en un lugar donde tenemos en cuenta lo humano, el planeta y donde tratamos de que nuestro objetivo no sea solamente económico, sino que esté en segundo o tercer plano.

A pesar de lo terrible de la pandemia, creo que en este momento eso me hizo muy bien. Tuvo su lado positivo de replantearse un montón de cosas y darse cuenta de que quizás no teníamos el tiempo que creíamos. Nos afrontamos a la realidad inmediata.

-¿Cómo influye el saber que cuando alguien va a tu restaurante va con la idea de probar un plato del mejor chef del mundo?

-Desde el inicio y antes de llegar a todos los premios, uno de los leitmotiv fue siempre tratar de superarse día a día, tratar de dejar todo nuestro amor y pasión por este oficio, por recibir al otro. Así que esa presión siempre existió. Hoy no cambia por más que la gente venga con mucha expectativa. Nuestro amor y pasión siguen siendo los mismos. Y nuestro objetivo de que la gente se vaya contenta de nuestra casa es el objetivo principal. Que se vayan “más mejor” -risas- de lo que vinieron. Eso también es un objetivo de transmitir un mensaje y una manera de ver la vida, que es importante también para nosotros.

Es ahí donde el proyecto toma consistencia, no solo en el plato y en lo rico o lindo que puede llegar a ser. No es solo venir a comer a Mirazur, sino todo el proyecto que hay detrás.

-¿Por qué eligieron Mendoza para instalar Carne?

-Fue muy lindo, porque con mis hermanos tenemos una relación de corazón con la provincia porque nuestro papá vivió su infancia allí. Siempre nos compartió sus recuerdos de su infancia en Mendoza y yo después he ido varias veces, me encanta. Recuerdo que el primer viaje lo hicimos de muy chicos y él nos llevó a San Rafael donde fue que vivió. Visitamos la casa donde vivía y tengo ese recuerdo muy lindo.

Después, creemos que Mendoza es una provincia que siempre ha estado, quizás gracias a la industria del vino, muy a la vanguardia. Creo que han logrado poner en el mapa del mundo a Argentina en un lugar importante gracias al trabajo que se viene haciendo hace años con el vino, las decisiones que se han tomado y el camino que se está siguiendo. Eso es ejemplar e hizo que la provincia sea un destino turístico y una de las provincias más ricas del país.

No creo que haya una sola cosa que nos haya llevado a abrir en Mendoza, creo que es la conjugación de todo lo que nos llevó a tomar la decisión.

Cómo se evalúan los proyectos Prix de Baron B – Édition Cuisine

Definitivamente desde el inicio nos focalizamos en premiar un proyecto y no solo un plato por sabroso o bonito que fuese. Detrás de esos proyectos que fuimos premiando, siempre lo que tuvimos en cuenta fue y es el impacto que tiene el proyecto, tanto en la parte económica como social y medioambiental del lugar donde se instala. Creo que eso fue una decisión muy actual y casi vanguardista, porque cuando nosotros decidimos premiar eso -y no solo la técnica- no se hablaba tanto del tema.

Quién era el Gato Dumas, el cocinero que revolucionó la cocina en la televisión

Fuente: Perfil ~Carlos Alberto Dumas impuso un nuevo estilo de cocinar en TV. No tanto por el tipo de platos que realizaba, sino por ser un showman y un bon vivant que introdujo la experiencia al mundo de la gastronomía.

El célebre cocinero Carlos «el Gato» Dumas partió de este plano hace 17 años. El apodo «Gato» se lo habían puesto sus compañeros de rugby por la velocidad con la que se movía en la cancha. 

Carlos Alberto Dumas nació en una familia acomodada, hijo del arquitecto Carlos Dumas y Pierrette Lagos, hija de un reconocido escultor que se destacó hasta en París. El Gato fue a estudiar a Londres (después de haber incursionado también en la carrera de arquitectura), donde tuvo su primer contacto con la cocina a través del cocinero estadounidense Robert Carrier

Carlos Alberto Dumas fue un bon vivant además de cocinero
Carlos Alberto Dumas fue un bon vivant además de un cocinero destacado. 

Los primeros restaurantes del Gato Dumas

Al regreso fundó en Buenos Aires el restaurante La Chimère, que era un lugar revolucionario no tanto desde la cocina que era clásica sino desde la puesta en escena y los personajes que concurrían. Ahí su amigo Ramiro Rodríguez Pardo fue vital en crear esos ambientes y años más tarde a secundarlo en la TV. Este rol lo tomó después Guillermo Calabresequien hoy es la cara visible de sus escuelas.

