El chef de culto que abrió un restaurante en homenaje a su abuela y agotó 4.000 reservas en dos horas

Fuente: Clarín – Perfil bajo y larga trayectoria, Máximo Togni (46) ya había revolucionado el fast food.Ahora Evelia, donde hace cocina argentina, es uno de los fenómenos gastronómicos de 2024.

280.000 personas entran a un sitio web al mismo tiempo para conseguir algo y la página colapsa. No estamos hablando de un ticket para el recital de la estrella pop del momento ni de la banda histórica que se reencuentra: esa gente quiere conseguir una mesa para un restaurante. ¿Un tres estrellas Michelin en una ciudad europea? No: un nuevo lugar que abrió, con perfil bajo, en pleno Núñez.

Evelia es el fenómeno gastronómico del año y probablemente un caso como no se ha visto en la escena gourmet porteña en mucho tiempo. Inauguró en mayo y al mando no está un chef famoso de la tele, pero sí uno que a base de esfuerzo, creatividad y riesgo se hizo un nombre: Máximo Togni, un cocinero de culto.

Es un jueves a la noche y el local está estallado. Togni está parado junto a la barra chequeando el emplatado, pero con un ojo atento a lo que pasa a sus espaldas en el salón. Se quedará en ese lugar toda la noche, salvo cuando haga un alto para comer, también sentado a la barra, como un cliente más. En esas dos imágenes, hay una definición de su meticulosidad como profesional y de lo que buscó en este restaurante: los platos que a él le gustan.

La prensa gastronómica colmó de elogios a Evelia (“La fórmula es síntesis de recorrido profesional, vocación, recuerdos familiares, talento y sensibilidad”, escribió Pietro Sorba, crítico de Clarín) y las fotos en las redes multiplicaron el efecto deseo. Pero había una ansiedad previa. Como un gran músico del que se espera el lanzamiento de la que puede ser su obra cumbre, crecía el interés por ver qué era lo que iba a hacer Togni. El mismo Togni que ya había reformulado el fast food y le dio una impensada jerarquía al pancho y la pizza.

“Había mucha expectativa del lugar porque yo venía hace un montón de años contando lo que es mi cocina. Sabíamos que podíamos tener bastantes reservas, pero no me imaginaba tanto”, admite Togni ahora, un sábado a la tarde, en la entrevista con Clarín.Máximo Togni es un cocinero de larga trayectoria que jerarquizó el hot dog y la pizza. Foto Fernando de la Orden Máximo Togni es un cocinero de larga trayectoria que jerarquizó el hot dog y la pizza. Foto Fernando de la Orden

Evelia hizo colapsar la aplicación de reservas en ese momento de pico de 280.000 personas. El restaurante tiene todo tomado para octubre y noviembre, los dos turnos que hace de martes a domingo, 150 cubiertos en total. Abre las reservas el 1° de cada mes, para el mes siguiente. El 1° de octubre, los casi 4.000 cubiertos de noviembre volaron en sólo dos horas.

Nunca escuché de una demanda así de un lugar por abrir. Me parece que estamos en una época en la que más allá de la recesión económica y que se han caído lugares y otros están más flojos, sigue existiendo el plan de salir a comer y sigue siendo super importante para la gente esa poca plata que tiene, gastarla en la salida”, dice Togni, humilde, intentando explicar el éxito de Evelia.

Una de las razones está en algo que deliberadamente buscó: situarse en un rango de precio competitivo, con un promedio de cubierto de $ 35.000, mucho más económico que el de otros restaurantes de un nivel similar. Y planea abrir los mediodías con el mismo menú para responder a esa demanda inédita.

El camino de un cocinero

Evelia es un restaurante de cocina argentina con gran protagonismo de las pastas. El nombre es un homenaje a la abuela materna de Máximo, de quien empezó a aprender de qué va esto de cocinar y el gran referente de su vida. De hecho, el frente del local de Campos Salles al 1700 se intervino para que pareciera una casa, inspiración en la de su abuela Evelia en Maipú.

En esa localidad a 135 kilómetros de Mar del Plata nació Máximo. Cuenta que el vínculo con sus padres fue complejo y que vivió toda su adolescencia en lo de Evelia, que administraba campos en la zona, una mujer que se quedó viuda joven y se puso todo al hombro. El vivía en una casa de nueve habitaciones en las que tocaba el timbre y el personal de servicio “me traía el desayuno”, pero Evelia igual los fines de semana amasaba capelettis para 20 personas.El cocinero en la puerta de su restaurante en Núñez. Foto Fernando de la OrdenEl cocinero en la puerta de su restaurante en Núñez. Foto Fernando de la Orden

La crisis del final del gobierno de Alfonsín golpeó a Evelia, perdió todo y murió muy joven, a los 62 años. El tenía 18. Fue un impacto durísimo. Se vino a Buenos Aires y dio el examen de ingreso para estudiar gastronomía en BUE Trainers. Todavía recuerda la alegría cuando recibió el llamado de que había entrado. Tampoco se olvida cuando fue Fernando Trocca a tomarle examen. “Me impactó su imagen, su manera de hablar”, dice del cocinero que hoy ha llevado sus marcas Sucre y Mostrador Santa Teresita por el mundo.

En una feria conoció a Narda Lepes y ella le ofreció una pasantía en Morizono. Después trabajó con el chef Bernard Claus y allí una mujer le propuso irse con 21 años como jefe a un restaurante en California. De vuelta en la Argentina, con lo que trabajó en un año como ayudante de cocina se compró una moto de 10.000 dólares que al poco tiempo vendió para irse a Nueva York, donde estaba trabajando Trocca. Se animó a ir a verlo en el restaurante Vandam.

“Me recibió super amable, empecé una pasantía al otro día y a la semana me ofreció trabajo. Después encontré otro trabajo porque quería hacer más cosas”, cuenta de ese tiempo en que dormía cinco horas y repartía las otras 19 entre los dos restaurantes en Manhattan y Brooklyn y los viajes en tren, subte y ferry.Evelia sirve 150 cubiertos por día y tiene todo reservado por dos meses. Foto Fernando de la Orden Evelia sirve 150 cubiertos por día y tiene todo reservado por dos meses. Foto Fernando de la Orden

Trabajó con Trocca además en el restaurante de un ex novio de Madonna y rescata haber estado «directamente con él en la línea, hacíamos 250 cubiertos por noche, una locura”. Trocca volvió a Argentina y él también, y fue parte del Gran Bar Danzón en la época que fue semillero de nombres como Tato Giovannoni, Inés de los Santos y Pamela Villar (“Un grupo increíble, me divertí muchísimo”).

Ahí conoció a Dolli Irigoyen, con quien terminó trabajando en la producción de sus programas en El Gourmet y en sus viajes. “La adoro a Dolli. Más allá de que no estuvimos mucho tiempo, fue una experiencia buenísima”, le agradece.

Volvió a Nueva York con 24 años para armar la carta de un restaurante de 40 cubiertos, “algo soñado”, que no terminó siendo lo esperado. Y la ayuda de Dolli le permitió postularse para el cargo de chef en la embajada argentina en Estados Unidos. “Llegué de Nueva York a Washington un mediodía y a la noche estaba haciendo una cena para 20 personas”, cuenta. Destaca el aprendizaje de esos cinco años que se quedó en la embajada, primero con Eduardo Amadeo y luego con José Octavio Bordón, y rescata el liderazgo de ambos embajadores que dieron gran impulso al vino y la gastronomía argentinos.El ñoqui frito, la entrada sensación de Evelia. El ñoqui frito, la entrada sensación de Evelia.

El ida y vuelta lo trajo otra vez a Buenos Aires, a la apertura de un restaurante en el que era socio minoritario y que terminó siendo para él una mala experiencia, aunque capitalizó los aprendizajes de lo negativo. Uno de ellos es elegir muy bien sus socios y hacer valer en esa sociedad no sólo el aporte de capital sino muy especialmente su conocimiento y experiencia.

Reformular el fast food

Pensó para una conocida marca de embutidos una salchicha para la parrilla, que no salió (“La que yo quería hacer era muy alta de costo”). Pero ahí empezó el germen de Dogg, un local que en 2013 desembarcó en el Microcentro con una propuesta disruptiva: un hot dog de altísima calidad, a lo Togni.

“En Nueva York había muchos cocineros de prestigio que tenían su lugar con una estrella y acá no lo hacía nadie. La gente que me conocía me decía que le parecía raro que estuviera haciendo eso. Pero yo venía con la cabeza americana: podés ser un excelente cocinero, pero si no sos bueno con los números, afuera”, explica.Togni se define como un obsesivo. Las pastas son protagonistas en Evelia. Foto Fernando de la Orden Togni se define como un obsesivo. Las pastas son protagonistas en Evelia. Foto Fernando de la Orden

Dogg’s fue un éxito y cuando en 2016 abrió el actual, en Blanco Encalada al 1600, sumó hamburguesas y explotó, con 300 personas por noche y momentos con 60 clientes haciendo cola.

Entonces, en esa zona sólo estaba la parrilla El Pobre Luis, pero Togni le vio potencial. En la mitad de la pandemia, el local de al lado se desocupó y lo tomó, ya con la idea de hacer Evelia. Pero en la incertidumbre del Covid optó por un formato más adaptable al delivery: la pizza estilo neoyorquino. Fue una de las primeras aperturas gastronómicas de la flexibilización de la cuarentena y otro golazo clavado en el ángulo, al igual que Togni’s Cafe, el café que abrió luego en la misma cuadra.