Luego vino Clark’s en Buenos Aires, y también en San Pablo.

Incursión en televisión y sus escuelas de gastronomía

Fue un pionero en la nueva ola de programas de cocina en la TV, estuvo en varios canales y marcó un hito en lo que es televisión culinaria ya que su personaje de bon vivant era lo más atractivo, además de sus recetas, desde ya. 

Con su mujer Mariana y su hija Olivia
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Actualmente, sus escuelas son famosas por haber formado a generaciones de cocineros y siguen hoy funcionando. Las cofundó con Guillermo Calabrese y Martiniano Molina, ex intendente de Quilmes, quien dejó la cocina para incursionar en la política

En cuanto a su vida personal, se casó con la inglesa Lala Snee, con quien tuvo cuatro hijos, y luego con la diseñadora Mariana Gassó, con quien tuvo a Olivia, su hija menor.  

Murió un 14 de mayo hace 17 años, luego de ser operado de cáncer de próstata. Tenía 65 años.

Martín Cabrales: «Es imposible que un país crezca con una elevada inflación»

Fuente: Ámbito ~ El empresario Martín Cabrales, presidente de café Cabrales y miembro de la Copal y la UIA, evaluó el impacto de la segunda ola de covid en el sector, se refirió a las medidas adoptadas por el Gobierno para contener la inflación y mencionó la necesidad de reformas estructurales para generar empleo genuino.

Periodista: ¿Cómo impacta la segunda ola de covid en el sector y la actividad?

Martín Cabrales: Nosotros estamos en dos segmentos de mercado. En lo que es el mercado hogareño, que está dentro de todo más protegido, la gente está en su casa, toma café. En el mercado de restaurantes, bares, confiterías y hotelería, ahí es donde se sufre, porque nuestros clientes son los que sufren las restricciones por la pandemia: tienen que atender en la vereda, con un límite horario. La hotelería todavía no arrancó: es la que más está sufriendo. Han cerrado más de 20.000 establecimientos y eso va a costar mucho para que nuevamente entren en funcionamiento o llegar a los estándares normales, previos a la pandemia. Estos lugares, ya no tienen más la ayuda del Estado, entonces es el sector más castigado.

P.: En ese segmento, ¿cuánto cayeron sus ventas en comparación con la prepandemia?

M.C.: En ese mercado, estamos trabajando a un 30%. Es decir, cayeron un 70% las ventas.

P.: Más allá del consumo, ¿la segunda ola también afecta la productividad?

M.C.: Hemos estado todo el 2020 con precios congelados y precios máximos. Con subas fuertes de costos. En mi caso particular, el tipo de cambio, costo logístico, costo de insumos. Entonces, en muchas líneas de producción, estuvimos vendiendo por debajo del costo, lo que a empresas como la mía les causa un grave perjuicio. La actualización de precios es lenta, también hay que tener en cuenta algo fundamental que hoy la demanda está caída, dado que la gente ha perdido mucho poder adquisitivo por la inflación. Por lo que hay que ser muy prudentes con los precios, por las circunstancias de cómo está el mercado.

P.: ¿Cree que es necesario, en caso de que se profundicen las medidas por la segunda ola, una nueva asistencia del Estado para las empresas?

M.C.: Creo que habría que pensarla, sobre todo en los sectores comerciales. Lo que es comercio y servicios, como bares, restaurantes y confiterías, que realmente la pasan muy mal. Y sobre todo los trabajadores: por ejemplo el ATP, que va directamente al trabajador. Una ayuda a estos sectores es muy necesaria.

P.: En cuanto a los precios, se está avanzando en el desarme de Precios Máximos que es algo que pedían desde el sector.

M.C.: Es muy bueno, me parece muy bien que se mantenga el diálogo. Que se sigan viendo alternativas de otras canastas para salir de lo que es Precios Máximos. El Gobierno siempre dijo que era su vocación no tenerlos para siempre, en algún momento se iba a salir, y esperemos que se pueda salir rápido y se encuentren otras alternativas, como el programa de Precios Cuidados que es muy bueno y que la industria siempre lo apoyó.

P.: ¿Cree que este tipo de controles son una herramienta válida para contener la inflación?