Con todo ese recorrido, logró plasmar Evelia. Más de un año de obra, en los que se reunía en su casa con el jefe de cocina y la jefa de pastelería para delinear la carta porque “yo no tengo recetas de nada, siempre me gustó cocinar con la sensación. Estuvimos un año entero pesando y sistematizando para generar todo el recetario y que entiendan la filosofía”.

Cuando Clarín le pregunta cuál es la filosofía de Evelia, responde que “es el lugar donde van a hacer los platos que a mí me gustaría comer todos los días de mi vida”, los platos que se comen de manera cotidiana en Argentina pero con la formación detrás de un cocinero con casi 30 años de experiencia. Así, un ñoqui con estofado tiene las técnicas de preparación que usa un restaurante con estrella Michelin y materias primas de calidad superior.

https://ff7f4075474336a6c7560c84623a7cd5.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.htmlEl frente del restaurante está inspirado en una casa. Foto Fernando de la Orden El frente del restaurante está inspirado en una casa. Foto Fernando de la Orden

Togni reconoce que es un obsesivo, que cada plato “tiene un montón de vueltas” y que es “muy pasional con el producto”. Por eso hizo una exhaustiva investigación con cada alimento que usa para lograr el mejor resultado y por eso la harina 00 y el tomate en lata que usa son italianos, pero que le encantaría que se acercara algún productor para poder desarrollar localmente lo que él necesita para el alto estándar que busca en Evelia.

Repasando el recorrido que hoy lo tiene como uno de los personajes del año en el mundo gastronómico, Máximo no deja de emocionarse al recordar a la abuela Evelia con su cultura del esfuerzo, siempre positiva y esencialmente incondicional. “Soy una persona bastante dura, pero cuando recordás todo lo que hiciste, te emocionas. Y esto es como un homenaje grande a ella. No solo de la cocina, sino que de ella hubiese estado orgullosa de mi manera de vivir la vida. Me siento en este proyecto representado en cómo era ella”, se emociona Togni, que lamenta no conservar fotos de su abuela, pero que siempre la tiene con él en su recuerdo. Y ahora, también, en su querido restaurante.

Manu Buffara, la chef brasileña que busca “contar una historia de amor en cada plato” llega a Buenos Aires

Fuente: TN – Desde Curitiba, defiende una cocina con impacto social y hace foco en ingredientes nativos de la mata atlántica. Chef y activista, creó una ONG para luchar contra la inseguridad alimentaria en los barrios desfavorecidos de su ciudad. “La comida tiene el poder de transformar vidas”, le dijo a TN.

La brasileña Manoella Buffara, una de las chefs más destacadas de Latinoamérica, se prepara para pisar suelo porteño. El 31 de julio participará de una cena icónica con su colega y compatriota Janaina Torres junto a Tomás Kalika, el dueño de Mishiguene, en el marco los festejos por los 10 años del restaurante de cocina judía de Palermo. Según dij a TN, está ansiosa por venir y “experimentar una vez más cómo la comida puede contar historias”, resaltando la esencia de los sabores tradicionales en un formato moderno y creativo.

Manoella Buffara tenía 26 años cuando se convirtió en la primera chef brasileña en abrir un restaurante de alta cocina, Manu, que puso a la ciudad de Curitiba en el mapa de la gastronomía mundial. Su cocina está marcada por la creatividad, la celebración de la biodiversidad brasileña y el cuidado de los productos y, sobre todo, el amor. “Quiero que cada plato cuente una historia de amor por el ingrediente y por la tierra, valorando a los pequeños productores y la sostenibilidad”, comentó.

Manu Buffara abrió su restaurante en 2011. (Foto: instagram/@restaurantemanu).
Manu Buffara abrió su restaurante en 2011. (Foto: instagram/@restaurantemanu).

Desde que abrió Manu pasaron trece años y la chef, que fue reconocidad como mejor cocinera de Latinoamérica en 2022 en la lista The World’s 50 Best Restaurant, multiplicó los frentes de batalla. Es una activista y mujer emprendedora que aboga por el empoderamiento femenino, el cuidado del ambiente y la lucha contra la inseguridad alimentaria a través de huertas comunitarias y proyectos educativos. A través de su visión social y comunitaria, Manu busca cambiar la realidad de quienes la rodean. “Creo que la comida tiene el poder de transformar vidas”, manifestó a TN.

Manu Buffara, la chef brasileña que busca “contar una historia de amor en cada plato” llega a Buenos Aires

Historia de una chef que cree en el poder transformador de la cocina

Buffara nació en Maringá, en el estado de Paraná, en una familia de granjeros de origen libanés e italiano. A los 15 años, cuando sus padres se separaron, se mudó a la capital del estado, Curitiba, con su madre y su hermano. Estudió comunicación y hasta obtuvo una licenciatura en periodismo, pero nunca ejerció la profesión. Su pasión por la cocina la llevó a iniciar otro rumbo en los fogones.

Manu Buffara, la chef brasileña que busca “contar una historia de amor en cada plato” llega a Buenos Aires

Manu aprendió de su madre y su abuela los secretos de la cocina y la importancia de usar ingredientes de calidad. Cuando le dijo a su nonna que quería ser chef, la mandó a la pizzería que una de sus amigas, Magdalena, tenía… en un pequeño pueblo de Italia. Esta experiencia fue “muy significativa” para ella. “Allí aprendí los fundamentos que todo buen cocinero debe conocer: la importancia de la organización, la limpieza, y el respeto por los ingredientes. Trabajar con recetas tradicionales, como la clásica salsa de tomate, me hizo entender el valor de la simplicidad bien ejecutada y el respeto a las tradiciones culinarias. Estos fundamentos me han acompañado a lo largo de mi carrera y formaron la base que llevé a otros desafíos”, dijo al respecto.

En su cocina, Buffara usa principalmente vegetales. (Foto: Instagram/@restaurantemanu).
En su cocina, Buffara usa principalmente vegetales. (Foto: Instagram/@restaurantemanu).

También tomó cursos de hotelería y gastronomía en el Centro Europeo de Curitiba (2005 y 2006) y luego se recibió como chef en la Escuela Internacional de Cocina Italiana (ICIF) en Piamonte, Italia, lugar de nacimiento del movimiento slow food. Después recorrió algunas de las cocinas más prestigiosas del mundo, como DaVittorio y Guido en Italia, Alínea, en Chicago, Noma en Copenhague o Nobu, en Los Ángeles, para completar su formación.

Cuando volvió a Brasil, dirigió un equipo de más de 30 personas y dos restoranes en el lujoso hotel Rayon, antes de concretar el sueño de tener un lugar propio.

En Manu, Buffara trabaja con ingredientes frescos y de temporada, con un menú de pasos mayormente basado en plantas. Son tan solo cinco mesas para hasta 20 comensales. Según dice, las verduras y frutas son su “fuente de inspiración”.

La chef brasileña Manu Buffara creció en el interior del estado de Paraná, en medio de la naturaleza. (Foto: gentileza Manu Buffara).
La chef brasileña Manu Buffara creció en el interior del estado de Paraná, en medio de la naturaleza. (Foto: gentileza Manu Buffara).

Valora por sobre todo la “riqueza de sabores y texturas” que ofrecen y declina de todas las formas posibles: “fermentadas, cocidas durante más de un día a temperatura baja y controlada, quemadas en el último momento, crudas, curadas, asadas, en caldos, salsas, enteras”. La carta da también lugar a pescados y marsicos que compra a pequeños pescadores y carne de cordero y cerdo.

Buffara está convencida de que “la gastronomía puede ser una herramienta de transformación social” y no piere de vista que, en Brasil, la inseguridad alimentaria severa -es decir cuando una persona pasa un día entero o más sin comer- afecta a por lo menos 2,5 millones de personas, un 8% de la población del país, según el último Informe de las Naciones Unidas sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria Mundial.

Por eso, la chef solidaria está detrás, junto a otras cocineras, de Mulheres do Bem (Mujeres de Bien), que sirve semanalmente almuerzos a personas en situaciones de calle. Además, creó en 2020 el Instituto Manu Buffara, una fundación responsable, entre otros proyectos, de Alimenta Curitiba, una iniciativa de “distribución de alimentos frescos y nutritivos” en barrios humildes que se ocupa también de “capacitar a las personas para que cultiven y preparen sus propias comidas de manera saludable”.Porque la información y el conocimiento también es poder.

Entrevista con Manu Buffara

-TN ¿Cuál es la historia que quieres contar con tu cocina?

-Mi cocina es una celebración de mis raíces y un homenaje a la biodiversidad brasileña. Quiero que cada plato cuente una historia de amor por el ingrediente y por la tierra, valorando a los pequeños productores y la sostenibilidad. Creo que la gastronomía puede ser una herramienta poderosa de transformación social, conectando a las personas con el territorio y promoviendo la conciencia sobre el impacto que nuestras elecciones alimentarias tienen en el mundo.

Manu Buffara, la chef brasileña que busca “contar una historia de amor en cada plato” llega a Buenos Aires

-¿Cómo influyó en tu manera de cocinar tu vinculo con el campo?

-Crecer en el interior de Paraná, rodeada de naturaleza, me enseñó a respetar el ciclo de los alimentos. Siempre tuve un contacto directo con la tierra, y eso moldeó mi comprensión sobre la importancia de cada ingrediente y el respeto que debemos tener hacia la naturaleza. Esta conexión es la base de mi cocina y se refleja en el uso de productos frescos, de temporada y locales, que le dan vida a los platos.

Frutilla, yogurt y caviar, uno de los platos creados por Manu Buffara. (Foto: Instagram/@restaurantemanu).
Frutilla, yogurt y caviar, uno de los platos creados por Manu Buffara. (Foto: Instagram/@restaurantemanu).

-¿Cómo es la cocina de Curitiba y en que se diferencia de otras regiones de Brasil?

-Curitiba es un lugar único, que combina influencias europeas con la rica biodiversidad de la Mata Atlántica (bosque atlántico, una macro ecorregión que abarca parte de Brasil, Paraguay y la Argentina, ndlr). La gastronomía aquí se caracteriza por la estacionalidad y el uso de ingredientes locales, muchos de ellos cultivados en huertos urbanos. Esta mezcla de tradición e innovación crea una gastronomía auténtica, que se distingue por su compromiso con la sostenibilidad y el respeto a las tradiciones locales.

Manu Buffara, la chef brasileña que busca “contar una historia de amor en cada plato” llega a Buenos Aires

-¿Cuando dijiste que querías ser cocinera, tus abuelas te mandaron a la pizzería de una amiga en Italia. ¿Cómo te impactó esta experiencia? ¿Qué fue más clave, esta experiencia o tu paso por grandes coocinas como Nobu?

-La experiencia en la pizzería de un amigo de mi familia en Italia fue muy significativa para mí. Allí aprendí los fundamentos que todo buen cocinero debe conocer: la importancia de la organización, la limpieza, y el respeto por los ingredientes. Trabajar con recetas tradicionales, como la clásica salsa de tomate, me hizo entender el valor de la simplicidad bien ejecutada y el respeto a las tradiciones culinarias. Estos fundamentos me han acompañado a lo largo de mi carrera y formaron la base que llevé a otros desafíos, como mi tiempo en Nobu. Sin embargo, mientras en la pizzería desarrollé una conexión profunda con la cocina italiana clásica, en Nobu tuve la oportunidad de expandir mis técnicas, explorar la fusión de sabores y la innovación gastronómica en un entorno internacional. Ambos fueron momentos cruciales, cada uno con su propio impacto en mi camino como chef.

Las etapas en Alínea y Noma fueron experiencias transformadoras en mi trayectoria como chef. En Alínea, en Chicago, tuve la oportunidad de trabajar en uno de los restaurantes más innovadores del mundo, donde aprendí a valorar la creatividad y la precisión en cada detalle. El ambiente allí me enseñó a pensar fuera de lo común y a explorar nuevas técnicas, siempre con un enfoque extremo en la estética y el concepto de cada plato. La visión del chef Grant Achatz de crear experiencias gastronómicas inmersivas me inspiró a ver la cocina de una manera multidimensional, transformando el simple acto de comer en un viaje sensorial.

Manu Buffara, la chef brasileña que busca “contar una historia de amor en cada plato” llega a Buenos Aires

Por otro lado, en Noma, en Copenhague, con el chef René Redzepi, aprendí sobre la importancia de los ingredientes locales y la estacionalidad. Noma me enseñó a respetar profundamente el terroir y a crear platos que conectan lo local con la mesa. El concepto de foraging, de buscar ingredientes en la naturaleza circundante, fue una lección fundamental que llevo a mi trabajo hoy en día, reforzando la importancia de la sostenibilidad y el respeto a los ciclos naturales. Trabajar junto a un equipo tan dedicado y obsesionado con la perfección me ayudó a refinar mi perspectiva y a priorizar la autenticidad en cada creación culinaria. Ambas experiencias moldearon mi filosofía culinaria y me brindaron una visión más amplia sobre la gastronomía, uniendo técnica, innovación y respeto a los ingredientes.

-¿Qué ingredientes locales usás y cómo transformaron tu cocina? ¿Cómo te inspira la naturaleza brasileña?

-Trabajo con una gran variedad de ingredientes locales, como tucupí (un caldo de color amarillo extraído de raíz de la mandioca), anacardo y ají dulce, pero los pescados y mariscos de pesca artesanal también juegan un papel fundamental en mi cocina. Estos productos provienen de pequeños pescadores que utilizan métodos sostenibles, lo que garantiza frescura y respeto al medio ambiente. Los vegetales, a su vez, son una verdadera fuente de inspiración, tanto por su diversidad como por la riqueza de sabores y texturas que ofrecen.

Manu Buffara, la chef brasileña que busca “contar una historia de amor en cada plato” llega a Buenos Aires

En Manu, valoramos lo que es de temporada y local, y por eso cerca del 60% de nuestros ingredientes son vegetales. Esta elección no solo reduce el impacto ambiental, sino que también celebra la biodiversidad brasileña, con una variedad de verduras, hortalizas y frutas que reflejan la esencia de nuestra tierra. La naturaleza brasileña, con su exuberancia y singularidad, me inspira a crear platos que son verdaderos tributos a nuestro patrimonio natural, promoviendo un vínculo profundo entre el alimento y nuestro territorio.

-Dijiste alguna vez que “la comida es amor y alma, pero también es poder”. ¿Podés desarrollar ese concepto?

-Creo que la comida tiene el poder de transformar vidas, pues conecta a las personas, nutre el cuerpo y crea vínculos culturales. Es amor, ya que nos conecta con nuestras raíces, pero también es poder, porque puede impactar positivamente a la sociedad y al medio ambiente. La manera en que elegimos cocinar y consumir se refleja directamente en nuestra relación con el mundo.

-También dijiste que “cocinar es respetar los tiempos de las cosas”. ¿Cuán clave es la sustentabilidad en la alta gastronomia para vos?

-La sostenibilidad es un pilar esencial en mi cocina. Cocinar respetando el tiempo de cada ingrediente es reconocer que la naturaleza tiene sus ciclos y que debemos trabajar en armonía con ella. En la alta gastronomía, esto significa utilizar productos de temporada y de origen responsable, valorando a los pequeños productores y reduciendo el desperdicio.

Manu Buffara, la chef brasileña que busca “contar una historia de amor en cada plato” llega a Buenos Aires

-Fuiste la primera chef brasileña en abrir su propio restaurante con menú de degustación en 2011. ¿Qué cambio desde entonces?

-En 2011, la idea de un menú de degustación centrado en ingredientes locales era audaz. Hoy en día, veo que ha habido una creciente valorización de los productos regionales y una mayor conciencia sobre la sostenibilidad en la gastronomía. Esto me motiva a seguir innovando y a mantener el compromiso con los valores que construyeron a Manu.

-¿Por qué redujiste la capacidad a tan solo cinco mesas y 20 comensales?

-La reducción fue pensada para crear una experiencia más íntima y personalizada, permitiendo una conexión más profunda entre el cliente y el plato. Con menos mesas, puedo dedicar más atención a cada detalle y ofrecer una experiencia gastronómica que refleje verdaderamente la esencia de Manu.

-¿Cual es tu comensal ideal?

-Mi cliente ideal es alguien que aprecia la gastronomía como una experiencia completa, valorando los ingredientes, el proceso y la historia detrás de cada plato. Es una persona curiosa, abierta a nuevas experiencias y interesada en entender el impacto que la comida tiene en nuestro planeta.

-En tu sitio web dijiste que de tus hijas “vinieron las ganas de cambio”. ¿Qué cambió la maternidad para vos?

-Mis hijas, Helena y María, me enseñaron el valor de cuidar del futuro y de dejar un legado. Me hicieron darme cuenta de la importancia de construir un mundo donde las próximas generaciones puedan vivir en armonía con la naturaleza, y eso reforzó aún más mi compromiso con la sostenibilidad y la educación alimentaria.

Manu Buffara con sus hijas, Helena y María. (Foto: Instagram/@restaurantemanu).
Manu Buffara con sus hijas, Helena y María. (Foto: Instagram/@restaurantemanu).

-¿Cómo llegaste a una cocina mayoritariamente basada en plantas? ¿Por qué decidiste dejar de servir carne vacuna?

-Los vegetales son realmente esenciales en mi menú, ya que quiero que reflejen su mejor versión, respetando siempre su frescura y origen. La zanahoria, por ejemplo, es uno de mis platos más emblemáticos, ya que solo alcanza la textura y el sabor que deseo cuando se cosecha en luna creciente, algo que aprendí de un productor local. Esto muestra cómo valoro la esencia de cada ingrediente. Traigo los vegetales al centro de la experiencia, y con eso busco mostrar cómo pueden ser robustos y sorprendentes, ofreciendo una experiencia que no depende de proteínas animales.

-Hacés un gran foco en el vincula directo con los productores. ¿ Por qué es importante para vos esta relación y saber más sobre los ingredients que usás?

-Conocer al productor es entender la historia y el trabajo detrás de cada ingrediente. Eso enriquece mi cocina y fortalece la conexión entre el campo y el cliente. Es un acto de respeto y apoyo al pequeño productor, que trabaja con dedicación para ofrecer productos de calidad y cultivados de manera sostenible.

-Estás involucrada en la preservación de las abejas nativas. ¿Te preocupa el cambio climático y el colapso de biodiversidad en América Latina?