M.C.: Son de muy coyuntura y tienen que ser de muy corto plazo. Y sólo excepcionalmente. La realidad es que si eso se mantiene, no funciona. Tienen que ser controles de excepción, no permanentes. La inflación es lo peor que nos puede pasar. Argentina es un país que vive con inflación alta y es imposible que un país crezca con inflación. La inflación es la que come el poder adquisitivo del consumidor y nos hace a todos más pobres. Entonces, es fundamental combatirla y erradicarla: pero no es por un solo factor, son por múltiples factores.

P.: ¿Cómo se puede combatir, entonces, la inflación?

M.C.: Primero tenemos que tener una moneda fuerte. Los argentinos hemos dejado de creer en nuestra moneda, es un país dolarizado, bimonetario. Después, con un plan económico sustentable a largo plazo y viendo, de una vez por todas, no posponer lo que necesita el país hace rato: reformas estructurales, de males endémicos que tenemos desde hace varias administraciones. Estamos hablando de una modernización tributaria y laboral, que habría que hacerla por regiones y por actividades. Teniendo en cuenta las economías regionales y las distintas actividades, tanto del comercio como de la industria y los servicios. Tendría que verse sector por sector y región por región.

P.: ¿Es fundamental el rol de las economías regionales?

M.C.: Argentina tiene que reivindicar y darle más importancia a las economías regionales y al federalismo. Argentina va a salir adelante por medio de la producción y la industria. La iniciativa privada. Y tiene un entramado industrial a lo largo y a lo ancho del país, lo cual es bueno. Entonces, hay que detenernos y observar todas las economías regionales. Y trabajar en cada una de ellas.

P.: También mencionó una modernización tributaria y laboral, ¿cree que son necesarias para poder generar empleo?

M.C.: Necesitamos urgente generar empleo. La única forma de combatir la pobreza, es creando riqueza. Solamente, la pobreza se elimina con la riqueza. Entonces, ¿cómo salimos de esta inercia? Es creciendo a través de la iniciativa privada, creando trabajo genuino. Y para eso, se necesita la industria y el comercio. Si la gente no tiene trabajo, le falta dignidad (porque la falta de trabajo le quita la dignidad a la gente) y no tiene poder de compra: no hay bienestar. El bienestar y la paz social se logran con trabajo genuino.

P.: Por otro lado, ¿cómo analiza esta calma que atraviesa el dólar en los últimos meses?

M.C.: Lo que más necesitamos los empresarios es previsibilidad. Poder mirar a mediano y largo plazo. Cuando vivimos sacudidos por los cambios de la moneda, por las distintas devaluaciones, también nos perjudica. Se tiene que tener previsibilidad en el tipo de la moneda.

P.: ¿Está dado el contexto para que crezcan las exportaciones y así generar divisas?

M.C.: Argentina no crece en exportaciones desde 2011. El sector de alimentos, que es el sector al que pertenezco, exporta u$s25.000 millones promedio anuales, es decir un 40% del total, a 180 mercados. Son fundamental las exportaciones, porque robustecen las reservas, es la forma de entrada de dólares genuinos. Entonces, hay que tener fomento a las exportaciones para tener dólares genuinos y es una oportunidad que tiene Argentina. Eso es muy bueno y soy muy optimista porque el mundo demanda alimentos y Argentina tiene para exportar alimentos con valor agregado.

P.: ¿Es optimista en cuanto a lo que puede ocurrir este año?

M.C.: Creo que puede haber un rebote y hay que aprovecharlo para transformarlo en un crecimiento constante. Para eso, tenemos que trabajar los distintos sectores, empresarios, Gobierno, oposición y trabajadores, para crecer, dialogar y poder hacer las reformas estructurales que necesita este país.

“Es desesperante”: la respuesta de gastronómicos y comerciantes luego del anuncio de la extensión de los cierres

Fuente: La Nación ~ ¿Cuánto más? Esa es la pregunta constante entre los gastronómicos luego del anuncio de Alberto Fernández de extender la limitación de las actividades hasta el 21 de mayo. Desde el sector se encuentran a la espera de los alcances de lo que defina el decreto, pero sostienen que la situación “no aguanta más” y temen que se repita la dinámica de cierres del año anterior hasta septiembre.

“La situación es desesperante. Va a quedar mucha gente en la calle y va a haber quiebras. Tengo 14 locales que están cerrados completamente. Mi facturación es 0, después de estar ocho meses cerrado el año pasado sin facturar”, dice Gerardo Freideles, de Green & Company.

“Después vino la etapa del aforo, donde no vendimos más del 30% histórico. Ya veníamos de una recesión y después vino la pandemia. Creemos que hasta agosto o septiembre no se vuelven a abrir los shoppings”, agrega.

Para el empresario, en este contexto, el Repro es insuficiente para asistir a los locales porque no llega ni al 50% del salario de un empleado. “Me endeudé para pagar los sueldos del año pasado y ahora tengo los negocios cerrados. Hay mucha celeridad para anunciar cierres pero mucha desidia para brindar ayuda”, dice Freideles.

Para Enrico Tessarolo, cofundador de Efes Management Group, que gestiona más de 20 locales, más allá del anuncio del presidente, los gastronómicos están esperando lo que defina específicamente el decreto de necesidad y urgencia. “Los bares y las cervecerías llegaron al límite ahora que no pueden trabajar de noche. Sabemos que esto va a seguir hasta septiembre, y con más restricciones, queremos colaborar sin ser una molestia pero está demostrado que no son foco de contagio los bares y restaurantes”.

De acuerdo con Tessarolo, un informe que publicó la ART, de 500.000 empleados gastronómicos solo 2000 reportaron haberse contagiado de Covid. “Si siguen cerrando, a los 150.000 puestos de trabajo que ya se perdieron se van a sumar 120.000 más. Venimos desde el año pasado aguantando y ahora pedimos ayuda urgente a la Ciudad y la Nación”, reclama.

Los reclamos generales de los gastronómicos a la Ciudad apuntan al no pago de Ingresos Brutos por un año, créditos a tasa 0% del Banco Ciudad y aportes no reembolsables para poder mantener la infraestructura. Por su lado, al Gobierno Nacional le exigen asistencia al trabajador equivalente al salario mínimo vital y móvil, que el Repro llegue a todo el sector y no solo al 20% como vienen denunciando, exención de impuestos, la reducción del IVA a la mitad y créditos a tasa 0% del Banco Nación.

“Es aguantar, aguantar y aguantar como sea. El Repro vino a sustituir el ATP y no sirve”, dice Rafael Miranda, empresario gastronómico y miembro de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra), y agrega: “Llega a un máximo de $18.000 y es solo para pagar el sueldo de los empleados, nadie piensa que el empresario también tiene que vivir del negocio”.

“Hay una discriminación entre los que no tienen lugar afuera, sobre todo en los locales del centro. El empresario dice que uno de los temas que inquieta al sector es que ayer ARBA empezó a enviar intimaciones por falta de pago a contribuyentes de la provincia de Buenos Aires y considera que es cuestión de tiempo para que AGIP y AFIP avancen en el mismo sentido”, añade.

“Nos siguen partiendo, no tenemos noche, solo podemos facturar en exteriores”, dice Jessica Lekerman, dueña de la cadena de restaurantes Möoi y miembro de la agrupación Sillas al revés. “Hace semanas veníamos con el rumor de que se iba a extender, seguimos esperando igual que salga el DNU. Hay un retaceo de información, se habló los últimos días que iban a mantenerse las limitaciones y que se iba a cerrar por completo la actividad los fines de semana. Por el momento, el anuncio no dijo nada de eso, pero no sabemos todavía”, señala.

De acuerdo con la empresaria, los anuncios no son distintos a los de los últimos 15 días, es decir que no se permite servir dentro de los locales. Solo se autoriza la actividad en exteriores, el delivery se mantiene hasta las 23 y en cuanto al take away, no define la hora pero entiende que va a estar limitado a la posibilidad que tienen las personas para circular por la calle.

“El año pasado me endeudé y ahora estoy pagando créditos. El máximo que paga el Repro por empleado es de $18.000 cuando un sueldo básico en los restaurantes es de entre $25.000 y $27.000. No hay medidas que suspendan la ejecuciones y el pago de créditos o los cheques rechazados. Nos cobran ingresos brutos, que es un impuesto al ingreso en un momento que no hay ningún tipo de ingreso”, dice Lekerman.