-Sí, me preocupa profundamente el impacto del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Las abejas nativas son fundamentales para la polinización y, en consecuencia, para nuestra seguridad alimentaria. Es esencial proteger a estos pequeños polinizadores y trabajar para crear prácticas más sostenibles que minimicen los efectos negativos en el medio ambiente.

Con su restaruarante, Manu Buffara logró poner a Curitiba en el mapa de la gastronomía mundial. (Foto: Instagram/@restaurantemanu).
Con su restaruarante, Manu Buffara logró poner a Curitiba en el mapa de la gastronomía mundial. (Foto: Instagram/@restaurantemanu).

-Como chef, participás en muchos proyectos de huerta urbana y proyectos solidarios como Mulheres do Bem. ¿Qué se puede hacer para luchar contra la inseguridad alimentaria? ¿Cómo puede lograr apoyar a las comunidades y ayudarlas a comer saludable?

-El Instituto Manu Buffara fue creado con la misión de promover una alimentación saludable y accesible para todos, a través de acciones que impactan directamente a las comunidades. Uno de nuestros proyectos más significativos es “Alimenta Curitiba”, que busca combatir la inseguridad alimentaria en áreas vulnerables de la ciudad.

Manu Buffara creó su propia ONG para luchar contra la inseguridad alimentaria. (Foto: Instagram/@manubuffara).
Manu Buffara creó su propia ONG para luchar contra la inseguridad alimentaria. (Foto: Instagram/@manubuffara).

A través de Alimenta Curitiba, trabajamos en la distribución de alimentos frescos y nutritivos para familias en situación de vulnerabilidad, al mismo tiempo que ofrecemos educación alimentaria. Realizamos talleres y workshops sobre cultivo sostenible y aprovechamiento completo de los alimentos, mostrando cómo la comida puede ser una herramienta de transformación social. La idea es no solo proporcionar alimentos, sino capacitar a las personas para que cultiven y preparen sus propias comidas de manera saludable y consciente, fortaleciendo el vínculo con la tierra y creando oportunidades de desarrollo local.

Creemos que la seguridad alimentaria va más allá de la disponibilidad de alimentos; se trata de garantizar que todos tengan acceso a ingredientes de calidad y al conocimiento necesario para utilizarlos de manera plena. Con el Instituto Manu Buffara, buscamos construir una red de apoyo y educación que permita a las comunidades no solo consumir, sino también producir y valorar sus propios alimentos.

-¿Qué esperás de tu visita a la Argentina y de la noche en Mishiguene?

-Mi visita a la Argentina y, especialmente, al Mishiguene, es muy significativa para mí. La cocina que hace Tomás Kalika en Mishiguene es una celebración de las raíces culturales y gastronómicas que yo también comparto. Me encanta la forma en que logra resaltar la esencia de los sabores tradicionales en un formato moderno y creativo. Estar presente en la celebración del aniversario del restaurante es un honor. Veo esto como una oportunidad de experimentar una vez más cómo la comida puede contar historias, y estoy ansiosa por conectarme con esta cocina que tanto me inspira y que rescata parte de mis propias raíces.

“Flechazo a primera vista”. Nació en Italia, es chef, cocinó para Stallone y Madonna, pero decidió instalarse en Argentina

Fuente: La Nación – El cocinero Roberto Ottini habla además de su pasión por el karting y de su amor por Buenos Aires, donde vive desde hace veinte años


En su departamento de Barrio Norte, Roberto Ottini tiene un rincón reservado para su colección de autos de Fórmula 1. Si bien el chef italiano es conocido por haber trabajado en prestigiosos restaurantes como el Paper Moon y el Harry Cipriani de Manhattan –donde preparó platos para Sylvester Stallone, Madonna y Kate Moss, entre otras celebridades–, confiesa con orgullo ser también un amante de los autos. “Mi papá es un loco de los autos, aun hoy con sus 87 años, no se pierde ninguna carrera de Fórmula 1. Él me hizo fanático del karting, le encantaba correr y yo lo acompañaba siempre. Me acuerdo que me hacía subir con él para dar una vuelta y para que yo llegara a los pedales me ponía una cubierta detrás del asiento”, dice Ottini, quien después de lucirse como primer chef en Cipriani de Recoleta, lanzó su propio restó, Girardi (ubicado en San Telmo) y hoy participa en Cocineros argentinos, alentado siempre por su gran amor, la abogada argentina Daniela Carrara, su pareja desde hace más de veinte años. “Siempre tuve ganas de trabajar en un programa que acompañara la cocina de los argentinos”, dice.

Con su pareja desde hace más de veinte años, la abogada penalista Daniela Carrara. “Mis siete años en Nueva York fueron un ciclo. Ya había recorrido el mundo y creo que necesitaba un poco de familia, amistad y una mujer con quien compartir mi desgracia y también mi felicidad”, dice Ottini, quien nació en Soresina, Italia.
Con su pareja desde hace más de veinte años, la abogada penalista Daniela Carrara. “Mis siete años en Nueva York fueron un ciclo. Ya había recorrido el mundo y creo que necesitaba un poco de familia, amistad y una mujer con quien compartir mi desgracia y también mi felicidad”, dice Ottini, quien nació en Soresina, Italia. Tadeo Jones
Roberto posa en un rincón de su balcón. Cuando trabajó en el famoso restaurante Harry Cipriani de Nueva York, cocinó para muchas estrellas de Hollywood. “Sylvester Stallone pedía milanesa a caballo. Madonna  siempre tenía que tener en su mesa un plato de arándonos con hielo”, dice.
Roberto posa en un rincón de su balcón. Cuando trabajó en el famoso restaurante Harry Cipriani de Nueva York, cocinó para muchas estrellas de Hollywood. “Sylvester Stallone pedía milanesa a caballo. Madonna siempre tenía que tener en su mesa un plato de arándonos con hielo”, dice. Tadeo Jones

–Si tuvieras que elegir entre el karting y la cocina, ¿con qué te quedarías?

–En un momento de mi vida me vi en esa encrucijada y tuve elegir. Fue justo cuando estudiaba gastronomía y los fines de semana corría en kartings. A pesar de que yo me lavara las manos con lavandina y me refregara los dedos, no había manera de quitarme toda esa grasa de los motores. Iba a clases de cocina y siempre estaba con las cutículas negras. Un profesor me dijo: “Vas a tener que elegir: o la cocina o los motores”. Yo en el fondo sabía que los fierros eran un hobby y que con la gastronomía podía tener un proyecto a futuro.

–¿Llegaste a correr con tu papá?

–No, pero sí probamos pista juntos. Cuando yo empecé a correr, él ya estaba grande. Así y todo, seguía subiéndose al karting. Estaba cansado, tenía panza y le costaba meterse… Sin embargo, te miraba y le brillaban los ojos. Esa es la misma sensación que tengo yo.

–¿Qué es lo que más te gusta del karting?

–Un poco de todo. La adrenalina, la sensación de velocidad, el ruido de los motores y ese particular olor a nafta que enseguida me transporta a mi infancia en Italia. Soy un fierrero de alma… Cuando estoy arriba del karting siento una combinación química, como el amor. Ni hablar de esos instantes previos a la largada, siento que me falta el aire, como taquicardia. Es hermoso. [Se ríe].

–¿Cuál es tu mejor recuerdo al volante?

–El día que gané mi primera carrera. Fue en 2011, en el Kartódromo de Buenos Aires. Competían treinta kartings en mi categoría, la Senior Light. Cuando bajó la bandera a cuadros y me di cuenta de que había ganado me puse a llorar de emoción. Me acuerdo que me saqué el casco y dije: “Esta te la dedico a vos, papá”. Competí dos años y hoy sigo corriendo, pero más tranquilo. Cuando empezás a ser más consciente de los riesgos, ya no corrés con tanto énfasis. Ahora lo primero que pienso es “che, si me despisto y me rompo una costilla ¿qué hago con el restaurante mañana?” [Se ríe].

“En Buenos Aires me enamoré de la mujer de mi vida, me hice amigos y tengo mi propio restaurante”, confiesa.
“En Buenos Aires me enamoré de la mujer de mi vida, me hice amigos y tengo mi propio restaurante”, confiesa. Tadeo Jones

–Siendo fanático de la Fórmula 1 e italiano, ¿sos hincha de Ferrari?

–Pues claro que sí. Tengo gorra, campera, reloj, la marca es un emblema de mi país. Te cuento una anécdota divertida que me pasó cuando trabajaba en Nueva York. Una noche había salido a un bar con unos amigos cocineros y, como siempre, llevaba mi gorra de Ferrari. De hecho, yo era conocido entre mis pares por ser el fanático de esa escudería. La cuestión es que, en un descuido de la noche, alguien me sacó el gorro de la cabeza y se fue del bar. Yo lo seguí sin saber quién era y vi que se metía en una limusina. Como no estaba dispuesto a perder mi gorra lo empecé a correr gritando “My hat, my hat”. El auto frenó, bajó la ventanilla y era Woody Allen con Sharon Stone. Con una sonrisa, me preguntó: “¿Me la puedo quedar?”.

–¿Y qué le dijiste?

–Le dije que no. “Me importa un pepino que seas Woody Allen, a mí me devolvés la gorra de Ferrari”. Se rio, me la devolvió y se fue.

«En un momento tuve que elegir entren pasión por los fierros y la cocina…en el fondo sabía que el karting era un hobby y que con la gastronomía podía tener un proyecto a futuro»

–Estabas en un gran momento de tu carrera, viviendo en Nueva York… ¿Por qué decidiste cambiar y apostar por la Argentina?

–Nueva York es todo, pero nada al mismo tiempo. Si tenés plata en el bolsillo, la vida que podés vivir es fantástica, pero llega un momento en que también se vuelve bastante vacía. No hay mucho espacio para las relaciones humanas, que es lo que el italiano siempre busca; el contacto con la gente, el amor, los vínculos… Mis siete años en Nueva York fueron un ciclo, sentía que empezaba a quedarme chica. Ya había recorrido el mundo y creo que necesitaba un poco de lo otro.

–¿Y cómo te recibió Buenos Aires?

–Fue un flechazo a primera vista. Supe que este iba a ser mi lugar. En la cultura de los argentinos en – contré una italianidad que me hizo sentir como en casa. Me dije: “Esta es una experiencia que quiero vivir”. Aquí me enamoré de la mujer de mi vida, me hice amigos y tengo mi propio restaurante.

Día del Chef: ¿por qué se conmemora HOY, 20 de octubre?

Fuente: Andino – Este domingo se celebra el Día Internacional del Chef. Conocé cómo nació esta celebración y el motivo de su festejo.

Este domingo 20 de octubre se celebra el Día Internacional del Chef, con el objetivo de rendirle homenaje a los maestros de la cocina. Conocé cómo nació esta celebración y el motivo de su festejo.

Este día fue propuesto en el 2004 por la Asociación Mundial Culinaria para honrar y homenajear a todos los profesionales que crean imperdibles platos con el objetivo de generar en nuestro paladar una experiencia de sabores.

La palabra chef procede del francés y hace referencia al jefe de cocina. Son cada vez más las personas que estudian esta profesión. A su vez, hay que remarcar que incluso en la televisión han aparecido varios programas o reality de cocina que se convirtieron en furor, algo que no solía suceder años atrás.

chef

Identidad gastronómica argentina en Río Negro

Fuente: Argentina.gob – La 10ª edición de Bariloche a la Carta (BALC) contó con la presencia de grandes figuras de la cocina que desarrollaron su actividad en el interior del país promoviendo una perspectiva federal.

Con la colaboración del programa Gustar, llevado adelante por la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes, BALC profundizó su compromiso con la gastronomía identitaria del todo el país.

En esta ocasión concurrieron más de 40 mil personas que disfrutaron del evento en el que participaron más de 80 restaurantes, cervecerías, bares y cafés con menús a precios promocionales. Además hubo más de 150 expositores y participaron 500 asistentes a las clases magistrales.

Del 10 al 13 de octubre se realizó la tradicional Feria Gastronómica en el Centro Cívico, con 100 expositores que presentaron lo mejor de la producción local y regional, desde frutas y quesos hasta vinos y cervezas artesanales.

Se realizaron 14 «Pop Ups», que son cenas únicas donde los cocineros intervinieron con productos locales para crear un menú especial. Con el objetivo de fusionar sabores regionales, se integraron conocimientos de distintos chefs con sus pares locales para degustar diferentes platos típicos.

Entre los chefs que participaron se destacan: Gunther Moros, de Misiones, quien ganó el prestigioso Prix Baron B Edition Cuisine; Alina Ruiz, de Chaco y Agustín Kuran, de Santiago del Estero.

Estos son los platos ganadores de Bariloche a la Carta

Fuente: ANB – El BALC fue determinante para que la ocupación hotelera durante el fin de semana largo supere el 90 %.

Este año, miles de personas participaron activamente en la votación, eligiendo a los mejores platos en varias categorías, demostrando el alto nivel gastronómico y productivo que caracteriza a la región, en la décima edición de Bariloche a la Carta.

El Plato de Oro fue para «Chimi Deli», una creación de trucha patagónica rellena con langostinos, crema de pistacho y espinaca, acompañada de caviar de cítricos y risotto de quinoa y remolacha. Este plato sorprendió por su fusión de sabores locales y técnicas innovadoras.

La Mejor Entrada fue para la propuesta del CET N°25 – Escuela de Hotelería y Gastronomía, que presentó un ravioli frito relleno de trucha ahumada, bisque de langostino y aire de remolacha.

El Mejor Postre fue una creación del Hotel Sheraton Bariloche, que con su sableé de hongos de pino, namelaka de chocolate Bariloche al 70%, y una combinación de frutas del valle, conquistó cientos de paladares .

En la categoría de Mejor Plato Cervecerías y Bares, Terraza Bar se llevó el premio con su «Lomo en el Limbo», un lomo de res acompañado de crumble de hongos y neblina de manzano.

El premio al Menú Punto Rio Negro, fue para Llao Llao Resort, Golf & Spa. Este menú inició con un delicado amuse-bouche, «Hide & seek en la costa», compuesto por un ajo blanco de anchoa, gremolata, pulpitos y vieiras escabechadas, acompañados de wakame mayo y pepino.

La entrada, titulada «Las damas del mar, el lago y el bosque», ofreció una exquisita combinación de trucha y merluza negra, infusionadas con perfumes de humos y algas, complementadas por buttermilk de frambuesas y moras, peras, y una emulsión de yemas con merken, culminando con un caramelo de wakame.

Como plato principal, el chef presentó «La secuencia del cordero y sus parejas», un recorrido por las distintas partes del cordero – cuello, paleta, bife, costillar, gigot y molleja – junto con acompañamientos cuidadosamente seleccionados como cheesecake de zapallo, royal de arvejas y pistachos, croqueta de papa y hongos, puerro encurtido, y más. El menú finalizó con un postre emblemático en honor a los 10 años de BALC: una mousse de limón con pop corn, acompañada de peras y bizcocho de rosa mosqueta y almendras.

En la Feria BALC, Rapa Nui se destacó como el Mejor Plato con su Bao de remolacha, una original combinación de hongo portobello, cebolla morada, mango, palta y otros ingredientes frescos que capturó la atención de todos los presentes.

La gente colmó las instalaciones de la Feria Gastronómica ubicada en el Centro Cívico, que se convirtió en un punto de encuentro para residentes y turistas.

El evento incluyó más de 70 restaurantes, cervecerías y bares que elaboraron menús especiales para la semana de la gastronomía a precios promocionales. Además, se sumaron propuestas plant based para vegetarianos y celíacos.

En el marco del fin de semana largo, más de 33.000 turistas eligieron los principales destinos de la provincia, generando un impacto aproximado de $9.857.520.432,32 en la economía rionegrina. (ANB)

BALC2024: Exitosas Clases Magistrales con “Una Mirada Al Futuro”

Fuente: FEHGRA – Bariloche a la Carta presentó el mundo fungi con especialistas de distintas disciplinas, quienes revelaron detalles de lo que se viene en la temática. La conducción estuvo a cargo de la reconocida cocinera y conductora Ximena Sáenz, quien le dio un toque único a la tarde.

La primera clase estuvo a cargo de la doctora Carolina Barroetaveña (CONICET, Centro Forestal CIEFAP). En la exposición habló de los diferentes productos y escenarios de producción de los hongos comestibles. Hizo hincapié en los avances en el cultivo de trufas en Patagonia, describiendo las características y potencialidades de este producto nuevo en la región.

El cocinero que acompaño la charla fue Luis Maldonado, de Zoilo Cocina Gourmet (Choele Choel). El plato: Risotto trufado. Arroz carnaroli. Perfumado con trufa. Tostón silvestre. Huevo a 63° tomates secos. Rúcula. Y jamón crudo de jabalí. Una delicia.

La segunda clase estuvo a cargo Diego Libkind, investigador del CONICET y director del (IPATEC). Lo acompañó la becaria doctoral del CONICET, Carolina Antuña. Ellos compartieron sus amplios conocimientos sobre el fascinante mundo de las levaduras y su papel esencial en la producción de alimentos fermentados, una temática de gran relevancia tanto científica como para la industria alimentaria con una mirada al futuro.

El cocinero a cargo fue Juan Manuel Lezcano de Foresta, quien deleito con sus creaciones.

Cabe destacar que los proyectos de estas dos clases cuentan con el respaldo del Gobierno de Rio Negro a través del Programa Federal de Innovación (PFI).

La tercera charla fue presidida por Juana Clement, quien llegó desde Buenos Aires y abordó la “Innovación Sostenible: Del Bagazo de Cerveza a la Mesa”. Explicó cómo aprovecha el subproducto de la industria cervecera para crear harina de bagazo de cerveza, un ingrediente nutritivo y versátil. El proyecto reduce el desperdicio, aporta valor a la gastronomía y promueve prácticas responsables con el medio ambiente, impulsando una cocina más saludable y consciente.

El cocinero Francisco Tamini del hotel Llao Llao elaboró galletitas crackers, pan, masa de tarta y pizza.

En tanto, “La Magia de los Hongos en la Mesa del Futuro. Micelio la verdadera opción vegana” fue la propuesta de Alina Greslebin, investigadora de CONICET y Francisco Kuhar. Durante su doctorado se especializó en la diversidad de hongos corticoides de los andes australes. Junto con su equipo, realizó hallazgos tales como el descubrimiento del agente causal de una enfermedad grave de los árboles del bosque andino y descubrió muchas especies endémicas de estos mismos bosques. En la actualidad estudia la transformación de subproductos agrícolas en alimentos funcionales a través del cultivo de micelio.