El chef que quiere valorizar la cocina de San Juan

Fuente: La Nación ~ Responsable de muchos de los alimentos que consumimos en el país, la provincia de San Juan carece hoy de una cocina local que se haya ganado un nombre propio dentro de la gran gastronomía nacional. “Producimos el 75% del tomate de todo el país, tenemos la fábrica de aceite de oliva más grande de Sudamérica (Oliovita), creo que el 80% del pistacho nacional sale de acá. Sumale a esto nuestros vinos. Y aun así es difícil hablar de una cocina típicamente sanjuanina. Nos representan algunas cosas, como el corte de carne que llamamos la punta de espalda, pero en la mayoría de los casos nuestra cocina se confunde con San Luis y Mendoza. Creo que el comensal sanjuanino es muy conservador. Por suerte, con la pandemia esto está empezando a cambiar”, asegura Mauricio Savoca, uno de los cocineros sanjuaninos más reconocidos, que desde hace 10 años es el chef del hotel cinco estrellas Del Bono Park y que, además, lanzó MS, su primer proyecto personal con delivery a domicilio.

–¿Por qué gastronomía?

–Arranqué por necesidad. Mi abuela era cocinera, mi mamá enseñaba cocina, pero en 1992 era difícil que un hombre en San Juan se dedique a esto. Me fui a estudiar kinesiología a Córdoba y como no tenía plata conseguí trabajo en una cocina. En la entrevista tuve que mentir un poco, dije que sabía más de lo que realmente sabía. Un par de años más tarde miré mi biblioteca y descubrí que el 80% de mis libros eran de cocina y solo el 20% de kinesiología. Ahí decidí cambiar: me anoté en Celia (Escuela Integral Gastronómica), donde lo tuve de profesor a Andrés Chaijale, y sellé mi amor por la cocina.

«Al no poder viajar, algunos sanjuaninos se están animando a probar otras cosas.»

Mauricio Savoca

–¿Te considerás un embajador de tu provincia?

–No lo sé. Volví a San Juan en 2005 y desde entonces hice muchas cosas. Trabajé en los mejores restaurantes, di clases en IGA (Institutos de Gastronomía) en San Juan, Mendoza y Catamarca. También me convocaron como jurado en muchos concursos nacionales e internacionales, fui anfitrión de Germán Martitegui cuando vino por su proyecto Tierra (luego fui a cocinar a Tegui). Estar en Del Bono Park me permitió recibir a muchos de los grandes cocineros de todo el país, como Dolli Irigoyen, Narda Lepes, Martín Molteni. Con algunos, como Dante Liporace o Soledad Nardelli, me hice amigo. También fui parte de San Juan a la Mesa, un festival que revaloriza la cultura gastronómica local; colaboro con la fiesta del aceite de oliva y con la del tomate. Soy un enamorado de San Juan.

Durante la pandemia, Mauricio Savoca presentó su primer proyecto propio, paralelo a su trabajo en el hotel. “No tenía inversionistas ni dinero, así que me puse a cocinar en casa e hice MS (Mucho Sabor). Desde ahí, todas las semanas pienso un menú único que doy a conocer los lunes o martes y lo entrego en cajita el fin de semana”, explica. “Es un cable a tierra creativo, donde me permito hacer cosas que en una estructura laboral no me permitirían”.

–¿Está cambiando la gastronomía sanjuanina?

–De a poco. Acá somos tradicionalistas, pero la pandemia abrió un poco el juego. Al no poder viajar, algunos sanjuaninos están animándose a probar otras cosas. Surgieron restaurantes que cuidan el producto, que usan lo local. Acá tenemos algunas cosas muy propias, como un cítrico delicioso que se llama cidra, o el chilchil, una hierba con un sabor que está entre un cedrón y la menta. Aparecieron también sandwicherías con pan de masa madre y una buena pastelería. Creo que son cosas que llegaron para quedarse.

Señas particulares:

  • Edad: 46 años.
  • Un producto: aceite de oliva.
  • Un restaurante en Argentina: De moño rojo.
  • Un restaurante en el mundo: Tickets, de Albert Adrià.
  • Una bebida: vino (Cabernet Franc o Pinot Grigio, mejor).
  • Un plato: pastel de papas dulce de mi vieja.
  • Un recuerdo culinario: ayudarla a Choly Berreteaga durante una clase, fue mi ídola.
  • Una pasión o hobby: viajar, jugar a la Play y al paddle.