El cocinero fue Joaquín Facio de Nene Bar, y realizo biscochitos salados y muffins dulces.

Por último, tuvo lugar la clase “Del campo de futbol a la luna, una breve historia sobre La micoproteína”, a cargo de Martin Blasco. Él es fundador de Eternal, una empresa reconocida por su innovación en biotecnología aplicada a la producción de alimentos y materiales sostenibles. Ha liderado proyectos pioneros en la creación de alimentos a base de hongos y otros organismos, participando en competiciones de alto perfil como la NASA Deep Space Food Challenge y el XPRIZE Feed the Next Billion, donde su equipo fue finalista.

El cocinero de la clase fue Federico Dominguez Fontan del Hotel Sheraton aportando su magia creación en una jornada impregnada de conocimiento y futuro.

En Chacarita, el local de la mejor cocinera de empanadas de Tucumán: jugosas y de matambre cortado a cuchillo

Fuente: Clarín Gourmet by María Florencia Pérez – ¿Cuál es la mejor empanada de la Argentina? A lo largo y a lo ancho del mapa son muchos los cocineros que se sienten habilitados para dar esa pelea gastronómica, cada cual con su receta. Es que se trata de una comida tan federal y tradicional que habilita muchas fórmulas (la riojana, la santiagueña, la salteña, la mendocina, etc) que por suerte, cada vez tienen mayor representatividad en los locales de Buenos Aires.

Las empanadas tucumanas en particular están en un buen momento. En Clarín Gourmet ya contamos el caso de La Casa del Tafí, cuyas empanadas viajan 1.200 km desde su provincia de origen para vender hasta 4 mil por día en estas coordenadas. También degustamos y contamos cómo son las que hace menos de dos meses ofrece Gladys “La Bomba Tucumana” en su emprendimiento de Recoleta.

Ahora la novedad se encuentra en el barrio de Chacarita, en un pequeño local sobre la calle Dorrego, donde Cristina Rojas Lazarte, una campeona nacional de la empanada cuya receta quedó registrada como la oficial de Tucumán, acaba de abrir “Las Rojas” junto a sus hermanas.

La historia de Las Rojas

Las hermanas Rojas son embajadoras del sabor tucumano pero también de una tradición: la de esos recetarios transmitidos de abuelas a madres y de madres a hijas, creaciones colectivas que pasan de generación en generación, a edad muy temprana, como ofrendas de amor.

El sentimiento de familia está en el aire cuando hablan con complicidad de la decenas de hijos y nietos que conforman el clan y también de Tina, la matriarca que quedó en el Famaillá natal, a 35 kilómetros de San Miguel de Tucumán.Los ingredientes de las empanadas tucumanas que hacen Las Rojas. Los ingredientes de las empanadas tucumanas que hacen Las Rojas.

Ella aprendió los secretos de la empanada tucumana de niña, cuando murió su madre y tuvo que cuidar a sus hermanos. Y luego les transmitió a sus propios hijos, Cristina, Antonia, Verónica, Charo, Ana María y Beto -el único varón, fallecido hace unos años- la receta que llevaría a una de las chicas a convertirse en campeona nacional de la empanada en 2008.

“Ahora lo más normal es ir a una escuela de gastronomía pero nosotras aprendimos en casa de chicas, mirando a mamá. Yo a los 13 años ya les hacía los bizcochuelos a mis hermanos”, dice orgullosa Cristina que a sólo dos semanas de haber venido a instalar su negocio en Buenos Aires conserva intacta la cadencia reposada de la tonada tucumana.Cristina, en plena elaboración de las empanadas tucumanas. Cristina, en plena elaboración de las empanadas tucumanas.

Antes de su consagración nacional, Cristina y sus hermanos cocinaban empanadas en el horno de barro de su casa para vender en fiestas populares. Pero una vez que su don para esta comida trascendió en todo el país no sólo tuvo el honor de que su receta fuera registrada como la oficial de la provincia sino que empezó a ser convocada como referente de la verdadera empanada tucumana.

Hace 16 años que vengo a la Feria Internacional de Turismo (FIT) de Buenos con mis empanadas. También he dado clases en la feria Caminos y Sabores”, cuenta. Y las cámaras del programa de televisión Maestros de la empanada del canal Gourmet viajaron hasta Famaillá para registrar la pericia con que Cristina ejecuta cada uno de los 13 repulgues -ni uno más, ni uno menos- que debe tener la empanada tucumana.Las empanadas de carne de Las Rojas. Foto: Emmanuel Fernández Las empanadas de carne de Las Rojas. Foto: Emmanuel Fernández

La apertura de Las Rojas en Buenos Aires implicó la mudanza de Cristina, dos de sus hermanas y una sobrina, todo el equipo de mujeres tenaces que de lunes a lunes está detrás de este pequeño emprendimiento. Se levantan temprano para arrancar con la producción, a las once de la mañana abren las puertas del local y atienden al público hasta las 15.30. Pero no hay tiempo para siestas porque a la tarde vuelven a producir para levantar la persiana nuevamente a las 19.

“Hay que pagar derecho de piso”, dice Cristina. En Tucumán quedaron sus sobrinas a cargo del local que pusieron hace unos años en honor al hermano fallecido, “El rancho de Beto”. Desembarcar en Buenos Aires, lejos del resto del clan, es una apuesta grande pero las impulsan expectativas del mismo tamaño: sueñan con abrir sucursales en otros barrios de Buenos Aires.

Cómo son las empanadas de Las Rojas

El relleno de las empanadas de Las Rojas. El relleno de las empanadas de Las Rojas.

Las Rojas dicen que cocinan como les gusta comer a ellas. Y basta conversar un rato con estas hermanas para confiar en ese paladar noble, hijo del cuidado y el amor de madre. Si hablamos de empanadas ese gusto se materializa en un relleno jugoso y con mucho huevo. La que más sale en el nuevo local es la clásica tucumana: a base de matambre cortado a cuchillo, cebolla, huevo, pimentón, ají molido y una pizca de comino.

El resultado es una empanada mediana de unos 90 gramos con un relleno muy sabroso y jugoso envuelta en una masa sequita. He aquí algunos de sus secretos: “El matambre no se desgrasa mucho y se hierve según su tamaño. Uno chico, durante una hora y uno más grande, un poco más. Así se tierniza. Y para que la empanada quede jugosa sumamos un poco del caldo de ese hervor al picadillo”, detalla Cristina.

Y la masa se hace con harina y grasa vacuna, las mismas que usaban en su local de Tucumán. Como todas las cosas buenas la empanada tucumana se hace esperar. El reposo del relleno pero también de la masa y luego de las tapas es fundamental. En Las Rojas los tiempos se desentienden del acelere de la Ciudad: cada componente de la empanada se elabora para armar el producto final recién el día siguiente.Las empanadas de Las Rojas. Las empanadas de Las Rojas.

La de pollo también es muy sabrosa, tal vez porque su método de elaboración y el resto de sus ingredientes son idénticos a la de carne. También hay de humita, jamón y queso, capresse y verdura. Por unidad valen $ 1.300. La media docena, $ 7.500 y la docena $ 15.000. Las hermanas Rojas también venden locro, guiso de lentejas y tamales tucumanos con carne de cerdo, harina de maíz y huevo.

Por ahora no trabajan con delivery, así que la única opción es acercarse a la avenida Dorrego para llevarse las empanadas a casa, aunque no faltan quienes las comen acodados en la pequeña barra de uno de los ventanales del local.Cristina y sus empanadas frente al local de Las Rojas. 
Foto: Emmanuel Fernández.Cristina y sus empanadas frente al local de Las Rojas. Foto: Emmanuel Fernández.

El detalle tierno son los alfeñiques que las Rojas regalan como gentileza a los clientes: unos tradicionales caramelos de azúcar de caña que ellas comían en su infancia. Golosina dulce como sus modos amables y dura como el tesón con que sostienen la nueva aventura lejos de casa. Un remate genuino de esta experiencia tucumana en Buenos Aires.

Las Rojas. Dorrego 1003. Abierto todos los días de 11.30 a 15.30 y de 19 a 23 horas. IG: @lasrojas.empanadas

Una ópera en un plato: cómo es ser el chef del Teatro Colón

Fuente: Clarín – El Teatro Colón es un micromundo enclavado en una manzana de San Nicolás. La gran sala lírica de la Argentina tiene vida propia: baila, canta y, también, se alimenta. No sólo metafóricamente: en el Colón, más de 500 personas comen todos los días. Y, desde hace un tiempo, no solo los empleados, porque el teatro también tiene una propuesta gastronómica para el público en general y este año sumó una novedad: un menú hecho en función de las obras que suben a escena.

La ingeniería culinaria del Colón es extremadamente compleja. Como el edificio es monumento histórico, no se pueden hacer modificaciones estructurales ni tampoco se puede encender ningún fuego. Un desafío enorme para cualquiera que quiera cocinar.

Actualmente, el Colón tiene varios espacios gastronómicos. Además del comedor del personal, se recuperaron las confiterías Viamonte y Tucumán, a las que puede ir el público en los intervalos de las funciones. Pero también se habilitó un café y restaurante en el llamado Pasaje de los Carruajes, que es literalmente un pasaje con entrada por Tucumán donde antiguamente ingresaban los carrozas para dejar al público. Y además se realizan eventos privados.