Nueva generación foodie

Fuente: La Nación by Narda Lepes ~ Cuando el 2020 nos encontró con más tiempos (y dudas) en nuestras manos aprendimos que una clave para mantener la cabeza equilibrada byera tener un proyecto. Conectar con otras personas, comunicarnos y hablar de las cosas que nos importaban. (sip)

La gastronomía fue golpeada duramente acá y en el mundo, la industria de la hospitalidad frenó en seco y gran cantidad de personas muy activas se quedaron sin perspectivas de volver a ser productivas por un tiempo.

En ese contexto es como se crearon dos proyectos editoriales gastronómicos que hoy ven la luz. Se trata de Anchoa y Cardumen, dos revistas impresas (no digitales) que salieron al mercado casi en simultaneo, creadas por personas de la misma generación, con inquietudes similares. La similitud inesperada de los títulos de ambas publicaciones es un claro indicio de eso…

Algo impreso puede sonar raro viniendo de las generaciones más jóvenes, pero quizás después de tanta virtualidad estos nativos digitales sintieron la necesidad de lo palpable, de crear algo que estimule mas que lo que se percibe con la vista. El tacto, el olor a papel, el crear algo para que quede físicamente cuando todo parecía (parece) tan frágil y efímero. Cuando toda la industria editorial se enfoca en cómo plasmar su contenido en plataformas digitales, estos pequeños peces nadan a contracorriente.

Ambos proyectos son autofinanciados: los fondos para hacerlos , diseñarlos y la impresión salió del esfuerzo y los bolsillos de los que cranearon los productos. Y ambos, en su primera edición, no tienen ni una página de publicidad. Ni siquiera lo intentaron: ambos querían que su idea viera la luz sin las distracciones o compromisos de lo comercial. Claramente estas revistas se tiraron de lleno a realizar sus contenidos sin pensar demasiado, al menos ahora, en cómo ganar dinero o no perderlo. Lo cual para algunos es la formula del fracaso y para otros el comienzo de un éxito.

Su vía comercial es entonces independiente, se venden en locales gastronómicos, tiendas relacionadas y online. Todo a pulmón y auto gestionado.

Pero lo mas profundamente conectado es lo que les importa, que creo es lo que diferencia a estas revistas de lo que ya vimos aparecer, perdurar o desaparecer en la gastronomía. Y es que su valor principal, su esencia, no está relacionada al hedonismo. El placer y el buen vivir no están en su ADN. Es algo que los atraviesa, sí, pero la mirada de esta generación no encuentra el placer como centro de su visión de la gastronomía. El interés mayor que los moviliza es la viabilidad de un sistema gastronómico sustentable. Desde el agua, la diversidad cultural, el producto en su origen, la degradación de los suelos hasta revalorizar los trabajos invisibles. Su meta es cómo comunicar esto a sus coetáneos y a todo el que esté dispuesto a escuchar.

Las recetas, las recomendaciones de restaurantes y maridajes casi no están presentes en sus páginas. No son mensuales, tampoco: en principio saldrían dos veces al año. Y sus equipos son muy reducidos. Anchoa nace desde el mundo editorial: Bruna Fontevecchia, la directora, creció rodeada editores, periodistas y fotógrafos. Ella y su pareja, el diseñador de la revista, trabajan entre Londres y Buenos Aires. Y cuentan con muchos colaboradores entre los cuales hay periodistas, académicos, y una larga lista de etcéteras. Buscan una mirada sobre la gastronomía invitando al lector a descubrir el origen de los productos, la cadena de suministro y los protagonistas vinculados a la escena de hoy.

Cardumen, al revés, nace desde la gastronomía, gestada por Pedro Bargero (Chila), Mercedes Solís (Café San Juan), Manuela Donnet (Donnet), Julián Galende (Hyatt) y Francisco Seubert (Atelier Fuerza).

El colectivo hace las entrevistas e investigaciones. Son ellos quienes también invitan amigos, colegas, académicos o científicos a contar en primera persona lo que hacen. Escriben sobre lo que los moviliza, abren debates, y quieren compartir con sus lectores lo que les interesa de su mundo.

Ambas publicaciones proponen lecturas largas e interesantes, con puntos de vista, son curiosas e interpelan a quien las lee. Diferentes pero parecidas.

No son las dos caras de la misma moneda pero se complementan. Y creo que evidencian el espíritu de los tiempos que vive esta nueva generación de ambos mundos, el gastronómico y el editorial, donde importa el cuidado colectivo del otro, de los que están mas abajo en la cadena alimenticia y del medioambiente. Algo que, aseguran, solo se logra sumando fuerzas.