Gastón Storace (40) es el chef del Colón. Se lo puede ver en el restaurante –que lleva el nombre del pasaje– donde algunas veces sale a conversar con los clientes. El cocinero, que tiene una larga experiencia en gastronomía, disfruta de compartir el original trabajo que hace ahora: interpretar una ópera o un ballet en un menú.

Lo de Storace es una investigación meticulosa. Primero, lee una sinopsis de la obra. Busca videos en YouTube y las ve completas. Habla con la gente del teatro para saber de qué va esta puesta en particular. Y el research termina con el ensayo general, que es muy cercano siempre a la fecha de estreno, casi como una confirmación de lo que vino haciendo.Sociedad
Entrevista con el Chef del Teatro Colón
El chef Gastón Storace en la entrada del Colón. Estudia cada obra para diseñar un menú inspirado en ella. Foto Guillermo Rodríguez AdamiSociedad Entrevista con el Chef del Teatro Colón El chef Gastón Storace en la entrada del Colón. Estudia cada obra para diseñar un menú inspirado en ella. Foto Guillermo Rodríguez Adami

“Ver una ópera de tres horas no es algo a lo que estaba acostumbrado. Pero voy entendiendo y a veces un sonido o el nombre de un protagonista me dispara cosas en la cabeza y voy anotando. A veces tiene connotación con el origen, con la historia, con los músicos”, cuenta el chef. También dibuja todo el tiempo en sus cuadernos y más de una vez se despierta a las 2 de la mañana, baja al living de su casa en zona norte, abre la computadora y se pone a trabajar. “’¿Qué hacés?’, me pregunta mi mujer. Y, estoy estudiando, estoy creativizando la ópera”, se ríe.

¿Cómo se construye gastronómicamente una ópera o un ballet? Storace trae algunos ejemplos. “En Carmen, la protagonista era una de las gitanas y trabajaba en una cigarrera. La ópera está situada en Sevilla, entonces tomé conceptos y técnicas españolas. Yo quería un cigarrillo en la mesa, pero le di una vuelta: un cigarro de hongos envueltos en masa filo con polvo de aceitunas en la punta y cúrcuma para generar una colilla”, describe.

En la “Suite en Blanc”, una de las piezas del elogiado «Programa Mixto» que subió a escena a fines de agosto, eligió la vichyssoise, una tradicional sopa de papas y puerro francesa, para representar lo blanco y lo simple, lo puro y lo complejo inspirándose en este homenaje al ballet académico de Serge Lifar.Pureza, simpleza y complejidad: una sopa "interpretando" una pieza de ballet del "Programa mixto". Foto Blue Catering - Grupo LPureza, simpleza y complejidad: una sopa «interpretando» una pieza de ballet del «Programa mixto». Foto Blue Catering – Grupo L

Antes, en “Turandot”, había representado sus enigmas de varias formas, desde galletas chinas con un mensaje como el entrante hasta una granita de de lychee (una fruta asiática) unas piedritas de ácido cítrico que explotaban en la boca como postre.

O en “Aurora”, la primera ópera patria que acaba de bajar de escena, cerró el menú con un flan con dulce de leche en versión moderna, con crema de hierbas y nibs de cacao, expresando la libertad del acto final.

Este 2024, Storace y su equipo harán 11 menúes, que se suman a los platos a la carta del restaurante y el servicio diario del comedor, todo bajo la concesión de Blue Catering del Grupo L. El chef cuenta que cuando le ofrecieron ese puesto, hace ya más de un año, sintió que era la oportunidad de unir los dos mundos que siempre lo atravesaron: la gastronomía y el arte.

El chef privado

Al contar su historia, Storace viaja hacia antes de su nacimiento, en Uruguay. De algún modo, la comida estuvo en sus orígenes. Su papá, de familia uruguaya-italiana cristiana, vivía separado por una medianera de su mamá, de familia judía y argentina. Los tanos tenían una higuera y ella un día se robó uno de los higos. El la descubrió y llegaron a un acuerdo: él le daba los higos a cambio de que ella le hiciera una tarta.

“No había muchas chances de que estuvieran juntos, pero el amor todo lo puede”, explica sobre una época con otros mandatos. Los papás de Gastón se casaron y tuvieron cinco hijos. En su primera infancia se vinieron a la Argentina, y él se crió en esa familia con cuatro hermanos donde había una libertad absoluta, donde “el dar y la comida siempre fueron un lenguaje de amor”, y donde todavía hoy los almuerzos de los domingos los reúnen alrededor de una mesa en la que lajmashin y ravioles conviven en armonía.Storace en la cocina del Colón. En el teatro no se puede encender fuego. Foto Guillermo Rodríguez AdamiStorace en la cocina del Colón. En el teatro no se puede encender fuego. Foto Guillermo Rodríguez Adami

En ese ambiente libre, el joven Gastón escribía y pintaba, y también aprendió a cocinar. Su abuelo, a quien reconoce como “un luchador de la vida” que de la nada armó su empresa, fue bastante directo: “Como pintor, te vas a cagar de hambre. Por favor, estudiá algo”. El abuelo le dio esa oportunidad de estudiar y él se graduó el Ott College, y continuó su formación con masters y cursos y también en las cocinas donde trabajó, de las que agradece a otros cocineros que lo nutrieron de conocimientos y experiencias.

“Hay que ir a las bases y al ABC. Una vez que lo tenés, podés empezar a crear, pero entendiendo las técnicas y dentro de un límite. Si no, es un cocoliche”, explica. Arrancó en un catering en San Isidro y también ahí trabajó en Lo de María, donde el hijo de la dueña y un chef peruano le enseñaron muchísimo. Después se fue a Brasil, donde vivió varios años y se entrenó como pizzaiolo y también muy fuerte en el manejo de los pescados y en el mundo de las pastas.

Estuvo en Ilha Grande, el principal hotel de Jureré Internacional y siguió su camino en Perú, donde aprendió sobre aprendió un montón sobre trazabilidad de producto y en Portugal, donde recuerda que se subía a una balsa a las ocho de la mañana para ir a buscar ostras.

De vuelta en Argentina, trabajó varios emprendimientos (desde su propia panadería orgánica a un restaurante en el que inventó una “hamburguesa” de sushi), pero en lo que más se explaya es en uno que despierta muchas fantasías: ser chef privado.

Cuenta su experiencia con un importante empresario, que vivía solo en un piso en una de las torres más imponentes de Núñez y le alquiló el departamento de arriba para transformarlo en cocina y depósito. “Trabajaba todo el día y los jueves me pedía que me reuniera con él para contarle los proyectos de la semana, mis viajes, a dónde iba a ir a buscar la mercadería. Le encantaba el dulce de batata y lo hacía con batata orgánica y agar agar que iba a buscar a la Patagonia”, cuenta.

Tal era la obsesión de su jefe con la trazabilidad que le pidió que hiciera investigaciones sobre el agua y, después de enviar las muestras al laboratorio, determinaron que la mejor era una marca uruguaya que se hacía traer especialmente por cajones.El chef en Pasaje de los Carruajes, el restaurante del Teatro Colón que está abierto a todo el mundo. Foto Guillermo Rodríguez AdamiEl chef en Pasaje de los Carruajes, el restaurante del Teatro Colón que está abierto a todo el mundo. Foto Guillermo Rodríguez Adami

Con su jefe, iban a comer a los mejores restaurantes por pasos para reproducir esa investigación y aprendizaje en casa. Pero también Gastón le preparaba, por ejemplo, sus propios panes y hasta las bebidas isotónicas. “Iba de la mañana a la tarde de lunes a viernes y le dejaba todo listo. Hacía lo que me gusta, que es cocinar”, afirma.

Trabajó también muchos años como chef privado en los veranos en Punta del Este, estuvo en TV en ESPN Playroom y hoy disfruta de una experiencia nueva en el Colón. Destaca a Silvina Del Grande, la gerenta de Gastronomía y Eventos, que acompaña todas sus ideas locas y que es “una generadora de emociones a la que le encantan esas cosas creativas”.

Y se guarda en su memoria un momento hace solo un par de semanas, en el cierre del menú del “Programa Mixto”. Con el postre, un mil hojas de manzanas y peras que expresaba en el plato esa imagen impactante de los bailarines de Bolero X, sonaba en el restaurante el Bolero de Ravel y, de pronto, la gente empezó a aplaudir. “Fue espontáneo y me quedé shockeado. Una cosa es que te aplaudan en un evento o en un asado, pero que de repente los comensales se levanten y aplaudan fue muy fuerte”. Una forma de recibir, de regreso, el amor que aprendió a poner en cada plato.

Es chef, superó una enfermedad terminal y hoy es reconocido como uno de los mejores pasteleros del mundo

Fuente: La Nación – El chef Antonio Bachour enfrentó un complicado diagnóstico de salud a los 16 años pero su pasión por la pastelería “lo curó”: su historia inspiradora y su desembarco en la Argentina.

“Tengo 50 años y desde los 13 trabajo en la pastelería”, comienza la charla Antonio Bachour, el reconocido chef de origen puertorriqueño que en los últimos años obtuvo importantes reconocimientos: el Mejor chef pastelero del mundo por The Best Chef Awards, y este año el Pastry Innovation Award de la prestigiosa La Liste France. Sus palabras transmiten no solo la trayectoria de una carrera exitosa, sino también el amor profundo por la cocina, pasión heredada de su mamá que arrancó durante su infancia. Para Bachour, los dulces no son solo una profesión, sino una forma de vida que ha definido su existencia a pesar de los desafíos que la salud le impuso a lo largo del camino de su vida.

Antonio Bachour participó cocinando en el evento de Bienestar organizado por LA NACION
Antonio Bachour participó cocinando en el evento de Bienestar organizado por LA NACIONFabián Malavolta

Nacido en una familia de origen libanés en Puerto Rico, Antonio creció rodeado de la cocina. “Mi mamá siempre preparaba postres para los nueve; éramos siete hermanos, mis padres y yo. Siempre había baklava, mamul, tres leches y flan en nuestra mesa familiar”, recuerda con una sonrisa. Así, desde temprana edad, el gusto por lo dulce fue tomando forma en su vida, hasta convertirse en una pasión.

Pero lo que verdaderamente marcó la historia de Bachour es cómo esa pasión lo ayudó a superar uno de los momentos más difíciles de su vida: a los 16 años, le diagnosticaron un tumor en la glándula pituitaria, lo que lo obligó a enfrentar una dura recuperación que incluyó aprender a caminar y hablar nuevamente.

LA NACION le consultó sobre cómo se dio cuenta de su condición: “No crecía mucho, a diferencia de mis hermanos, que eran todos altos”, explicó. Bachour recordó que un día le apareció un tumor en la lengua, un tumor sanguíneo que aún conserva. “Fui a ver a un cirujano oral y maxilofacial, quien intentó reducirlo con inyecciones, pero no tuvo éxito”, detalló. Ante lo inusual del caso, le realizaron una tomografía y una resonancia magnética. Fue entonces cuando detectaron el tumor, que apenas estaba empezando a desarrollarse”, añadió el chef y siguió el relato: “lo agarraron a tiempo. Me extirparon toda la glándula y salí con un tratamiento ordenado. Luego tuve que adaptarme, ya que, al perder la glándula, era como volver a empezar y tuve que aprender a hablar y a caminar de nuevo con terapia”, recordó con una serenidad que sorprende.

En aquel momento, los médicos le daban solo un 10% de probabilidades de sobrevivir a la operación. Sin embargo, a pesar de la gravedad de su condición, Bachour siempre mantuvo una actitud positiva. A los ocho meses hospitalizado, se inscribió en una escuela culinaria en Nueva York, donde comenzó a forjar la carrera que, años más tarde, lo llevaría a ser uno de los pasteleros más influyentes del mundo.

Disciplina y resiliencia

Lo que hace única la trayectoria de Bachour no es solo su talento innato para la pastelería, sino también su capacidad para sobreponerse a las adversidades. “El trabajo era mi refugio”, confiesa. En los inicios de su carrera, mientras cursaba sus estudios culinarios trabajó en el International Culinary Center: “Estaba todo el día en la cocina, a veces hasta 18 horas diarias entre la escuela, las pasantías y otros trabajos”.

La exigencia de su rutina no era ajena a su condición médica. A pesar de depender de medicamentos para equilibrar sus hormonas y mantener su salud bajo control, Bachour nunca dejó que su diagnóstico se interpusiera en su camino. “Cuando te enfocas en lo que amas, todo lo demás queda en segundo plano”, asegura. Y eso fue precisamente lo que hizo: concentrarse en su pasión por la pastelería, lo que le permitió superar las barreras físicas y emocionales.

La consagración internacional y la pasión por enseñar

El esfuerzo inquebrantable de Antonio Bachour lo llevó a convertirse en un referente en la alta pastelería internacional. Hoy, a sus 50 años, sus creaciones son un sinónimo de perfección y sofisticación, y sus técnicas son admiradas por los mejores chefs de todo el mundo. Además de dirigir su propia pastelería en Miami, Bachour también se dedica a enseñar y compartir sus conocimientos con jóvenes talentos. “Trabajo mucho, pero también disfruto de mi tiempo. No bebo, no fumo, ni voy a discotecas. Prefiero disfrutar de un buen restaurante o dar un paseo con mi esposa. Eso es lo que me gusta”, comparte. A pesar de todo, trabaja entre 15 y 16 horas diarias, demostrando que su amor por la pastelería y su vida personal son igualmente importantes.

“La pastelería es un arte que nunca deja de evolucionar”, reflexiona. Desde los sabores hasta las texturas, pasando por la presentación, Bachour ha logrado fusionar influencias de distintas culturas, desde la cocina puertorriqueña hasta la libanesa, en un estilo que ha roto moldes y sigue sorprendiendo a los paladares más exigentes.

Innovación en la pastelería contemporánea

En los últimos años, la pastelería ha dado un giro hacia propuestas más saludables y sostenibles, con un fuerte énfasis en reducir el uso del azúcar y explorar ingredientes inesperados. Bachour ha liderado esta tendencia. “En los últimos 10 años, todos los chefs de pastelería han reducido el azúcar en un 50%. Nosotros prácticamente no usamos azúcar en los postres”, explica. “Utilizamos el azúcar natural del chocolate y las frutas, y solo empleamos azúcar invertida para darle cremosidad a los postres”, agrega..

Además de reducir el azúcar, Bachour ha comenzado a incorporar verduras como remolacha, zanahoria y calabaza en sus creaciones. “Me gusta mucho esta tendencia”, dice. “Creo que en 10 o 15 años veremos más postres con vegetales, porque la gente está más consciente de la sostenibilidad y busca reducir el consumo de productos animales”.

Tarta de remolacha con cremoso de queso de cabra, pastel de remolacha para microondas, mermelada de remolacha y dacquoise de remolacha
Tarta de remolacha con cremoso de queso de cabra, pastel de remolacha para microondas, mermelada de remolacha y dacquoise de remolachaAntonio Bachour

El chef también ha trabajado en la sustitución de productos de origen animal. “Hace tres años, di una clase en Estados Unidos para chefs de restaurantes como Per Se, sobre cómo sustituir productos animales en postres plant-based”, comenta. “Usamos fibra de cítricos para reemplazar la textura que normalmente aportan la yema de huevo y la mantequilla. También hemos utilizado inulina, de la raíz de achicoria, para montar nata con proteínas de papa, logrando una textura similar a la nata sin grasa”.

Otra de las áreas donde Bachour ha encontrado inspiración es en los sabores de cócteles, incorporando licores en sus postres. “Me gusta jugar con sabores como piña colada o mojito, aunque no bebo alcohol”, admite. “Recrear esos sabores en un postre es divertido”, comentó. Por ejemplo, explicó que un postre inspirado en la piña colada es fácil de hacer combinando coco y piña en un cremoso o mousse, añadiendo un toque de ron para capturar el sabor característico. Lo mismo ocurre con el mojito, señaló, ya que los licores aportan un toque especial que complementa perfectamente las texturas dulces.

Antonio Bachour, en acción
Antonio Bachour, en acciónAntonio Bachour

Lecciones de vida entre azúcar y cacao

El legado de Antonio Bachour va más allá de los premios o los títulos. Su historia es un recordatorio de que, con pasión, esfuerzo y una actitud positiva, es posible transformar los obstáculos en oportunidades. “Dejé de pensar en que estaba enfermo, y eso fue lo que más me ayudó”, concluye. Con una mezcla de humildad y resiliencia, Bachour nos deja una lección invaluable: las dificultades de la vida no solo se superan, sino que pueden convertirse en la fuente de inspiración para crear algo bello.

Su legado como inspiración

Bachour no solo es un maestro en el arte de la pastelería, sino también en el arte de la vida. Cada uno de sus postres cuenta una historia, no solo de sabores sino de superación, dedicación y amor por lo que hace. “No hay desafío que no pueda ser endulzado con pasión”, comenta con humildad. Y es esa mezcla de resiliencia y creatividad la que lo ha llevado a transformar no solo su vida, sino también el mundo de la pastelería.

Bachour es dueño de cuatro reconocidos establecimientos en Miami, entre ellos “Habibi”, un restaurante de cocina libanesa moderna, el “Bachour Café”, especializado en pastelería con una amplia oferta de bollería y panes, y “Bachour Bistro”, un lugar dedicado al brunch diario.

Con el objetivo de expandir su legado, ahora planea abrir un local insignia en Argentina, probablemente en Palermo. “Este ‘flagship’ no solo se dedicará a la venta de productos, sino que también permitirá a los clientes observar la producción en tiempo real, creando una experiencia única y cercana con la pastelería”, indicó el pastelero. Además, destacó que el concepto se enfocará en un modelo de bistró con influencias mediterráneas y árabes, lo cual considera que podría tener una excelente recepción en el país.

Bachour Bistró, uno de los locales que tiene Antonio Bachour en Miami
Bachour Bistró, uno de los locales que tiene Antonio Bachour en MiamiAntonio Bachour

Su recorrido es un recordatorio de que, al igual que los mejores postres, las vidas más extraordinarias son el resultado de un delicado balance entre lo amargo y lo dulce. En cada nuevo desafío, Antonio sigue encontrando la oportunidad de crear algo aún más delicioso. Y así, su legado no es solo un referente culinario, sino una inspiración para quienes buscan convertir sus propios obstáculos en fuentes de belleza y éxito.